Por: Gustavo Espinoza M.///
El fin de semana pasado fue fatal para esa amalgama variopinta que se ha juntado tras el polo amarillo de “los revocadores”, como se les conoce en el ambiente limeño a quienes buscan afanosamente dar al traste con la gestión de la alcaldesa de Lima para restaurar viejos tiempos de coima y deshonra.
Ya lo era a partir del escenario continental, signada por la victoria concluyente de Rafael Correa en los comicios presidenciales celebrados en Ecuador, y con el retorno al Presidente Hugo Chávez Frías a su patria bolivariana. Peor aún, con el hecho -intolerable para ellos, por cierto- que el Presidente Humala haya saludado la victoria de Correa y enviado un mensaje al Presidente Chávez deseándole una pronta y total recuperación.
No obstante, las cosas fueron más lejos y alteraron de un modo más definido las pulsaciones de los revocadores. Las “encuestadoras” se tuvieron que allanar a una verdad incontrovertible signada por el crecimiento del “No” para la consulta ciudadana, al extremo que algunas debieron admitir un virtual “empate técnico” entre las dos opciones planteadas.
Estos elementos -los externos y los internos- pusieron de vuelta y media a los amigos de Marco “Turbio” Gutiérrez y los hicieron trastabillar. Tan duros fueron los golpes, que los afectados se despeñaron por la vertiente del insulto y el odio, no sólo contra la Alcaldesa, sino contra todos los que, de una u otra forma, han expresado su rechazo al proyecto desestabilizador en marcha.
El propio Marco “Turbio” se puso en la primera fila de la acción, pero no para un combate abierto y franco, sino para el epíteto ruin. Luego que el casi anónimo Luis Boza atacara al concejal Pablo Secada -del Partido Popular Cristiano- tildándolo de “Marihuanero”, no tuvo idea más brillante que acusar a la Villarán de lo mismo, desenterrando un viejo entuerto.
Hace algunos años, y en una entrevista periodística, Susana Villarán admitió, en efecto, que siendo adolescente, con unos amigos en un cine capitalino, había probado un “pito” de Marihuana. El hecho no pasó de un incidente juvenil que no tuvo ninguna incidencia posterior. La protagonista, mantuvo durante por lo menos cuatro décadas una intensa y dilatada actividad profesional y política, sin complicación alguna.
No obstante, sirvió para que lo más desclasado del segmento
“revocatorio” pasara al vandalismo: una treintena de activistas por el “Si” atacaron el domicilio de la alcaldesa, mientras ella estaba en sus actividades de función. El conocido mercenario Fidel Supo lideró esta acción, que se extendieron luego a la misma sede de la embajada de Brasil y a su símbolo patrio, igualmente atacados.
Mientras esto ocurría en un escenario, en otro el núcleo aprista mas ligado a Alan García mostraba sus alicaídos espolones teniendo en su línea de mira al Presidente Humala y a Alejandro Toledo.
Humala, como se sabe, concurrió a una nutrida concentración ciudadana en el interior del país, y allí reconoció que los servicios de agua potable y alcantarillado no eran suficientes, y que no se daban abasto para atender los requerimientos públicos. Imposibilitado de resolver -como Merlín El Mago- los hechos en el momento, el Presidente se quejó de la inacción comprobada de los gobernantes de antaño:
“administradores panzones” -dijo- de un país en crisis.
Demostrando que no tienen la lengua para saborear, sino pa’ ladrar; los integrantes del cogollo aprista -que proclamaron ya la candidatura de García para el 2016- reaccionaron con agresividad canina y descalificaron las expresiones del Jefe del Estado como si sólo a ellos -y en particular al señor García- hubiese estado dirigido el dardo oficial. No obstante, en descargo de los detentadores de esa ira hay que admitir que alguna razón tuvieron al darse directamente por aludidos.
En todo caso, una doble razón: la habilitación de agua en los dos quinquenios de gestión aprista -su programa “Agua para todos”, hoy en investigación- se orientó hacia “los de arriba”, dejando en el abandono a “los de abajo”; y no hubo por cierto en todo el siglo XX un Presidente peruano que subiera más de peso, que el señor García en el ejercicio de su función gracias a `suculentos banquetes cotidianos.
