Por: ALFREDO JALIFE-RAHME
El mandamás del Pentágono Chuck Hagel tuvo un periplo muy peñascoso en la región Asia-Pacífico: acudió a la reunión de los ministros de Defensa del sudeste asiático en Hawai, luego visitó Japón donde emitió una descortés declaración contra China, donde se detuvo acrobáticamente cuatro días para concluir su gira en Mongolia.
Chuck Hagel promovió fuertes (sic) lazos militares con Mongolia, como contrapeso a sus poderosos vecinos Rusia y China http://www.channelnewsasia.com/news/asiapacific/hagel-pushes-us-military/1066766.html.
Dashdemberel Bat-Erdene, ministro de Defensa de Mongolia, y Chuck Hagel firmaron una declaración de visión conjunta, con el fin de expandir la cooperación militar mediante ejercicios conjuntos y la ayuda de Estados Unidos.
Aunque sea simbólico, el documento no cesa de provocar exasperación en China, que culpa a Washington de frenar su ascenso armónico mediante la creación de lazos militares con sus pequeños vecinos asiáticos.
Para Chuck Hagel el acuerdo militar con Mongolia forma parte del requilibrio estadunidense en la región de Asia-Pacifico, en referencia a la política del pivote de Obama (ver Bajo la Lupa; 21/11/12 y 20/02/13) que ha causado una profunda preocupación en China.
Por lo menos Bat-Erdene eliminó la posibilidad de recibir bases estadunidenses como las de Sudcorea y Japón.
Mongolia –1.5 millones de kilómetros cuadrados, con tres millones de habitantes, un raquítico PIB de 11 mil millones de dólares y transfronteras de 4 mil 677 kilómetros con China y 3 mil 543 kilómetros con Rusia– ha sido secuestrada por la naturaleza y carece de salida al mar (http://www.alfredojalife.com/?p=1064).
La minería de Mongolia constituye un verdadero botín –pletóricas reservas de carbón, cobre, oro, molibdeno, fluorita, uranio, estaño y tungsteno– que ha ayudado a transformar su economía aún dependiente de una vida nómada que rememora a su legendario conquistador Genghis Khan hace 900 años.
El intercambio militar entre Estados Unidos y Mongolia es meramente alegórico cuando Washington gasta 2 millones de dólares al año para los vehículos militares/equipamiento de comunicaciones de Ulán Bator (su capital) y un millón para entrenar al magro ejército de 10 mil soldados.
El polémico Donald Rumsfeld había sido el último secretario del Pentágono que había visitado Mongolia hace nueve años.
¿Qué busca Chuck Hagel en Mongolia cuando Estados Unidos se repliega en Iraq y Afganistán, mientras abre un nuevo frente en el Mar Negro? ¿Amarrar navajas contra sus vecinos Rusia y China?
¿Caerá Mongolia en la pérfida trampa de Estados Unidos que golpea en todos sus flancos a Moscú y Pekín?
Mongolia es muy dependiente de sus intercambios transfronterizos con China y Rusia.
Según la CIA, su comercio con China representa más de la mitad del total de sus exportaciones, mientras depende de Rusia en su abastecimiento energético mediante la compra de 76 por ciento de su gasolina y combustible diesel, así como de una cantidad sustancial de energía eléctrica.
Según Oxford Business Group, Mongolia dispone de 16.8 por ciento del total de los metales terrestres raros (earth-rare metals), detrás de China, mientras las remesas de sus expatriados provienen principalmente de China (14 millones de dólares), Rusia (2 millones) y Corea del Sur (2 millones).
La gira de Chuck Hagel a China fue tormentosa, pese a que en forma inusitada visitó al único portaviones chino (frente al grupo de 10 de Estados Unidos), en medio de su confrontación pública sobre las disputas territoriales de Pekín con Japón y Filipinas, así como las relaciones chinas con Norcorea.
La invitación al único portaviones chino (de construcción ucraniana en la época de la URSS) es interpretado como el deseo de China de resaltar su resolución a proyectar poderío naval (NYT; 10/04/14).
