Por: Carlos Noriega
Habrá segunda vuelta en la contienda por la presidencia del Perú. Eso ya se esperaba. Pero en las elecciones más apretadas e inciertas que recuerde el país, los resultados oficiales al 42,97 por ciento, dados a las 3:40 de la madrugada del lunes (5:40 en Argentina), no despejaban la incertidumbre de quiénes serán los dos candidatos que disputarán el ballotage en junio. Sin embargo, según un conteo rápido no oficial, que se considera bastante preciso, la segunda vuelta la disputarían el izquierdista y dirigente del sindicato de profesores, Pedro Castillo, y Keiko Fujimori. Lo que pondría frente a frente a una candidatura de izquierda radical y otra de extrema derecha. El fujimorismo vuelve a convertirse en una amenaza para la democracia del país. Castillo ha sido la sorpresa. Una semana antes de los comicios estaba en el séptimo lugar en las encuestas.
De acuerdo a los resultados del conteo rápido al cien por ciento, con una muestra representativa de todo el país, realizado por la encuestadora Ipsos, Castillo ocupa el primer lugar con 18,1 por ciento. En el segundo puesto se ubica Keiko Fujimori con 14,5 por ciento. Tercero queda el ultraderechista Rafael López Aliaga, conocido como “Porky”, con 12,2 por ciento. Luego están el economista neoliberal Hernando de Soto con 10,7 por ciento, el centrista Yonhy Lescano con 9,8 por ciento y la izquierdista Verónika Mendoza con 7,9 por ciento. Han sido dieciocho los candidatos, entre ellos el expresidente Ollanta Humala, que apenas obtuvo el 1,5 por ciento.
El escrutinio oficial al 42,97 por ciento coincide con el conteo rápido en el primer lugar de Castillo, al que le da 15,98 por ciento, pero los siguientes puestos varían, lo que abona a la incertidumbre. Segundo en el resultado oficial parcial se ubica De Soto con 13,81 por ciento, tercero López Aliaga (13,05 por ciento), en cuarto lugar Keiko (12,68), luego Lescano (8,98) y Mendoza (7,89). El 42,97 por ciento escrutado no es una muestra representativa de todo el país, por lo que se considera que las cifras más cercanas a lo que será el resultado final serían las del conteo rápido. En elecciones anteriores, el conteo rápido de Ipsos ha tenido márgenes de error que han estado por debajo de un punto porcentual.
Ha sido una elección que ha dejado en evidencia la falta de representatividad de todas las agrupaciones políticas, con los punteros con muy baja votación. Nunca antes alguien había ganado una elección con tan poco apoyo. Una falta de representatividad que refleja la profunda crisis de una clase política desacreditada por sucesivos escándalos de corrupción -seis expresidentes y varios candidatos, como Keiko, tienen acusaciones de corrupción- y por su incapacidad para enfrentar los graves problemas del país.
Con el primer resultado a boca de urna, dado al cierre de la votación a las 19 horas (las 21 horas en Argentina), que lo ponía primero, pero no aseguraba su boleto a la segunda vuelta, Castillo optó por la prudencia. Recibió los resultados en su local partidario de la norteña región de Cajamarca, donde nació y es profesor rural. Con esos primeros datos estalló la algarabía entre sus partidarios. El candidato pidió calma. Llevando puesto el clásico sombrero blanco de ala ancha de esa región andina del país, que usó en toda la campaña, el candidato de 51 años se abrazó con sus padres y dijo que esperaría los resultados oficiales.
“Pido calma a mi pueblo. Sé que hay mucha efervescencia, pero este resultado es una encuesta, hay que esperar el resultado oficial”, fueron sus declaraciones luego de conocerse esos primeros resultados.
Pasadas las 23 horas, todavía sin resultados oficiales que aclaren las cosas, pero con el conteo rápido al 69 por ciento dado a esa hora que aseguraba su pase a la segunda vuelta, Castillo abandonó su local partidario para ir a la Plaza de Armas de Cajamarca, donde habló ante sus entusiasmados seguidores.
“Hoy el pueblo peruano se ha quitado la venda de los ojos. Gracias al pueblo peruano por su confianza. Mañana no es un día de cambio inmediato, sino de retorno a la lucha. No vamos a ir a tocar las puertas a quienes piensan en intereses errados”, dijo en su breve discurso de victoria. Habló con mascarilla puesta por la pandemia del coronavirus que en estos días alcanza sus peores cifras. Dos horas después llegaría el resultado del conteo rápido al cien por ciento que confirmaba su triunfo.
Castillo tuvo un sorpresivo crecimiento en la última semana de la campaña, especialmente en las zonas andinas y rurales. Con el resto de candidatos con un bajo apoyo, no necesitó un crecimiento espectacular para meterse primero a la hora de la elección. Ha cosechado en el descontento por las profundas desigualdades agravadas por tres décadas de neoliberalismo.
El dirigente del gremio de profesores se hizo conocido en 2017 cuando encabezó una huelga de maestros que se prolongó por más de dos meses. En esa huelga jugó en pared con la mayoría parlamentaria fujimorista para jaquear al gobierno del entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski. La facción sindical que integra Castillo rompió por la izquierda con la dirigencia gremial manejada por el partido maoísta Patria Roja. El ahora izquierdista radical fue por casi dos décadas militante del partido del expresidente Alejandro Toledo, un defensor del modelo neoliberal, ahora procesado por corrupción.
A diferencia de Verónika Mendoza y la coalición de izquierda que la candidata progresista encabeza, que tienen como temas centrales de sus propuestas las políticas de igualdad de género, la legalización del aborto y el matrimonio igualitario, Castillo tiene posiciones conservadoras en estos asuntos y rechaza esas propuestas. En eso coincide con la derecha con la que competirá en segunda vuelta. De acuerdo con algunos analistas, esto puede haberlo favorecido frente a Mendoza en sectores populares y en las zonas andinas y rurales que adhieren a la izquierda y exigen un cambio del modelo neoliberal, pero son conservadores en esos temas. Los dos candidatos de la izquierda coinciden en la necesidad de cambiar el modelo neoliberal y la Constitución que viene de la dictadura fujimorista.
El país vuelve a enfrentarse, si los resultados oficiales finales confirman a Keiko en segunda vuelta, al riesgo del retorno al poder del autoritarismo y la corrupción fujimoristas. Envuelta en denuncias de corrupción y cuestionamientos por la conducta obstruccionista de su mayoría parlamentaria, Keiko parecía desahuciada políticamente, pero ha resucitado en estas elecciones. No necesitó un gran apoyo para hacerlo. Se mete por tercera vez consecutiva en la segunda vuelta. En 2011 y 2016 perdió en el ballotage por el alto nivel de rechazo que genera el fujimorismo. Competir en esta ocasión contra una candidatura con imagen radical como la de Castillo podría jugar a su favor. Los analistas coinciden en que la izquierda tendría más probabilidades con Verónika Mendoza de ganarle a Keiko o a otro candidato de la derecha.
Keiko se juega mucho. La hija del encarcelado exdictador Alberto Fujimori está ante la alternativa de perder y tener que sentarse ante los tribunales para responder por cargos de lavado de dinero y enfrentarse a una posible condena de 30 años, que es lo que ha pedido la fiscalía en el proceso judicial en su contra, o ganar las elecciones y cambiar el banquillo de los acusados por el sillón presidencial.
El resultado electoral abre una segunda vuelta en la que se va a jugar la continuidad o el cambio del modelo neoliberal.
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