Fuente: Rebelión
Ante la situación que atravesamos en el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP) la Comunidad de Arte y Cultura Irpiri –junto al grueso de actores que resistieron al Golpe de Estado en Bolivia el año 2019- se manifiesta para dejar en claro su postura. La postura no se trata de un pedido –menos un ruego- sino que se trata de la expresión de una necesidad concreta.
En esta pacha, en esta nuestra tierra, los pueblos originarios nos reafirmamos siempre con la premisa y el horizonte de transformación constante, de vislumbrar a nuestro jacha uru, nuestro Pachakuti, en la senda de nuestra revolución cultural del presente. Por ello es importante recordar de donde es fruto este nuestro proceso, es claro que no es de memorizar consignas del vivir bien y de solo llamarse revolucionario o descolonizador. El Proceso es brote de luchas inclaudicables de nuestros ancestros, pueblos originarios, organizaciones sociales, de un pueblo libre cohesionado en el nacimiento del Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (IPSP).
La unidad de nuestro instrumento político es fundamental y así lo señalan algunos dirigentes del pacto de unidad -y de la estructura misma del partido- al menos desde el discurso, sin embargo, el hecho es que solo se reitera una consigna de modo retorico, la distinción recae en tomar conciencia real de las consecuencias de no lograr unidad interna en el Instrumento.
Dejando de lado la intensión de construir un discurso moralista que llame a la “unidad interna” es fundamental comprender la situación (el tiempo) en que estamos, para así entender las consecuencias de ser actores y testigos de un instrumento que puede terminar quebrado.
En esta línea se debe considerar que:
1) Existe en el Instrumento una confusión –fruto de cierta pedagogía política- que quiere evitar mostrar cualquier tipo de discrepancias y opiniones divergentes en su seno interno. La referencia es a una pedagogía que tiene que ver con una percepción generalizada en la política en general, percepción en la que se asume que la discrepancia -en sí misma- es mala y que obliga a que intentemos, cotidianamente, esconderla.
No nos referimos a “una opinión” de uno u otro líder, sino a la percepción en general que se tiene sobre la pluralidad al interior del Instrumento. Nuestra experiencia -desde el espacio del campo político- ha asentado esta imagen de la política; una imagen de unidad forzada por una aparente armonía como cualidad exigida.
2) Vivimos un olvido del significado de la comunidad. Olvido que tiene que ver con creer que ella implica -a priori- ese espacio de convivencia armónica. Es decir, creemos que la comunidad se hace en el lugar en el cual estamos, el nosotros, que tiene lo común enfrentado a los demás que son los diferentes que deben ser excluidos.
Estamos en contra de esta idea, porque asumimos que la COMUNIDAD es ante todo espacio de acogida. Ella es la que recibe a quien lo necesita. Es la apertura al diferente con el que no se tienen cosas en común porque lo común es lo que -al convivir- se construye. Esa es sabiduría de vida que hemos aprendido y que se hace de fundamento para el vivir, la política y hacer el Instrumento.
3) Por ello la política es siempre espacio de encuentro para la convivencia. Es nuestro encuentro entre diferentes y diversos, por eso la política es nuestra escuela para hacer la comunidad.
Sabemos esto por nuestro caminar en la vida porque nadie que venga de una comunidad asume que una decisión ahí esté tomada de manera directa, porque la decisión es algo que emerge, siempre, fruto de mucha discusión (en asambleas de los pueblos puede durar horas un solo tema). Es lo que se vive, un ejemplo común: al momento de tomar la decisión de salir a un bloqueo de caminos, se asume la trascendencia de una decisión de ese tipo, y por ello no se podría tomar “a la ligera” tal decisión, de ahí que se discute, se hace AKULLI y se llega a un punto de CONSENSO. El consenso es un punto de LLEGADA, pero nunca el punto de partida.
La diferencia ha sido y debe ser lo que se muestre como lo propio del Instrumento, el consenso es lo que mostramos como resultado.
Decidir en el diálogo y la discusión interna se hace, una necesidad para recuperar la comunidad entre lo diferente como lo propio del Instrumento. Aparentar estar unidos escondiendo las diferencias trae una consecuencia concreta; la autodestrucción. Esconder las diferencias corroe la comunidad y así no se puede terminar de construir.
Es estratégico comprender que la discusión es el medio para fortalecer al Instrumento. Discutir y deliberar es algo que permite fortalecer un instrumento que por su dimensión y tamaño debe saber construir escenarios que permitan que la pluralidad es elemento fundamental que da cuerpo y vida a lo propio de nuestro Instrumento y por consecuencia al proceso mismo.
Al parecer no dimensionamos la cantidad de los miles de militantes que tenemos en el instrumento en todos los departamentos, -sin mencionar los que están en el exterior-. No somos igual que una cúpula reducida, por ello es importante lograr identificar la estrategia adecuada para que todas las voces sean escuchadas, y desde ahí decidir como un solo sujeto y aceptar lo determinado en su seno.
Acordar aceptar la determinación que se decida es la expresión de que antes de cualquier particularidad está el proceso y el proyecto, tal madurez nos muestra una militancia consecuente que le puede dar continuidad en el tiempo al instrumento. Exigir a priori imponer una postura como la auténtica, muestra una actitud en la que no nos interesa la comunidad, mucho menos el Instrumento y proceso, sino sólo la visión de uno.
Lo expuesto abre una puerta que, por principios a la memoria de las luchas de nuestros pueblos originarios, nuestras organizaciones sociales y nuestra militancia plurinacional, impulsemos y reconozcamos la importancia de las elecciones primarias dentro del Instrumento. Elecciones internas que nos deben permitir que:
– Se elijan la mayor cantidad de candidaturas, es decir, que al margen del candidato a presidente y vicepresidente también elijamos diputados, senadores, etc.
– Se acuerde entre todos los bloques postulantes respeten los resultados a modo de ejemplo de conducta que refleje ante la sociedad la práctica democrática dentro el instrumento, que cada militante asuma la designación que se dio por el ejercicio democrático para irradiar una cohesión en el apoyo a los candidatos electos como expresión de una madurez política.
– Es elemental que fruto de la discusión interna se llegue a elecciones primarias con una AGENDA BÁSICA en la que se muestre un programa básico del instrumento que -se sabe- será respetado independientemente de quien gane esas primarias.
Este breve punteo nos muestra desde donde debemos sanar el Instrumento, y no tiene que ver, tanto con “inteligencia”, sino con la capacidad de PODER. Lo que significa que más que una cúpula, somos las bases quienes debemos lograr jalar y marcar la posibilidad de que la vía deliberativa y de discusión para hacer COMUNIDAD se imponga.
Es nuestra responsabilidad asumir la conciencia de la lucha inclaudicable que vive: en nuestras retinas, en nuestras mentes. En lo más profundo de nuestros ajayus vive la entrega, el esfuerzo, el sacrificio de nuestros padres, madres, de nuestros abuelos, de nuestras abuelas, heredamos un árbol genealógico de resistencia, de coraje, de lucha, que hoy ya va mostrando sus frutos. Este es el momento en el cual, para fortalecer a cada instrumento y al proceso de cambio, se hace necesario recuperar espíritu de COMUNIDAD para articularnos desde las bases y hacer unidad que logre hacer historia.
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