Por: Laila Tajeldine
La saña con la que hoy el Imperialismo norteamericano arremete contra Venezuela para su desestabilización es sostenida; la política de financiamiento por distintas vías, incluyendo la acción directa de funcionarios de la Embajada estadounidense para incentivar a grupos mercenarios en sus acciones desestabilizadoras y de sabotaje, es asombrosa. La amenaza del país norteño se ve ratificada a través de las 48 declaraciones de amenazas desde febrero de 2014 contra el Gobierno revolucionario legítimamente constituido. Esa política de intervención ha entrado en una nueva etapa a la que debemos hacer frente.
Para su ejecución, Estados Unidos ha introducido en Venezuela grupos extranjeros, los mismos están encargados de cometer actos terroristas que abrirán paso para que ese país pueda profundizar la injerencia en nuestra Nación; paralelamente, los grupos guarimberos seguirán siendo la máscara que solapará las acciones terroristas en su nueva etapa.
Estados Unidos de América, como parte de su política económica hegenomizante, ha sido capaz de trabajar de la mano con grupos de mercenarios terroristas y narcotraficantes para el logro de sus fines.
No podemos obviar que Estados Unidos se asoció con Osama Bin Laden contra los Rusos; con Abdelhakim Bel Haj contra Libia; con Ramzán Kadírov y el Frente al Nusra contra Siria. En Latinoamérica, ese país ayudó a la conformación de los paramilitares en Colombia y trabajó con los mismos para la ejecución de su política. Para muestra, tenemos la confesión del año 2007 de la trasnacional Chiquita Brand, quien junto a la CIA aceptó que financiaban las AUC y las Convivir colombianas, esta última creada por Álvaro Uribe Vélez. Además, ya no es un secreto la relación de los distintos gobiernos de Estados Unidos con narcotraficantes para el comercio internacional de droga. Las últimas revelaciones de Daniel Stulin demuestran la relación de sociedad que tenía ese país con el narcotraficante Barry Seal, quien al amenazar con revelar las vinculaciones de ese Gobierno con el comercio de droga fue asesinado.
Todo demuestra que Venezuela, el primer país con mayor reserva petrolífera en el mundo, no está excluida de esta política de intervención y desestabilización estadounidense. Hasta la fecha, hay 58 extranjeros detenidos por acciones terroristas en el país, entre los que resaltan paramilitares y narcotraficantes solicitados por la Interpol. Todos ellos, tienen vinculaciones directas con dirigentes de derecha y conexiones internacionales, tanto en Colombia como en Estados Unidos. Por ello, se ratifica que los hechos terroristas y de asesinatos selectivos que hoy se viven en Venezuela no son casualidades sino causalidades, y la causa es evidente, la Venezuela Bolivariana no responde a los intereses de las grandes trasnacionales, ni permite el robo de sus recursos por las mismas.
Ojalá la Comunidad Internacional, que dice trabajar en función de la defensa de la vida y los derechos humanos de los pueblos, pueda actuar a una sola voz contra esa política estadounidense que ha cobrado la vida de cientos de miles de seres humanos. Sin embargo, desde Venezuela seguiremos defendiendo nuestra Revolución, la única capaz de garantizarnos la vida verdadera, la paz y la estabilidad, con el pueblo siempre venciendo.
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