Rafael Bautista Segales, filósofo boliviano y escritor, en diálogo exclusivo con www.purochamuyo.com / Cuadernos de Crisis. El ex director de Geopolítica del Buen Vivir y Política Exterior de la vicepresidencia de Bolivia, visita Buenos Aires. De Atahualpa Yupanqui a Marx, de Hegel a los zapatistas, del litio a los BRICS.
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PCH: Ha nacido en 1968. Decir esto nos lleva a pensar en que Ud. nació un año después de la muerte del Che en su país. ¿Qué marca eso en su adolescencia y en la decisión de acercarse a los estudios críticos, y a mirar la realidad de Bolivia y de Latinoamérica desde otro lugar?
RBS: Nunca me habían preguntado algo semejante, es interesante, porque más que al Che, como tengo formación en Filosofía, Literatura y en música, para mí el ’68 es el Mayo francés. Y los estudiantes decían que querían tomar el cielo por asalto. Y para mí, que soy boliviano, y vivimos en La Paz, una de las ciudades más altas del mundo, ya estábamos cerca del cielo. Para nosotros el cielo no es algo demasiado lejos, sino demasiado cerca.
Déjeme decirle que en mi formación filosófica yo fui bien heleno-céntrico, estudié de modo clásico, desde los griegos -en griego-, la filosofía latina para lo cual teníamos profesores con una muy buena formación en las lenguas clásicas, y después estudiamos la filosofía moderna, sobre todo la alemana. Y teníamos profesores que eran muy diestros en los idiomas en las cuales la filosofía se expresaba.
Entonces, con esa formación, parecía natural que yo deviniera en una posición política conservadora, pero la ruptura surge trabajando en talleres de formación popular y conociendo lo que es la ‘música de protesta’ de ese entonces, por ejemplo la Trova cubana. Y ahí es cuando yo recién lo conozco al Che. Pero lo conozco de modo emotivo, y ese era el síntoma epocal; mucho después lo voy a conocer leyéndole, conociendo lo que llamo su ‘vida plasmada en proyectos’. En un libro próximo a editarse, que se llama La memoria obstinada, una ficción en torno de la memoria, hay un capítulo de prosa poética llamada ‘Abrazar la muerte’, dedicado al Che.
PCH: La cultura occidental tiende a relacionar las culturas andinas con el silencio, el cuidado de la palabra, y donde muchas veces es la mirada, o el lenguaje corporal lo que define la comunicación. Sin embargo, la conquista y colonización, se valieron de la palabra, y hoy, más de 500 años después, se sigue valiendo de la palabra porque está generando discurso, y está generando sentido. ¿Cómo se entiende eso que defino como contradicción cultural, ancestral, entre el valor del silencio y la palabra justa, y la invasión de la palabra de Occidente?
RBS: Ahí yo tendría que recurrir un poco a alguien que me ayudó a entender mi propio mundo, que proviene de la Argentina rural, que es Atahualpa Yupanqui. Para mí fue fundamental porque no era un boliviano sino un argentino, que además había vivido mucho tiempo en París, y que como Borges, tenía una mente enciclopédica, lo que mucho me atrajo desde la juventud, y de ahí también mi pasión por los libros de Jorge Luis Borges. Y es el hecho de que con él empecé a entender algo que luego se clarificó, en el sentido de que el ser humano no es el único sujeto de expresión.
Si podemos hablar de una metafísica de la expresión, para nosotros la Naturaleza no es ‘paisaje’. Es memoria. Y todo lo que es natural, desde un árbol hasta una piedra, son ‘expresivos’, poseen memoria y por lo tanto tienen lenguaje.
Lo único que a nosotros nos hace falta es tener una apertura existencial de poder reconectarnos a esa dimensión, que no nos lo permiten las herramientas conceptuales de las Ciencias Sociales. Porque se han secularizado demasiado, y con ‘secularizado’ quiero decir que se han privado de reflexionar en torno a uno de los ámbitos básicos y necesarios de toda condición humana, que es la espiritual.
Si podemos hablar de una metafísica de la expresión, para nosotros la Naturaleza no es ‘paisaje’. Es memoria.
