Desde que comencé a leer sobre la explosión de Macondo, el pozo de nombre un tanto místico que se desangra diariamente a 70 kilómetros de la costa de Louisianna, en el Golfo de México, se me figura un significado más profundo que el de ser simplemente “otro desastre ecológico.” Macondo, el pozo MC 252 en el Cañon del Mississippi, se desangra en petróleo y gas que escapa por la corteza de la plataforma americana de las entrañas del planeta. Este Macondo, como aquel pueblo creación imaginaria que García Márquez diera a fundar a un grupo de pioneros despistados después de haber vagado perdidos por la ciénaga buscando, sin éxito, el mar, también nos habla de la soledad. De la soledad que condenara a los Buendía a no saber querer, lo que el gitano Melquiades identificara y entendiera como un ciclo, a esta soledad del ciclo del petróleo que Macondo MC 252 anuncia con su hemorragia de energía vital. Macondo MC 252 se desangra, como el último descendiente d e los Buendía nacido con una cola de puerco. Este Macondo sangrante puede ser una preparación simbólica de lo por venir, de los años de soledad que culminan el ciclo del oro negro. Un anuncio de que se termina el ciclo del recurso energético que sustenta la civilización que ostentamos ridicula, infantilmente, sin entender nuestro mal uso de recursos en la tierra. Es una nueva, además, sobre la obvia falta de alternativas equivalentes a esta energía fósil contaminante en extinción. Acaso la soledad de ficción de los Buendía no fuera tan diferente como la soledad de carne y hueso de occidente y de su modelo impuesto al mundo, al rico y al pobre, por las ideas y la fuerza. Un modelo tragador de petróleo y en él dependiente -como energía, transporte, calefacción, máquinas, construcción, ceras, plástico, nylon, detergentes, tan dependiente como una adicción. Tan dependiende que ya ni podemos imaginarnos un mundo sin petróleo. Y ahora este Petro-mundo que creamos se acerca, inevitablemente, a su fin. La carrera final nos encuentra lamentablemente, no más sabios, sino altamente adictos a un comfort energético insostenible, que favorece hasta el final un consumo destructivo. Pero nos acercamos ineludiblemente al destete, a vivir sin él, aunque no nos guste, aunque no podamos ver el camino adelante. Y en la recta final inrementa potencialmente el riesgo de que buscando desesperados lo que queda de él, en arenas bituminosas o en las profundidades del mar y sus plataformas, aceptemos riesgos crecientes de envenenarnos y envenenar el mundo. Ese petróleo que hoy escapa de la tierra herida en Macondo, pozo contaminador a 1500 metros de profundidad, es campana, es anuncio. ¿Hasta donde llegaremos? Viendo fluir el combustible aceitoso, masa café anaranjada coagulada en la superficie del agua, se me presenta como “nata” coagulada que esconde en su seno el tamaño verdadero del vertido que se mueve en las aguas màs profundas. Es en la profundidad viva del Golfo, donde hace su daño más fundamental, allí lo nadan, respiran y beben las criaturas que sostienen ese medio. Este precioso recurso energético es veneno que, diluído en infinitas gotas y hebras, flota en las profundidades, y a la vez fluye a la superficie en vertientes aceitosas como ríos. Si aquel Macondo habla de la soledad de una familia humana condenada a repetir errores y vivir en desamor, este Macondo herido nos habla de una civilización similarmente condenada al negarse a entender la inevitable desaparición de toda una forma de vivir. Un estilo de vida contaminante, ridículo incluso, infantil, pero que defendemos como el aire que respiramos y el agua sin la que no habremos de sobrevivir. Es un recurso importante y en él hemos cifrado nuestro cuestionable desarrollo. Sin duda, el fin de este ciclo nos depara cambios tan drásticos como duraderos. Todo parece indicar que la arrogancia nos condena a experimentar en carne propia los desastres