Por: MANUEL GARÍ
“Los tipos de ahora no son financieros sino alquimistas, muy a menudo charlatanes”. (Amparo Estrada y otros,Qué hacemos con la política económica)
1. El grado de decisión con el que los capitalistas y sus economistas, abogados, políticos, publicistas y capataces toman decisiones que llevan a la miseria a millones de seres humanos no es mera consecuencia de su avaricia sino que requiere unas relaciones sociales que lo permitan, un ordenamiento jurídico que lo ampare y un cuadro de pensamiento que lo justifique. ¿Hay avaricia?: sí. ¿Hay corrupción?: sí. Pero ambas se pueden dar y desbocar porque el sistema económico las sustenta y alienta. Y ese sistema requiere de un corpus de ideas y valores que lo legitime, al menos ante los ojos del propio 1%, y del 9% que se beneficia como servidor y fiel guardián, y, si es posible, engañe al mayor número de personas del restante 90% de la sociedad.
2. Ese compendio de ideas es lo que explica que un ministro austeritario y autoritario como el de Hacienda español siga haciendo negocios privados millonarios a través del lobby Equipo Económico, antes Montoro y asociados, desde la atalaya pública. Esa ideología justifica que los emolumentos y bonus de los miembros de los consejos de administración de bancos y multinacionales crezcan en progresión aritmética mientras en sus empresas se producen rebajas salariales y despidos en progresión geométrica. Ese corpus ideológico explica también el grado y fortaleza del blindaje retrospectivo que el PP tiene sobre los orígenes de la crisis o más concretamente sobre la gravedad con la que la crisis ha golpeado al Estado español precisamente por el debilitamiento programado del tejido económico español. No habrá suficientes bardos en el país para glosar la capacidad de previsión y anticipación del presidente Aznar quien decretó la burbuja inmobiliaria al convertir todo el territorio en suelo urbanizable, potenció con anabolizantes el crecimiento de los medios de comunicación de la derecha, aniquiló la posibilidad de una banca pública a partir de las cajas, fomentó un sistema energético dependiente del exterior y un sistema eléctrico mafioso que agudiza la pobreza y socava el tejido industrial.
4. Lo terrible de la situación no es solo el expolio en marcha, encubierto por el discurso de la colaboración público-privada que sirve de coartada para las privatizaciones masivas y el reparto de las prebendas de la piñata entre los conmilitones y familiares, sino que, además, muy pocas voces se alzan en contra. Tampoco se debate la posible ilegalidad de las actividades confiscatorias. Y si resultan conformes a ley casi nadie duda de su legitimidad. Ni siquiera se cuestiona decididamente la ética y estética de esas actuaciones de los gobernantes y de las élites económicas.
El capitalismo como religión peculiar
5. El corpus de ideas y valores capitalista adopta la forma de una religión cuyo dios, trascendente a los avatares de cada uno de los avaros, es el propio capital que incesantemente tiene que obtener más y más rendimientos a través de la producción generalizada de mercancías (artefactos). En la fase actual del capitalismo, el neoliberalismo basado en la globalización y financiarización, configura una secta digna de disección y cuya mercancía por excelencia es el dinero.
6. La religión capitalista aplica un método reduccionista al analizar la realidad exclusivamente bajo el prisma economicista. Es más, ha impulsado una auténtica colonización del conjunto de saberes por la economía o mejor dicho, lo que las escuelas de negocio entienden por economía. Economía que reducida al ratio coste/beneficio en términos monetarios y tiene como única meta maximizar el beneficio del capital y punto.
7. Es una religión que anula de entrada toda disidencia: no hay alternativa y, para ello, no solo emplea la calumnia o la mentira, la manipulación de los hechos o el silenciamiento de otras voces. Es una creencia que necesita del miedo de la población para someterla a sus dictados, por eso fomenta el terror con anuncios apocalípticos o simplemente con el látigo y la fusta. Para impulsar los planes del austericidio se necesita una organización sólida en guerra con la sociedad y unos ejecutantes vacunados frente al sentimiento elemental de solidaridad con el resto de individuos de la propia especie. Eso es, en el caso español, el PP. Partido que es a la vez curia beneficiaria de la nueva religión y sujeto político llamado a cubrir el papel de inquisidor del austericidio y, justo es reconocerlo, que la derecha española ha logrado generar un grupo altamente sectario respecto a terceros y sin piedad respecto a los débiles. Su talante queda perfectamente reflejado en las palabras de Ortega (1935) al que la FAES intenta recuperar sin éxito: “Bajo esta idea de que el pensar opuesto al nuestro es una falsificación, se inician las lucha políticas de la época contemporánea.”
