Por: Rodolfo Bueno
El pasado 11 de noviembre de 2021 se cumplió el aniversario 200 del nacimiento de Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, célebre pensador y literato universal, cuyos escritos se internan en la psicología humana y en la existencia espiritual de la sociedad rusa, complejas incluso hasta la actualidad. Friedrich Nietzsche escribe: “Dostoyevski, el único psicólogo, por cierto, del cual se podía aprender algo, es uno de los accidentes más felices de mi vida”.
Su infancia dura, la muerte de su padre, asesinado por campesinos insurrectos, y su arresto, prisión y condena a muerte por formar parte del Círculo Petrashevski, grupo intelectual liberal acusado de conspirar contra el zarismo, moldearon la personalidad y el pensamiento de Dostoyevski. Luego del levantamiento y la ejecución de los decembristas en 1825 y de las revoluciones europeas de 1848, el zar Nicolás I era enemigo acérrimo de toda organización clandestina que hiciera peligrar la existencia del régimen autocrático de Rusia.
El 22 de diciembre de 1849, Dostoyevski y otros miembros del Círculo Petrashevski fueron llevados al patio de fusilamiento de la fortaleza de San Pedro y San Pablo; en el último momento, su pena fue conmutada por cinco años de trabajos forzados en Siberia. Tiempo después, Dostoyevski relataría: “En verano, encierro intolerable; en invierno, frío insoportable. Todos los pisos estaban podridos. La suciedad de los pavimentos tenía una pulgada de grosor; uno podía resbalar y caer… Nos apilaban como anillos de un barril… Ni siquiera había lugar para dar la vuelta. Era imposible no comportarse como cerdos, desde el amanecer hasta el atardecer. Pulgas, piojos, y escarabajos por celemín”. En esa época, sus ataques epilépticos se agravaron.
Luego de la amnistía, decretada por el zar Alejandro II, y de recuperar su título nobiliario y obtener permiso para publicar sus obra, Dostoyevski criticó el nihilismo, doctrina filosófica que rechaza todos los principios religiosos y morales y que estuvo en boga en la sociedad rusa de esa época. También criticó al movimiento socialista de Rusia, porque consideraba que quienes propagaban dichas ideas no conocían al pueblo ruso y no era posible trasladar una ideología europea a la Rusia de entonces, pensamiento que plasmó en “Los endemoniados” y en las reflexiones de Zosima, personaje de “Los hermanos Karamázov”.
Como cristiano, Dostoyevski consideraba que incluso “el rico más depravado acabará por avergonzarse de su riqueza ante el pobre”, y rechazaba el ateísmo y la destrucción violenta del orden establecido para realizar un cambio social, sea reaccionario o progresista, y fue partidario de la abolición de la servidumbre, reforma promulgada en 1861 por el zar Alejandro II.
Dostoyevski se casó en febrero de 1857 con María Dmítrievna Isáyeva, viuda de un conocido suyo de Siberia. En diciembre de 1859, en San Petersburgo, fundó con su hermano Mijaíl la revista Vremya, donde publicó “Humillados y Ofendidos”, novela en la que expuso los abusos de las clases dominantes y los valores morales con que se sostienen los humildes ofendidos; también editó “Recuerdos de la casa de los muertos”, basada en sus reminiscencias de prisionero en Siberia.
En 1864, luego de que Vremya fuera prohibida por la censura, Dostoyevski editó con su hermano una nueva revista llamada Época, en la que publicó “Apuntes del subsuelo”, obra filosófica literaria que ha influido notablemente en los grandes escritores del siglo XX. Luego de la muerte de su esposa y de su hermano, su ánimo se resquebrajó, se hundió en la depresión y se dedicó al juego, lo que le acarreó grandes deudas al perder mucho dinero en los casinos extranjeros.
En 1865 comenzó a escribir “Crimen y castigo”, novela de carácter psicológico y una de las más influyentes en la literatura universal. Pese a que en 1866 esta obra tuvo un éxito rotundo, sus deudas eran tan grandes que se vio obligado a firmar un contrato leonino, que lo perjudicaba, pues el dinero que recibía iba directamente a manos de sus acreedores; además, se comprometió a entregar una nueva novela ese mismo año, caso contrario perdía los derechos patrimoniales sobre sus obras, que pasarían a manos del editor. Dostoyevski empleó a Anna Grigórievna Snítkina, joven taquígrafa, a la que en veintiséis días dictó la novela “El jugador”.