Entonces, lo que en el mundo andino es prevalente y es fundamental conocer para reconectarte con esa dimensión de la existencia humana, es el sonido de la quena.
La quena produce un ámbito en el cual uno puede gozar una expresividad que solo puede ser comparable al silencio, que algunos denominan el ‘silencio vertical’, o sea, el silencio de la trascendencia.
Si uno va al Altiplano, lo encuentra medio frío, solitario, y a veces lo llena a uno de angustia, si es que no está acostumbrado a ese tipo de paisaje. Y por eso cuando uno se adentra a ese tipo de experiencia, recién entiende que la quena es un lamento del silencio, o como dice Atahualpa refiriéndose al bombo…el bombo nace de los latidos y los jadeos de la Madre Tierra, de la Pachamama cuando ‘se cansa’ de dar fruto.
Cuando empieza a entender esas cosas, recién se da cuenta de que el mundo es pura expresividad, y que lo que nos ha legado el arte y la cultura andina -entre otras-, es esa experiencia de transcender las limitaciones humanas y abrirse al infinito.
Ahora bien, el infinito, para nosotros es una categoría que la recogemos de Emmanuel Levinas, que es clave para entender en qué consiste el Otro y la exterioridad. Y Levinas no procede de tradición occidental, sino de tradición semita.
Y ahí, digamos, también la ruptura que produce el cambio de perspectiva después de haber atravesado una formación heleno-céntrica y euro-céntrica: no todo procede de Grecia, hay otros mundos de la vida que han tenido otro tipo de experiencias, que no reivindican el carácter de lo ‘visto’ como bien señala Heidegger como prototipo del tipo de conocimiento que nace desde Grecia. La visión domina y controla. En cambio la experiencia semita parte del privilegio del escuchar, y recién ahí uno puede tener el conocimiento de la trascendencia.
¿Por qué? Porque el escuchar ya no proviene de uno; se escucha lo que viene de afuera, y lo que viene de afuera es lo que lo interpela a uno, y ahí uno se abre al infinito. En Levinas sería el Otro con mayúsculas, el Otro infinito, la experiencia de lo divino.
¡Y eso está bien marcado en la cosmovisión andina! Ahí la experiencia de lo trascendental es bien cotidiano. Lo único que hace falta es que uno sepa reconectarse a esa dimensión para entender, por ejemplo, el lamento de la quena, el jadeo del tambor como expresividad de la propia Pachamama, que también siente, se cansa de dar luz, alimentos básicos para la vida humana, etc.
No todo procede de Grecia, en cuyo prototipo de conocimiento la visión domina y controla. En cambio la experiencia semita parte del privilegio del escuchar, y recién ahí uno puede tener el conocimiento de la trascendencia.
Ahí, esta mezcla de poesía y música es lo que llamo el ‘espíritu narrativo’, y por eso mismo siempre digo que un escritor no nace ni se hace, se ‘descubre’, y escritor es aquel que ha hecho del espíritu narrativo su forma de expresión. El espíritu narrativo lo que hace es mantener lo revelado como misterio en tanto acontecimiento, que se vuelve contenido de nuestra expresividad.
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PCH: En ese sentido, precisamente, ¿qué ha producido la colonización?
RBS: La colonización ha cortado todo eso. Con la secularización nos ha privado de este ámbito de reproducción de la existencia humana, que es la experiencia de lo trascendental, la experiencia de lo divino. Hasta los propios filósofos europeos, por ejemplo Heidegger, describe los desastres que ocasiona la época de la técnica. ¡Y la técnica, hoy en día, ya es tecnología, que no es cualquier palabrita!
Es la propia autoconciencia que la técnica alcanza cuando se convierte en poder, cuando se convierte en dominación, cuando puede desplazar al ser humano. Eso es lo que está ocurriendo con la inteligencia artificial. Y no en vano la inteligencia artificial está acompañada por un nuevo paradigma trans-humanista y post-industrial, donde el ser humano ya es prescindible. Estamos, prácticamente, asistiendo a una época en la cual el ser humano, por una lógica que actúa por inercia tecnológica, puede prescindir de nosotros.
