El escritor uruguayo estuvo en Chile, donde recibió el XVIII Premio N’aitun, en reconocimiento a su prolífica obra.
De la Revista Punto Final
“Por suerte no me faltan picazones en la mano y escribo constantemente. Además es lo único que más o menos me sale. A lo largo de mi vida quise ser muchas cosas que no pude ser. Quise ser santo cuando era chico, que era muy místico, pero mi tendencia natural al pecado me lo impidió. Quise ser jugador de fútbol, como todos los uruguayos, pero era un pata de palo terrible. Quise ser pintor, dibujante, muchísimas cosas y trabajé en muchas. Fui obrero en una fábrica, cobrador, dibujante de letras, etcétera”, señala el escritor uruguayo Eduardo Galeano, que en días pasados recibió el XVIII Premio N’aitun, que otorga la Corporación Cultural Artistas Pro-Ecología.
La entrevista realizada por el periodista Alejandro Lavquén, de la Revista Punto Final, aborda temas diversos, pero el énfasis en la literatura es inevitable en el caso de Galeano, pues él prefiere ve que la política “se ha manoseado tanto que significa todo y no significa nada”.
Crítico, también prefiere colocar entre paréntesis aquello de ser un hombre de izquierda, porque en muchos caso, esta se muestra conservadora y atrasada. Así es Galeano: “Soy de izquierda, pero eso no significa que yo confunda, como muchos compañeros, por cierto muy queridos por mí, la religión con la política, nos soy fanático ni religioso en política. No creo en el fanatismo, creo que los fanáticos deberían estar todos encerrados en el manicomio, porque son peligrosos”. Estas consideraciones hacen del escritor uruguayo sea lo que es. Alguien que está “fuera de los géneros. Y eso es el resultado de muchos años de trabajo en que fui descubriendo que lo mío era una síntesis de diferentes géneros. Una tentativa de síntesis para recuperar la unidad perdida del lenguaje humano. Entonces no es clasificable porque además también eso proviene de un rechazo a la mala costumbre de ponerle etiquetas a la gente en su frente, de encasillarlo todo. Cuando se habla de literatura política me pregunto si hay alguna literatura que no sea política. Si no hay alguna literatura que elija entre la libertad y el miedo. Y lo mismo con las personas, nunca coinciden las etiquetas. Yo les disparo a las etiquetas. Y cuándo me dicen escritor de qué. Yo digo: de todo, de cualquier cosa. O cuándo me dicen usted es poeta; respondo, no, no escribo poesía, o a lo mejor la escribo y no me doy cuenta, y eso me llena de alegría, porque la literatura que más me gusta es la que revela la poesía escondida”.
Galeano confiesa cuándo se dio cuenta de que era un escritor: “Cuando me di cuenta de que era un inútil total. Entonces a lo tenía qué hacer en la vida, y la verdad es que la literatura me ha dado muchas alegrías. La certeza de que uno puede escribir de tal manera que las palabras que broten de una página toquen la cara de quien la está leyendo, como si las palabras tuvieran dedos, como un contacto real”.
La referencia a su obra clásica es inevitable. Las Venas Abiertas de América Latina que siguen creando conciencia. ”Mucha, sí. Lo cual demuestra que escribir no es una pasión inútil. Escribir es un modo de comunicación, y en este caso ese libro (Las venas) tuvo la suerte de llegar a muchas manos y de pasar por varias generaciones. Me siento muy feliz con él”. Señala además, que “fue un punto de partida, después cada libro empuja otro libro. Las venas fue un punto de partida, no de llegada. A partir de ahí fui desarrollando un lenguaje propio. Abarqué otros estados, otros perfiles, otros temas de la realidad que no están en Las venas, que es sobre todo un libro centrado en la historia económico-política de América Latina.
Respecto a su vigencia, eso ocurre, lamentablemente, porque la realidad no ha cambiado mucho desde que el libro se escribió. Ojalá fuera una obra de arqueología, esa sería mi intención. Entre otras cosas porque me dejarían en paz. No me preguntarían más nada sobre el libro [lo dice con humor]. Me pasa con Las venas lo mismo que al pobre Quino con Mafalda, que lo único que quiere es estrangularla… Pero la verdad es que estoy muy orgulloso de ese libro, pues después de tantos años ha influido sobre tanta gente y en tantos procesos”.
Sobre su último libro Los hijos de los días dice: “Es un libro que tiene la forma de un calendario. Es como un almanaque, y de cada día brota una historia. Nació de una frase que escuché hace ya muchos años en mis andanzas, pues soy un caminante. En una comunidad maya de Chiapas escuché decir ‘nosotros somos hijos de los días’. La cultura maya es la única cultura de las Américas en la que es el tiempo el que funda el espacio. O sea el espacio es hijo del tiempo y no al revés. Me quedó grabada esa frase, me pareció muy hermosa. De ahí el título…”.
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