a los que ya hemos condenado a otras criaturas -como las que hoy emergen cubiertas y deformadas por el peso de esa masa gelatinosa y fulminante. BP ha reportado 273 tortugas muertas, 36 delfines muertos, sabemos que el desastre es mucho mayor. Más de 1.2 millones de barriles de petróleo vertidos, explicó Samantha Joye, doctor en Ciencias Marinas (University of Georgia), que se preguntaba ¿donde esta ese petróleo que no vemos? El petróleo dispersado antes incluso de que el uso de dispersantes se transforme en “asunto problemático”. Tras explorar la zona dos semanas, Joye encontró su respuesta, ese petróleo oculto que no llega a ensuciar las arenas de las playas está disuelto y forma enormes “nubes de petróleo emulsificado” localizadas a mil metros de profundidad. Junto con el petróleo encontró gas metano, en niveles diez mil veces el nivel normal. “Nada, como este derrame en el Golfo de México, ha sucedido nunca antes, al menos no en la historia humana, tomará años a los científicos entender el daño que causa” . Las finas partículas de petróleo emulsionado y gas dan al agua un indiscutible olor a combustible, explicó. Las nubes cubren unos 35 kms y se ubican en las zonas más ricas en especies del Golfo. ¿Los posibles efectos? Un año de peces nuevos perdidos, envenenamiento, daño genético, deformidades, efectos en la fertilidad, efectos en el desarrollo de larvas. Desde mediados de mayo el uso de dispersantes ha sido cuestionado, algunos lo presentan como el mal menor. BP ha usado enormes cantidades de dispersantes, supuestamente para proteger las playas pero sin duda para minimizar la visibilidad del desastre. Ha usado dispersantes en el origen mismo del escape y también sobre la superficie de las aguas del Golfo, lo que ha afectado ya a los voluntarios que limpian el area. Los dispersantes dividen el petróleo, lo emulsifican, pero al tiempo que lo hacen supuestamente más fácil de digerir por las bacterias de la zona, lo transforman en mucho más dificil de limpiar. El uso de Corexit, dispersante producido por NALCO, ha sido fuertemente cuestionado particularmente por EPA (Environmental Protection Agency, Agencia de Protección del Medio Ambiente). Corexit es menos efectivo (54% de efectividad) que otros dispersantes pero es además altamente tóxico (carcinogénico, mutagénico y teratogénico), su uso fue prohibido en Europ a. Pero incluso luego de que EPA ordenara a BP usar un dispersante menos tóxico, BP continuó usando Corexit, argumentaba que ya lo tenía en existencia y que no había otro disponible en las cantidades necesarias. Algunos hablan de que BP está llevando acabo un “experimento” en el Golfo, ha agregado un caldo químico de efectos tanto o más dañidos y desconocidos al verter 3.8 millones de litros de Corexit en el Golfo . A dos meses del inicio del desastre, podemos mirar atrás y examinar un poco la conducta de BP. Al comienzo BP negó la existencia de pérdida alguna, pero pronto tuvo que reconocer lo obvio, entonces “estimó” en mil barriles diarios de petroleo vertidos por la pérdida, cifra que tuvo que modificar y aceptar al menos 5 mil barriles diarios. Hoy sabemos que el escape es mucho mayor, el número de barriles de petróleo que se derraman diariamente se estima entre 40 y 80 mil barriles. En general se acepta la cifra de más de 1.2 millones de barriles vertidos desde abril 20 hasta principios de junio, y la cuenta continúa. El profesor de Ingeniería Mecánica de Purdue University, Steven Wereley, fue quien ha estimado más acertadamente el tamaño del desastre desde el principio diciendo que entre 56 y 84 mil barriles de petróleo estaban escapando al Golfo diariamente. La cifra, manipulada por BP en parte para mantener su imagen corporativa y evitar la caída del precio de sus acciones, es un número importante. El número de barriles vertidos durante el desastre determina no sólo la evaluación de daños sino también las