EL GOBIERNO HAITIANO ESTÁ BAJO CONTROL YANQUI Y LA ÚNICA AUTORIDAD ES LA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA
Al menos una decena de helicópteros de la aviación de Estados Unidos tomaron los terrenos del palacio presidencial de Haití, que quedó devastado tras el terremoto de magnitud 7,3 a escala de Richter, y cientos de soldados salieron de las naves con equipos de combate de alto nivel.
Unos 50 paracaidistas de la 82 División Aerotransportada llegaron en al menos cuatro helicópteros para custodiar ese palacio.
Los haitianos que se encontraban por el lugar rechazaron la operación y consideraron una afrenta a la soberanía de su país.
“No he visto a los estadounidenses repartiendo agua y comida en las calles pero ahora vienen al palacio”, presidencial, dijo Wilson Guillaume uno de los tantos que viven en el campo de refugiados montado en la plaza Campo de Marte, frente a ese edificio.
El despliegue militar de EE.UU. en todo el país caribeño ha sido de aproximadamente 11 mil soldados desde que ocurrió el terremoto, así como también dos mil 200 marines con equipo pesado para prestar la ayuda humanitaria que necesitan las miles de víctimas afectadas por el potente terremoto.
Debido a la fuerte tensión y desesperación que comenzaron a manifestar los haitianos por la falta de alimentos y agua potable, el presidente de ese país, René Préval, dijo que los soldados estadounidenses ayudarán a la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití Minustah, a mantener el orden en las calles.
Según el Gobierno de Barack Obama, la enorme presencia de soldados estadounidenses en la devastada nación se debe presuntamente al pedido que hizo Préval a Estados Unidos, a las Naciones Unidas y a los socios internacionales de aumentar la seguridad en este país.
“El presidente Preval nos pidió desde el principio que fuéramos y que lleváramos toda la asistencia posible. Que lleváramos a gente que tuviera la capacidad de hacer bien el trabajo y que no necesitara dos o tres días o una semana para hacerlo”, dijo el responsable adjunto de la embajada de EE.UU. en Haití, David Lindwall.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, dijo que su país no jugaría un rol de policía, aunque que “se defenderá y tiene el derecho de defender a inocentes haitianos y a miembros de la comunidad internacional si algo ocurre”.
Otro funcionario militar estadounidense dijo que la violencia era aislada y no estaba impidiendo la misión de ayuda humanitaria.
Este lunes, tropas estadounidenses custodiaron la entrega de ayuda, que comenzó a arribar de manera más regular al campo de aviación controlado por Estados Unidos. Los efectivos militares arrojaron desde el aire miles de paquetes con alimentos y agua para quienes aguardaban en campamentos improvisados.
Varios países del mundo han rechazado el trabajo de EE.UU. en Haití tras el sismo y la forma como intenta controlar las operaciones de salvamento y donaciones.
El secretario de Estado de Cooperación francés, Alain Joyandet, señaló este lunes que la Organización de Naciones Unidas ONU, debe tomar una decisión y precisar el papel de Estados Unidos en la ayuda humanitaria a Haití, país que quedó devastado consecuencia del terremoto del pasado martes
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ONU, aprobó este martes el envío de tres mil 500 militares y policías para restablecer el orden y garantizar la seguridad del pueblo haitiano, afectado por el terremoto de magnitud 7,3 a escala de Richter, que devastó a la nación caribeña el pasado martes.
A petición del secretario general del organismo, Ban Ki Moon, este nuevo despliegue de los llamados “cascos azules” servirá para proteger la distribución de alimentos y agua potable que han estado escaso en Haití y que han generado tensión y desesperación entre los residentes.
La enviada especial de teleSUR en Haití, Madelein García informó que cientos de comercios estaban siendo saqueados por haitianos para poder alimentarse. “La policía disparaba al aire y la gente estaba asustada, salían corriendo”, comentó.
Asimismo, señaló que fuentes oficiales de la Policía haitiana dijeron que “no puede permitir la anarquía, pero la gente está tratando de sobrevivir del caos la gente no tiene alimentación, no tienen ropa, están viviendo a la intemperie, viviendo en las plazas públicas. Estamos tratando de controlar, hemos sido víctimas también, pero no podemos permitir ni el saqueo, ni el robo”.
