Por: Práxis – Socialismo ou Barbárie
“La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo”, Marx.
Esta semana tenemos la visita del papa Francisco al Brasildurante la Jornada Mundial de la Juventud que se realizará en la ciudad de Río de Janeiro entre el 23 y el 28 de julio. Esta jornada transcurrirá en medio de una ola histórica de protestas contra el aumento al pasaje del transporte ocurrida en junio que abrió una nueva etapa en la lucha de clases en el territorio nacional.
La visita del Papa, al contrario de lo que se dice comúnmente en los medios, no es neutral ni tiene objetivos meramente “religiosos”
Por la repercusión nacional y mundial de este evento, es fundamental que durante esta semana todos los sectores seriamente comprometidos con los trabajadores y con la juventud desenvuelvan acciones de repudio al Papa (y al Vaticano) por sus posturas reaccionarias frente a los principales problemas políticos de la actualidad.
Junto con esto, debemos denunciar que la visita del Papa, al contrario de lo que se dice comúnmente en los medios de comunicación, no es neutra, ni tiene meramente objetivos religiosos. La llegada del máximo representante del Vaticano se suma a las iniciativas de los gobiernos (principalmente el de Dilma-PT) y del Parlamento, como es el plebiscito y la reforma política, que buscan sacar a las masas de las calles para que nada fundamental de la realidad del Brasil sea modificado.
La Iglesia quiere ganar a la juventud para su proyecto reaccionario
La Jornada Mundial de la Juventud fue creada en 1985 por el papa Juan Pablo II. Este Papa cumplió un papel político reaccionario durante los finales de la década del 80 y del 90, en un momento en el que la lucha de clases de las masas trabajadoras en varios países del mundo cuestionaban gobiernos burgueses dictatoriales, estados burocráticos y las políticas neoliberales que fueron desarrolladas en Europa a comienzos de los 80.
En el interior de la Iglesia también hay, por un lado, una persecución brutal contra las tendencias más progresistas (Teología de la liberación), y por el otro, existe un apoyo total a los sectores que defienden una idea de una Iglesia del espectáculo y alienada de los problemas concretos de la vida (como la Renovación carismática).
Después de la muerte de Juan Pablo II es electo como Papa Joseph Ratzinger. Antes de esto había sido nombrado en 1981 como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, institución que en los “tiempos modernos” vino a sustituir a la Santa Inquisición por orden de Juan Pablo II. Desde ese puesto, Ratzinger fue responsable de perseguir y silenciar a figuras como el conocido teólogobrasileño Leonardo Bof, que representaba a los movimientos reformistas dentro de la Iglesia.
Electo Papa en 2005, asume como Benedicto XVI y da continuidad, sin rupturas, al pontificado de su amigo Juan Pablo II. Esa continuidad sirvió para que se acumulasen las contradicciones en la Iglesia, y pasasen a primer plano la corrupción, la participación de la Iglesia en el lavado de dinero y las denuncias sistemáticas de pedofilia.
¿Francisco, el Papa de los pobres?
En medio de esta crisis Benedicto XVI dimite y es elegido Jorge Mario Bergoglio (papa Francisco). Una vez elegido surgen acusaciones de colaboración directa con la dictadura militar argentina, que hizo la vista gorda frente a la desaparición de niños y al secuestro de dos sacerdotes que ejercían bajo su mando.
Recientemente, antes de ser elegido, se ubicó al frente de una furiosa campaña contra el matrimonio entre personas del mismo sexo y contra el derecho al aborto en Argentina. Temas sobre los que, el nuevo Papa “de los pobres”, prudentemente, aún no se ha pronunciado. Las medidas adoptadas hasta ahora por el nuevo Papa fueron en el sentido de establecer un mayor control sobre la cúpula financiera de la Iglesia y por la vía de un sinnúmero de pequeños gestos, tratar de construir una imagen simpática para diferentes sectores, sin que esto se tradujera en ningún cambio significativo.
A pesar del respeto que tenemos sobre el sentimiento religioso de las masas populares (“La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo”, Marx), la ideología religiosa y las iglesias han colaborado con el mantenimiento de la explotación capitalista con el señuelo de la justicia divina en el cielo mientras construyen verdaderos imperios terrenales de poder en la tierra.