Nosotros mismos estamos atentando contra nosotros mismos cuando privilegiamos una tecnología que se ha desprendido de las necesidades humanas y atiende a su propia lógica interna. Y ahí es cuando encontramos todas las críticas que hace la Escuela de Frankfurt, por ejemplo Horkheimer y Adorno a la razón instrumental, a la racionalidad instrumental.
Esas críticas, para nosotros, son apenas insumos, porque también decimos: el contexto en el cual los filósofos europeos han criticado a la Modernidad no la superan, ni la trascienden, porque parten de ese horizonte de sentido.
En cambio nosotros, que nos situamos en la exterioridad, quienes sufrimos realmente las consecuencias perversas de una racionalidad que ya no toma en cuenta la vida, sino que se sobrepone a la propia vida -y por ello puede atentar contra la vida-, somos los que podemos dar razón de otro tipo de racionalidad, que pretende ser la superación de una racionalidad que está siendo co-partícipe de una apuesta por la muerte de la humanidad y del planeta.
PCH: Estamos, de un modo o de otro, hablando de globalización. Porque la globalización es la imposición de este período de la Modernidad, del capital, del neoconservadurismo o neoliberalismo -que considero equivalente-. En ese marco, ¿qué lugar le queda a los pueblos, países, comunidades, más allá de ser los tradicionales proveedores de materias primas? En algún momento usted dijo algo así: que lo que nuestros pueblos le tributan al primer mundo es mucho más que materias primas, es la vida misma de esos pueblos.
RBS: Efectivamente, es el desarrollo que hemos hecho del concepto de colonialidad de Aníbal Quijano, que para nuestro criterio era un concepto limitante, porque solo atendía a la racialización de las relaciones de dominación, pero de carácter todavía fenotípico.
La crítica que nosotros le hacemos al racismo es cuando concebimos que el racismo es la antropología moderna que como clasificación de la humanidad, separa a ‘superiores’ de ‘inferiores’. Un discurso ideológico que hace posible la explotación inmisericorde de quienes no cumplen con las condiciones de humanidad que impone la perspectiva moderna. ¡Y que ya no es fenotípica! Porque, por ejemplo, Florence Gaub[i], subdirectora del Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea y profesora de la Universidad de Potsdam, en Alemania, se atreve a decir ‘los rusos parecen europeos pero no lo son, porque no comparten nuestras expectativas y nuestro modo de ver la vida y el mundo’. Lo que ella está diciendo es ‘los rusos no son seres humanos’.
Quiero decir: el racismo no solamente denigra al negro o al indio, es una antropología que define quién cumple las condiciones que ese ‘nosotros’ cree que son las humanas, y quiénes no. Y quien no cumple con la norma, no es considerado ser humano.
Entonces ahí podemos decir lo que ha originado la colonialidad del ser, del saber, del poder, es un diseño geopolítico en el cual la tributación ya no es del excedente, ahora la tributación es de voluntad de vida.
Las elites periféricas, para que el Imperio tenga poder, le tributan ‘poder formal’ y material, es decir, ejercicio de soberanía. Porque nuestras elites renuncian a la soberanía y eso lo transfieren al primer mundo, de tal modo que en esta ‘tributación de soberanía’, el Primer Mundo, el Imperio, se llena de poder formal y material, y eso produce su poder real. En las materias primas que van al primer mundo, que como decía Marx, están chorreando sangre y lodo, estamos tributando nuestra voluntad de vida.
¿Qué quiere decir esto? Que en esa tributación de voluntad de vida se plusvaloriza la vida del centro, a costa de la vida de la periferia. O sea, la desvalorización de la vida de la periferia es inversamente proporcional a la plus-valorización de la vida del centro. ¡Eso es lo que hace una transferencia constante y sistemática de la periferia en detrimento de sí misma, y a favor del centro del mundo! El centro del mundo se llena de vida, se llena de la voluntad de vida negada de la periferia, y por eso los dominados ni siquiera nos vemos como sujetos dignos, como algo que merecería poder desarrollarse de algún modo propio, sino simplemente como tributadores de algo que -como el vampiro-, no solamente extrae sangre material, o física, sino que extrae vida, existencia.
Por eso decimos: el capitalismo no es solo un sistema que te explota físicamente; si fuera solo físicamente te repones, repones las fuerzas y ya. Lo que el capitalismo hace es explotar tu propia energía vital, y te produce una miseria no solo material, física, sino también espiritual.
