Por: Adán González Liendo
Hace unos días tuvimos un inesperado coloquio en Twitter con Residente (René Pérez Joglar), el vocalista de la banda boricua, Calle 13. A través de la mencionada plataforma de microblogging, hicimos referencia a la valiente decisión de Ska-P, agrupación española, de rechazar la nominación a los Grammy Latinos e hicimos una justa analogía con la postura de Calle 13, que sí ha participado en las ceremonias del gramófono y hasta ha recogido los trofeos, a pesar de la protesta contra la payola (*) en 2011. Analizaremos, a continuación, las respuestas de Residente en relación con nuestro emplazamiento. Repetimos. Hicimos el comentario sin ánimo de que nos replicaran, pero sucedió lo opuesto y ello nos brinda una oportunidad de oro para colocar las piezas en su santo lugar.
Lo primero que transcribió Residente fue: Cada cual tiene su estrategia. La nuestra es inclusiva no exclusiva. Llevar el mensaje a donde nunca llega. un abrazo! (sic). Sin duda, a primeras luces es una salida políticamente correcta. Cada quien hace lo que le parece y eso se respeta. Ahora bien, Calle 13 no perdía nada con no ir a los Grammy Latinos (¡no era el Armagedón!) y ganaba en demasía si declinaba las lisonjas de la mafia mayamera de la música. Todos sabemos que los Grammy Latinos son una repartición de regalos entre los capos y los protégés de la industria capitalista de la discografía. El clan de los Estefan controla el circo donde se da una palmadita a los artistas más payoleros del cuadrante hertziano; cualquiera que ose diferir de esa maquinaria grotesca es vetado de los medios latinos en Miami y el resto de Estados Unidos. De allí el pánico de algunos de contravenir la línea de los Grammy Latinos, versión degradada y desacreditada, inventada en 2001, de los Grammy anglosajones. Es sustancial portar el mensaje a donde nunca llega, muy cierto, amigo Residente. Pero, ¿será que participar de la gansada y aceptar los premios- es una manera idónea de luchar contra vicios como la payola? Creemos que no. ¡Eso devalúa el mensaje!
Después, el líder de Calle 13 lanzó lo que lucía como un tiro por elevación a los camaradas de Ska-P: Rechazar algo cuando no tienes nada que (sic) perder no es muy heróico (sic) que digamos. Pero no se trata de eso si no (sic) de llevar un mensaje. Al contrario, amigo Residente, Ska-P -al hacer el desplante a los Grammy Latinos- aquilató más admiración y respeto de sus seguidores. Lo común es aceptar las nominaciones, lo antagónico causa curiosidad y asombro. A pesar de no ser una banda tan popular en el mainstream, como Calle 13, Ska-P tuvo el coraje de enfrentar a la cosa nostra de los pentagramas y espetar un sonoro, un contundente adverbio negativo. Ello sí es un acto, no de heroicidad, amigo Residente, sino de claridad y consecuencia ideológica. En realidad, Calle 13 no necesitaba ir a una ceremonia de los Grammy Latinos -en 2011- porque ya tenía una audiencia consolidada en toda América Latina y Europa: el mensaje, amigo Residente, ya había sido propagado por otras vías más efectivas que el mismo Grammy. Adversar la payola y unirse a la parodia mayamera, es como dictar una charla escolar sobre la paz ¡con un AK-47 en el brazo!
Justo después del tweet anterior, Residente colocó en su TL una certeza del tamaño de una catedral: Es facil (sic) ir a tocarle a un publico (sic) que ya está de acuerdo contigo. Lo dificil (sic) es tirar un mensaje donde nadie esta de acuerdo. Tienes toda la razón, amigo Residente, sólo que hay un detalle: estamos hablando de la mafia de la industria discográfica y no del público en general. ¡No confundamos ambos elementos! Rechazar una nominación al Grammy no es excluir a nadie, es platicarle claro y fuerte a un poder fáctico del sistema capitalista y explotador. Hasta podríamos devolver la pretérita frase a Residente, de la siguiente manera: Es muy fácil decir que sí a los poderosos. Lo difícil es decirles que no.
Más adelante, hicimos referencia a la bravía actitud del camarada Le Duc Tho (**), quien repudió el Premio Nobel de la Paz en 1973, con lo cual demostramos que tal actitud no era para nada un gesto de cobardía y Residente respondió: Ese caso es distinto al que mencionaste inicialmente [el de Ska-P] por muchas razones. te (sic) dejo pa (sic) seguir escribiendo. Que tengas un buen día! (sic). Amigo Residente, sinceramente no vemos diferencia entre el affaire Le Duc Tho y lo que hizo la gente de Ska-P. Dos posturas verticales, monolíticas y sin concesiones. Tal vez la única disimilitud entre el contexto del diplomático vietnamita y el de la banda de ska ibérica, es que el primero no aceptó un Nobel (distinción centenaria con mellada credibilidad) y los segundos repulsaron una verdadera bazofia. Cest tout!