Estas instituciones son los enemigos de la lucha de los trabajadores y la juventud, ya que la acción directa de las masas en las calles, incluso aun sin un programa anticapitalista, puede evolucionar en un cuestionamiento general de la sociedad capitalista y de las instituciones que la apoyan; por eso es que la política del Vaticano es desviar la lucha en las calles por alguna salida conservadora.
Luchar contra todas las formas de explotación y opresión
Es dentro de esta perspectiva crítica en relación al papel reaccionario que cumple la Iglesia Católica y su líder supremo en el escenario mundial, y la nueva situación política nacional, es que tenemos que encarar la visita del papa Francisco a Brasil.
La llegada del Papa a Brasil y la posición reaccionaria de la Iglesia con respecto a las luchas democráticas, ponen en relevancia cuestiones decisivas. La estructura capitalista patriarcal brasileña es responsable de una situación insostenible de explotación y de opresión contra las mujeres trabajadoras. El Estado no garantiza el derecho al aborto libre y seguro para las mujeres, lo que provoca la muerte de miles cada año.
Incluso después de la ola de protestas intentaron relanzar proyectos como el denominado “cura gay”, que patologizaba a las minorías proponiendo tratamiento psicológico para los homosexuales, u otras iniciativas reaccionarias dentro del Congreso Nacional y del gobierno que no dejan de ser promovidas. Ejemplo de esto es el actual proyecto de ley sobre el Estatuto del No Nacido, que está esperando tratamiento en el Congreso, el cual prevé la criminalización de la interrupción del embarazo y el registro de todas las mujeres enmarañados en el sistema nacional de salud con el fin de aumentar aún más el control estatal sobre el cuerpos de las mujeres.
Superemos la fragmentación de la lucha
La coyuntura explosiva de junio ya pasó, pero la nueva etapa política mantiene las características que van a estar presentes en todas las coyunturas dentro de esta nueva etapa, siendo una de la más importantes el despertar de las masas para la acción política en las calles y su indignación con todos los poderes establecidos. Es sobre esa nueva realidad que debemos apoyarnos para la acción política.
La ola de protestas de junio fue victoriosa en la medida que consiguió frenar el aumento del transporte en prácticamente todas las ciudades. Pero las medidas para asegurar las demandas del transporte público, la salud y la educación, así como la reducción de la jornada laboral, la reforma agraria y otros reclamos, requieren de enfrentar de conjunto las políticas neoliberales, contra los gobiernos de turno y contra los intereses de las clases dominantes y contra todos sus representantes espirituales, siendo la Iglesia uno de los más poderosos.
Esta lucha sólo puede ser llevada acabo con la más grande unidad de la juventud y la clase trabajadora en torno a un programa anticapitalista que encare el conjunto de los reclamos y demandas que fueron planteados en las calles en junio. Es en esta perspectiva que debemos actuar esta semana.
Durante estos días, todos los sectores independientes del gobierno y de los patrones, como la Conlutas, no pueden repetir los errores del 11 de agosto. En esa ocasión la lucha fue planteada sin que los sectores que protagonizaron las jornadas de junio fuesen llamados a participar en la preparación de la lucha. Hubo una fractura entre los sindicatos, y los sectores que estuvieron al frente de la explosión de la rebelión de junio. Esta postura de las centrales, inclusive de Conlutas, terminó atentando contra la propia movilización del 11.
Es necesario revertir esta postura. Todos quienes estamos comprometidos en la lucha contra la explotación debemos reforzar los actos, marchas y otras iniciativas para legalizar el aborto, contra la violencia de género, los derechos civiles de los homosexuales, etc. Nosotros, desdePraxis, levantamos la bandera del derecho al aborto legal, seguro, público y gratuito, por el retiro del proyecto de Ley del No Nacido, la caída definitiva del proyecto de la “cura gay”, y por la igualdad de los derechos civiles entre heterosexuales y homosexuales. Además de darle continuidad a la lucha por salidas anticapitalistas para el transporte, la salud y la educación, y por la Asamblea Constituyente Revolucionaria contra la maniobra de “reforma política” realizada por los gobiernos capitalistas de turno (especialmente Dilma-PT) y el Congreso Nacional.
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