Ese es el desastre que produce el capitalismo, y ese tipo de tributación es la verdadera cara de la colonialidad actual. Renunciamos nosotros a nuestra propia vida para alimentar a un fetiche -el capital-, que en el altar del mercado se ofrendan diariamente vidas humanas para hacer posible la vida de algo que no tiene vida por sí mismo. Ese es el fetiche moderno, el dios sustitutivo, que no mata a los dioses anteriores, simplemente los desplaza. Ante ese dios fetiche que es el capital, la humanidad ofrenda propia vida para darle vida al fetiche.
PCH: Suena muy parecido a todas las justificaciones del discurso meritócrata, quiénes merecen la educación, quiénes merecen triunfar, quiénes merecen ser incluidos. ¿Es así?
RBS: En parte sí. Porque la meritocracia es una especie de auto justificación de una elite que no quiere, bajo ninguna circunstancia concebir que es posible la igualdad humana. Cualquier proyecto imperial siempre ha sostenido la desigualdad humana: unos han nacido para dominar y otros para obedecer.
Desde el cristianismo originario se ha puesto en evidencia el carácter inmoral y antiético de esa posición, pero con el transcurso del tiempo se ha ido reponiendo bajo nuevas banderas, y en el mundo de la Modernidad ha encontrado las mejores posibilidades de ejercicio de esa clasificación antropológica de la humanidad entre seres superiores e inferiorizados, bajo nuevas narrativas mítico-ideológicas, que han naturalizado las relaciones de dominación.
Ahí aparecen hoy en día, con el auge del relativismo moderno, donde incluso los ricos ya no tienen ningún tipo de impedimento moral para afirmar su cinismo de modo descarado. Es lo que estamos viendo en el ejercicio elitario, que recurren a la meritocracia para afirmar que los pobres no pueden por qué querer igualarse.
Por ejemplo, hay una frase recurrente que se escucha entre los entre comillas ricos (porque por lo general los aspirantes a ricos son los que más defienden a los ricos pero ellos también son subalternizados por los verdaderos ricos): dicen ‘los pobres no saben lo que es el esfuerzo’, ‘los pobres nunca han ahorrado’, ‘los pobres nunca han valorado lo que se consigue con sacrificio’.
Es decir, que quien sostiene la economía son los pobres, quienes son los verdaderos sacrificados son los pobres, pero nunca son ricos. ¿Y quiénes son ricos? Los que se aprovechan del trabajo ajeno. Entonces, estos que se aprovechan del trabajo ajeno necesitan parámetros éticos para justificar e invisibilizar la dominación que reproducen, el carácter infame de una desigualdad sobre la cual sostienen sus propias expectativas.
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Ahora estamos en un mundo que es una torre de Babel.
El mundo de la posverdad no nace recientemente, más bien ese mundo nace con la Modernidad, que ha generado sus grandes narrativas, que se está demostrando que son todas empíricamente falsables.
Fíjate: se nos viene a contar que nadie sabía que la tierra era redonda hasta que Colón vio por evidencia empírica que los barcos se hundían en lontananza. ¡Eso es un cuento de hadas! En el siglo II antes de Cristo, en el Politécnico de Alejandría, Eratóstenes ya midió la curvatura de la Tierra.
¿De dónde no se sabía que el mundo era redondo? En el Libro de Job se halla la circunferencia de la Tierra, y en el Corán también. Las civilizaciones antiguas sabían…hay un globo terráqueo en la Universidad de Teherán que data del siglo VI; los mapas anteriores a la conquista del Nuevo Mundo, por ejemplo el mapa de Piri Reis, el mapa de Henri Martellus, los mapas de los chinos del almirante Zheng He de 1419, 1421, 1423…todos esos mapas demuestran que todas las civilizaciones sabían de la existencia de América.
¡Podían cartografiar el mundo! Para cartografiar mapas esféricos, o sea, mapas marítimos, necesitaban tener muy avanzados conocimientos de trigonometría.
Entonces, la Modernidad se ha inventado todo un relato histórico, que hoy en día está cayéndoseporque las evidencias empíricas están demostrando que son simplemente narrativas ideológicas, y están indicando que necesitamos una nueva historia que realmente desmonte toda la narrativa que la Modernidad, Europa, nos ha hecho creer.
