Por: Eduardo Paz Rada
Como muy pocas veces en la historia de Bolivia, la coincidencia entre la autodeterminación de la masa, es decir la decisión de los sectores mayoritarios del pueblo de asumir directa y activamente el control y destino de la nación, y los resultados de la democracia electoral, orientada a determinar la distribución de la representación en las instancias de los poderes del Estado, se ha presentado en el proceso que el país vive en la última década, a partir de las grandes movilizaciones populares antineoliberales de principios de siglo y los comicios realizados en los años 2005 y 2009.
Ahí se abrió un proceso democrático que impulsó los primeros avances de un proyecto nacional-popular, con medidas de defensa de la soberanía y la dignidad del país frente al imperialismo, de incorporación de los sectores excluidos en la vida pública, de nacionalización de recursos naturales y empresas antes estatales, de derrota sobre los intentos de dividir el país, de defender la unidad nacional por encima de las posiciones fragmentarias planteadas por sectores radicales del indigenismo y las ONGs y de confluencia con otros procesos similares en América Latina y el Caribe.
LOS PRIMEROS PASOS
El gobierno ha conseguido excelentes resultados en lo que corresponde a la administración de la economía con la exportación de gas, minerales y soya, así como con la inversión de recursos en tareas de integración territorial, bonos a sectores denominados vulnerables, dinamizando el mercado interno y redistribuyendo la riqueza, aunque con reducidos resultados en la implementación de un proceso amplio de industrialización de los recursos naturales, de impulso a la agricultura destinada a la autonomía alimentaria y de una efectiva sustitución de importaciones.
La condición para conseguir estos resultados radicó en la derrota del bloque privatista-neoliberal que se encumbró en el poder durante veinte años y que controló los instrumentos del Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial con los partidos tradicionales y en la organización y movilización popular que emprendió la tarea de recuperar la dignidad, la soberanía nacional y las riquezas nacionales que estaban siendo dilapidadas con la privatización y la llamada capitalización.
Las reformas nacionalistas y antiimperialistas implementadas en los últimos años en la economía y el Estado se enmarcan parcialmente en la nueva Constitución Política del Estado y, de manera contradictoria, aún existe una fuerte presencia de empresas transnacionales en la explotación de recursos mineros y petroleros y en la actividad agrícola destinada a la exportación sobre la base de la propiedad latifundista de la tierra en el oriente del país.
NUEVO TRIUN FO ELECTORAL
Al parecer y de acuerdo a todos los sondeos de opinión y análisis, el binomio Evo Morales-Alvaro Garcia, que ha conducido Bolivia en los últimos nueve años, repetirá su triunfo en las urnas en iguales o mejores condiciones que antes, sin embargo queda la interrogante de si la mayoría electoral se convierte en un nuevo impulso al proceso nacional-popular, proceso de liberación nacional que implica la desconexión efectiva del sistema imperialista, la autodeterminación nacional y la búsqueda de una mayor unidad con los procesos mas avanzados de América Latina.
Las elecciones en varios países de la región, incluida Bolivia, al ser únicamente una consulta aislada y puntual a los ciudadanos, cada cuatro o cinco años, se ha convertido en un mecanismo superficial de la política y ha generado vaivenes e inestabilidades que han sido instrumentalizados por las fuerzas políticas de las oligarquías locales y del imperialismo, este último interesado en desestabilizar los avances producidos en los últimos quince años. En el caso boliviano al parecer la tendencia se orienta en este sentido en la medida en que las campañas electorales se han convertido en la promoción comercial de candidatos dejando de lado la construcción de un proyecto político nacional-popular que ponga en el debate las perspectivas estratégicas del país, más aún si se toma en cuenta la agresiva política de Washington para revertir los avances revolucionarios en la región.
Una campaña electoral emancipadora deberá estar concentrada en el debate de los alcances y perspectivas del proceso de transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales tomando en cuenta las fuerzas sociales y políticas con las que se pretende avanzar en la construcción de un horizonte de liberación nacional, consolidando un Estado Nacional fortalecido y un Mercado Interno que responda a las necesidades básicas y se oriente al generar el bienestar de la población, vinculado a un socialismo latinoamericano, teniendo como base de referencia la Agenda Patriótica 2025.
NECESIDAD DE UN MOVIMIENTO PATRIOTICO
El nuevo bloque de poder basado en la confederación de organizaciones sociales del campo y la ciudad (campesinos, colonizadores, cocaleros, mujeres campesinas, indígenas, juntas vecinales, pequeños comerciantes, cuentapropistas, informales, cooperativistas mineros y otros) se ha ido debilitando especialmente por la ausencia de un eje aglutinador de las luchas, la tendencia a impulsar demandas sectoriales, la disputa instrumental por puestos burocráticos, la falta de una organización política sólida y la despolitización de las bases, aunque, por otra parte, el gobierno ha conseguido un importante acuerdo con los dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB) y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), organizaciones con un importante peso político.
Las Fuerzas Armadas, a su vez, han asimilado el discurso y la posición impulsada por el Presidente Evo Morales Ayma en lo que corresponde a ser parte constitutiva de un proceso que defienda las bases de la nación boliviana, que integre plenamente el territorio nacional y que identifique la intervención imperialista y de sus aliados como el enemigo principal, siguiendo el ejemplo de los militares nacionalistas como German Busch, Gualberto Villarroel, Alfredo Ovando y Juan José Torrez.
