Por: Freddy Cori Cahuaya
Lo que ahora se va conformando en el campo político boliviano es una coalición de facciones que tienen un factor común: el ser “anti Evo” o de forma más profunda, oponerse a lo que vamos a llamar el “momento Evo” de la política boliviana.
En ese sentido, este nuevo bloque político en proceso de constitución, que emerge desde dentro el masismo, lleva de forma congénita la oposición a lo que representa el Evo y lo que de Evo tiene el proceso de cambio.
La producción de identidades políticas, no pueden ser definidas a priori, ya que son un producto de la relacionalidad de los proyectos políticos en pugna y, por tanto, de cierta aleatoriedad de la historia, pero se mueven en marcos que pueden ser identificados.
En los discursos del nuevo bloque, se va imponiendo posiciones nuevas a las conocidas dentro del MAS. Desde sus representantes más influyentes se habla de que en Bolivia se necesita un momento de “pacificación” donde el poder transite no solo por los sectores populares e indígenas, sino donde “cualquiera pueda ejercer el poder”. Si lo que representa el momento Evo de la política es el cuestionamiento al carácter colonial de la realidad boliviana, que es transformada bajo la dirección del bloque popular; en la interpretación del nuevo bloque, la crítica a la realidad colonial sería un componente accesorio de la disputa política. Es lo que se ha ido planteando bajo la idea de “pluralismo”.
La acumulación del proceso político boliviano ha conducido a que los sectores indígenas y campesinos sean el factor clave del poder en Bolivia en los últimos años, hipótesis que la experiencia del Evo en el gobierno ha demostrado efectiva, lo que ha tenido como efecto que otros sectores de clase media sean relegados a mandos medios y a ámbitos técnicos secundarios. Entonces, este giro discursivo es la reacción interna, desde dentro del MAS, de una suave y moderada forma de decir que el poder no solo debe ser de los indios. Lo que puede ser una postura legítima, pero que tiene consecuencias en la dirección del proyecto político que se despliega.
Esta laxitud ideológica permite que literalmente todo lo que se opone a Evo entre a la canasta de los que van a conformar este nuevo bloque de poder. La aparición y articulación de los antiguos adversarios de Evo como Alejo Velis, Roman Loayza, Lino Villca, exdirigentes que fueron cayendo mientras Evo se imponía, así como todos aquellos que no eran parte del grupo de confianza de Evo y que fueron relegados, como Eva Copa y un largo ectétera, no es casual; así como la construcción discursiva de que las regiones como El Alto deben oponerse al Chapare, replicando los estereotipos impuestos a esa región en los años 90, tampoco es casual. Se trata de una reacción acrítica de los anti Evo, que opera incluso contra sus convicciones políticas. La reacción contra Evo hace que sus operadores se enfrenten a un reseteo ideológico, porque se ven obligados a abandonar sus antiguas convicciones para que su marco ideológico encaje con las exigencias pragmáticas actuales; en síntesis, es un momento forzado de apertura y flexibilidad ideológica. Ahí se entiende mejor lo que son los renovadores.
Si en el lado de Evo no existe la autocrítica necesaria después de la derrota de 2019, que lo conduce a realizar acciones cegadas por la idea de retorno al poder, sin tomar en cuenta los efectos de sus acciones para el proceso de cambio; en el lado del bloque renovador, el problema es más profundo, ya que no hay siquiera conciencia de que son producto de su misma oposición a Evo y que sus acciones se orientan más por su reacción contra él, y lo que él representa, que por tener un proyecto político propio.
Evo es acrítico, pero tiene un proyecto de poder, sus adversarios dentro del MAS son solo una reacción de lo que para ellos es Evo, ergo son dependientes de Evo. Este límite constitutivo de este nuevo bloque ira expresando de varias formas su reacción al “momento Evo” en los varios campos de la realidad, ya no solo en el discursivo; y, de esta forma, mucho del proceso de cambio, que inevitablemente está anudado a Evo, será despreciado por la reacción del bloque renovador. Así, tendremos la constitución de un nuevo proyecto dentro del campo popular, una mutación parasitaria de actores que piensan que se liberan de Evo al vencerlo, pero que sin embargo, son solo un momento interno achatado, venido a menos, de lo que se ha producido por el proceso de cambio y el “momento Evo” de la política boliviana.
En ese sentido, lo que estamos viendo actualmente con la conformación de un nuevo bloque político dentro del MAS es solo la continuidad de la crisis del 2019. Si el antievismo de la oligarquía clásica del país se tradujo en una propuesta racista y de reposición del estado colonial, la reacción anti Evo que se vive dentro del MAS es la mutación de ese proceso que llega a diseminarse al mismo organismo del MAS, lo que seguro tomará otras formas a lo visto en 2019, pero que está signado por la reacción al “momento radical” de cambios que representó Evo (no es casual que los detractores de evo dentro del MAS hayan asumido el epíteto del “ala radical” que justamente lo pusieron los sectores conservadores del país).
Entonces, así como lo que representó el pitismo fue un bloque político que se constituyó contra el Evo y el proceso de cambio, de la misma forma, ahora lo que se conoce como el bloque renovador, se constituye también contra el Evo y lo que del proceso de cambio está imbricado al Evo. Son movimientos que tienen un solo padre, lo que constituye su origen genético, por tanto define su forma futura. Por eso, lo que viene parece ser el momento de inflexión y viraje del proceso de cambio, donde todo el abanico anti Evo, desde la extrema derecha, hasta la extrema izquierda, pasando por los pluralistas, tienen altas posibilidades de consagrar el linchamiento al símbolo que les da sentido de existencia e inaugurar un momento ligth del proceso político boliviano: la hegemonía de los anti evo o anti radicales.
Por eso la deriva de los proyectos políticos no aparecen de la nada, son herederos de lo que su tiempo y fundamentalmente de lo que pretenden superar. Si el Proceso de cambio nació bajo el liderazgo de Evo contra el neoliberalismo, la dependencia y la realidad colonial, ahora el bloque renovador nace, en la negación de Evo y el proyecto que ha encarnado. Aunque los ideólogos del renovadurismo crean que siguen con el proceso de cambio y están solo extirpando su mal (al “evismo”), el movimiento estructural del que forman parte se terminará llevando gran parte de los orientadores políticos del proceso de cambio, si ellos triunfan.
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