Toda la sociedad dominicana sabe que yo resido en este país, que soy dirigente del recién constituido Movimiento Caamañista (MC), escribo semanalmente en El Nacional de ¡Ahora! y coordino los espacios de TV e Internet del programa Tiro al Blanco.
Que durante largos años fui secretario general del Partido Comunista Dominicano (PCD), que aquí he nacido, vivido y luchado durante toda mi vida sin ocultar mis convicciones comunistas y mi irrenunciable solidaridad para con todos los pueblos en lucha y todas las causas justas de nuestra América y el mundo.
Precisamente en virtud de mi vocación latinoamericanista e internacionalista formo parte de la Presidencia Colectiva del Movimiento Continental Bolivariano (MCB), antes Coordinadora Continental Bolivariana (CCB). Igual el Movimiento Caamañista (MC) es parte del MCB, junto a otras organizaciones del país, del continente y del mundo, entre las que se incluye FARC-EP.
Tengo expresa relaciones de amistad y solidaridad política con las FARC-EP desde hace más de 40 años, de lo que me enorgullezco y considero un derecho indeclinable.
Relaciones políticas y amistad como las que he tenido con otros movimientos insurgentes: ELN de Colombia, FSLN de Nicaragua, FLN de Vietnam, FMLN de El Salvador, EZLN de México, Frente POLISARIO de la República Saharaui, MRTA de Perú y muchos otros.
Sostener relaciones políticas bilaterales con las FARC, participar junto a ella en la CCB, ahora convertida en MCB, no equivale a ser miembro de red alguna de las FARC, mucho menos a ser dirigente de esa organización político-militar.
FARC es un cosa y el PCD (donde milité antes de fusionarse con otras organizaciones marxistas) y el MC (donde milito en la actualidad) son otras. Son organizaciones que han actuado en condiciones distintas y respondiendo a realidades nacionales especificas.
Si algún momento hubiera decidido militar en las FARC estuviera en Colombia y no hubiese ocultado jamás esa decisión.
Lo que acontece es que el presidente saliente Álvaro Uribe y el presidente entrante Juan Manuel Santos, respondiendo a la naturaleza criminal del narco-Estado colombiano que dirigen y a los intereses de los EEUU, asesorados por la CIA y por el MOSSAD de Israel, lanzan ese especie contra mí y otros dirigentes revolucionarios de la región para tratar de justificar su propósito de asesinarnos o procesarnos (según las circunstancias), en vista de nuestra vertical actitud frente a las atrocidades cometidas durante su gestión de gobierno y por haberle brindado solidaridad política a las FARC, el ELN y a las izquierdas colombianas en general, independientemente de que sus componentes opten o no por la lucha armada.
Plan de agresión contra Venezuela
Esa reactivación de la acusación en mi contra esta dirigida a actualizar el plan criminal que he denunciado en varias oportunidades, ubicándola ahora en el contexto de una gran provocación contra la Revolución Bolivariana y el Presidente Chávez.
Por eso alegan una supuesta presencia de las FARC en Venezuela, me incluyen en ese paquete y acusan falsamente al comandante Chávez de alojar y proteger a las FARC en su territorio.
En realidad de lo que trata es de preparar las condiciones para agredir militarmente a Venezuela en alianza con EEUU, que considera al proceso venezolano como un gran obstáculo a su plan político-militar destinado a controlar el petróleo venezolano y las inmensas riquezas amazónicas.
Con esos fines el Estado colombiano y EU ha auspiciado una amplia penetración paramilitar en Venezuela y el Pentágono ha instalado 7 bases militares en Colombia y dos bases en Curacao y Aruba, al compás que reactiva su IV Flota e impone una amplia presencia militar en Costa Rica previa ocupación militar de Haití.
Estos planes se han acelerado en vista de la marcha del programa de agresión a IRAN, que podría afectar seriamente el suministro de petrolero del Golfo Pérsico y determina que el petróleo venezolano pase a ser una presa mas urgente.
El régimen colombiano, culpable de la masacre de Sucumbios en territorio ecuatoriano, parece decidido a actuar militar y policialmente fuera de sus fronteras, mientras crecen sus vínculos con estructuras militares, policiales y civiles del Estado dominicano pautados por el archicriminal General Montoya, embajador colombiano en el país, quien por demás tiene una relación muy especial con el general Guzmán Fermín y las estructuras de mando policial del país.
A mi no me atemorizaran, pero si quiero dejar bien claro la procedencia de la trama denunciada y las razones de su actualización.
20-07-2010
Santo Domingo.
Comentario