Cada día se hace más tangible que los rescates realizados desde mayo de 2010 a Grecia, Irlanda, Portugal, España y Chipre, solo han beneficiado a los bancos mientras la crisis se extiende con más profundidad en esos países y sus poblaciones sufren los embates del desempleo, los desahucios, la disminución del poder adquisitivo y la pobreza.
Datos publicados antes de la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno realizada en Bruselas los días 14 y 15 de marzo sobre crecimiento y competitividad, confirmaban la recesión de varios países en 2012 como consecuencia directa de las medidas de austeridad que entorpecen el crecimiento.
En Italia, a la incertidumbre política que vive el país tras las elecciones, la agencia de calificación FITCH le rebajó un escalón debido a que en el cuarto trimestre de 2012 el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo otro 0,9%. La recesión se mantiene sin visos de mejoría al contabilizar esa nación seis semestres consecutivos de PIB con cifras negativas.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) informó que Portugal cerró el año 2012 con un decrecimiento del 3,2 % del PIB tras caer otro 1,8 % en el último trimestre lo que se asegura es la peor recesión desde 1975. Su ya debilitada economía vio como aumentaba el desempleo al 16,9 %, mientras bajaban las exportaciones y la demanda interna de la población, muy afectada por las medidas de austeridad.
España, envuelto su Ejecutivo en denuncias sobre corrupción, se debate en una persistente crisis económica. El PIB en 2012 tuvo un decrecimiento de 1,4 % que ha sido acompañado por un inmenso malestar entre la población que ha realizado centenares de manifestaciones en todo el país.
Los desahucios, el desempleo que ya sobrepasa el 26 %, las privatizaciones en sectores como la salud y la educación y la caída del poder adquisitivo son parte de ese holocausto económico que padecen hoy los españoles.
Y de Grecia qué se puede decir. Esta pequeña ovejita desamparada en el contexto de la Unión Europea fue la primera seleccionada por la Troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y la Comisión Europea) para sus experimentos neoliberales.
Pese a las “ayudas”, el país helénico lleva cinco años consecutivos de una recesión galopante y en el cuatro trimestre de 2012 el PIB se desplomó un 5,7 %
Ahora el turno le ha tocado a Chipre, pequeña isla en el mar Mediterráneo, a la que se le ha otorgado un empréstito de 10 000 dólares tras sufrir su PIB una contracción el pasado año de 2,4 % y se espera que en 2012 sea 3,5 % negativo.
Pero antes observemos los rescates en euros, recibidos por cinco miembros de la Unión Europea y tras ver los datos anteriores podríamos preguntarnos que han significado y para qué han servido: Grecia 219 000; Irlanda 90 000; Portugal 78 000; España 40 000 (puede llegar a 100 000) y Chipre 10 000.
Para recibir el préstamo, la pequeña Isla con una tercera parte ocupada por Turquía y con solo 800 000 habitantes, deberá aceptar medidas onerosas no solo para la soberanía nacional sino también para la independencia financiera de su población.
Todos los analistas aseguran que resulta “insólita e increíble la exigencia de que los chipriotas vean confiscados una parte de los ahorros que tienen depositados en los bancos”, una condición que jamás se había impuesto a ninguno de los países rescatados desde el comienzo de la crisis.
La medida, acordada bajo presión de los poderosos gobiernos de Alemania y Francia, prevé que el Estado chipriota se quede con el 6,75 % de los depósitos inferiores a 100 000 euros y a partir de esa cifra, con el 9,9 %, con el objetivo de recaudar 5 800 millones de euros, que serán invertidos en el saneamiento de las entidades financieras.
La troika se ha extremado con Chipre pues acorralar, o mejor dicho, confiscar una parte de los ahorros de los depositantes, viola el principio de seguridad jurídica y deteriora la confianza en las instituciones financieras.
Desde que surgió la crisis en 2008, la Unión Europea se había comprometido a respetar y garantizar los depósitos bancarios y por eso, al establecer un corralito similar al que sufrió Argentina cuando la crisis neoliberal de finales de 1990 y principios de 2000, esta violando las llamadas reglas para los rescates.
Ante semejante amenaza, los bancos cerraron sus puertas, los cajeros quedaron bloqueados y decenas de miles de ciudadanos no pudieron retirar sus ahorros, a la par que tomaron medidas para impedir una estampida masiva de capitales.
Claro, las medidas iban mucho más allá del corralito y del gravamen para los depósitos, pues el empréstito que solo beneficia a los bancos para que no entren en bancarrota, obligaba a Nicosia a un ajuste del 4,5 % del PIB, que incluye recortes del gasto, privatizaciones y alzas de impuestos, con el consecuente desempleo y rebajas de salarios.
Cientos de manifestantes se agolparon en las afueras del Parlamento cuyos miembros debían decidir si aprobaban o no las imposiciones financieras de la troika. El resultado fue de 36 votos en contra y 19 abstenciones que cerraron por el momento la incertidumbre de los chipriotas y deja la duda sobre la entrega del rescate a este miembro de la Eurozona para evitar la bancarrota de sus bancos.
Antes de la votación, la Unión Europea había amenazado con retener la “ayuda” si los depositantes de Chipre no compartían el costo del rescate.
Así las cosas, Chipre se debate entre la espada y la pared, y mientras se discute la línea a seguir por el gobierno del conservador Nikos Anastasiadis, lo cierto es que a los pobladores de la pequeña isla mediterránea le espera una larga recesión que al parecer será profunda.
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