Ante la red televisiva “Gigavisión”, Cusi extendió un “aguayo” (tejido policromo andino), tomó dos hojas de coca para explicar, a manera de ejemplo, que ellas representaban las opciones “A y “B” de un recurso de amparo constitucional. Luego de cubrirlas con un manojo de otras hojas, indicó que allí estaba la respuesta que busca, lo que le permite dictar una sentencia positiva o negativa. La didáctica demostración invalidó su aclaración posterior, según la cual había sido mal interpretado, razón por la que rechazaba los calificativos de “ignorante” e “irresponsable”, con los que fue censurado por varios medios de comunicación social. Sin embargo, las palabras del tribuno aymara recibieron también fuerte respaldo. Max Murillo Mendoza, en nota titulada “Ignorancia y Superstición” (“Katari. Org, 21-03-12), escribió: “Es una pena que el Magistrado Cusi se hubiera retractado de sus declaraciones. Y haya justificado y barnizado sus declaraciones ante la presión de la prensa… Nada tenemos que explicarles a estos colonialistas. Nada les debemos. Todo lo contrario. Tienen que aprender a respetarnos. Tienen que saber que están en nuestra casa. Y si quieren quedarse deben saber que las reglas (leyes) son nuestras. O tienen por supuesto la posibilidad de regresar a sus países de origen…Nuestras costumbres son nuestras costumbres… Lo nuestro es lo nuestro”.
LAS COSMOVISIONES EN LA NUEVA COSTITUCION
El tema de las cosmovisiones está legislado en el artículo 30 de la Nueva Constitución Política del Estado (NCPE), XII, 09, en el capítulo “Derechos de las Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos”, entre los cuales se halla el derecho “al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos, acorde a su COSMOVION”. El artículo 98 añade: “La diversidad cultural constituye la base esencial del Estado Plurinacional Comunitario… El Estado asumirá como fortaleza la existencia de culturas indígenas originario campesinas, depositarias de saberes, conocimientos, valores, espiritualidades y COSMOVISIONES”. El artículo 179, puntualiza que “la jurisdicción ordinaria y la jurisdicción indígena originario campesina gozarán de igual jerarquía”.
Estos preceptos constitucionales reflejan la concepción del indigenismo fundamentalista (o Pachamámica), la que, si bien reconoce que todos los bolivianos somos originarios, diferencia a los originarios milenarios (pueblos precolombinos) de los originarios contemporáneos, producto del mestizaje post Cristóbal Colón. La idea ultra indigenista, destinada a restaurar el orden nativo pre colonial, se fundamenta en el rechazo total y absoluto de la historia nacional, a la que describe como “la gran narrativa extraña y colonial de la Patria”. En consecuencia, repudia “la historia narrada por las élites mestizo-criollas, basada en las guerras de la República y el sufrimiento de sus héroes y mártires”
En esa línea de análisis, las identidades indígenas se construyen en oposición a la Patria colonial, instaurada por la élite. En los 500 años de colonialismo, no existe, según este punto de vista, nada rescatable. La “gran narrativa colonial de la Patria” debe ser enfrentada con la “contra narrativa indígena”. “Dios debe ser confrontado con la Pachamama” (Anders Burman: “Descolonización Aymara. Ritualidad y Política. El Orgullo Etnico, “Plural”, La Paz, 2011).
Es obvio que si Mandela importaba el pachamamismo, hubiera prolongado los enfrentamientos entre colonizadores y colonizadores en Sudáfrica. Ninguna personalidad de la América morena es rescatable, llámese Franz Tamayo, Rubén Darío, Gabriel García Marquez o Salvador Allende. Los bloques defensivos regionales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC) o la Unión Sudaméricana (UNASUR), con los que se está resistiendo a los centros de poder mundial que financia a los Pachamámicos, causan su molestia.
¿QUIEN GANA CON LA GUERRA INTER ETNICA?
En el caso de Bolivia, es imposible que el indigenismo fanatizado logre controlar un país que tiene al 70 % de su población viviendo en ciudades grandes e intermedias. Afirmar que guaraníes, quechuas o aymaras mantienen su “pureza”, cuando han olvidado su idioma y debilitado su cultura de origen en tráfago citadino, es una arbitrariedad excesiva. Pero, a su vez, las corrientes nacionales, populares e indo mestizas tampoco pueden construir un Estado capaz de consolidarse en lo económico, social y político con la implacable bloqueos de los Pachamámicos, a todo proyecto nacional y de integración con América latina.
Los Pachamámicos han impuesto en la NCPE normas imposibles de cumplir como la el reconocimiento a territorios ancestrales, inclusive de poblaciones nómadas y aún no contactados con el Estado. En esos territorios, se les otorga autogobierno y el manejo exclusivo de recursos naturales no renovables, la consulta para la explotación de recursos renovables, y el reconocimiento a sus sistemas jurídicos. Lo anterior, opera bajo la cobertura del “Vivir Bien”, que, según sus ideólogos es “un concepto en construcción” y que busca un modelo post capitalista y post neoliberal, que es objeto de decenas de interpretaciones polarizadas. En síntesis, mediante invocaciones abstractas, se pretende disgregar a la Bolivia concreta.
La construcción nacional necesita de un común denominador aceptado por la población. Ese consenso emerge a momentos cuando se reclama a Chile el alevoso enclaustramiento geográfico que sufre el país desde hace 133 años, o cuando juega la selección nacional de fútbol. Pero si en el tiempo restante, los racistas anti indígenas herederos de la casta encomendera, que anhelan reconquistar sus privilegios, y los Pachamámicos pretenden expulsar a los mestizos a sus países de origen, todo intento de cohesión resulta frustrado. Las contradicciones de Evo Morales y Alvaro García Linera en este vital problema no ayudan a resolverlo. Lo curioso es que el Pachamámico Murillo Mendoza, por ejemplo, debido a sus dos apellidos hispanos, debería encabezar el éxodo de los repatriados a decenas de países del mundo.
El desembolso ilimitado de recursos de ONG en un país en el que obtienen notables resultados, explica el por qué el “modelo” constitucional boliviano es presentado como paradigma para otros países periféricos. Por de pronto, la existencia de cosmovisiones enfrentadas anula la gestión estatal, en casi todos sus niveles. Si bien, el gobierno actual ha impuesto un manejo macroeconómico ordenado, la inexistencia de una cosmovisión indo mestiza predominante, que respete a las demás, pero que señale un camino unitario, muestra a un país que se agota en enfrentamientos regionales, departamentales, provinciales interétnicos y aldeanos, que van aniquilando a Bolivia.
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