Vivimos en un mundo donde las supuestas verdades están cayendo, pero para relativizar el colapso de las certezas modernas la Modernidad recurre a la relativización de todo, al post-modernismo, y ahora recurre a la post-verdad, cuando en el fondo, desde el inicio de la Conquista del Nuevo Mundo, se tuvieron que inventar ‘verdades’, es decir, mentiras encubiertas como si fueran verdades para justificar la conquista y colonización.
…para relativizar el colapso de las certezas modernas la Modernidad recurre a la relativización de todo, al post-modernismo, y ahora recurre a la post-verdad, cuando en el fondo, desde el inicio de la Conquista del Nuevo Mundo, se tuvieron que inventar ‘verdades’, es decir, mentiras encubiertas como si fueran verdades para justificar la conquista y colonización.
PCH: En América Latina, y en algunos lugares particularmente, se está viviendo un proceso de extractivismo feroz, vinculado con lo que el mundo global, el centro del capital precisa. Argentina junto con Bolivia y una parte de Chile están unidas en toda aquella región, la zona gigante del litio. Las autoridades de Bolivia han hecho gala de la explotación del litio y de los subproductos, y de la renta que eso genera. ¿Hay ahí un conflicto entre progreso, desarrollo, apropiación de la renta, y para quién queda? A veces se pone de ejemplo que Bolivia le impuso a las trasnacionales un impuesto mucho mayor que el que ha podido poner, por ejemplo, Argentina. El camino de Bolivia, más allá del discurso, ¿es el de ser un país capitalista más, y dar por acabado el comunalismo o los principios del comunalismo? Analicemos eso.
RBS: Con respecto al litio, tenemos que hablar de la geopolítica del litio. Porque estamos hablando, contextualmente, de la necesaria transición energética. El Primer Mundo quiere funcionalizar una necesaria transición energética porque los recursos fósiles se están agotando.
Todo proyecto económico, todo proyecto político -en este caso los proyectos imperiales-, solo se han sostenido en torno a la posesión y garantía de una base energética. El carbón fue clave para Inglaterra para impulsar su presencia imperial, sustituye a eso Estados Unidos y el proyecto del American Way of Life, en base al petróleo. Pero esos recursos ya están siendo puestos en suspenso, porque se sabe que no son infinitos, se están agotando.
El gas ha de ser un elemento sustitutivo del petróleo, pero no es fácil, porque cada transición energética supone el desmontaje de la infraestructura anterior, basada en el insumo energético anterior. ¡Y esto lleva como medio siglo! Entonces lo que los países ricos se proponen siempre es liderar la transición energética en torno a sus intereses, y eso es lo que están promoviendo en torno a las llamadas ‘energías limpias’ entre comillas, porque tampoco son tan limpias: la energía solar y todo eso basan su producción en bases energéticas anteriores, que tienen que ver con el gas, el petróleo, etc. Por cierto, tiene que ver con la tasa de rentabilidad energética, es decir, ¿cuánta energía precisamos para producir esta energía? Eso es lo que hace rentable -o no- la producción de una nueva energía.
Ese es el marco en el que aparece el litio.
Pero el litio no es una energía, es un conductor, por eso hablamos de baterías de litio.
Ahorita hay una disputa entre los iones de sal y los iones de litio. Bolivia tiene una de las composiciones cualitativas más puras en comparación con otros lugares que también tienen litio. Se habla también de los cristales de sal, y tierras raras, porque un mineral precioso nunca se da solo, está acompañado de otras cosas.
¿Cómo concebimos y redefinimos, entonces, la nacionalización de un recurso estratégico? Porque ‘nacionalización’ no es simplemente tener un recurso nuestro a disposición. Podríamos ‘des-privatizar’ un recurso, como se ha hecho con el petróleo y el gas, pero ponerlo en manos privadas nacionales. O manejarlo desde el Estado con una perspectiva ‘empresarial’, lo cual tampoco cambia las cosas.