Estos acontecimientos abren la perspectiva a formar un gran movimiento patriótico de liberación nacional, sin embargo, contradictoriamente, el gobierno ha desarrollado acciones de acercamiento a sectores del poder tradicional de las oligarquías, las que están ampliando la propiedad latifundista de la tierra en el oriente, y de corporaciones empresariales vinculados a la banca y las finanzas y al gran comercio de importación y exportación que, junto al sector bancario, han tenido en los últimos ocho años ganancias y utilidades como nunca antes en la historia.
PROTECCIONISMO ECONOMICO Y SOBERANIA NACIONAL
La Agenda Patriótica 2025 se presenta como la plataforma inicial para avanzar en un proceso de transición sostenido y de largo aliento: El impulso a la soberanía productiva con la diversificación, el proteccionismo económico, el desarrollo integral y la prescindencia de la dictadura del mercado capitalista; junto a la soberanía en el control y aprovechamiento de los recursos naturales y su industrialización y a la soberanía financiera sin servilismo al capital financiero, así como la integración complementaria con los pueblos y procesos antiimperialistas, se presentan como los eslabones fundamentales para construir un proyecto liberador.
El complemento imprescindible a los trece puntos de la Agenda Patriótica está en la necesidad de radicalizar las medidas nacionalistas y mantener una soberanía política plena, con el fortalecimiento de un gobierno antiimperialista que desarrolle una estrategia que combine el cumplimiento de las tareas de la emancipación nacional con las tareas del socialismo latinoamericanista, impulsando la organización, movilización y participación popular en las instancias locales, regionales y nacionales.
La lucha ideológica, la disputa sobre la opinión pública y el rol de los medios de comunicación se convierten, en este contexto, en importantes eslabones para conseguir la adhesión militante de la ciudadanía entre las opciones que se presentan al escenario electoral. Hasta ahora este enfrentamiento se ha convertido en un nudo clave si se toma en cuenta la poderosa influencia que alcanzan los grandes medios empresariales privados y transnacionales de comunicación que, sin ninguna regulación nacional y estatal, logran posesionar agendas proclives a la estrategia de la dominación imperialista y de la política internacional de Estados Unidos.
MAS ALLA DE LAS ELECCIONES
Esos medios han conseguido aprovechar adecuadamente los errores, ilegalidades, hechos de corrupción, negociados y otros que se han presentado en algunos niveles de la administración pública, especialmente porque desde los niveles de gobierno no se han adoptado políticas plenas de transparencia y porque los casos denunciados no han sido asumidos como negativos al proceso y que deben ser castigados ejemplarmente para desarrollar una fuerza moral y ética inquebrantable.
Habiendo procedido de una fuente de rebeliones populares y nacionales, seguido un proceso contradictorio especialmente frente a sectores de la oligarquía y de las transnacionales, ahora el proceso de cambio tiene ante si tareas demasiado importantes, especialmente ante la nueva coyuntura a nivel regional, la misma que está marcada por la muerte de Hugo Chavez y los vaivenes políticos en cada país de la región y por la crisis capitalista que provoca una escalada de agresiones en distintos lugares del planeta y de las que no está exenta América Latina.
Por eso que la coyuntura electoral debe ir mas allá, en la perspectiva del proceso abierto por el pueblo boliviano, lo cual significa que las reformas deberán consolidarse y profundizarse, que el Movimiento Patriótico Antiimperialista de las organizaciones sociales consiga formular un horizonte común más allá de las reivindicaciones particulares, que las mismas junto al gobierno presenten una propuesta Programática de ejecución inmediata y con un horizonte de largo alcance y que el debate y la Formación política de los cuadros organizados se califique sustancialmente.
INTERROGANTES Y DISYUNTIVAS
Las preguntas pertinentes en el contexto analizado se presentan en términos de cuáles son y serán los protagonistas de la continuidad del proceso nacional-popular cuando se presentan disyuntivas que van desde la posibilidad de implementar una versión de una alianza étnico-clasista, de composición indígena, mestiza, campesina, obrera y popular frente a una conciliación con los sectores de las oligarquías regionales, particularmente la de Santa Cruz, los nuevos ricos de la minería privada y cooperativa y las transnacionales mineras y petroleras.
O desde la posibilidad de profundizar un capitalismo de Estado que fortalezca el mercado interno, la industrialización endógena, la integración territorial y el Estado Nacional, como transición a formas más avanzadas de organización social y comunitaria que se orienten hacia un socialismo latinoamericano frente a una apertura a las relaciones con la banca internacional, el neoliberalismo globalizante, el libremercado que deja sin defensa a la producción nacional y los organismos internacionales como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En una perspectiva inmediata corresponde determinar si el proceso económico del que se tienen importantísimos ingresos va a orientarse hacia la mayor especialización en exportación de materias primas, el despilfarro, las importaciones descontroladas, los grandes gastos no productivos y suntuarios o hacia procesos de industrialización avanzada, creación de empleos productivos y de fortalecimiento de una agricultura campesina de autoabastecimiento de alimentos, de la implementación en todo el territorio nacional de una red que dote de gas para múltiples fines y de sostenimiento de la soberanía y dignidad de la patria.
*Eduardo Paz Rada es sociólogo boliviano, escribe en publicaciones nacionales y latinoamericanas.
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