La Secretaría de Estado de Haití informó que la inseguridad está presente en la nación, debido a que la cárcel de Puerto Príncipe quedó destruida consecuencia del sismo.
Alrededor de tres mil delincuentes de alta peligrosidad están en las calles. “Son muy peligrosos y esto rebasa los cuerpos de seguridad” apuntó la Secretaria.
Por este motivo, el Gobierno de Haití pidió la ayuda a Estados Unidos y a las Naciones Unidas, para que presten ayuda en la seguridad del país.
El presidente de turno del Consejo de Seguridad de la ONU, el embajador chino Zhang Yesui dijo al término de su votación que “este envío contribuirá al mantenimiento de la paz y apoyará los esfuerzos para ayudar a la recuperación de Haití”.
Durante este lunes, el secretario general de la ONU, Ban Ki moon había pedido que se considerara el envío de más fuerzas militares de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití Minustah, para reforzar la seguridad en la nación caribeña y mejorar la distribución de ayuda humanitaria, cuya distribución no ha sido eficaz por falta de coordinación.
La Minustah fue ordenada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y se inició en el año 2004, después de la intervención militar conjunta de EEUU, Francia y Chile que derrocó al Presidente Jean Bertrand Aristide.
El contingente se compone de aproximadamente 7 mil efectivos militares, la mayoría latinoamericanos provenientes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala, Paraguay, Perú y Uruguay, además de Benin, Canadá, Croacia, EE.UU., Filipinas, Francia, Jordania, Malasia, Marruecos, Nepal, Sri Lanka, y Yemen.
La Minustah ha sido cuestionada por algunos sectores en Haití por la violencia que ha generado en barrios pobres de la capital como Cité Soleil, donde se han registrado enfrentamientos que han derivado en la muerte de civiles.
Miles de haitianos huyen del infierno. Una semana después del seísmo, Puerto Príncipe sigue sumida en el caos y muchos afectados han comenzado a huir de la capital. Lo hacen andando, en los escasos “tap tap”, como llaman aquí a los autobuses, y vehículos que encuentran.
Ante la escasa ayuda distribuida en la ciudad y la creciente violencia que se palpa en las calles de Puerto Príncipe, miles haitianos han decidido regresar al campo. Muchos vivían allí y emigraron a la ciudad. Ahora, sin hogar, regresan a la casa de sus familiares después de haber pasado una semana durmiendo en la calle o en un parque. Es la primera migración masiva tras el seísmo.
Familias enteras se amontonan en los autobuses para sufrir recorridos de hasta seis horas, cargados con las escasas pertenencias que han logrado salvar. Según la emisora local Radio Metropole, las tarifas de los autobuses se han duplicado estos días.
“Se han vuelto extremadamente caras”, declaró un usuario. “No es culpa mía, el precio del carburante se ha duplicado”, le respondió un conductor. “Huyen a miles, nunca había visto una estampida como ésta, ni siquiera en Navidad”, afirmó otro conductor.
El éxodo, sin embargo, se produce por ahora dentro de la fronteras de Haití. Aunque muchos haitianos se proponían pasar a la República Dominicana, cuyos hospitales han acogido a centenares de haitianos que resultaron heridos por el seísmo, la frontera está cerrada.
Tampoco huyen a EEUU. Para evitar la emigración vecina a EEUU, los estadounidenses han habilitado una grabación del embajadorde Haití en Washington, Raymond Alcide Joseph, para que sus compatriotas desistan de partir en patera desde la costa norte de la isla.
En ella, el diplomático aconseja a sus compatriotas que no emigren por mar porque es peligroso y, además, si los americanos los atrapan los devolverán.
El seísmo de Haití, considerado por Naciones Unidas como el peor desastre de su historia, fragiliza aún más la vulnerabilidad de los niños que ya eran víctimas, antes del terremoto, de condiciones difíciles a causa de la descomposición de las familias, de la violencia doméstica o de la orfandad a causa del SIDA.