Si alguien lo duda, la solución es muy simple y se tiene a la mano. Consiste apenas en recurrir a una balanza, y a la memoria. Entre los hombres, Alan García; y entre las mujeres allegadas al poder, Keiko Fujimori; fueron los únicos que batieron los records de “engorde” a la sombra de una gestión pública en tan alto nivel. Quizá por eso resultaron afines, también, en otro tipo de costumbres.
El revocador esgrime ideas engañosas para fundamentar la campaña. “Castañeda hizo más”, dice asegurando que es pobre el rendimiento del municipio actual. Oculta, que Castañeda fue alcalde 8 años, y Villarán apenas 2. Dice “Lima merece más”, como si todos no mereciéramos más. Lo que oculta es que “ofrece” más corrupción. Por eso apuesta por el retorno de Castañeda y su Comunicore, y proclama su “derecho” a retornar al municipio luego del 17 de marzo.
Hemos sostenido que la Mafia, en el hipotético caso de salir victoriosa de la contienda del próximo 17 de marzo, enfilará su puntería contra el Presidente Humala. La ex congresista amarilla Fabiola Morales lo ha confirmado asegurando que no se puede permitir en la estructura del Estado, a alguien que objete el “espíritu democrático” que ella y los “revocadores” dicen representar.
Ante el asombro de su entrevistador, Augusto Alvarez Rodrich ella le dio consistencia ideológica a la lucha por desplazar a Susana Villarán, como lo viene haciendo cada noche la febril Cecilia Valenzuela, desconsolada como está por el retiro de su cómplice Aldo M. del diario “Correo”. Ella simplemente no soporta a los líderes de Tierra y Libertad ni a los dirigentes de Patria Roja, y está segura que “aliados de la Villarán”, son el demonio en marcha.
Se ha dicho -y es verdad- que ese despropósito no es legalmente posible por que la “revocatoria”, como figura jurídica, no alcanza a los congresistas, ni al Jefe del Estado. Pero no es eso lo que les importa a los portavoces del odio hoy, porque el problema no es legal, sino político. Confirmado su fracaso, dirán entonces que “gracias a esa ley”, el Presidente Humala “se salvó” de ser revocado, pero que ésa “exigencia ciudadana” quedará planteada.
Podrá ser, por eso mismo, replanteada por gentes como Rafael Rey, desbocado como está por las acusaciones sustentadas en su contra, y referidas a manejos turbios en adjudicación a empresas israelíes en el VRAE.
Hay, por cierto, experiencia en el manejo de situaciones de ese orden. El cogollo aprista lo tiene. Y afloró durante la gestión presidencial de Alejandro Toledo, más precisamente en el año 2003.
Como es nacionalmente admitido, el arrogante García no pudo asimilar el hecho que Alejandro Toledo lo venciera en los comicios del 2001. Y que ello ocurriera en dos instancias en las que su “ego colosal”, nunca admitió competencia: En el debate oratorio sostenido antes de los comicios de aquel año, y en el proceso mismo de la votación, en el que se impuso sin grandes dificultades. Por eso, y luego de contribuir a cavar la fosa electoral para su adversario, García se lanzó de lleno a la tarea de “vacar” al Presidente de la República y el APRA llegó a respaldar una moción parlamentaria que, finalmente, fue rechazada.
García y el núcleo dirigente del PAP- se sumó a una Marcha convocada por la CGTP inducida por Jorge del Castillo, para enarbolar una propuesta similar. En el contexto de la misma, García golpeó a un minusválido que marchaba delante de él, bloqueando su exposición a las cámaras de los reporteros. En paralelo, Armando Villanueva sugirió a Ollanta Humala “alzarse en armas” para derrocar a Toledo. Fue en ese marco que los dirigentes apristas tentaron al entonces Vicepresidente de la República -Raúl Diez Canseco- para que aceptara la pelea por la vacancia de Toledo a fin que asumiera la conducción del gobierno. Eso, está probado.
Después del 17 de marzo, para Susana Villarán está planteada una pelea de largo aliento, y además, agotadora. Si la enfrenta, consolidará un espacio respetable. Por lo pronto, tendrá que decir como Bertold Brech: “Detrás de nosotros queda todo el cansancio de la montaña. Delante, nos aguarda todo el cansancio de la llanura…”
Lo que sí queda claro es e hecho que tras la suma de adjetivos e improperios, la ira de los revocadores, refleja el miedo que asoma sin remedio. (fin)
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera /
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Hora: Domingo febrero 24, 2013 at 6:21 pm
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