Por: Sergio Ferrari
La sociedad civil no resigna sus críticas
Entre el 16 y el 20 de enero el Foro Económico de Davos se vuelve a reunir en esa ciudad suiza bajo el lema “Cooperación en un mundo fragmentado”. Más de 2.500 participantes, incluido un medio centenar de jefes de Estado o de Gobierno, llegarán a ese centro turístico invernal de los Alpes. A diferencia de ediciones pasadas, con la excepción del canciller alemán Olaf Scholz, ningún dirigente de una gran potencia confirmó su viaje a Davos.
Como es la costumbre, llegan representantes del mundo de los negocios, la política, la ciencia y la cultura. Según las autoridades suizas, entre 200 y 300 de ellos están protegidos por el Derecho internacional (por ejemplo, jefes de Estado y de gobierno, ministros o altos representantes de organizaciones internacionales) lo que exige una seguridad mayor.
El dispositivo de seguridad del Foro de Davos(World Economic Forum, WEF, por sus siglas inglés) costará cerca de 9.7 millones de dólares, de los cuales un tercio es financiado por el mismo y el resto por instancias federales, cantonales y municipales, es decir, por los contribuyentes helvéticos. Factor subrayado en repetidas críticas por medios de prensa nacionales que cuestionan esta desmedida participación estatal en una convocatoria de naturaleza privada.
Mundo en crisis
Tal como señalan los organizadores del Foro, el mundo se confronta a una crisis desgastante. Y agregan que las consecuencias de la pandemia del Covid-19 y de la inesperada guerra Rusia – Ucrania aumenta la incertidumbre planetaria producen una marcada caída del crecimiento y el aumento significativo de la inflación. Lo que exige buscar soluciones colectivas y audaces.
La 53 edición del Foro de Davos se estructurará en torno a cinco ejes temáticos: las crisis energéticas y alimentarias; la economía en un período de alta inflación, bajo crecimiento y alta deuda; los obstáculos de la industria; la vulnerabilidad social en el contexto de un nuevo sistema de trabajo; así como los riesgos geopolíticos en el marco de un nuevo sistema mundial multipolar.
La plataforma digital helvética swissinfo.ch, titula un análisis publicado el segundo viernes de enero “El Foro Económico Mundial, bajo el signo del malestar social” y subraya que “la amenaza de potenciales disturbios sociales pondrá a prueba la templanza de las élites políticas y empresariales” que se reúnen en Davos en los albores de un “impredecible e inquietante 2023”.
El análisis insiste en que “el encarecimiento de combustibles y alimentos provocó protestas y huelgas en todo el mundo el año pasado”, y recuerda la opinión de numerosos económicas que pronostican más dolor y presión sobre los hogares, en particular los más modestos, en los próximos meses.
Recientes estudios del Fondo Monetario Internacional y otros organismos multinacionales reducen las expectativas de crecimiento para 2023 al 2,7% y anticipan que la economía global se frenará más de lo esperando. Los países enriquecidos no superarán, salvo excepciones como Japón, el 1% de crecimiento (Estados Unidos el 1 %; la zona euro 0,5%) en tanto en las naciones periféricas (países “en desarrollo”) se prevé una media del 3,7%.
Según el Banco Mundial, los países latinoamericanos, crecerán apenas entre el 0,9% en México, el 0,8% en Brasil, el 2% en Argentina, con un excepcional 5,2% en Paraguay.
Por su parte, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en su informe Panorama Social 2022, publicado en noviembre del año pasado, considera que 201 millones de personas (32,1% de la población total de la región) viven en una situación de pobreza, de las cuales 82 millones (13,1%) en pobreza extrema. Adicionalmente, la CEPAL estima que en 2023 se profundizará la desaceleración del crecimiento económico en la región alcanzando una tasa del 1,3%, lo que representa apenas una tercera parte del de 2022 (3,7%) y una caída abrupta con respecto al 6,7% de 2021 ( https://www.cepal.org/es/comunicados/economias-america-latina-caribe-se-desaceleraran-2023-creceran-13).
Críticas a Davos
Si bien el WEF se auto considera como un espacio importante para abordar esos agudos problemas que confronta el planeta con el actual ordenamiento económico dominante, son múltiples las voces críticas contra este evento que desde décadas demuestra una gran impotencia para proponer soluciones globales.
Por ejemplo, como lo subraya el análisis de swissinfo.ch, Patriotic Millionaires, una asociación que congrega a más de 100 personas con grandes fortunas, principalmente estadounidenses, ya el año pasado había emitido una muy crítica evaluación sobre el WEF.