penas financieras que BP ha de pagar. En Estados Unidos esta pena se mide en barriles vertidos y equivale, según el Acta de Polución por Petróleo (Oil Pollution Act) a mil dólares por barril de petróleo vertido (Lisa Suatoni, How much oil is spilling to the Gulf of Mexico? And, yes, it does matter). Estimar el costo financiero del derrame varía enormemente. Si aceptáramos aquel inicial estimado de BP de mil barriles diarios, a mil dólares por barril, el costo del daño sería de un millón de dólares al día, estimando hasta el 9 de junio por ejemplo el costo total sería de 49 millones de dólares (49 días de desastre). Si usamos en cambio el estimado mayor de Wereley, de 84 mil barriles diarios, ese costo ascendería a 84 millones de dólares diarios, lo que en 49 días equivale a cien veces el primer es timado -hablamos entonces de más de 4000 millones de dólares. Hablar en números aclara ciertamente el panorama. El efecto del desastre afecta, naturalmente, a los americanos y a BP, pero también afecta al Reino Unido todo ya que no debemos olvidar que BP paga una tercera parte de los dividentos que los accionistas del Reino Unido reciben. Los intereses en la compañia comprometen incluso fondos de pensiones. Acaso, podemos decir, el negocio de la exploración y explotación petrolera es “riesgoso”. Pero la conducta de BP, argumenta The Guardian en su editorial del 4 de junio, nos habla de mucho más. Desde su privatización total en 1987, y en particular durante el reinado de John Browne, BP ha transferido operaciones vitales para la compañía a terceros, involucrándose a la vez en tomas riesgosas como la de Amoco. BP se ha conducido, dice el editorial, como un banco, agresivo y audaz, y los resultados están a la vista: la explosión de la refinería de Texas City el 2005, las fracturas en las redes de tuberías en Alaska entre el 2006 y 2007 y ahora este desastre en el Golfo. Al mismo tiempo BP ha enriquecido una élite poderosa e importante, que incluye al CEO de BP mismo, Tony Hayward, quien recibe 4 millones de libras al año por ser jefe . Otras verdades inquietantes han aflorado con el desastre petrolero. Una es que Tony Hayward, además de ser Director Ejecutivo de la empresa, ha sido accionista de ella y ha dispuesto de 223.288 de sus acciones vendiéndolas el pasado marzo 17, un mes antes del desastre de abril 20. Las vendió a buen precio y se evitó perdidas considerables. Desde el desastre, las acciones de BP pierden el 30% de su valor -unos 40 mil millones de libras de su valor total . Ha habido otro “accionista oportuno” además de Hayward. Goldman Sachs salvó sus acciones de la caída al deshacerse, justo a tiempo, del 40% de sus acciones de BP (más de 6 millones de acciones) que fueron vendidas el 31 de marzo, semanas antes del desastre. Esa venta de Goldman Sachs ha sido la liquidación más grande de bonos de petróleo hecha de un golpe en la historia de los mercados modernos. Sorpresivamente, o quizás no, Goldman Sachs y BP tienen un hombre en común. Se trata de nada menos que de Sir Peter D. Sutherland, quien es en estos momentos Presidente no ejecutivo de Goldman Sachs International (UK) y quien fuera, hasta enero del 2010, Presidente de BP -puesto que ocupó por 13 años. Sir Sutherland es un hombre de importancia, consejero financiero del Papa, con interesantes vinculos en las Naciones Unidas y presidente de la rama europea de la Comisión Trilateral . Sir Sutherland es ardiente y público defensor de la Globalización Corporativa, o imperialismo empresarial como vale llamarlo, y propaga sus ideas como fórmula para resolver todos los desafíos del mundo, y en especial el problema de la creciente pobreza y violación de derechos humanos. Para él los negocios son “el motor de la creación de riqueza” por lo que favorecer el crecimiento (y enriquecimiento) de las corporaciones no es más que ayudar a enriquecer “al mundo” . La de Sir Sutherland