Por: Anis Chowdhury, Jomo Kwame Sundaram
SÍDNEY / KUALA LUMPUR – “Si tu única herramienta es un martillo, cualquier problema parece un clavo”. Todavía perseguidos por la predica del fantasma del gurú monetarista Milton Friedman, demasiadas autoridades monetarias abordan subiendo las tasas de interés cada amenaza o señal inflacionaria que ven.
El dictamen del estadounidense Friedman, uno de los fundadores de la neoliberal Escuela de Chicago, de que «la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario» aún sigue definiendo la ortodoxia.
A pesar del cambio de circunstancias en el mundo actual, para los “friedmanistas”, la inflación debe ser frenada mediante un endurecimiento monetario, especialmente con subidas de los tipos de interés.
Sin consenso entre los bancos centrales
La amenaza de una mayor inflación ha aumentado con la incursión de Rusia en Ucrania y las punitivas sanciones occidentales como respuesta. La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, advierte que las amplias sanciones impuestas a Rusia empeorarán la inflación.
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, teme que la guerra en Ucrania tras la invasión de Rusia al país tenga un impacto material en la actividad económica y la inflación. La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, también ha admitido la nueva amenaza.
Reconoce que una política monetaria más estricta podría ser contractiva, pero expresa su confianza en la capacidad de la Reserva Federal para equilibrarla. Por su parte, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, ha prometido ser prudente.
Calificando la invasión de Rusia como un gran cambio en el juego mundial, con consecuencias impredecibles, subrayó su disposición a actuar de forma más agresiva si fuera necesario. El 16 de marzo, la Reserva Federal subió su tipo de interés de referencia a corto plazo y señaló hasta seis subidas más de tipos este año.
Pero otros responsables de bancos centrales no se ponen de acuerdo sobre la mejor manera de responder.
El gobernador del Banco de Japón, Kuroda, ha descartado el endurecimiento de la política monetaria.
Recientemente señaló: «No es apropiado hacer frente a [la inflación impulsada por los costes] reduciendo los estímulos o endureciendo la política monetaria. Para Kuroda, una subida de los tipos de interés es inadecuada para hacer frente a la inflación debida al aumento de los precios de los combustibles y los alimentos.
Los discípulos de Friedman en algunos bancos centrales comenzaron a endurecer la política monetaria desde mediados de 2021. El Banco de la Reserva de Nueva Zelanda, el primero en adoptar un objetivo estricto de inflación en 1989, subió los tipos de interés en agosto por segunda vez en dos meses.
En diciembre, el Banco de Inglaterra elevo las tasas de interés por primera vez en más de tres años. El mismo día, el banco central de Noruega duplicó su tipo de interés.
Anticipándose a las subidas de las tasas de interés en Estados Unidos y bajo la presión de los mercados financieros, los bancos centrales de algunas economías de mercado emergentes y en desarrollo, como Brasil, Rusia y México, empezaron a subir los tipos de interés oficiales después de que sonara la alarma de la inflación a mediados de 2021. Indonesia y Sudáfrica se subieron al mismo carro en enero de 2022.
El efecto Ucrania
Ante el repunte de la inflación tras la invasión de Ucrania y la guerra desatada por Rusia en ese país europeo, iniciada el 24 de febrero, el Banco de Canadá duplicó su tipo de interés oficial el 2 de marzo, su primera subida desde octubre de 2018.
El BCE tiene una postura más dura, abandonando su lenguaje más cauto anterior. Su consejo de gobierno ha reiterado una antigua promesa de tomar cualquier medida necesaria para perseguir la estabilidad de precios y salvaguardar la estabilidad financiera.
Tras la decisión de la Reserva Federal estadounidense, el Banco de Inglaterra subió sus tipos de interés al día siguiente. Un mes antes, en febrero, el economista jefe de esa institución se había mostrado contrario a subir las tasas, favoreciendo un enfoque más matizado.
Hay excepciones. En lugar de reaccionar de forma precipitada sobre los tipos de interés, el gobernador del Banco de la Reserva de Australia, Philip Lowe, está dispuesto a ser paciente mientras sigue la evolución de la situación.
Los bancos centrales de los países emergentes también han respondido de forma diferente. Brasil ha subido su tipo de interés de referencia después de la Reserva Federal, y ha señalado que podrían producirse más subidas este año. Pero Indonesia ha sido más circunspecta al respecto.
Los tipos de interés no son la panacea
El tipo de interés es una herramienta política poco precisa. No distingue entre las actividades que se enfrentan a un aumento de la demanda y las que experimentan interrupciones de la oferta.
Por lo tanto, las subidas de las tasas de interés repercuten negativamente en las inversiones en los sectores que se enfrentan a cuellos de botella en la oferta y que necesitan más inversiones.
En resumen, el tipo de interés es indiscriminado. Pero la ortodoxia política imperante en las últimas cuatro décadas no distingue entre las causas de la inflación, prescribiendo tipos de interés más altos como el remedio milagroso.
