Por: Freddy Kamel Eljuri
A raíz de la muerte de Juan Vicente Gómez, en diciembre de 1935, comienza el año de 1936 convulsionado por las manifestaciones callejeras en Caracas y otras importantes ciudades del país. En aquella ocasión, en medio de agitaciones que la nación no había conocido durante los veintisiete años del gomecismo, Eleazar López Contreras adopta políticas de emergencia en su celebre “Programa de Febrero”, medidas estas que actuaron como bálsamo, permitiendo así normalizar la situación. Desde entonces, se ha estilado en nuestra embrollada política que en el primer año del periodo constitucional de gobierno, le concedan al primer mandatario una tregua de un año, para que el nuevo inquilino de Miraflores pueda ejercer sus funciones como Jefe del Estado y del Gobierno. Ese primer año se conoce “como luna de miel”.
En el caso de Nicolás Maduro no habido consideración alguna antes, durante ni después del 14 de abril. Al respecto valdría la pena analizar cuáles han sido esas circunstancia que hicieron que Maduro como Presidente interino y luego electo en elecciones, le negaran la “luna de miel”, que otros mandatarios a su turno no supieron aprovechar para mostrar cualidades y destrezas en el desempeño del gobierno nacional. En primer obstáculo que debió vencer Nicolás Maduro fue enfrentar y desenmascarar a una oposición que no conoce razones ni lógicas, pues desde 1998 tienen instrucciones de Washington de sabotear y hostigar sin pausa, hasta lograr debilitar el piso político del nuevo proyecto histórico.
Por otra parte, esta vez la elección presidencial del 14 de abril, estuvieron rodeadas de una particularísima circunstancia poco común en nuestros procesos eleccionarios, pues el 8 de diciembre la consulta vino acompañada de unos comicios municipales a realizarse el mismo año, por lo que era como pedirle peras al olmo a que la oposición se comportara de manera racional, dándole espacio a la necesaria gobernabilidad, que en otras latitudes ya es costumbre en sociedades donde los opositores saben administrar sus perspectivas en el marco del pluralismo alternativo
A pesar del permanente boicot que se emperra en verle el hueso al gobierno, y que no se lo deseamos a ningún gobernante, sin embargo Nicolás Maduro ha dado demostraciones de ponderación y de excelso republicano, pues a gobernado sin anidar odios ni revanchismo, y por encima de esas bajas pasiones de quienes pareciera que desprecian la patria. Por estas y otras razones decimos que la oposición venezolana debería darse con una piedra en el pecho, porque otro mandatario los hubiese mandado bien lejos al carajo, o sea, a lavarse donde nunca les llega la luz del sol.
Por ahora, Nicolás Maduro en vez de castigar con su aplastante victoria electoral, prefiere concederles una luna de miel a los alcaldes y concejales opositores que quieran hacer patria grande. De ahí, que el Presidente puso a la orden de todos el Plan de la Patria, camino luminoso para construir el país potencia que nos legó Chávez con esa visión del estadista que va más allá de la mortalidad.
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