Durante su estancia de dos días en Japón, Chuck Hagel reclamó un acuerdo por la vía pacífica (sic) –poco usual en la filosofía del pugnaz EU– de las disputas territoriales que confrontan a Pekín con Japón en el Mar del Este de China y con Filipinas en el Mar del Sur de China.
Por cierto, las Islas Diaoyu fueron entregadas a Japón en 1971 por un error administrativo de Estados Unidos, en lugar de devolverlas a China (http://www.forbiddenknowledgetv.com/videos/geopolitics/diaoyu-islands-the-truth.html).
Chuck Hagel externó que Estados Unidos mantendría sus tratados de alianza militar con Japón y Filipinas, mientras fulminó, en clara alusión a China, que ningún país debe usar la coerción o la intimidación para intentar arreglar sus reclamos territoriales.
En forma insólita se suscitó un altercado durante la conferencia de prensa de los dos ministros de Defensa de Estados Unidos y China en Pekín.
Cuando Chuck Hagel exhortó a China a no usar la fuerza en sus litigios con Japón, su homólogo Chang Wanquan ripostó que Estados Unidos no debía entrometerse (Ria Novosti; 10/04/14).
Chuck Hagel recordó durante el altercado que Estados Unidos tiene un pacto de seguridad para proteger a Japón que, por lo visto, no temen en absoluto los militares chinos, quienes deben estar aprendiendo cómo, mediante una magistral jugada de ajedrez en Crimea, Putin ha puesto de cabeza a los temerarios estrategas de Estados Unidos/Unión Europea/OTAN, sin necesidad de bravatas exorcistas ni invasiones.
Por lo pronto, China dejó muy claro que, en referencia a su integridad territorial, no harían ningún compromiso, consenso o transacción comercial y tampoco tolerarían la mínima agresión, según explaya sin tapujos el rotativo ruso Ria Novosti: la visita de Chuck Hagel revela el estado presente de las relaciones entre China y Estados Unidos, quienes desean desarrollar la cooperación, dándole incluso relevancia a las relaciones militares, mientras sus diferendos (sic) permanecen profundos y considerables, prácticamente insuperables.
Según Vladimir Evseïev, Estados Unidos está bluffeando en su pretendida defensa de Japón y Filipinas en sus disputas territoriales con China.
El rotativo ruso juzga que son demasiados frentes los que está abriendo Estados Unidos en estos momentos al enviar dos destructores al Mar Negro, mientras prometen reforzar tanto la defensa antiaérea en Polonia como su presencia en los países bálticos, sin contar su presencia militar en el Golfo Pérsico, por lo que Estados Unidos carece en la capacidad de enviar fuerzas navales significativas para apoyar a sus aliados en Asia y recurre a la retórica de incrementar su presencia en Asia-Pacífico, lo que subentiende la disuasión a China.
Pero sucede que los chinos tienen consciencia perfecta de que Estados Unidos no tiene nada que pudiera realmente disuadirlos, sentencia el rotativo ruso, razón por la cual China ha dejado abierta la opción de una solución militar (¡super-sic!) a los problemas territoriales.
Como si lo anterior fuera poco, Pekín puso en su lugar bruscamente a los estadunidenses debido a su injerencia (sic) en Taiwán.
Muy diáfano, el rotativo ruso describe que el principal motivo del viaje de Chuck Hagel era muy probablemente la tentativa de arrancar China a Rusia y de impedir su acercamiento.
A mi juicio, en el mundo post-Crimea, la próxima visita en mayo a China del nuevo Bismark ruso Vlady Putin, que será definitoria del nuevo orden multipolar, se planeó durante el periplo de Chuck Hagel.
La prueba mayúscula será, además del muy cantado gasoducto, el tipo de armas que libre Rusia a China, como los muy sofisticados aviones Sukhoi y el alquiler (sic) de submarinos nucleares polivalentes.
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