Por: José Antonio Medina Ibáñez
La ausencia de 13 jefes de estado fue un golpe bajo para considerar la cumbre como exitosa, pero la aparición latinoamericana como destino de más de 100 mil millones de dólares en el primer semestre del año y la creciente internacionalización de sus empresas han obligado a la “renovación”.
A los latinoamericanos les queda poco de cualquier cumbre mundial, no están por creer en los resultados de estas reuniones políticas: Europa no tiene esa exclusividad.
A muchos millones, poco les han interesado o celebrado las trascendencias de las decisiones sobre América Latina y el Caribe (ALC) del todavía secretario general Enrique Iglesias. Sin duda que el desconocimiento y la larga transición hacia el desarrollo privan el interés sobre quién le sustituya.
Sin embargo eso de que el foro pasará a ser bienal ha revestido a la cumbre de una especie de reconocimiento, en comparación con los acontecimientos mundiales de la crisis norteamericana y europea. Esta adaptación se ha interpretado como una buena afirmación a su quehacer económico y social, todavía distante del mundo desarrollado.
Las cumbres siempre han sonado a improductivas y escasas de talento. Pero hoy 600 millones de latinoamericanos, una paz consolidada y un crecimiento económico sostenido parecen haber creado una mayor cuota de responsabilidad mundial sobre el futuro de esta región; por ello el disminuir la influencia de la aportación económica española a la Secretaría General Iberoamericana (del 60 a 50%) y acrecentar la obligatoriedad y compromiso de la latinoamericana se ha considerado, más que un carácter obligatorio, como el ocupar un nuevo espacio internacional.
La ausencia de 13 jefes de estado fue un golpe bajo para considerar la cumbre como exitosa, pero la aparición latinoamericana como destino de más de 100 mil millones de dólares en el primer semestre del año y la creciente internacionalización de sus empresas han obligado a la “renovación”: más cohesión social, económica y política latinoamericana y a un nuevo acercamiento con la UE.
Considerando cierto lo anterior, lo que los verdaderos creadores de los (des) equilibrios sociales quieren saber es qué ha traído de nuevo esta cumbre: poco, a corto plazo diría ahora mismo, no obstante a todos ha parecido que la historia está cambiando y que España y Portugal están realmente amilanadas. La incorporación de Japón como observador, la diversificación de los mercados con China como protagonista y formar parte de las economías más importantes del mundo, han alterado las reglas en un mundo más multipolar.
Con todo, algo falla para que se desprecien estas cumbres: quizá el haber esperado 22 años para un cambio que todavía está por venir en Veracruz (2014), quizá porque la pobreza y la desigualdad social permanecen o, quizá porque no se han asumido definitivamente los valores propios de la cultura latinoamericana: idioma, intereses; lo que llamamos: identidad.
Pues bien, la apuesta de ALC por ser más latinoamericana ha sido aceptada por Norteamérica, Europa y China: Venezuela tiene la reserva de petróleo más importante del mundo, Chile es el principal productor de cobre de la tierra, el bloqueo cubano no ha destruido la presencia del socialismo, es una región pacífica y democrática y representa, según Enrique Iglesias un mercado de 8 mil trillones de dólares. Un escaparate apetecible e implantado por todos y por los interlocutores: Las cumbres.
Al entenderse y aceptarse, hoy más que nunca, la inestabilidad del sistema del capital, no se puede desconocer su reacción natural: imponer mayor cooperación y reconocimiento internacional en destinos prósperos y análogos. Puede ser que de ello se derive la presencia en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos de México, y Chile y, prontamente de Colombia y Costa Rica.
Aunque en ALC EEUU se mantenga como el principal inversor extranjero, China gane terreno y España lo pierda, la realidad de la calle latinoamericana es que el perfil y ascendencia español está consolidado: sus costumbres y su idioma se han hecho propios; se han latinoamericanizados. Toda una gran ventaja que cohesiona, poco importa el que mande en el reino de los borbones.
Al soleado panorama internacional de ALC, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe advierte de las actuales negociaciones “mega-regionales entre Europa, América del Norte y Asia”, estos actores están llevando acuerdos que podrían impedir la participación de ALC, dejándola una vez más, fuera del conocimiento e innovación que proveen las nuevas tecnologías según CEPAL. El gran sueño de las translatinas y latinos siempre de un hilo y de las cumbres.
22 años pueden parecer demasiado para darse cuenta de la necesidad del cambio, pero es ahora cuando ALC se sabe considerada y con derecho para entrar en el círculo selecto de las influencias: EEUU ya no es la potencia polar y Europa está cansada.
Por ello, poco importa que se marche un secretario y venga otro, lo fundamental es el futuro de la región y la mayor visibilidad latinoamericana, la puesta en valor de sus intereses: es la típica cuenta de resultados, la de la pérdida y ganancia de lo que ahora se llama latinoamericanización.
Reconocer la necesidad de las conversaciones entre el Gobierno de Colombia y las FARC, lainternacionalización del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de ALC, la defensa del multilingüismo y el español en los organismos internacionales, imponer temas como la disputa de la soberanía sobre las Islas Malvinas, la solidaridad con Cuba, adoptar programas como el de la Ibercultura Viva y el Iberoamericano para el Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur o reafirmar el compromiso con los objetivos del desarrollo del milenio, nos deben hacer coincidir en la creación de hechos históricos.
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