8. El pasado 12 de septiembre Vicenç Navarro (2013) desde la columna “Dominio Público” planteó: “Hoy, la religión dominante (…) no es la religión cristiana, sino un sistema de creencias que tiene su propia ideología y narrativa, con popes y sacerdotes, altamente promovidas en los medios, que en gran manera están financiados o son altamente dependientes de una fuerza no divina, sino humana, centrado en el grupo de presión político y mediático más importante del mundo occidental: el capital financiero, en el cual la banca juega el papel central”.
9. Por su parte Francisco Pereña en un artículo que verá la luz el próximo febrero en Atopos, se plantea la naturaleza del capitalismo desde las dimensiones filosófica y ética formulando la cuestión: “¿Cabe hoy una política moral, o una ética política, que no sea anticapitalista?”. Profundiza en la cuestión de la naturaleza de la religión capitalista y extiende tal carácter a todas las fases del modo de producción capitalista porque “el capitalismo no es un mero sistema de explotación económica. Es una religión peculiar que, como veremos, destruye toda esperanza, es un modo de vida reducido a la insensibilidad y, por tanto, a la devitalización.” El autor afirma que el capitalismo se ve a sí mismo indemne al paso del tiempo pues es un estado de cosas sin tiempo y sin más proyecto que su propia reproducción. Pero, en tal caso, a diferencia de la religión cristiana basada en la idea mesiánica de la salvación, el capitalismo se propone como un estado de cosas, idea estática tan querida del neoliberalismo: “las cosas son como son”. Es por tanto un proyecto sin esperanza, mera religión de culto, puro utilitarismo reducido a un ritual mercantil, incapaz de detectar y sentir el dolor que ha provocado en los seres humanos. No tiene mala conciencia, pero más importante, el autor considera que el culto capitalista es culpabilizador (¡de sus propias víctimas!).
10. Un grado extremo de esta actitud es la que mantiene Rajoy y su gobierno: tenéis crisis porque vivisteis por encima de vuestras posibilidades. Una manifestación despiadada del ordoliberalismo germánico es considerar que la austeridad impuesta es consecuencia de ese “buen vivir” sureño que llevó al déficit fiscal y al endeudamiento (apalancamiento enriquecedor de bancos alemanes que lo fomentaron, por cierto). En definitiva la obligación de pagar la deuda para asegurar que los acreedores tienen preferencia tiene también esa otra dimensión de expiar por los excesos del pasado. Pagar la deuda es purgar por la propia culpa.
El rosario de mantras, postulados y paradigmas neoliberales
11. La consecuencia de ese enfoque es que al analizar la realidad (y su moralidad) lo principal no es el razonamiento, ni siquiera los datos, sino la repetición de un rosario de afirmaciones simplistas indemostradas e indemostrables sin cuestionarse jamás si los hechos de partida y las consecuencias de las decisiones corroboran lo que se afirma. Para ello el debate económico debe ser presentado como meramente técnico, sin relación con la política, exento de ideología, ajeno a intereses particulares y, en definitiva, desvinculado de cualquier referencia a las relaciones sociales. Con ello no existe modo de producción capitalista, se ningunea la existencia de unas relaciones de producción y se obvia el conflicto de clases.
12. La primera consecuencia, como plantea Jacques Gouverneur (2011), es que la teoría económica dominante neoliberal “niega el papel preminente del trabajo y la realidad del plustrabajo (…) constata los distintos tipos de ingresos (…) pero se rehúsa a ver que la única fuente de todos los ingresos es el trabajo presente de los productores de mercancías (…) y apoya la idea de que la “ganancia” es la fuente de la inversión y la inversión crea el empleo”.
13. La segunda consecuencia es concebir la acción política no como esfuerzo colectivo democrático a favor de la mayoría sino como garante de la realización de la ganancia del capital y de la desregulación de los mercados. Los fundamentos ideológicos del pensamiento económico neoliberal a la hora de atacar la intervención pública favorable del avance en los derechos sociales son descritos perfectamente por Albert O. Hirschman (1991) mediante las tesis de la perversidad, la futilidad y el riesgo sobre las que me baso para las siguientes reflexiones.
14. Tesis de la perversidad: toda actuación política deliberada para mejorar la situación social, económica y política, empeorará la situación de partida. Por nuestra parte podríamos añadir que por ello solo se impulsan las actuaciones que como la reforma laboral o el rescate bancario van en sentido contrario a la mejora. Recuerden el argumento de Rajoy de que no se puede ir en contra de lo hecho por su gobierno porque “los problemas se agravarán”.
15. Tesis de la futilidad: las reformas socioeconómicas son inútiles porque la economía y la sociedad se rigen por leyes inmutables. Laissez faire, pero mientras tanto, añado yo, las reformas, en una mera petición de principio o de profecía autocumplida, deben ir en el sentido de esas leyes inmutables para que efectivamente puedan aflorar y funcionar sin trabas “políticas”. En eso se basa el reiterado latiguillo de Rajoy, “no hay otra solución” o el “no hay alternativa”.
