El grupo viajó en buses de gira que tomaron prestados de las estrellas del country, con decoración completa que incluía cuernos de vaca. A medida que transitaban las rutas leían los trabajos de gótico sureño del escritor Flannery O’Connor y el periodista Norman Mailer. En ese viaje llenaron sus mentes y corazones con el mito de Estados Unidos.

Más tarde, durante la sesión para el arte de tapa dirigida por el fotógrafo Anton Corbijn en el Desierto de Mojave, Bono decidió rebautizar al álbum. Lo llamó The Joshua Tree, inspirado por las plantas del desierto nombradas así por los colonos mormones en honor al profeta Joshua del Viejo Testamento, porque sus ramas estiradas parecen estar levantadas en acto de oración. El disco terminaría convirtiéndose en el más exitoso de la larga carrera de la banda irlandesa. Cuando fue lanzado 35 años atrás, en marzo de 1987, The Joshua Tree se convirtió en el disco que más rápidamente se vendió en la historia de los charts británicos; pasó nueve semanas en el puesto número uno de los Estados Unidos y llegó a vender 25 millones de unidades en todo el mundo.

                                                                             

En 2007, cuando el disco fue relanzado por su 20º aniversario, en las notas que acompañaban al album Bono explicó los detalles de la tensa dicotomía que lo había inspirado. “Dos Estados Unidos, el Estados Unidos mítico y el real – la dura realidad al mismo tiempo que el sueño”, escribió. “Era próspero y era seco, y empecé a ver esta era como una sequía espiritual. Empecé a pensar en el desierto, y lo que se me terminó representando era una imagen bastante clara de dónde estaba yo personalmente: un poco fuera de lugar en mi vida emocional, pero agudamente despierto como escritor y comentador de lo que vi alrededor mío, mi amor por Estados Unidos y mi miedo a aquello en lo que Estados Unidos se podía convertir”.

De manera trágica, muchos de sus temas siguen siendo tan relevantes hoy como lo eran entonces. En 2017, U2 celebró los 30 años volviendo a presentar The Joshua Tree en gira, y aprovechó la oportunidad para puntualizar los paralelismos entre el Estados Unidos de Ronald Reagan y el de Donald Trump. “De manera muy extraña, las cosas parecen haber recorrido un círculo completo”, le dijo el guitarrista The Edge a la revista Rolling Stone. “Ese disco fue escrito a mediados de los años ochenta, durante la era Reagan-Thatcher de las políticas británicas y estadounidenses. Fue un período en el que había un montón de malestar. Thatcher estaba en agonía por intentar poner fin a la huelga de los mineros; había toda clase de engaños desarrollándose en América Central. Y en cierto modo se siente como si estuviéramos otra vez en el mismo lugar.”

Aunque la portada y el título del album evocan al suroeste estadounidense, la banda grabó esas canciones mucho más cerca de casa. The Edge estaba en búsqueda de una casa en los alrededores de Dublin cuando visitó Danesmoate, una señorial casa georgiana en la ladera de las montañas Wicklow. “Decidimos que no era para nosotros”, escribió en la autobiografía de 2002 U2 por U2. “Pero más tarde tuve la idea de que el propietario quizá nos la podría alquilar para grabar allí.”

Bono, The Edge, el bajista Adam Clayton y el baterista Larry Mullen Jr. se instalaron en el lugar, acompañados por los productores Brian Eno y Daniel Lanois, que también habían trabajado en The Unforgettable Fire. Convirtieron la gran sala comedor en un control de grabación completo, con máquinas de cinta y una mesa mezcladora; reemplazaron las  macizas puertas dobles de un elegante salón de dibujo por una placa de plexiglás para convrtirlo en la sala de grabación en vivo. En un esfuerzo por alejarse del sonido cada vez más digitalizado que empezaba a popularizarse a mediados de los ’80, la banda incorporó a Mark “Flood” Ellis como ingeniero de sonido: habían quedado impresionados por su trabajo en The Firstborn Is Dead, el disco lanzado por Nick Cave & The Bad Seeds en 1985. “Simplemente pensamos ‘Esto es lo que queremos… el sonido de una habitación”, le dijo The Edge a la revista Mojo en 2017. “Ese ambiente, ese sentimiento nada clínico”.

Con su artesanal estudio de grabacion ya ensamblado, la banda se dedicó a encontrar un sonido que pudiera complementar las observaciones de Bono sobre la dualidad de  Estados Unidos. En la atronadora “Bullet The Blue Sky”, Bono cantó sobre ver “aviones de batalla por sobre chozas de barro donde duermen niños” y sobre un hombre no identificado, que más tarde reveló que era Reagan, “pelando esos billetes de dólar, cien, doscientos…”. Le dijo a The Edge que “pusiera El Salvador a través del amplificador”, y el guitarrista respondió haciendo que su instrumento aullara y gimiera.

