Por: Esteban Rojas
El líder de la oposición que como un caprichoso “inocente” se fue a
Roma a entrevistarse con el papa Francisco y, se llevó un maletín de
mentiras que como vacío de ideas se extravió en El Vaticano y, en
cuanto vio al Papa, las piernas de la vileza se le doblaron de emoción
y dentro de su coito espiritual, vomitó de tristeza, al verse en la
casa de san Pedro desamparado, que con una confusión espiritual ovuló
una ilusión pasajera de espasmos celestiales y las estrellas del
firmamento se le configuraron como almas en penas que tuvo que
espaciar los cornetes de sus nariz como el que busca la droga de sus
sueños que despierten la fe de fingir un introito fugaz.
Más fue el espectáculo publicitario que la misión que él mismo se
impuso y ahora quiere fregar a la iglesia católica pidiéndole que se
involucre en una política de Estado y, busque una salida a la crisis
que inventó cuando quiso ser presidente sin ser elegido por el pueblo
que con su arrechera de amargura trató de tomarse el poder al fomentar
actos vandálicos y de violencia que dejó tras de sí varios muertos que
penan por su culpa.
Este inescrupuloso forjador de caprichos que como taimado inventa
caminos sombríos, no desperdicia situaciones ni circunstancias cuando
de perjudicar a otros se trata y, si son personeros del gobierno que
le son adverso más rápido y él se fue a El Vaticano a hablar mal del
presidente Maduro y de su gobierno con una sutileza que abruma la
ligereza de sus palabras cuando debió dirigirse al papa Francisco que
no está mal pensar que en los veinte minutos de entrevista el Papa
debió en privado con un silencio mordaz, pedirle a Dios, la paciencia
de no tener que pecar frente a un pecador consumado que imagina
maldades en prontitud y con sabiduría extrema no dejó de pagar
penitencia oral al oír un extraviado que sólo piensa en el poder con
una bajeza inmoral que el Santo Padre al despedirlo, lo único que se
le pudo ocurrir como un adiós de despedida fue, decirle, vaya usted
con Dios, sin más de regalo.
Y, Capriles, salió de la entrevista con el Papa como un boxeador que
logra la corona de los pesos pesados e inmediatamente frente a la
prensa sumisa se explayó como un alcaraván sabanero montado en un
potro de furia y, sin vergüenza alguna refirió que le pidió al vicario
de Cristo por Venezuela y, por los venezolanos que como apátrida en
grado sumo que, cada vez que viaja a otros países, lo que hace es
desfigurar a nuestro país y, ni por saudade nos deja en paz fuera y,
allá en El Vaticano anidó frases imprecisas que lo comprometen más de
lo que está en travesuras golpistas y, con determinación en solitario
quiere involucrar a los oligarcas de la iglesia a que le ayuden a
superar las divisiones que hay en el país entre pobres y ricos, pero
no dijo cómo y, además agregó entre sonrisas nerviosas que él fue a
allá a solicitarle al Papa que promueva el diálogo acá y, con
preocupación de quien no se preocupa por el estado que gobierna, le
manifestó a su Santidad su gran preocupación (por mi culpa por mi gran
culpa) el clima de confrontación que desarrolla el presidente Maduro
con su gobierno de calle con amenazas y chantajes, cosa nunca visto en
el país y que si él fuera el presidente (aunque lo es, lo dijo a la
calladita) otro gallo cantaría y, problemas de ninguna clase habría y
los venezolanos serían más felices que María Corina en la luna y, los
apagones por venir.
Además, Capriles, arrechamente, le dijo al papa Francisco en su órbita
de configuración facial con sus ojos perdidos de hundimiento de rabia
sin desperdiciar su tono de pacificador sin ambages en remojo que, en
Venezuela no existía un gobierno democrático. ¡No señor, Papa, no! En
Venezuela, mi país y bajo los ojos de su odio, lo que hay es un
réeeegimen sofocante, angustiante, atrevido, parcializado, comunista,
que se cogió lo que era de la oligarquía nouveaux riches, lo dijo en
francés, que lo que era de ellos se los dio a los pobres y por eso, y
sólo por eso, le pidió que había que promover inmediatamente una
salida democrática o, EEUU nos invade –ojalá, no lo dijo, lo pensó y
lo calló.
¿Qué dijo, el papa Francisco en la entrevista? Capriles sobre ese
particular ni asomó una sonrisa de credulidad y, nos dejó, esa
incógnita que será Julio Borges o, la joya de El Nacional, Elías Pino
Iturrieta, quienes lo acompañaron, los conmilitones encargados de
soltar sin relajos imprecisos e incentivar la fecundidad de la
entrevista que pasará a la Historia, uno como político de la guarida
de PJ y, el otro como historiador y editor adjunto de Miguel Henrique
en El Nacional. ¿Dirán la verdad? O quemarán las velas juntos
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