Por: Fernando H. Azcurra
El neo-desarrollismo reformista constituye la doctrina económica y política de la pequeña burguesía, y se asienta en algunas tesis básicas muy atractivas pero completamente falsas de la etapa por la que están pasando algunos países de América Latina.
Las concepciones del neo-desarrollismo reformista convocan a los partidos e intelectuales de izquierda a apoyar a gobiernos y movimientos políticos en Argentina y en América Latina que se enfrentan a los poderes mundiales y despliegan políticas populares. Con un reduccionismo de análisis y distorsión de las situaciones reales, defienden las bondades de sus políticas, ocultando la base de clase que tales procesos tienen y que, en definitiva, es una convocatoria a defender un tipo de capitalismo en lugar de incitar a su superación.
El neo-desarrollismo reformista que constituye la doctrina económica y política de la pequeña burguesía, se asienta en algunas tesis básicas muy atractivas pero completamente falsas de la etapa por la que están pasando algunos países de América Latina (A.L.) y en particular Argentina. El fundamento de su postura consiste en que el carácter fundamental de la lucha en A.L. pasa por comprender que: “en el horizonte está planteado esto: el tema hoy día infelizmente no es el socialismo, sino construir el pos-neoliberalismo. Una solución híbrida, pero que va de a poco haciendo avanzar la esfera pública respecto de la esfera mercantil, la hegemonía de un nuevo bloque de poder” (E. Sader, “Posneo-liberalismo en América Latina” – Buenos Aires, septiembre 2008 – Charla en la CTA). De manera que La lucha más grande de nuestro tiemposegún este planteo es la contraposición entre neoliberalismo y pos-neoliberalismo que muestra el siguiente conflicto u oposición:
Izquierda Derecha
– Pos-neoliberalismo Neoliberalismo
– Pro-Estado Mercado
– Políticas sociales Ajustes fiscales y laborales
– Integración regional Libre comercio
– Políticas “inclusivas” Políticas de desempleo
– Bienestar social Precarización social y laboral.
Esta es la línea divisoria fundamental impuesta por el modelo neoliberal.
La historia muestra que siempre “…hubo una izquierda moderada y una izquierda radical. La socialdemocracia fue un ejemplo de la primera, mientras que los comunistas y las fuerzas de la izquierda radical, de la segunda”. En A.L. hay ahora: 1) gobiernos pos-neoliberales moderados (Argentina, Brasil, Uruguay), son antineoliberales; 2) gobiernos pos-neoliberales radicales: Venezuela, Bolivia, Ecuador. (son antineoliberales y se proponen medidas anticapitalistas).
El reformismo neo-desarrollista no advierte el desfasaje actual en el propio campo burgués entre poder económico y administración del poder político. Las pequeñas burguesías, sus partidos y movimientos, dominan el campo de las relaciones políticas e institucionales en muchos países de A.L.; la ultraderecha capitalista carece de partidos organizados en el nivel nacional (excluyendo en Chile, Venezuela y Bolivia); al perder su capacidad de mando y órdenes sobre las FF.AA. nacionales carece la derecha capitalista del poder político-militar para imponer sus intereses, por eso despliega actividades políticas de “sabotaje” a los procesos reformistas: shock de mercados especulativos; presiones inflacionarias; agresiones al tipo de cambio; amenazas mediante el “riesgo país”; y todo tipo de exacerbación en la corrupción de funcionarios gubernamentales en todos los niveles: nacionales, provinciales, municipales, y hasta ONG. El campo burgués de la política muestra un conflicto áspero entre pequeña burguesía y burguesías (tanto internas como extranjera) que se despliegan como caminos de reformas y de asistencialismo social para con las poblaciones trabajadoras y de arrestos de autonomía de decisión en algunas políticas ante los poderes económicos mundiales e internos, que desagradan a unos y agradan a otros grupos corporativos, esto es, reflejan la rivalidad monopólica en la lucha política de la competencia mundial capitalista.