Una verdadera nacionalización se produce cuando el estado nacional maneja ese recurso con carácter estratégico, y eso es lo que hace Putin con el gas, y lo hace de tal modo que lo que está sucediendo ahora, las medidas que adoptaron la Unión Europea y EE.UU en verdad están afectando a Europa. Lo que vemos es que el actor estratégico es un líder que sabe la importancia del manejo soberano de un recurso estratégico con fines geopolíticos.
Nuestros países tienen que pensar muy bien eso, no se trata simplemente de tener un recurso estratégico, o tenerlo en posesión estatal, sino cómo sostenemos su manejo soberano, desde una perspectiva geopolítica que nos sitúe como el centro de expectativas, desde la cual impulsar un proyecto de desarrollo industrial nacional, porque todo proyecto industrial tiene que tener su base energética.
Al mismo tiempo, no solo es cuestión de poseer un recurso estratégico, sino de diversificar la producción, porque ya no se puede confiar en tener petróleo, gas y litio. Hay que saber jugar de modo estratégico en qué rubros podemos utilizar este recurso y en cuáles aquel otro. Sudamérica, hoy, no solo tiene reservorios de plata, cobre, etc., sino que tiene los tres más grandes acuíferos del planeta, el Guaraní, el Amazonas y el Orinoco.
Todo eso hace que Sudamérica sea un continente en disputa, y esto va a generar en nosotros la necesidad -que muy bien enfatizó Hugo Chávez cuando era presidente de Venezuela y líder de la región-, de la independencia financiera: eso es clave, si no nos independizamos financieramente estamos perdidos.
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Y eso es algo que debería liderar Lula, porque Brasil es parte de los BRICS[i], y siendo parte de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), el Mercosur más Venezuela, somos la sexta economía del mundo y ahí podemos hablar de igual a igual con cualquier potencia extranjera. Si no hacemos eso, Sudamérica otra vez va a ser el pastel de otros, porque nuestras expectativas van a quedar reducidas a proyectos nacionales, que siempre van a estar en disputa unos con los otros. Al contrario, si logramos una integración regional, eso posibilita que nos potenciemos de modo conjunto.
Veamos esto con el tema del litio. Está compartido por Chile, Argentina y Bolivia. El problema es la mentalidad de nuestras burguesías, que están demasiado comprometidas con la hegemonía del dólar. Y si no se dan cuenta de que esa hegemonía está en desplome vertical, a lo único que nos van a arrastrar es a la desgracia de todos nuestros proyectos nacionales.
La cuestión se complejiza, pues hoy la lucha ya no es entre derecha e izquierda. Hay que redefinir eso, porque hoy la lucha está entre ‘globalistas’ que quieren hacer desaparecer todo carácter soberano de nuestros estados, y ‘soberanistas’.
Y lo que está sucediendo con Rusia expresa eso. El Imperio no quiere saber de que ningún Estado, ni siquiera las potencias emergentes, ostenten soberanía; quiere arrasar con el carácter soberano de cualquier lugar del mundo. Y se hace indispensable que desde la izquierda, cuyas banderas todavía abrazamos como banderas de lucha, redefinamos todo desde esta nueva dicotomía entre globalistas y soberanistas.
En tanto soberanistas, nuestra lucha no puede ser separada de otras luchas regionales. Hay que entender que nuestra liberación ha de ser posible si tiene carácter continental, e incluso considerar que la identidad norteamericana ya no es la WASP[iv] (blanco, anglo-sajón, protestante), porque en EE.UU hay una diversidad cultural donde los latinos tienen un peso definitivo. Y demográficamente, la mayoría demográfica será latina y cambiará completamente el panorama. Y como estamos demasiado comprometidos con esa economía, también hay que pensar lo paradójico de la situación actual.
Cae el Imperio, y nuestras economías también caen, y es curioso que para defender un proyecto regional, también haya que pensar en el componente demográfico naciente y creciente en Estados Unidos que ya no son los blancos protestantes. Están ahí las naciones indígenas desplazadas y reducidas, el componente afro, el latino, y otro tipo de identidades que van a redefinir completamente el panorama.
¡Estamos en otro mundo! ¡Ya no es el mundo del siglo XX! La izquierda tiene que saber recomponer su idea de mundo para saber en qué mundo está.
