….. ni tampoco estamos en guerra contra Alemania, que nos aplasta sin necesidad de calzarse las botas hitlerianas. El problema, al parecer, es otro; y debe ser más atentatorio hacia España que todo lo anterior. Leo que “España ha activado a la UE y a Estados Unidos (cual si se tratara de un operativo militar) para defenderse -¡defenderse!- de Argentina”. El Gobierno de España está en guerra para evitar que Repsol-YPF sea renacionalizada. El ministro Soria, nuestra estrella mediática canaria, clama venganza en caso de concretarse la pérfida agresión a los intereses españoles, entre machaconas invocaciones a la seguridad jurídica y a las reglas del juego. ¡Ay, si Soria se movilizara con el mismo ahínco para defender los intereses ciudadanos (que casi nunca coinciden con los empresariales), cuando estas sanguijuelas nos suben cada tres meses la luz; o cuando Repsol intenta bañarnos de negro a los canarios! Decididamente el muchacho se está ganando a pulso su sillón dorado en algún consejo de administración.
El Gobierno argentino sí que comprende las reglas del juego. Tiene presentes los resultados del corsé neoliberal impuesto por el Fondo Monetario Internacional, y el Consenso de Washington, durante los años noventa, con sus privatizaciones, su desregulación laboral y sus recortes públicos, políticas que llevaron a la asfixia económica del país, a la suspensión de pagos, y a su tristemente célebre corralito. Hoy su economía, con recetas bien distintas, crece al 9%.
La guerra no debería ser nunca contra Argentina, sino contra aquellos que lo quieren todo; los mismos que ahora especulan y se ensañan con Europa hasta dejarla sin sangre, al borde del colapso. O ellos o nosotros. Su desbordante avaricia apenas deja dos caminos. O los gobiernos continúan al servicio de trasnacionales cada vez más poderosas, y les permiten que sigan enriqueciéndose a nuestra costa mientras alzan tarifas, no reinvierten sus beneficios y empeoran servicios; en el último ejercicio el 90% de los beneficios de Repsol-YPF en Argentina se repartieron como dividendos; y hace poco varias provincias argentinas les revocaron sus licencias de explotación, conminándolas a aumentar sus inversiones. O, lo que es mucho más sensato: los gobiernos empiezan a recuperar bajo control público, como persigue Argentina, sectores estratégicos, como la energía, el agua o las comunicaciones, que nunca debieron malvender.
No se engañen. La confrontación que se dirime a nivel global no es entre España y Argentina, sino entre los gobiernos que se venden a los intereses económicos de los poderosos, con sus recortes públicos extenuantes y su querencia insana por hacernos regresar a un pasado esclavista, bajo la estúpida excusa de cuadrar unas cuentas; y esos otros gobiernos que, conscientes de la insaciabilidad de los mercados, y de que las trasnacionales no quieren socios sino vasallos, defienden su soberanía, su dignidad y su futuro. Por todo eso y más: ¡Viva Argentina!
mvacsen@hotmail.com
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