Esta ortodoxia política monetarista ni siquiera reconoce las múltiples causas o fuentes de la inflación. La mayoría de los observadores creen que las actuales presiones inflacionistas se deben tanto a factores de demanda como de oferta.
Algunos sectores pueden estar experimentando un aumento de la demanda, mientras que otros se enfrentan a interrupciones de la oferta y al aumento de los costes de producción. Todo esto se ha visto agravado por la crisis de Ucrania y las consiguientes sanciones que interrumpen el suministro.
Viejas lecciones olvidadas
Hace más de medio siglo, el Estudio Económico Mundial de las Naciones Unidas de 1956 advertía: «No parece que una sola política económica pueda superar todas las fuentes de desequilibrio que producen el aumento de los precios y los salarios, como no es probable que un solo medicamento cure todas las enfermedades que producen fiebre”.
Abordar la inflación impulsada por los costes con medidas diseñadas para los fenómenos de demanda no solo es inadecuado, sino también perjudicial. Puede aumentar significativamente el desempleo sin reducir la inflación, advirtió ese Estudio Económico Mundial cuando surgían los argumentos de Friedman contra el keynesianismo imperante entonces.
Los tipos de interés no discriminan entre el crédito para el consumo y el gasto de inversión. En un esfuerzo por amortiguar la demanda lo suficiente, los tipos de interés se elevan de forma brusca. Este endurecimiento monetario puede causar un daño económico muy duradero.
La disminución o reducción de la inversión es perjudicial para el progreso necesario para el desarrollo sostenible, que requiere innovación y crecimiento de la productividad. Después de todo, las tecnologías mejoradas suelen requerir nuevas máquinas y herramientas.
No hay una receta única para todos
Hacer frente al estancamiento económico con inflación causado por múltiples factores requiere que las políticas fiscal y monetaria trabajen juntas de forma complementaria. También necesitan herramientas y medidas reguladoras concretas para fines específicos.
Las autoridades monetarias también deben crear un espacio fiscal gubernamental financiando necesidades urgentes imprevistas y proyectos de desarrollo sostenible a largo plazo, por ejemplo, para las energías renovables.
Los gobiernos deben proporcionar en primer lugar algún tipo de alivio inmediato del coste de la vida para calmar los disturbios cuando los precios de los alimentos y del combustible aumenten.
Esto puede hacerse con medidas que pueden incluir vales de comida, suspendiendo algunos impuestos sobre productos de consumo clave.
A medio y largo plazo, los gobiernos pueden ampliar el suministro público subvencionado de asistencia sanitaria, transporte, vivienda, educación y cuidado de los niños para compensar el aumento del coste de la vida. Esta provisión pública, que aumenta el salario social, difunde las demandas salariales, impidiendo las espirales de precios salariales.
Estas iniciativas políticas redujeron la inflación en Australia durante la década de los 80 sin provocar un desempleo a gran escala. Esto contrasta con las profundas recesiones que se produjeron entonces en el Reino Unido y Estados Unidos debido a los altos tipos de interés.
Tomar la medicina correcta
Pero para ello, los gobiernos necesitan más espacio fiscal. De ahí que las reformas fiscales sean fundamentales.
Las reformas fiscales progresivas, como la introducción de impuestos sobre el patrimonio y el aumento de los tipos impositivos marginales para las rentas altas, también mitigan la desigualdad. Los gobiernos también necesitan alinear sus marcos de política fiscal a corto y largo plazo.
Las autoridades monetarias deben aplicar una combinación de herramientas, como los requisitos de reserva para los depósitos de los bancos comerciales, más crédito, incluyendo facilidades de tipos de interés diferenciales, y una financiación más inclusiva.
Por ejemplo, los bancos centrales deben restringir el crecimiento del crédito en los sectores sobrecalentados, al tiempo que amplían el crédito asequible para aquellos que se enfrentan a cuellos de botella en la oferta. Los bancos centrales también deben frenar el crecimiento del crédito que pueda utilizarse para la especulación.
Los gobiernos también necesitan medidas reguladoras para evitar que monopolios o cárteles sin escrúpulos intenten manipular los mercados y crear escasez artificial. También se necesitan medidas reguladoras para controlar los futuros de productos básicos y otras especulaciones. Estas aumentan la subida de los precios de los alimentos y los combustibles y otros problemas.
Confiar exclusivamente en el martillo de los tipos de interés es un acto de fe monetarista, no de sabiduría macroeconómica. Los responsables políticos pragmáticos han demostrado mucho ingenio a la hora de diseñar respuestas de política macroeconómica más adecuadas no sólo contra la inflación, sino, lo que es peor, contra la estanflación que ahora amenaza al mundo.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Anis Chowdhury fue profesor de economía de la Universidad Occidental de Sídney y ocupó altos cargos en la ONU entre 2008 y 2015 en Nueva York y Bangkok. Jomo Kwame Sundaram fue profesor de economía y secretario general adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico.
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