                                                                     

La canción que cierra el disco, la inquietante, triste “Mothers of the Disappeared”, estaba similarmente inspirada por los viajes de Bono, un sentido himno para todos los que fueron “desaparecidos” por corruptos regímenes apoyados por los Estados Unidos a lo largo de América Central y Sudamérica. “Es bastante ominoso”, le dijo Clayton a Mojo en 2017. “Pero hay cierto optimismo en la melodía, una sensación de que podemos sobrevivir a estas fuerzas oscuras, y a la vez un reconocimiento de que esas fuerzas oscuras pueden ser demoníacas en esas situaciones.”

Otras canciones estuvieron inspiradas por reflexiones más personales. “With or Without You”, que se convirtió en el single principal del disco, ha sido interpretado a la vez como una canción sobre la tensión en una relación romántica y un anhelo espiritual. Entrevistado para el libro 1001 canciones que hay que escuchar antes de morir (2006), Bono dijo que había sido inspirado por la idea de que “no hay nada más revolucionario que dos personas amándose una a la otra. Primero, porque no es muy común en estos días. Y segundo, porque es algo muy difícil de lograr.”

El segundo single, el himno “I Still Haven’t Found What I’m Looking For”, mientras tanto,  floreció de una zapada y estuvo fuertemente influido por el amor a la música gospel que la banda había profundizado durante su recorrido por los estados sureños. The Edge había garabateado la frase del título como un potencial nombre de canción y se lo había pasado a Bono en una hoja de papel mientras estaba cantando. En un episodio de la serie documental Classic Albums de 1998, el coproductor Lanois dijo que había alentado a la banda a abrazar el gospel como una influencia. “Creo que eso les abrió una puerta a ponerse a experimentar con ese territorio”, señaló. “Bono canta al límite de su rango, y hay algo sumamente convincente cuando alguien se empuja a sí misma. Es como escuchar a Aretha Franklin al límite. Te salta encima y no podés sino compartir ese mismo sentimiento.”

Fuera de sincro con buena parte de la música popular de ese momento (fue precedido en el número 1 en el ranking estadounidense de Billboard por Licensed To Ill de Beastie Boys, y seguido por Whitney, de Whitney Houston), algunos críticos no estuvieron seguros de a qué conclusión llegar con el disco. Una reseña de Rolling Stone de la época señaló que “aunque The Joshua Tree es el más variado, sutil y accesible album de U2, no contiene ningún éxito seguro.” Ese veredicto probaría ser profundamente errado por el colosal suceso de “With or Without You”, que le dio a la banda su primer número 1 en los Estados Unidos, y “I Still Haven’t Found What I’m Looking For”, que les dio el segundo. El disco impulsó a U2 al estatus de la más grande banda del mundo y capturó la total atención del país que lo había inspirado. Hacia abril de 1987, el grupo estaba en la portada de la revista Time, con su nombre en llamas sobre la frase “El ticket más caliente del rock”. Al año siguiente, The Joshua Tree ganó el premio Grammy al Album del Año, imponiéndose al Sign o’the Times de Prince y a Bad, para gran disgusto de Michael Jackson.

Hoy el album sigue siendo ampliamente reconocido como el mejor trabajo de la banda, tanto en lo musical como en lo político. Sus temáticas siguen resonando. En octubre de 2016, un mes antes de la elección que le daría la presidencia a Donald Trump, U2 utilizó una ajustada performance de “Bullet the Blue Sky” en San Francisco para puntualizar cuán lejos se estaba yendo el país de su propia y mítica autoimagen. Luego de reproducir un clip de Trump gritando sobre “el gran, gran muro” que planeaba construir a lo largo de la frontera sureña, Bono le respondió directamente a la figura proyectada en la pantalla encima suyo.

                                                                         

“Ahora, candidato”, dijo mientras la banda seguía tocando la pulsante, implacable línea de bajo de la canción. “¿Usted entiende que no es solo la gente mexicana la que va a tener un problema con este muro suyo? Son todos los que aman la idea de Estados Unidos. Como los irlandeses, por ejemplo. O los franceses. O los brasileros. Cualquiera que ama la idea de Estados Unidos. Cualquiera que cree lo que ha leído inscripto al pie de la Estatua de la Libertad: ‘Tráiganme a sus cansados, sus pobres, sus apretadas masas anhelando respirar en libertad'”.

Bono siguió repitiendo la famosa inscripción una y otra vez, levantando un megáfono por sobre su cabeza. Entonces corrió por una pasarela entre el público, adaptando el cierre de la canción para hablar personalmente: “Y yo corro, y yo corro hacia los brazos de América.” Terminó la canción con los brazos levantados sobre su cabeza como en una actitud de redención: aún enamorado de los Estados Unidos, aún temiendo en lo que se podrían convertir.

De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.