“Tememos que, tras la catástrofe, los miles de niños que vagabundean por las calles de Puerto Príncipe puedan ser víctimas de las redes de traficantes y que se reproduzcan situaciones como la del secuestro de 103 niños en Chad en 2007”, comentó la portavoz del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia UNICEF, Véronique Taveau.
Según la portavoz, esta institución vigila la situación muy de cerca y está muy preocupada por la cuestión. Ya se han denunciado numerosos casos de abusos y de violencias sexuales contra menores y la organización ha desplegado a equipos especialmente formados para prevenir este tipo de situaciones.
Los niños de Haití luchan desde hace años para sobrevivir. De acuerdo con cifras de UNICEF 3,8 millones de infantes se encontraban en 2009 en una situación de extrema vulnerabilidad ya que, debido a la pobreza, habían entrado en un engranaje de privaciones y malos tratos.
Naciones Unidas estima que entre los dos millones de víctimas del seísmo el 48% tienen menos de 18 años. “Por el momento no podemos avanzar cifras pero la situación es preocupante ya que hemos visto a muchos niños errando por las calles, perdidos y hambrientos que necesitan urgentemente asistencia y apoyo psicológico”, declaró Taveau.
“En estos momentos la cuestión de los niños abandonados es prioritaria para UNICEF. Tenemos sobre el terreno a equipos especialmente formados que están identificando a los niños, porque es muy importante darles un nombre saber quienes son y de donde vienen”, señaló la representante de la organización que se ocupa de la infancia.
“Estamos trabajando con la ONG Save the Children, con el Comité Internacional de la Cruz Roja CICR y con la radio de la MINUSTAH, que ya ha empezado a emitir, para intentar encontrar a los familiares de muchos niños que se encuentran abandonados a su suerte”, explicó.
Por otro lado, algunas ONG, como Proyecto Solidario, van a concentrar sus esfuerzos en la infancia. Su proyecto se basa en construir dos albergues para alojar, en cada uno, a 100 niños y niñas menores de 12 años de los que han quedado huérfanos en Puerto Príncipe, en el barrio Cite Soleil, y en la ciudad de Jacmel.
En ese hogar escuela taller los niños recibirán alojamiento, alimentación, educación y atención médico sicológica para ayudarlos a superar el trauma y reemprender sus vidas.
“Sabemos que numerosas familias de todo el mundo, probablemente también españolas, han manifestado su interés para adoptar a niños de Haití pero nosotros privilegiamos, en el caso de una urgencia como la que se vive allí, la reunificación de las familias o la posibilidad de que los menores puedan crecer con un pariente cercano”, observó.
Interrogada sobre las cuatro familias españolas que ya habían adoptado a niños haitianos pero que debido al terremoto no han podido ir a recogerlos, Taveau consideró que este caso es diferente y que corresponde al gobierno de Haití continuar con el procedimiento de adopción para entregar a los niños a sus familias de adopción.
En Haití sólo la mitad de los niños tenía acceso a la enseñanza primaria y la mayoría abandonaban sus estudios. Debido al seísmo no hay colegios y UNICEF va a instalar sobre el terreno dos tiendas de campaña de unos 100 m2 que servirán de centro de acogida para los niños donde serán atendidos y tendrán asistencia sicológica.
“Vamos a enviar material recreativo para niños y adolescentes para intentar recrear cuanto antes un contexto de normalidad ya que se trata de un grupo de la población extremamente vulnerable que sufría de malnutrición crónica y que se refugiaban a menudo en la prostitución para obtener comida. Intentaremos que esta situación no se degrade”, concluyó.
El Fondo de la ONU para la Infancia Unicef, alertó este lunes de la situación que viven muchos niños sobrevivientes del terremoto, cuya identificación es difícil por la falta de datos o de familiares, si es que no han muerto, y el trauma sicológico que deberán afrontar.
Mediante un comunicado fechado en Puerto Príncipe, miembros de Unicef relatan el caso una niña de dos años y un niño de siete que se encuentran en uno de los hospitales habilitados por la Misión de Paz de la ONU, sin heridas físicas, pero con los que no se sabe qué hacer.
La pequeña padece parálisis cerebral y llegó al hospital deshidratada y en estado de choque. “Está tumbada en la camilla, llorando y sola, no tiene heridas graves y se podría ir a casa, pero nadie sabe cómo se llama ni por dónde empezar a buscar a su familia. Sólo tiene un papel a sus pies que dice niña”, relatan los miembros de Unicef.