En Argentina el campo de la democracia popular encuentra las dos grandes clases de la política nacional: la pequeña burguesía y los trabajadores. Pero la hegemonía política e institucional le corresponde a la primera, y hoy administra la institucionalidad burguesa del Estado; la segunda sigue a aquella en sus reivindicaciones y avatares políticos de tal institucionalidad, ha dejado su individualidad política y de clase, pero poniendo su propio cuerpo en las dictaduras y en los gobiernos democráticos, persecuciones, torturas y desapariciones. A la hora del acceso a la administración del gobierno, sin embargo, recibe como mucho políticas “redistributivas”, pero jamás “compartir” el gobierno y acordar un frente sólido, fuerte y aguerrido para enfrentar a la reacción capitalista unificada interna + externa. En realidad el camino del reformismo democrático pequeño burgués que los neodesarrollistas y los “progresistas” de la heterodoxia política y económica esgrimen como “nacionalismo”, “anti-neoliberalismo”, “estatismo”, etc. es el discurso que oculta el hecho que se trata de un conflicto entre un “tipo” de desarrollo del capitalismo ilusamente “nacional y popular” y otro realmente vigente en lo económico “monopólico mundial y financiero”. La pretensión de insistir en el primer tipo, supone “generar” o “expandir” desde la pequeña burguesía, apoyándose en los trabajadores y la intervención económica del Estado y sus políticas “redistributivas”, un espacio político y económico de carácter burgués nacional que pueda proyectarse de modo autónomo hacia el mercado mundial. El capitalismo argentino “realmente existente” muestra, no obstante, la persistencia del “otro” tipo o camino: el corporativo rentístico e internacional. Que no exista burguesía nacional es un error notable de comprensión de la etapa actual del capitalismo mundial: Bunge y Born; Pescarmona, Pérez Companc; Pagani, Urquiza; Rocca; Macri, Coto; Soldatti; Brito; Bulgheroni; Eurnekian; Grupo Petersen, Grupo Clarín, etc. ¿Qué dicen? Pues no otra cosa que son “la” burguesía nacional con intereses y comportamiento exactamente coincidentes con la burguesía externa, y si bien hacen y harán pingües negocios con éste como con futuras administraciones por este estilo (si continuaran), no se siente política e ideológicamente expresadas y menos representadas y respetadas en la administración gubernamental ni en el campo diplomático internacional. De aquí que no aparezca como descabellado la financiación (junto con la embajada yanqui y la CIA) a figuras políticas que inventan “ad hoc” (Macri, De Narváez, ahora Massa), para desalojar este tipo de políticas y gestión del poder del Estado. Esta burguesía es totalmente reaccionaria y nada tiene que ver con la democracia popular aun la liderada por la pequeña burguesía.
Desde el punto de vista histórico mundial la democracia pequeño burguesa es completamente reaccionaria para con los fines e intereses de los trabajadores, desocupados, marginados, etc. o sea del pueblo llano. Pero ha abierto brechas en el espacio del país burgués y del aparato estatal. Tal como se están dando esas “brechas” reformistas, permiten o abren paso para que no sólo sea la pequeña burguesía y las burguesías las que obtengan ventajas, sino que abre el campo de los conflictos para que los trabajadores, sus partidos y organizaciones políticas, puedan desarrollar sus propios intereses de clase, y las agrupaciones políticas puedan desplegar en mejores condiciones sus actividades y “disputarle” la dirección de los movimientos hacia un cambio auténtico del sistema y no de “mejoras” que las más de las veces no se pueden sostener en el tiempo ni en las instituciones legales. Lo conveniente en términos de estrategia política y táctica organizativa sería, dada esta realidad conflictiva y las políticas pequeño burguesas, señalar su necesidad y oportunidad, pero llevando más allá tales reivindicaciones y señalando que si no se hacen y/o son arrancadas por los trabajadores en su accionar político, siempre mostraran las limitaciones y su carácter pqb hasta demagógico. Esto sería algo así como plantear la táctica de “empujar al democratismo pqb” hasta que estalle y se disuelva dando lugar al cambio de clase en la dirección del proceso socio-político orientándolo a la creación de condiciones para la superación del capitalismo, no quedarse en la etapa de las “mejoras” y “reformas” sino por medio de ellas construir el acceso al poder del Estado y producir el derrocamiento del capital y la burguesía. Esto no es el planteo neo-desarrollista, éste “cree” en las bondades democrático-pqburguesas y en evitar la lucha de clases franca y directa adoptando una táctica sinuosa en la que los “ardides” de los líderes podrán más que la pertinaz acción opositora e irracional de la “derecha” conservadora, preso del “maniqueísmo” de su tesis reemplazan la oposición de clases en lucha por la oposición de las palabras y las doctrinas, pero en los hechos edulcoran la capacidad de “reformas” del sistema capitalista, han desertado de pelear por el socialismo, son pues, quizás sin quererlo ni saberlo, cómplices aliados de la permanencia del capitalismo y sus atrocidades.
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