Al cierre del intercambio de opiniones con Residente, hicimos la humilde petición al colectivo de Calle 13, de rehusar futuras postulaciones a los Grammy Latinos, a lo cual el vocalista apuntó: Sería limitarte. Perder la oportunidad de comunicarte con millones q (sic) nunca se han expuesto a temas que dicen algo. mala (sic) tu idea. ¿Será mala idea no convalidar la mascarada de los Estefan e instrumentos tan perversos como la payola? ¿Será mala idea deslindarse de la camorra mayamera y asumir una actitud más auténtica? ¿Será mala idea la coherencia entre las palabras y la praxis? Reiteramos, Residente: Calle 13 ya se comunica con millones en el orbe y no necesita de la boutade de los Grammy. A menos que el miedo al pase de factura de los capos de la música sea mayúsculo, ¿cierto?
Sin embargo, en esta reflexión hasta nos otorgaremos la licencia de ponernos en los zapatos de Residente y Calle 13, y asumir como válida la necesidad ¿inexorable? de ir a los Grammy Latinos para llevar el mensaje. En vez de aceptar los galardones y gritar una espontánea (¡y trunca!) proclama contra la payola, ¿por qué no deplorar los Grammy en pleno evento y abandonar el recinto? Hubiesen podido afirmar frente a los micrófonos: Rechazamos este circo y este premio porque son una burla al artista. Son el símbolo de la explotación y la payola en el mundo de la música. ¡Listo! Pero nunca fueron capaces ni de eso, amigo Residente. ¿Ves por qué es inevitable el parangón con la actitud de Ska-P?
En el decenio de 1990, conocimos la payola mientras laborábamos en el área de musicalización de una célebre estación de radio juvenil del estado Vargas, en Venezuela. En especial, nos obligaban a difundir ocho veces al día a cada artista de moda. Una vez que no cumplimos con ese requisito, por un descuido, casi perdemos el trabajo. Nuestros jefes recibían regalos o estímulos por pautar a ciertos cantantes y nosotros, sin cuestionar, sólo debíamos hacer nuestro trabajo. Por ejemplo, la disquera Rodven, filial del grupo Cisneros, tenía en 1995- una división de medios de comunicación denominada Publifon y ésta ejercía un férreo control sobre las emisoras a escala nacional. Al final nos rebelamos y nos despidieron a los pocos meses. À savoir, la industria de la música y la payola van de la mano, amigo Residente. Por lo tanto, acudir a los Grammy Latinos a tomarse fotos y montarse en la tarima, como si nada, hace un famélico servicio al mensaje que pretenda derribar el abyecto imperio del gramófono dorado con tragamonedas.
(*) Payola es un término que viene de la contracción de pay (pagar) y Victrola, famoso artefacto de la compañía RCA Víctor. También conocido como pay to play (pagar para sonar), la payola es el ofrecer o pedir dinero para colocar las producciones discográficas de ciertos artistas en las estaciones de radio. El disc-jockey estadounidense, Alan Freed, fue el primero que admitió haber aceptado payola, en 1959, y tuvo que comparecer ante el Congreso de ese país. En 2005, Sony BMG (disquera de Calle 13 hasta 2011) fue multada con 10 millones de dólares por ejercer dicha práctica ilegal en Estados Unidos; desde entonces, sellos como Warner Music Group, Universal Music Group (antigua PolyGram), Capitol Records y Walt Disney Records, han sido acusados de utilizar la payola para promocionar sus catálogos de talentos.
(**) Le Duc Tho fue un famoso político vietnamita, cofundador del Partido Comunista de Indochina. Participó en la Guerra de Vietnam y fue artífice de los Acuerdos de París, de 1973, que pusieron fin a la intervención estadounidense en el sureste asiático. El Premio Nobel de la Paz de ese año (1973) fue conferido a Le Duc Tho y a Henry Kissinger. El vietnamita no aceptó el reconocimiento, entre otras razones, porque su nación siguió en combate y la paz no fue inmediata; además, Washington y Saigón habían violado gran parte de las negociaciones logradas en la Ciudad Luz. De hecho, la conflagración en Vietnam se extendió hasta el 30 de abril de 1975, día de la caída del régimen títere de Saigón.
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