En el mismo hospital se encuentra Sean, de siete años, que llegó gritando al hospital con unos pocos arañazos y estuvo 12 horas en posición fetal. Según Unicef, las enfermeras han dicho que el pequeño ha contado que sus padres están muertos.
Los médicos no les quieren dar el alta sin saber quién se encargará de ellos, señala la organización humanitaria, que está intentando establecer dos refugios para niños como Sean y la “niña”, en los que se les pueda atender mientras se busca a sus familias.
Unicef destaca que puede haber cientos, posiblemente miles, de niños en la misma situación en Puerto Príncipe, vagando por las calles o en los hospitales, sin agua, sin comida y sin protección contra la violencia y el abuso.
El Comité de los Derechos del Niño de la ONU advirtió contra los “secuestros” bajo la “cobertura de adopción” en Haití y manifestó su preocupación “por los miles de niños separados de su familia”, en un comunicado publicado en Ginebra.
Países como Estados Unidos, Holanda y Francia dijeron que temen por la vida de los niños haitianos en curso de adopción.
“Alarmado por las recientes informaciones que dan cuenta de saqueos y violencias”, el comité reclamó “medidas eficaces para proteger a los niños contra todas las formas de violencia y explotación, incluida la violencia sexual y los secuestros bajo cobertura de adopción”.
“Un número importante de niños fueron heridos y necesitan atención médica urgente”, señaló el comunicado del Comité de los Derechos del Niño de la ONU, actualmente reunido en Ginebra.
Durante la distribución de alimentos, hay que “garantizar que la alimentación llegue a los que más la necesitan y no sólo a los que están en mejores condiciones para recibirla, es decir a los adultos”, insistió el comité.
Países como Estados Unidos, Holanda y Francia dijeron que temen por la vida de los niños haitianos en curso de adopción.
Holanda, que el domingo repatrió a seis niños haitianos adoptados, envió el lunes un avión para buscar 109 niños en curso de adopción por familias holandesas, incluido nueve que todavía no tienen familia adoptiva.
Por su parte, Estados Unidos dijo que iba a acelerar los procedimientos para sacar a los niños cuyo expediente de adopción ya está completo.
En Francia, un colectivo de familias que esperan poder adoptar en Haití presentaron una petición con más de 12.000 firmas reclamando la repatriación de urgencia de los niños.
Infierno se escribe con ‘H’, titula, titula su crónica Isabel Espiño, enviada de el periódico EL MUNDO de España, que dice lo siguiente:
Las escuelas y los supermercados estaban llenos. Todavía no había caído la noche sobre Haití cuando la tierra se abrió. Un terremoto de 7 grados en la escala Richter volvía a poner al país más pobre de América Latina en el mapa. “Todo comenzó a temblar, la gente gritaba, y las casas comenzaron a derrumbarse… Es un caos total”, contaba una periodista desde la isla caribeña.
Han pasado siete días desde entonces y ésa sigue siendo la mejor definición de la situación en Haití. Caos. Muchos cadáveres siguen acumulados en las calles mientras miles han sido arrojados a fosas comunes, y el acceso a la ayuda continúa siendo más que insuficiente. Tras el drama que ha dejado el desastre natural, ahora son los saqueos y los primeros brotes de violencia los que mantienen a Haití sumido en el caos.
Día 1 (miércoles)
Miles de personas han pasado la noche al raso después de que la tierra temblase. Una, dos, hasta trece veces rugió la falla de Enriquillo (entre las réplicas, se registraron tres de considerable magnitud). El terremoto no ha distinguido de clase, credo ni condición. Han muerto ministros, pobres, el arzobispo de Haití, estudiantes, funcionarios de Naciones Unidas… Centenares de edificios de la capital, Puerto Príncipe a sólo 15 kilómetros del epicentro, se derrumbaron. El Palacio Nacional sede del Gobierno de Haití, la sede del Parlamento, la catedral de Puerto Príncipe, colegios, el único hotel de lujo del país y barrios enteros cayeron como un castillo de naipes.
