Marco Ambrosi de la Cadena
La historia de la lucha obrera y sindical en el Ecuador, desde sus inicios, estuvo ligada a grandes figuras y procesos de la izquierda; actualmente en el Ecuador, la situación de los sindicatos no es de las mejores.
En la década de los 90´s y en parte de la primera década del siglo XXI, los sindicatos no pudieron huir del juego del neoliberalismo y su política unilateral del capital, cayendo en una lucha salarial y reivindicativa particular, en la cual lo importante era conseguir más (dinero o beneficios) o una flexibilización de la jornada laboral (menos horas de trabajo), sin importar cómo o a qué precio, así muchas de las dirigencias sindicales se dejaron llevar por el dinero y la corrupción.
Esta realidad se la vivió tanto en el sector privado como en el público, en el cual se formaron las llamadas burocracias doradas, que con maravillosos “contratos colectivos” conseguían “sacarle” al estado algunos beneficios “estrafalarios”, por citar construcción de complejos deportivos y recreativos públicos pero cerrados al público en general, sólo para el sindicato.
De esta manera el Neoliberalismo tuvo “campo abierto” para implementar sus medidas económicas y laborales, como la precarización del trabajo por medio de la tercerización laboral, un bajo salario mínimo y no reconocido para todos los oficios, crecimiento del sector informal y el desempleo, privatización del sector público, derogación de contratos colectivos, negociación de puestos en el sector público, y todos las consecuencias conocidas de la política neoliberal.
En los últimos años en el Ecuador ha habido varios avances en el campo laboral como: reconocimiento del trabajo como un derecho, eliminación de la tercerización, garantía de la contratación colectiva, obligación de contratación de personas con capacidades diferentes, aumento del salario mínimo y reconocido para todos los oficios (incluso domésticos), afiliación obligatoria al seguro social, concesión de permisos por maternidad y paternidad, aumento del permiso de lactancia a las madres (2 horas diarias, 9 meses después del permiso de maternidad), creación de bolsas de empleo, entre otros.
Todas estas conquistas laborales no se dieron por una presión o acción directa de los sindicatos o asociaciones obreras del Ecuador, sino fueron resultado de la Asamblea Constituyente del 2008 y, en parte, del gobierno de Rafael Correa.
Al parecer estos logros del sector laboral, conseguidos por acción ajena, han inmovilizado al sector sindical y obrero del Ecuador; a lo largo del período de Rafael Correa los grandes sindicatos y asociaciones obreras se han desmantelado e incluso han desaparecido, algunos por una excesiva politización e instrumentalización, tanto del gobierno, como de partidos políticos de oposición, otros porque perdieron su razón de ser, ya que mantenían sus luchas reivindicativas. Si bien se han creado sindicatos públicos, sector salud y educación, han resultado insuficientes para reactivar a las y los trabajadores del país, y, además, han sido utilizados por el gobierno para legitimar procesos de reestructuración de parte de la burocracia del país.
El tener un gobierno progresista, llamado “a favor de los trabajadores” desde el discurso, no quiere decir que el sector sindical y obrero del país tenga que inmovilizarse o desaparecer por haber logrado mejorar las condiciones laborales; siempre será indispensable un movimiento obrero organizado y politizado que defienda los avances obtenidos y que luche por avanzar aún más.
Es evidente que la expedición de leyes favorables para el trabajo, mejora la situación laboral, empero eso no quiere decir que se cumplan a carta cabal, continúan existiendo formas de precarización laboral, incumplimiento de disposiciones legales, sobreexplotación laboral, inestabilidad laboral, esto incluso en el sector público, niveles altos de subempleo y un desempleo considerable, es decir, las y los trabajadores del Ecuador requieren una organización la cual luche por el cumplimiento certero de sus derechos.
Así existiese la mejor situación laboral de las posibles, el movimiento sindical y obrero debe estar organizado como condición del mejoramiento de la sociedad; en el Ecuador los sindicatos y asociaciones obreras deben ser actores principales de la radicalización de la llamada “Revolución Ciudadana”.
No podemos repetir lo que sucedió en Europa que durante años el movimiento sindical estuvo relegado y casi olvidado, hasta el momento en que las grandes mayorías sintieron el embate del Neoliberalismo y se han visto afectados y desempleados millones de personas y han tenido que recurrir a la masiva movilización social para intentar rebatir los ajustes estructurales y la crisis misma.
El movimiento obrero debe estar en constante movilización, tanto física como de sus ideas, la lucha obrera y sindical no puede apartarse de las demás luchas sociales: indígenas, estudiantiles, ecologistas, feministas, campesinas, debe participar del acontecer político y de la toma de decisiones del país.
Por eso esta breve reflexión -a poco más de un mes del 1 de Mayo- busca incentivar la consolidación de un nuevo movimiento sindical y obrero, que no caiga en viejas prácticas y en la instrumentalización política de cualquier sector; un movimiento obrero organizado, que defienda un proyecto político, solidario con las demás luchas y sobre todo que luche por la clase obrera.
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