16. Tesis del riesgo: El coste de cualquier mejora social es mayor que lo conseguido pues el riesgo de desestabilizar los logros (¿de quién, cabe preguntarse?) es muy alto. Y, de nuevo, conviene citar al inefable Rajoy “no podemos poner en riesgo lo hasta ahora conseguido”.
17. La irracional racionalidad económica capitalista tiene, en opinión de José Moisés Martín Carretero (2012), cinco postulados en el momento presente que constituyen, añado, un conjunto de axiomas no necesitados de demostración. Una relectura personal de los mismos sería:
Postulado 1. Los modelos estocásticos de equilibrio general dinámico, conocidos como DSGE por sus siglas inglesas, son una herramienta de análisis y previsión muy útiles en manos de los bancos centrales pese a que han fallado estrepitosamente en la presente crisis financiera.
Postulado 2. Hay que mantener la propuesta del inflation targeting por lo que la inflación debe ser inferior al 2%, pese a que este axioma ordoliberal, que Mario Draghi asocia a la contención de precios, está contribuyendo a la prolongación de la recesión.
Postulado 3. El instrumento clave de gestión de las inversiones es la combinación de la hipótesis de los mercados financieros eficientes y del modelo de fijación de precios para los activos financieros Capital Asset Pricing Model(CAPM) que parte de dos falacias: todos disponen de toda la información necesaria, todos actúan con la misma racionalidad.
Postulado 4. Los agentes económicos adoptan sus decisiones en relación con las decisiones del conjunto de actores que globalmente son lógicas, acertadas y basadas en mero cálculo económico ajeno a las decisiones políticas, lo que conforma el axioma de las expectativas racionales, cuyo mejor desmentido es el propio funcionamiento de los mercados financieros frente a la crisis de las deudas en la UE.
Postulado 5. Si el Estado impulsa la demanda de bienes y servicios mediante un mayor gasto e inversión públicos, a corto plazo se dará una recuperación económica que pronto desaparecerá por la rigidez a medio y largo plazo de la curva de oferta agregada. Ello es lo que explica la aversión de los neoliberales españoles al diseño de un modelo productivo desde la esfera política, pues solo confían en las decisiones de los inversores privados. En un artículo anterior hace dos meses critiqué la falsedad de esta postura y al mismo me remito.
18. Pero, para la vulgata, agitación y manipulación se lanzan mantras que debiliten la resistencia de las gentes. En su elaboración participan varios think tanks como Fedea, financiado por el Banco de Santander y Repsol, y uno de cuyos mensajes más recurrente, a la par que falso de toda falsedad, es que la presión fiscal española y concretamente el impuesto de sociedades son más elevados que en la UE.
Mantra 1. La plena libertad de los mercados financieros aporta plena eficiencia a la asignación de recursos productivos.
Mantra 2. El déficit fiscal no puede superar el 3% (fuente: Tratados europeos dixit) y la deuda el 90% del PIB (fuente: Harvard University).
Mantra 3. Hay que proteger los beneficios del capital, sociedades anónimas y grandes rentas y fortunas para que inviertan y creen puestos de trabajo. Ergo, la bajada de impuestos favorece la actividad económica y permitirá aumentar los ingresos fiscales del Estado.
Mantra 4. Bajar los salarios crea empleo. Michel Husson en las declaraciones a Público el pasado 27 de agosto, es contundente: “La idea de bajar los salarios para crear empleo nunca ha funcionado y es una estafa”
19. Volvamos a la realidad, el reciente informe de la OCDE tras la aplicación de las recetas de la Troika señala que España es uno de los países de esa organización donde más ha caído la renta disponible de las familias, concretamente un 5% entre 2007 y 2011 –lo que hace suponer que en 2013 el dato será peor– y en el que la desigualdad creció un 6%, siendo la media de esa organización un 1,2%. Esa es la esperanza que nos ofrece la religión capitalista.
20/12/2013
Manuel Garí forma parte de la Redacción de VIENTO SUR
Referencias
Gouverneur, J., La economía capitalista, Maia ediciones, Madrid, 2011
Hirschmann, A. O., Retóricas de la Intransigencia, Fondo de Cultura Económica, 1991
Martín Carretero, J.M., “Desmontando la política de la intransigencia” en Fabra Ultray, J. (coord.), No es economía, es ideología. Deusto Centro de Libros PAPF, S.L.U., Barcelona, 2012.
Navarro, Vicenç, 2013. “La religión neoliberal” en la sección “Dominio Público”, Público, 12-11-2013
Ortega y Gasset, José (1935). “No ser hombre de partido. Partidismo e ideología” en Ideas y creencias. EditorialAustral, Madrid, 1964.
Pereña, Francisco. “La religión capitalista y el infierno” en Atopos, revista de salud mental, nº 15, 2014 (en prensa)
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