Poco después, el 15 de febrero de 1867, Dostoyevski se casó con Anna, se estableció en Ginebra y comenzó a escribir “El idiota”, una de sus novelas más talentosas, cuyos primeros capítulos se publicaron el año siguiente en la revista El Mensajero Ruso. A esta novela pertenece la famosa frase, que en momentos de incertidumbre levanta el ánimo, “La Belleza Salvará al Mundo”. Luego de que El Mensajero Ruso les pagara por “El idiota”, el dinero les alcanzó para cancelar deudas y vivir algún tiempo con algo de tranquilidad; la situación económica de la familia era “de relativa pobreza”, según palabras de su esposa.
En 1870 escribió “El eterno marido”, novela corta en la que abordó un complejo drama matrimonial. En 1871 Dostoyevski y su esposa regresaron a San Petersburgo, donde comenzó a publicar la revista Diario de un Escritor, en la que escribió historias cortas, artículos políticos y crítica literaria.
En 1972 publicó “Los endemoniados”, novela psicológica sobre sus inquietudes políticas, en la que narra sobre la tragedia que sería para el mundo en triunfo del nihilismo. Según Ronald Hingley, especialista en Rusia, “es uno de los más impresionantes logros de la humanidad… en el arte de la ficción en prosa”.
Su exitosa labor en El Diario de un Escritor se vio interrumpida cuando en 1878 comenzó a escribir “Los hermanos Karamázov”, que luego publicaría en la revista El Mensajero Ruso. Esta novela, apenas apareció, fue considerada una obra maestra de la literatura rusa, puesto que de inmediato llamó la atención de todos los lectores y fue elogiada incluso por los adversarios literarios de Dostoyevski, quien en algunas tertulias leía fragmentos de la misma. Sin embargo, y pese a ser su obra maestra, la novela no se terminó de escribir; según el esquema que trazó, la segunda parte debía desarrollarse trece años después.
Dostoyevski murió el 9 de febrero de 1881 como consecuencia de una hemorragia pulmonar causada por un enfisema. Fue enterrado en el cementerio Tijvin, situado en el Monasterio Alejandro Nevski de San Petersburgo. Su entierro fue apoteósico e incluso a su última morada lo acompañaron los nihilistas, contrarios a las creencias de Dostoyevski. Su esposa escribió: “los diferentes partidos se reconciliaron en el dolor común y en el deseo de rendir el último homenaje al célebre escritor”.
Dostoyevski y Tolstoi, gigantes de la literatura rusa, nunca tuvieron la oportunidad de conocerse, sin embargo se admiraban mutuamente. Anna Grigórievna Snítkina escribe en “Recuerdos” que sólo una vez tuvo la dicha de ver y hablar con el conde Tolstoi, quien también la quería conocer. “¡Qué raro! ¡Cómo se parecen a sus maridos las mujeres de nuestros escritores!”, expresó Tolstoi. “¿Que me parezco yo a Fiodor Mijailovich?”, le preguntó ella muy complacida. “Muchísimo. Exactamente como usted es, me imaginaba yo a la mujer de Dostoyevski”, palabras que se volvieron el halago más inolvidable en la memoria de Anna Grigórievna.
Tolstoi había escrito respecto a la muerte de Dostoyevski una carta, que ella conservaba como una joya, y por la que le expresó su gratitud. “La escribí con toda sinceridad. Siento en el alma no haber tenido ocasión de conocer a su marido”, expresó Tolstoi. “¡Y cuánto lo sentía él también!”, exclamó ella y le comentó sobre una reunión en la que casi se encuentran. “¿De veras? ¿Estuvo también allí su marido? ¡Qué lástima! Yo siempre tuve aprecio a Dostoyevski, y quizás fuera el único hombre al que yo hubiera podido consultar muchas cosas y que hubiera estado en condición de contestarme… Dostoyevski era un hombre noble, animado de un espíritu verdaderamente cristiano”.
Anna dice que evitó encontrarse otra vez con Tolstoi, porque quería conservar intacta aquella encantadora impresión que tuvo de esta reunión. “¿Por qué iba yo a aventurar espontáneamente, al albur, ese preciado recuerdo, de los que tan pocos nos depara el destino?”, escribió ella.
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