«La verdad es que Davos no merece la confianza del mundo en este momento. A pesar de las incontables horas que ha dedicado a debatir sobre cómo puede hacerse de este mundo un lugar mejor, este foro ha generado poco valor tangible en en medio de un torrente de autocomplacencias» (https://www.swissinfo.ch/eng/business/make-us-pay-more-tax—patriotic-millionaires–tell-wef/47274132). Morris Pearl, presidente de Patriotic Millionaires, en recientes declaraciones a la misma plataforma digital helvética (la antigua Radio Suiza Internacional) sostiene que «el WEF es un símbolo de la desigualdad. Gana grandes cantidades de dinero cobrando a la gente que asiste a la conferencia. Hasta ahora, no he visto ninguna evidencia sólida de que las personas que dirigen el WEF o asisten al foro estén planeando cambiar el desarrollo de esta creciente desigualdad».
Por su parte Greenpeace, en un comunicado publicado el viernes 13, pone el acento en las profundas contradicciones en relación al medio ambiente entre la retórica del WEF y sus prácticas concretas.
«Los ricos y poderosos acuden en masa a Davos para debatir a puerta cerrada sobre el clima y la desigualdad utilizando el medio de transporte más desigual y contaminante: los jets privados», subraya la ONG internacional.
Según un estudio de la consultora medioambiental neerlandesa CE Delft, el número de vuelos de jets privados con origen o destino en aeropuertos en dirección a Davos se duplicó durante el Foro de 2022. Los investigadores atribuyen aproximadamente uno de cada dos vuelos a la propia reunión. De todos estos vuelos, el 53% eran de menos de 750 km, que podrían haberse recorrido fácilmente en tren o auto; el 38% eran vuelos ultracortos de menos de 500 km. El vuelo más corto registrado fue de sólo 21 km.
Casi el 80% de la población mundial no ha volado nunca y sufre las emisiones de la aviación, perjudiciales para el clima, afirma Greenpeace. En un momento en que el Foro de Davos afirma estar comprometido con el objetivo climático de 1,5 °C fijado en París, esta «fiesta anual de jets privados» es una clase magistral de hipocresía y mal gusto.
Por otra parte, sectores juveniles, autónomos y progresistas de la sociedad civil helvética repiten las convocatorias de años precedentes para denunciar al Foro de Davos, “que lleva más de 50 años pretendiendo salvar el mundo. Sin embargo, son precisamente ellos quienes siguen vitoreando al capitalismo y la crisis climática”, subraya un grupo de organizaciones que se movilizan el fin de semana previo al comienzo del Foro.
En la Casa del Pueblo de Zúrich (Volkshaus), se realiza “El otro Davos”, que se autodefine como “un contra evento” y que lanza como lema: «en solidaridad contra la inflación, contra la catástrofe climática y contra la guerra». El mismo sábado 14 se inicia la “Huelga contra Davos”, por la justicia climática, una marcha de 26 kilómetros a partir de la ciudad de Küblis que, pasando por Klosters, intenta llegar hasta la sede de las reuniones del WEF.
¿Alternativas desde Davos?
Una voz con propuestas y soluciones globales o un Foro repetitivo y devaluado. Tal es la cuestión que, nuevamente, surge en torno a la nueva edición del WEF de la tercera semana de enero.
Detrás de cada iniciativa internacional se encuentran individuos, personalidades. El WEF no es excepción a la regla. Dentro de su Consejo de Administración, muchos son los rostros conocidos.
Algunos de ellos, entre otros: la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva; Christine Legarde, presidenta del Banco Mundial; Knozi Okonjo-Iweala, directora de la Organización Mundial del Comercio; el ex CEO de la Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe; Andre Hoffmann, ejecutivo de numerosas empresas multinacionales entre ellas el Holding Roche; Marc Schneider, presidente-director de la Nestlé (https://www.weforum.org).
Davos, su estructura organizativa, la inmensa mayoría de los participantes habituales, las exigencias económicas para asistir a este cónclave, expresan la visión hegemónica de este mundo sumergido en crisis políticas, militares y económicas. Son rostros y voces del poder y para el poder. Llegan a Davos los que ya dirigen las riendas planetarias.
El planeta Tierra, en llamas, sigue buscando y esperando soluciones climáticas, de democracia y de recuperación económica con equidad. Una sociedad mundial sumergida en la incertidumbre. Y en este concierto, un Davos devaluado. Un poco más de los mismo.
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