Por: Francisco Muñoz Jaramillo
La victoria electoral de Gustavo Petro a la presidencia y de Francia Márquez, a la vicepresidencia de Colombia, pone de manifiesto la reivindicación histórica del pueblo colombiano, que en los cuarenta del siglo pasado sufrió el brutal asesinato del extraordinario dirigente liberal Eliécer Gaitán.
“Este domingo posiblemente- reflexionaba unos días antes de la primera vuelta electoral nuestro amigo Raúl Borja- se realizara el sueño de Jorge Eliécer Gaitán, el líder liberal democrático colombiano que quiso llegar a la Presidencia de la República por medio de un triunfo electoral. No pudo culminar su sueño pues fue asesinado el 9 de abril de 1948.” “Justamente este domingo- decía- va a ganar la Presidencia de la República de Colombia, el binomio de las izquierdas: Gustavo Petro y Francia Márquez. ¿Meras coincidencias? Es como que está sucediéndose una feliz constelación de planetas. ¡Júpiter y Venus!!!
Es así como en un acto lleno de tensión y de historia, el pueblo colombiano derroto en primera y segunda vuelta, a la vieja y tradicional oligarquía colombiana, a la derecha de Uribe y Duque, reivindicando así a las fuerzas y a las tendencias de izquierda y democráticas que constituyeron el gran pacto nacional (el Pacto Histórico), para superar los límites y traumas de la historia colombiana y abrir, ya entrado el siglo XXI, una nueva perspectiva de desarrollo y convivencia social.
Antecede, de manera inmediata, a esta victoria electoral, la significativa acción insurgente, contra hegemónica, que vivió Colombia, cuando se levantó en el 2019 en contra de las posiciones de derecha extrema, de carácter neoliberal de Duque, e irrumpió ante la necesidad de avanzar a fortalecer y consolidar la paz, que el “uribismo” y la derecha reaccionaria habian esquivado en todos estos años.
Estamos ante un momento regional y planetario, donde estas elecciones son un síntoma, que abre un nuevo impulso político, en que se reconocen las fuerzas progresistas y democráticas de Colombia y de la región, que han emergido de la reestructurada geopolítica y geo economía regional, y que cuestionan a la tradicional dominación norteamericana, que nuevamente intenta tratar a América como “patio trasero”. Los limites en la convocatoria de la Cumbre de las Américas, realizada meses antes en EEUU, muestra este nuevo signo regional.
Es una coyuntura de singular importancia para Colombia en que Petro derroto a la maniobra dominante, la misma que intentaba encarnar sus posibilidades en un candidato populista, de corte fascista – como el Bolsonaro en Brasil- dispuesto a dar continuidad a la dominación oligárquica y entrar en una ofensiva contra la democracia y las fuerzas democráticas. Constituye también, la victoria electoral de Petro, una derrota del pensamiento empirista “marketero”, que creyó encontrar en los resultados, de primera vuelta de las elecciones colombianas, el inevitable triunfo de Hernández en contra de Petro, sin examinar y comprender que la historia y su concepción dialéctica permite avizorar, más allá de la apariencias, y acertar con la expresión fidedigna de los nuevos momentos históricos.
El ascenso de Petro a la presidencia de la república, se da en un contexto planetario en que apraece una significativa convulsión mundial generada, principalmente, por la guerra de Rusia-Ucrania, y que deja ver síntomas de nuevas condiciones históricas del capitalismo planetario y la humanidad; contexto por otro lado, que evidencia renovadas formas de estructuración o refuncionalizacion de la geopolítica mundial, donde Europa por una parte y América Latina por otra, muestran procesos y signos de cambios en esta dimensión, en medio de la motivación que tiene EEUU para evitar su declive y decadencia como el gran hegemon mundial. La visita provocadora de la presidenta del congreso norteamericano a Taiwan, pone de manifiesto esta necesidad y su perspectiva hegemónica.
Para aquellos que nos identificamos con la necesidad de la autonomía, de la construcción de la fuerza desde abajo, vale decir, desde la necesidad de conformar la contra-hegemonía social y política, se requiere incorporar en el análisis el nuevo momento regional de nuestra historia, donde se ha impuesto, en medio de un equilibrio inestable, que se abre en la lucha política gubernamental próxima de Colombia – como diría Gramsci – una línea progresiva contraria a la recesiva del candidato populista de derecha. Recuperar este momento para generar un proceso que vaya más allá es la principal atención que se debe tener sobre este resultado electoral; y por tanto con la idea de la generación de la unidad de toda Colombia, que aísle al “uribismo”, y bajo el emblema de ese gran Líder Gaitan, despejar el camino de la recuperación histórica, social y política del hermano país.
Vivimos, entonces, una coyuntura decisiva de la lucha social y política de la región, en que se han reconocido diversidad de sectores subalternos, sociales y sindicales, y de género, que tienen en Gustavo Petro y Francia Márquez una perspectiva estratégica.
Los próximos 100 días de gobierno de Petro y Márquez son decisivos, y manifiestan una tensión política, donde el corazón ardiente de Colombia y la cabeza fría de la conducción partidaria, de la coalición progresista del Pacto Histórico tienen la última palabra para aislar, especialmente, al potente narcotráfico existente en este país, crear los lazos y mecanismos de la paz en Colombia, así como las medidas medioambientales y anti extractivistas, como aquellas sociales y de derechos humanos, y agrarias, que fueron comprometidas en campaña por Petro y Márquez. En todo caso en medio de la tensión hay una clara expectativa para cambiar el estado de excepción-autoritario de Colombia- que como se decía en la academia colombiana- ha representado en los últimos años el “leviatán contemporáneo” y/o el “bonapartismo regresivo”.
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