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PCH: ¿Y el rol de ‘dios’ que se le ha dado al Estado por parte de la izquierda o del progresismo? Porque está claro que desde los postulados teóricos del marxismo, y sus diferentes interpretaciones, el Estado es una transición para que luego desaparezca, porque no sería necesario, aunque en un principio sí es la toma del poder estatal, etc. En estos países, hoy, y en el particular proceso de Bolivia, ¿qué rol ocupa? Luce que el Estado se ha alejado de las bases
RBS: Bueno, depende del concepto que uno tiene de Estado, porque eso de que tendemos a que el Estado desaparezca es un maximalismo. El Estado que hemos enfrentado, como un Estado dominador, es el Estado moderno. El pensador egipcio Samir Amin[i] sostiene que ‘estado’ hay desde las primeras dinastías egipcias, en el sentido de que el Estado no es un invento de la Modernidad. El punto es que mucha crítica aventurera y facilona tiende a identificar al Estado con el Gobierno.
Nuestra definición del Estado es la siguiente: es la objetivación como realización de lo que un pueblo es en definitiva, porque un pueblo posee su propia eticidad[v], esa eticidad constituye normatividad, y ésta constituye el conjunto del lenguaje estatal como la propia normatividad inherente de un proyecto político.
La crítica que le hacía Hegel a Kant era que el concepto que Kant tiene del Estado -porque Kant antes de escribir su Crítica de la Razón pura hace una Fundamentación de la metafísica de la Crítica de las costumbres[vi], que es la proposición de un marco normativo que haga posible que la eticidad nacional sea, que la eticidad sea el componente orgánico. Lo que Hegel dice es que esa es una idea particular, porque cada pueblo tiene su propia eticidad, y por eso Hegel cree que está superando a Kant cuando él produce la idea de Estado en torno a la Razón. Porque para Hegel la Razón que expone en la Ciencia de la Lógica[vii] es la Razón Universal, pero lo que no se da cuenta es que está expresando una Razón europea, Moderna, liberal, protestante…de su tiempo.
Entonces nosotros decimos, ¿qué ha producido un Estado así? El Leviatán que estamos viviendo. La Razón por sobre la vida. Tenemos que armar un concepto universal que supere esta noción hegeliana del Estado en torno a la Razón, y es lo que decimos ‘el Estado en torno a la Vida’.
Tenemos que generar la posibilidad de imaginar, conceptualizar, un Estado que responda a la producción y reproducción de la vida. Pero ahí ‘la Vida’ se nos aparece como un concepto trascendental que necesitamos redefinir, para entender qué es la vida. Porque lo que está en peligro es la vida, y tenemos una racionalidad imperante que se ha desentendido de la vida, al punto de que hoy es posible escuchar -incluso en los físicos cuánticos- que la ciencia moderna ha olvidado o se ha desentendido de la base real de toda posibilidad de ejercicio de la razón, que es la vida misma.
Estamos presenciando un divorcio de la ‘Razón moderna’ que desde esa separación que produce la propia cosmovisión moderna entre ser humano y naturaleza -con la idea de que lo civilizado tiene que estar lejos de lo natural-, lo único que ha producido es el desencuentro del respeto al circuito simbiótico que establecemos los seres humanos y Naturaleza. Por eso nosotros recurrimos al término Madre, hijos e hijas… Si no se respeta ese circuito simbiótico, pues lo que le pasa a uno, le pasa al otro, estamos perdidos, porque estamos atentando contra la vida de la Madre y contra la vida de sus hijos. ¿Quién ha producido eso? Una racionalidad que produce irracionalidad.
Fíjese que las ‘expectativas económicas’ tienen base en criterios como la lógica medio-fin. Lo que se traduce económicamente en costo-beneficio.
Ahí, por ejemplo, un empresario de la madera puede cotizar en su balance contable cuánto le cuesta la sierra, cuánto le cuesta el trabajo, cuánto las volquetas, cuánto el transporte, etc. para llevar la madera al primer mundo. Pero nunca pone en su hoja contable cuánto le cuesta a la Naturaleza reponer lo que le ha quitado. ¡Si hace eso verá que su negocio es pura pérdida! Y la economía nunca hace ese cálculo. Porque es una seudo-ciencia.