El número de muertos es incierto. Más de 100.000, apunta el primer ministro, Jean Max Beltreeve; docenas de miles, calcula la OEA. Un baile de cifras que no alcanza a reflejar el drama que se vive en Puerto Príncipe: cadáveres amontonados en las aceras, supervivientes que vagan aún en estado de shock entre los escombros…
Las grandes potencias prometen su apoyo y decenas de ONG empiezan a facilitar sus números de cuenta. Pero la distribución de la ayuda no será fácil. Las vías de acceso y las telecomunicaciones se han visto sumamente afectadas, el aeropuerto ha sido cerrado y la misión de la ONU quien en estos casos se encarga de coordinar las tareas, sufre su propio drama en Puerto Príncipe.
Día 2 (jueves)
Puerto Príncipe huele a muerte. La capital del país caribeño se ha convertido en una inmensa morgue en la que los vivos duermen entre cadáveres y su principal avenida, en un gigantesco campamento de refugiados. Los equipos de rescate no llegan y los haitianos se han lanzado a tratar de rescatar a supervivientes retirando cascotes con sus propias manos. “Sólo sabemos que hay muchísima gente desaparecida y que se ha empezado a trabajar muy tarde”, relata Fernando Prados, uno de los médicos del Samur desplazados a Haití.
La ayuda ha comenzado a llegar a la ex colonia francesa después de que se reabriese el aeropuerto, aunque ni las luces de pista ni la torre de control están operativas y los aviones deben aterrizar a ojo, sólo durante el día, pero las cajas permanecen acumuladas en el aeródromo, a la espera de que se organice su distribución. El gobierno de René Preval sigue desaparecido y Washington se implica a fondo en la gestión de Haití ante el colapso del Ejecutivo nacional: Obama anuncia el envío de 100 millones de dólares en ayuda y 5.500 soldados.
Pese a la solidaridad internacional, la desesperación cunde entre los haitianos: algunos han levantado barricadas con cadáveres en protesta por el retraso en la llegada de ayuda. “Está muriendo demasiada gente, necesitamos la ayuda internacional, no hay servicios de emergencias, ni alimentos, ni teléfono, ni agua, no tenemos nada”, implora un haitiano… 48 horas después del seísmo.
Día 3 (viernes)
Los cadáveres siguen acumulados en las calles de la capital, aunque los servicios de rescate internacionales comienzan a trabajar. La imagen de uno de sus “logros” da la vuelta al mundo: el bombero español Óscar Vega sale de los escombros con el pequeño Radjeson, de dos años, en brazos.
Los heridos atestan los hospitales, faltos de lo más básico. Naciones Unidas reconoce que, de hecho, la ayuda sólo ha llegado a 8.000 damnificados. Ante la falta de ayuda, algunos haitianos se lanzan a saquear las ruinas de los comercios en busca de algo que llevarse a la boca. Aunque las bandas comienzan a hacer acto de presencia, según Naciones Unidas “hasta el momento, la situación de seguridad se mantiene estable”.
El Ministerio de Asuntos Exteriores confirma las primeras víctimas españolas: María Jesús Plaza e Yves Batroni, un matrimonio que residía en Torrejón de Ardoz.
Día 4 (sábado)
La cifra de muertos sigue creciendo. Según las autoridades haitianas y las organizaciones internacionales, podría superar las 200.000 víctimas. Naciones Unidas habla ya del “mayor desastre en la memoria de la ONU”. Pese a las protestas de muchos afectados, el primer ministro Beltreeve ha ordenado enterrar a muchas víctimas 40.000, según el presidente Preval, en fosas comunes para evitar epidemias. Esta estrategia dificulta aún más saber a ciencia cierta cuántos han perecido en Haití.
Preval recibe a la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, en el aeropuerto de Puerto Príncipe. La imagen es una metáfora del vacío de autoridad que reina en Haití tras el seísmo: la única autoridad reinante hasta la fecha es el Ejército norteamericano, que ha tomado el control del aeropuerto. “Sin un gobierno nacional que funcione y el de la capital inexistente y la ONU no tomando el control, es difícil que las ayudas fluyan”, explicaba un delegado colombiano.
