Por: Eduardo Paz Rada
El proceso democrático y de liberación nacional en Bolivia ha dado, en los últimos cuatro meses, grandes saltos y avances con las movilizaciones populares de agosto, las elecciones de octubre y la asunción de Luis Arce y David Choquehuanca a los cargos más altos del Estado en noviembre, en condiciones de grave crisis económica, sanitaria e institucional y con desafíos de envergadura para conseguir revertir la herencia dejada por el gobierno de facto que en doce meses dejó al país en ruinas.
Impulsar un plan general para enfrentar la recesión económica, la fuerte reducción de la producción y los ingresos fiscales, la ausencia de una política planificada para enfrentar el coronavirus, la necesidad de reactivar el mercado interno y los proyectos industriales paralizados durante un año, el ordenamiento de las instituciones militares y policiales, los grupos violentos de ultraderecha racista, las millonarias campañas de manipulación de algunos medios de comunicación y el impulso a la integración latinoamericana, es la tarea prioritaria del nuevo gobierno.
El triunfo electoral del Movimiento Al Socialismo (MAS) con el 55% de votos frente a Comunidad Ciudadana (CC) que consiguió 28% y CREEMOS 14% y el conseguir mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa fue no solamente un triunfo electoral y político, sino un triunfo moral e histórico sobre las fuerzas neoliberales y conservadoras del imperialismo norteamericano y las oligarquías locales que consideraban que había sido derrotado el proyecto de liberación nacional y popular.
En las primeras horas de gestión, el flamante presidente Luis Arce, luego de asistir a una multitudinaria marcha-manifestación de los sectores populares y de las instituciones militares y policiales, posesionó a su gabinete ministerial formado por dirigentes de los movimientos sociales –indígenas, campesinos, interculturales, mujeres originarias–, militantes del Movimiento Al Socialismo (MAS) y técnicos y profesionales de la economía, la salud y las leyes con la finalidad de enfrentar la situación crítica que se enfrenta.
Diez días después tomó determinaciones institucionales muy importantes al cambiar a los altos mandos militares y policiales que fueron parte del Golpe de Estado impulsado por el imperialismo norteamericano y las oligarquías locales en noviembre de 2019, cuando la Policía Nacional de amotinó contra el gobierno democrático de Evo Morales Ayma y sectores del mando de las Fuerzas Armadas pidieron su renuncia. Los nuevos comandantes de estas instituciones, general Jaime Zabala de las Fuerzas Armadas y coronel Jhonny Aguilera de la Policía Nacional, manifestaron su adhesión al gobierno democrático y su lealtad al presidente del Estado Plurinacional.
En su posesión, el presidente Luis Arce manifestó que en el golpe de estado de noviembre de 2019 se produjo una guerra contra los más humildes, se masacró en Senkata (El Alto) y Sacaba (Cochabamba) y el gobierno de facto ilegal e ilegítimo persiguió, apresó y sembró muerte, miedo y racismo y, al mismo tiempo, generó una crisis económica manifiesta en una profunda recesión con -11% de decrecimiento del PIB, el 12% de desempleo, los altos déficits fiscales y comerciales, el despilfarro de más de 8.000 millones de dólares, la corrupción en ministerios y empresas públicas y la paralización de las empresas industriales estatales, generando mayor pobreza y desigualdad en Bolivia.
Reivindicó los avances del proceso económico de catorce años que aseguró un crecimiento continuo de la economía sobre la base del impulso del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, el papel fundamental del Estado en la economía, el fortalecimiento del mercado interno y la necesidad de poner en marcha nuevamente ese proyecto exitoso de gestión económico-financiero.
Definió las prioridades internacionales de fortalecer la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y reactivar la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), reanudar las relaciones diplomáticas con Venezuela e Irán e impulsar la cooperación Sur-Sur y defender los principios de la autodeterminación de los pueblos y el no alineamiento internacional.
A su vez, el vicepresidente David Choquehuanca, a tiempo de afirmar que “somos de Tiahuanacu”, reivindicó la cultura indígena milenaria con valores profundos como el ayni, de cooperación mutua, el ayllu, la comunidad organizada y participante activa, el jiwasa, el nosotros de unidad y paz, el Capac Ñan, camino de respeto e integración, la relación armónica con la naturaleza y el cosmos como laramas, rebeldes con sabiduría, y manifestó que la lucha es contra el colonialismo y el patriarcalismo y por la recuperación de la Patria.
El espectacular protagonismo de las masas de obreros, indígenas, trabajadores del campo y la ciudad, campesinos, mujeres populares, jóvenes, interculturales, vecinos y poblaciones marginadas coordinadas por la Central Obrera Boliviana (COB), el Pacto de Unidad (PU) y las Federaciones de Juntas Vecinales (FEJUVES) en la toma de decisiones históricas de Bolivia, se complementó con el retorno del exilio de Evo Morales Ayma un años después de su derrocamiento.
Este retorno triunfal de Evo Morales y Alvaro Garcia, despedidos afectuosamente por el presidente argentino Alberto Fernandez en la frontera entre ambos países, transitando pueblos y ciudades de Potosí, Oruro y Cochabamba, fue recibido con el cariño y respaldo de miles de obreros, campesinos, mineros, mujeres del pueblo, jóvenes y culminar en una concentración de centenares de miles de personas en el aeropuerto de Chimoré, Chapare, lugar de origen de las luchas antiimperialistas y desde donde ambos salieron precipitadamente hace un año cuando se produjo el Golpe de Estado orquestado por el imperialismo norteamericano, el gobierno de Jair Bolsonaro y las oligarquías locales.
Morales retomó su lugar de Jefe Nacional del MAS y dirigente de las seis Federaciones del trópico de Cochabamba en el Chapare y ha manifestado que seguirá al frente de la lucha del pueblo boliviano por su liberación enfrentando al imperialismo. Asimismo, comenzó la tarea de coordinación con los Movimientos Sociales Populares de todo el país para emprender la tarea organizativa hacia las elecciones de gobernadores y alcaldes en todo el territorio nacional en marzo de 2021 y la organización de una reunión cumbre de movimientos sociales, políticos y sindicales de América Latina y el Caribe a realizarse en los próximos meses.
Algunos medios de comunicación, que habían apoyado el Golpe de Estado y al gobierno de facto, han comenzado una campaña insidiosa tratando de generar discrepancias, malestar y disputas entre Arce y Morales; siendo que ambos trabajaron juntos durante catorce años y fue Morales el impulsor de la candidatura presidencial de Arce junto a Choquehuanca.
Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente-investigador de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
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