Por: Radicales Libres de Colombia
Esta historia se continúa repitiendo en Colombia, ayer y ahora, en un nuevo proceso colonizador acorde con ese nuevo rostro del capitalismo llamado neoliberalismo, pero igualmente como herencia de lo ejecutado por los españoles en la conquista, teniendo desde el pasado y ahora como fondo una clase
En los llanos Orientales, en un sitio fronterizo entre Colombia y Venezuela, desde tiempos inmemoriales, vivía un grupo indígena Cuiva (de la familia Guahibo o Sikuani) y en la tarde del día veintiséis de diciembre de 1967 unos vaqueros de la región dieron muerte a dieciséis de ellos. El lugar de los hechos se llama La Rubiera y, para darles muerte, los vaqueros llaneros invitaron a los indígenas a comer y, cuando tal hacían, los atacaron con garrote y cuchillos; y cuando huían, les hicieron fuego con escopetas y revólveres; y sus cadáveres, al día siguiente, fueron arrastrados con mulas varios centenares de metros e incinerados; y sus restos revueltos con huesos de vacunos y de porcinos. Dos indígenas sobrevivieron y por ellos se supo de la muerte de sus parientes.
Cuando las autoridades de Colombia y Venezuela iniciaron la investigación, todos los procesados, confesaron espontánea y naturalmente su participación en los hechos, con lujo de detalles, pero con la afirmación categórica de que “no sabían que matar indios fuera malo”. La Rubiera ha sido un episodio más dentro de la guerra emprendida contra los indios en el marco del proceso continuidad de colonización y, en general, de incorporación de “tierras nuevas” iniciado en la segunda mitad del siglo XIX. Todo un Genocidio y un robo continuado desde la llegada de los españoles, a los pueblos Indígenas de sus territorios.
En un contexto un poco diferente, esta historia se continúa repitiendo en Colombia, ayer y ahora, en un nuevo proceso colonizador acorde con ese nuevo rostro del capitalismo llamado neoliberalismo, pero igualmente como herencia de lo ejecutado por los españoles en la conquista, teniendo desde el pasado y ahora como fondo una clase históricamente afincada en el poder, que genera una gran avalancha de conflictos en los territorios, siguiendo obedientemente los parámetros de un “nuevo ordenamiento mundial”.
Según fuentes autorizadas de la Organización Nacional Indígena de Colombia ONIC, desde el pasado 12 de octubre, fecha que recordó la llegada de los conquistadores a sembrar de muerte, robo, esclavitud, sometimiento, despojo y pobreza estas tierras, la “minga social indígena y popular” estuvo en pie de lucha en 18 Departamentos, con 24 puntos de concentración, enfrentando la represión y el exceso de fuerza de parte de los efectivos del ESMAD, la policía y el ejercito nacional, que dejaron un panorama represivo en contra de niños, jóvenes, mujeres, mayores y población en general. Fueron 15.000 indígenas movilizados a lo largo y ancho de la geografía Colombiana, según fuentes del Operativo Nacional de la Minga Social Indígena y Popular.
Las autoridades y delegados de los pueblos y organizaciones indígenas agrupadas en la ONIC, según comunicado de esta organización, mantienen su postura de defender los cinco puntos de la Agenda Programática de la Minga: Territorio, Sector Minero Energético, Tratados de Libre Comercio y Política Agraria, Derechos Humanos Conflicto Armado y Paz y finalmente, Autonomía y Gobernabilidad. El 17 de octubre, el Gobierno Nacional y los delegados iniciaron negociaciones adelantadas en el Resguardo la María, Municipio de Piendamó en el Departamento del Cauca, sobre los temas y exigencias presentadas por los Pueblos Indígenas participantes en la Minga en cuyo contexto el Gobierno se comprometió a dar respuesta sobre los temas y exigencias presentadas por los Pueblos Indígenas participantes en la Minga.
Igual a los argumentos de parte del Gobierno en los diálogos que se adelantan en la Habana con la insurgencia de las FARC, respecto a no tocar el modelo económico, también en los diálogos que se adelantan en la María Piendamó con los indígenas, este fue uno de los palos en la rueda.
El contexto de esta negociación, teniendo en cuenta nuestra historia, desde la llegada de los conquistadores y el papel jugado históricamente por los gobernantes, nos lleva a recordar el dicho popular de que “tras de ladrón bufón”. Y es que en esta País a los ladrones de cuello blanco, finalmente hay que pedirles disculpas, mientras que Colombia continua descuadernándose y los pueblos originarios deben recurrir a la lucha, al derramamiento de su sangre para exigir lo que históricamente les ha pertenecido.
Finalmente, el 23 de octubre, desde el Resguardo “la maría” en Piendamó Cauca, la Organización Nacional Indígena de Colombia ONIC produjo un comunicado a la opinión pública, nacional e internacional señalando que la comisión política de la Minga, compuesta por delegados y delegadas de las macro regionales de la ONIC y el Gobierno Nacional, estuvieron trabajando durante seis días, a partir del 17 de octubre los cinco puntos de exigencias de la minga.
Informan que lograron avances en el ejercicio pleno de los derechos de los pueblos indígenas destacando la expedición de un decreto de origen constitucional para el funcionamiento de los territorios indígenas, las autoridades, el gobierno, así como los sistemas propios de salud, educación y la administración propia de los recursos del sistema general de participaciones. Señalan que además lograron asignación de recursos para la compra de tierras destinadas a los pueblos indígenas, agregando que igualmente acordaron procedimientos para el trámite de una meta de 400 expedientes de saneamiento, ampliación y constitución de resguardos, como también de parte del gobierno hubo el compromiso del fortalecimiento de la guardia indígena para protección y control social territorial.
No hubo acuerdos con el Gobierno en la solución estructural del problema territorial, en la exclusión de los mega proyectos minero-energéticos en los territorios y en las políticas de libre comercio.
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