¿Por qué? Porque si no considera la base real que hace posible todas sus cuantificaciones y expectativas a futuro, carece del sentido de realidad. Y una ciencia que diga que todo lo que produces como producción son meras ‘externalidades’, como consecuencias fácticas de destrucción, es una ciencia que no piensa las propias consecuencias que provoca, es una seudo-ciencia.
Ahí se entiende la irracionalidad de esta racionalidad, que produce el calentamiento global o la crisis climática. Y uno tiene que ser lo suficientemente sensato para darse cuenta por qué los economistas no han podido dar cuenta de la crisis financiera de 2008 que desata la quiebra financiera en Estados Unidos, y cómo los que se han beneficiado de esa quiebra son ellos mismos, los bancos[viii], que armaron los Fondos de inversión, que con dinero público, se hacen ricos. Porque (el ex presidente Barack) Obama ha permitido que fueran los ciudadanos los que paguen lo que originaron los banqueros, una crisis que como piezas de dominó ha afectado a todo el mundo.
Hoy por hoy, estamos viviendo la posible recesión de una economía que sólo está sostenida en torno a burbujas que no poseen ningún tipo de respaldo real, y que cuando eso estalle ahí vamos a estar en una situación profundamente grave que nunca antes la Humanidad ha presenciado.
PCH: Por eso las alianzas políticas, soberanistas de las que hablaba…
RBS: ¡Claro! Porque se trata de que en la globalización se produce un efecto negativo cuando solo se presenta un mundo sin alternativas, y esa es la doctrina que viene desde la Thatcher[ix] cuando decía ‘There is no alternative- No hay alternativa’. Ella decía: no hay sociedad, solo individuos.
Ese tipo de lógica es lo que ha pervertido completamente no solo la economía, sino también la política, que está completamente corrompida, porque si solo hay ‘individuos’, solo hay intereses particulares, y nadie vela por el interés común.
En ese tipo de ‘mundo-sin-alternativa’ todos quedamos presos en el fatalismo que el capitalismo pretende imponer como única solución, y frente a eso, proyectos regionales son fundamentales porque no puede haber una sola opción: no hay una sola civilización, hay varias civilizaciones que tienen que saber retornar a sus propios orígenes para proponerse ellos mismos opciones factibles en el largo plazo, desde sus propias raíces culturales.
Por eso nosotros decimos que no es que ahora el Buen Vivir se impone como nuevo paradigma. ¡No! Estamos diciendo ‘cada civilización, cada circuito civilizatorio, tiene que responder a la correspondencia entre su proyecto de vida y el entorno en el cual eso se hace posible’. Ahí estamos hablando de varios mundos dentro de un mundo, que es lo que dicen los Zapatistas: queremos un mundo donde quepan muchos mundos. No un solo mundo como imposición fatalista.
PCH: En un texto suyo, Rafael, usted decía: “No son las culturas indígenas las que debieran ‘modernizarse’ sino la Modernidad es la que debe reconocer que lo que había negado, es la alternativa a su propia decadencia”
RBS: Por supuesto. Las culturas indígenas son la brújula actual, nos están indicando por dónde hay que ir. ¿Qué dicen los indios Cree, de Canadá? «Sólo después que el último árbol sea cortado, sólo después que el último río haya sido envenenado, sólo después que el último pez haya sido atrapado, sólo entonces nos daremos cuenta que no nos podemos comer el dólar». Pero la humanidad sigue pendiente del fetiche del dinero, la idolatría del dinero.<>
Rafael Bautista Segales se presenta el domingo 15 de mayo en la Feria del Libro para analizar «Pensar Nuestra América con Categorías Propias», invitado por Ediciones CICCUS
[ii] https://www.fao.org/americas/noticias/ver/es/c/896248/
[iii] https://es.wikipedia.org/wiki/White_Anglo-Saxon_Protestant
[iv] https://www.vicepresidencia.gob.bo/IMG/pdf/samir_amin_final.pdf
[v] https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Moralidad_y_eticidad
[vi] https://biblioteca.org.ar/libros/89648.pdf
[vii] https://www.filosofia.org/enc/ros/cienl.htm
[viii] https://www.purochamuyo.com/en-manada-no-hay-lobos-sueltos-en-wall-street/
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