Por: Nelson Jesús Lanz Fuentes///
La enfermedad del presidente Chávez, nos tiene a todos los que siempre los hemos querido y admirado a pesar de tener nuestras divergencias políticas con él: tristes, muy tristes. Su perdida (la divina providencia no lo permita) o su separación del cargo sería para todos nosotros y para la patria entera sería una calamidad pero no sería el fin de la patria ni de la revolución. Chávez es de esos hombres imprescindibles que luchan toda la vida y que dejan huellas en el camino, tal como lo hicieron Bolívar, Sucre y Zamora para que las generaciones del futuro sigan sus pasos para conducirnos hacia un mundo mejor. Pero la vida: cruel como lo es alguna veces, no lo quiere dejar terminar su obra. Y no es que yo diga que Chávez se nos va, no, es que por más que él quiera no va a poder seguir conduciendo los destino de la patria, sus condiciones físicas se lo impedirán.
Y, esto es lo que no quieren entender Nicolás Maduro ni Diosdado Cabello, quienes se niegan a decirnos la verdad, hablándonos con puro eufemismos como si nosotros fuéramos unos completos eunucos de la razón y el pensamiento. Con ocultar la verdad, perdemos todos y solamente ganan los hechiceros de las finanzas, los buscadores de bullas de oro en el comercio formal e informal. Los que trajinan por los vericuetos de la conspiración y la desinformación. Los enemigos de la paz y de la justicia. Los hambreadores de hoy y de mañana. Solo ellos son los únicos beneficiarios de lo que yo llamaría secuestro a que tienen sometido al presidente. No otra cosa puedo pensar. Si el alto gobierno, nos dice que el presidente a pesar de su delicado estado de salud, se encuentra ejerciendo sus funciones de jefe de estado. Que conversa con amigos y familiares, que está pendiente de todo lo que pasa en el país. Si esto es así, entonces, ¿Por qué no se dirige a la nación en cadena nacional aunque sea dos minutos como lo hace Ernesto Villegas? y sea él quien nos diga su verdadera situación. Villegas, por cierto un día dice que está bien y al siguiente día nos dice que está mal. Mientras tanto, tenemos setenta días que no vemos a Chávez, lo que no es muy sano para la salud de la república.
¿Puede una nación y sus instituciones soportar semejante
incertidumbre? ¿No es mejor que se le hable claro al pueblo y se le diga la verdad? ¿Hasta cuándo podrá el tribunal Supremo de Justicia seguir escurriendo el bulto de una situación que se le puede escapar de la mano? Si el presidente regresó al país y está ejerciendo sus funciones de jefe de estado como nos dicen, ¿Por qué no lo juramentan de una vez? Si el presidente no puede asumir su cargo, ¿Por qué no declaran la falta absoluta? Diosdado y Maduro tienen que resolver esta situación lo más pronto posible, por que si no lo hacen, el país puede convulsionar y no sería nada recomendable para ninguno de nosotros. Las interpretaciones acomodaticias de la constitución, no se pueden hacer indefinidamente, al igual que un presidente no puede estar de permiso por tiempo indefinido.
Yo, muchas veces me he preguntado si de verdad Chávez, está enterado de está intranquilidad democrática, pienso que no. Si el comandante estuviera en capacidad de gobernar un hombre del talante democrático como lo es él, no permitiría semejante adulterio entre los poderes del estado quienes mantienen al páis paralizado en lo político y en lo económico.
Por Chávez y por nosotros, Maduro y Diosdado tienen de decirnos la verdad y no habladnos con subterfugios. Es la única forma de que el país recupere su ritmo económico y el pueblo su tranquilidad a la hora de desayunar, almorzar y cenar. La única forma de que cesen los rumores mal intencionados y los análisis médicos de zamuros con batas blancas. Es la única forma de que podamos ganar las muy cercanas elecciones. Por eso es que en honor a ese hombre que lo ha dado todo por ser útil a la patria y que está luchando por su vida es que Diosdado y Maduro nos deben de decir la verdad: Chávez se los agradecerá y nosotros volveremos a votar para triunfar.
kabanayen@hotmail.comanz Fuentes
Tomado de aporrea.com
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