es una lógica por demas cuestionable, particularmente en estos momentos cuando vivimos diariamente la evidencia de que la realidad refleja todo lo contrario de lo que él pregona. Con la excepción notoria de la Banca Internacional, que crea riqueza en el papel y en sus computadoras cada vez que hace un préstamo, como argumenta muy bien y claramente Ellen Brown, en su libro “Telaraña de Deuda,” las corporaciones no crean riqueza. Lo que las corporaciones hacen es “acumular riqueza.” Y lo hacen fundamentalmente de tres formas: (a) asegurándose jugosos contratos estatales -que pagamos todos, (b) recibiendo importantes pagos y beneficios directos de los gobiernos del mundo -que impiden realmente que estas reciban las consecuencias naturales de sus acciones, algo que tambien pagamos todos, y (c) apropiándose y explotando los COMUNES -que las corporaciones usan y abusan a su antojo para su beneficio. Las corporaciones “externalizan” sus costos, costos que pagamos todos, por ejemplo los gastos de investigación que paga el estado (y sus ciudadanos) y que las corporaciones aprovechan en sus negocios y patentan. ¿Acaso hemos hablado de que las corporaciones pagan menos impuestos que nosotros y que los evaden convenientemente cuando quieren manipulando el contexto político? En fin, la Corporación ha sido históricamente un ciudadano antisocial y parásito, que se ha defendido muy bien usando grupos de presión a sueldo, políticos comprados y abogados . ¿Será acaso este un esquema más de acumular dinero? ¿Será una forma de aprovechar convenientemente un desastre ecológico? El prestigioso físico teórico americano, Dr. Michio Kaku ha expresado que tanto BP como Barack Obama “saben perfectamente que existe tecnología para detener este tipo de derrames en breves horas.” Según Kaku varios científicos rusos han aconsejado al gobierno norteamericano el uso de una mini explosión nuclear que mueva las rocas y tape el escape inmediatamente, y han garantizando incluso un 80% de suceso, pero no han sido escuchados. Además, el famoso científico ruso, Anatole Sagalevich, del Instituto de Oceanología P.P: Shirshov de la Academia Rusa de Ciencia, ha aconsejado también el uso de mini submarinos MIR y de su personal especializado, pero British Petroleum rechazó la oferta. (Vicky Pelaez, El derrame: La ambición supera a la supervivencia, Argenpress). El grupo belga DEME ha argumentado tener capacidad para limpiar el Go lfo de petróleo con equipos especializados que los Estados Unidos no tienen en 3 o 4 meses -en vez de los 9 meses estimados por Estados Unidos, pero el gobierno no se ha interesado en crear una excepción al Acta americana (Jones Act) que según dice impide esta operación . En la búsqueda de petróleo en la recta final, las corporaciones, que no tienen como foco el bien común sino la acumulación de dinero, continuarán tomando crecientes riesgos, como lo han hecho en el campo de las finanzas. Una actitud cortoplacista y suicida de “todo hoy y ahora, mañana ya se verá” se impone. Cada ciudadano debe oponerse a esta actitud, e informarse de lo que sucede, no aceptar pasivamente las distorciones que nos alimenta en general la falsimedia. La carrera por “quedarse con todo” continúa y para esto en primer lugar se manipula la información. Redes económicas y financieras poderosas y corruptas, corrompen y manipulan políticos controlando ilegitimamente el poder. No emergen alternativas capaces de sostener al Petro-Mundo creado. La puja por creciente consumo y crecimiento sin límites no tiene en realidad futuro, pero ideológicamente continúa limitando posibilidades de que emergan formas diferentes de vivir, pensar y ser. Continuamo s ignorando el moto fundamental, que hasta los pájaros entienden. Nuestra especie se niega arrogantemente a aceptar que no podremos sobrevivir la contaminación de nuestro nido.
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