Haití es un país sin Estado. Ante el desgobierno, la mayor parte de la ayuda sólo se han hecho esporádicas distribuciones sigue en los hangares del aeropuerto y los primeros saqueos han comenzado.
Los primeros españoles repatriados desde Haití llegan a Madrid.
Día 5 (domingo)
El milagro parece posible en el infierno. Cinco días después de la tragedia, los servicios de salvamento rescatan al menos a seis personas vivas bajo los escombros. Pero el ánimo reinante en Puerto Príncipe es la desesperanza: miles de personas siguen sin techo ni comida y los saqueos,hasta ahora sin violencia, hancomenzado a cobrarse sus primeras víctimas: dos saqueadores han muerto a tiros y otro hombre, acusado de robo, ha sido linchado por la turba. El caos obliga a decretar el estado de emergencia hasta finales de enero.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki moon, pisa porprimera vez la isla tras el desastre. Casi una semana después de la tragedia, Ban pide a la vicepresidenta española María Teresa Fernández de la Vega también de visita en Haití, que la Unión Europea organice una misión a Haití para la asistencia humanitaria.
Reina la confusión sobre la funcionaria de la UE desaparecida, la española Pilar Juárez, que se encontraba en una reunión en el edificio de la ONU cuando se produjo el seísmo: aunque en la madrugada del domingo se anunció que se había encontrado su cadáver, a última hora del día el Ministerio de Asuntos Exteriores anuncia que el cuerpo no es de la funcionaria.
Día 6 (lunes)
Crece la desesperación y la tensión en las calles de Puerto Príncipe. Los saqueadores se enfrentan a pedradas en el centro de la ciudad, los helicópteros lanzan la ayuda sin llegar a aterrizar, mientras a las puertas del aeropuerto las fuerzas internacionales tratan de contener a las decenas de haitianos desesperados que piden ayuda y un trabajo. Fuentes de inteligencia occidentales temen que el país caribeño entre en una espiral de violencia, se rumorea incluso que los partidarios de Aristide están reorganizándose para provocar disturbios.
La tensión también se palpa entre las potencias occidentales por el control de la situación. Francia critica a EEUU por monopolizar la ayuda en Haití, “Se trata de ayudar Haití, pero no de ocupar Haití”, dice el secretario de Estado de Cooperación galo, mientras los marines desembarcan en la isla. Brasil, al mando de la misión de Naciones Unidas en Haití, ha advertido de que no cederá el mando de las fuerzas de la ONU en el país y ha respondido al llamamiento de Ban Ki moon, que ha pedido otros 3.500 cascos azules ofreciéndose a duplicar sus efectivos en el país.
Día 7 (martes)
Se cumple una semana del seísmo. Las esperanzas de encontrar supervivientes bajo los escombros disminuyen, aunque todavía no se ha dado la orden de que cesen las tareas de rescate. La distribución de la ayuda avanza y muchos haitianos confían en que mejore tras la llegada de los marines, ya 11.000 sobre el terreno. Sin embargo, miles de personas han comenzado a huir de la capital en los escasos vehículos que tienen algo de combustible.
Los equipos de rescate hallan el cuerpo de Rosa Crespo, la policía española desaparecida tras el seísmo. Es la tercera víctima mortal española.
Estados Unidos ya ha ido ocupando los principales edificios y ruinas estatales. Poco le importa al imperio el pueblo haitiano, los heridos, las víctimas del terremoto y los sobrevivientes. A los europeos y norteamericanos les interesa adoptar niños, mientras que les lanzan paquetes con comida y agua desde el aire, para no arriesgarse a ser asaltados o contaminados.
Las imágenes de la televisión conmueven a los pueblos y la gente envía su ayuda, ¿pero a donde irá a parar esa ayuda realmente? ¿Cuánto de ese dinero y de la ayuda material recibirá el verdadero pueblo haitiano?
Todo un gigantesco aparato de lucro con la desgracia ajena se pone en marcha inmediatamente, sin escrúpulos ni controles están listos, para la comercialización de niños, y del uso de la solidaridad en beneficio propio.
EL GOBIERNO HAITIANO ESTÁ BAJO CONTROL Y LA ÚNICA AUTORIDAD ES LA DE LOS ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA.
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