Por: Juan Arrizabalaga
1-Socialdemocracia
La primera corriente la podemos denominar “socialdemócrata”. Esta corriente es hija del peronismo neoliberal. Por momentos de centro democrático por momentos de centro derecha. No es esencialmente peronista ni progresista. No se asienta en las tres banderas clásicas ni en la radicalización de la democracia. Ni en el nacionalismo ni en el protagonismo de los descamisados. Sostiene el relato de las pymes y la clase media urbana. Por momentos integra elementos del progresismo. No integra activamente elementos del nacionalismo popular y no es parte de un regreso a la doctrina al estilo neoperonista. Suele tenerse en cuenta sus aportes a la construcción de agendas más amplias dirigidas hacia sectores refractarios al peronismo.
En términos de visión del mundo es Occidentalista. Comparte con algunos sectores la idea de que todo fracaso es debido a los intentos que pretenden radicalizar los procesos progresistas, lo cual genera oposición de la burguesía y sectores medios.
En lo doctrinario desea extirpar lo de “combatir al capital”. Su propuesta fundamental es la racionalidad y la moderación como factores de gobernabilidad. Osciló entre el conflicto abierto y la alianza pragmática con el progresismo. Actualmente vive un momento de debilidad debido a sus responsabilidades centrales en el fracaso reciente. Le sobra pragmatismo, le falta doctrina y horizonte.
2-Progresismo
La segunda corriente es el “progresismo”. Ha sido la corriente hegemónica desde la recomposición del 2003. En el núcleo fundamental sostiene el relato de la ampliación de derechos, la consolidación democrática y los DDHH, y un capitalismo nacional con Estado presente, que acompañe las desigualdades y rectifique los “desvíos” del mercado. Este núcleo en los últimos años se amplió con elementos del feminismo.
En cuanto a su visión del mundo contiene más elementos occidentalistas y menos sectores multipolaristas. Los primeros representan un fuerte límite para romper con la dependencia económica, geopolítica y cultural, ante la actual transición multipolar a nivel global. Contiene algunas militancias posmodernas, europeístas y poco afines al nacionalismo. En algunos de sus sectores se sostiene la idea de radicalizar la democracia liberal. En otros, se hace hincapié en un nuevo keynesianismo. En cuanto a las causas del fracaso osciló entre la crítica a posturas más radicales al interior de lo nacional popular pero también el rechazo a la excesiva moderación de los socialdemócratas.
Vive un momento de gran confusión debido a varios factores: la derrota política actual, la crisis terminal del “capitalismo con inclusión”, los límites no radicalizables de la democracia liberal, y la ausencia de liderazgo. No propone una actualización doctrinaria ni tampoco una vuelta a las fuentes. Doctrinariamente hace mayor pie en la batalla cultural que en la batalla contra el capital. Actualmente transita una crisis de horizonte.
3-Neoperonismo
Una tercera corriente es la que podemos denominar como “neoperonista”. No se reconoce como progresista ni socialdemocracia y vuelve a levantar la bandera antimarxista. Propone una batalla de ideas en el movimiento y reorganizar desde la doctrina. Busca hacer borrón y cuenta vieja. Es una teoría del regreso. Es una corriente de reacción al fracaso y derrota reciente. Propone combatir los desvíos. Considera que toda actualización es un desvío. Se habla de peronismo y no de lo nacional popular.
En términos de visión del mundo sostiene “Ni yanquis ni chinos”. Es aún marginal pero vigorosa en potencia debido a la importancia que le da a la doctrina en un momento de crisis teórica y de liderazgo político. Es conservador y antifeminista con acento nacionalista.
Pretende disputar el liderazgo ideológico a lo que considera como la herencia progresista marxista. Para esta corriente hay que volver a Perón y “peronismo hay uno solo”. Su propuesta actual es reconstruir la alternativa política desde la doctrina. Le sobran señalamientos, le falta acumulación política y social.
4-Nacionalismo popular
Finalmente, existe una cuarta corriente en crecimiento, que a falta de mejor definición podemos denominar como “nacionalismo popular”. Esta corriente reconoce las 3 grandes banderas del peronismo histórico, contiene elementos del cristianismo de Francisco, una fuerte reivindicación de los nuevos descamisados, pone acento en una concepción latinoamericanista y al mismo tiempo entronca con el feminismo popular. Comparte la idea de la planificación estatal y la comunidad organizada. Comparte elementos con el progresismo acerca de la ampliación de derechos pero critica sus límites programáticos y de horizonte.
A diferencia de las corrientes anteriores desconfía del conjunto de la burguesía y mantiene una crítica estructural al capitalismo. Conviven propuestas de reindustrialización nacional con otras que ponen el acento en la economía popular. Se conjugan algunas miradas occidentalistas con otros sectores abiertamente anti yanquis, posturas latinoamericanistas de liberación, y otros de un fuerte orientalismo pro BRICS. En esta corriente prima la desconfianza hacia el europeísmo progresista.
Desconfía también de la democracia de ciudadanos liberales y consumidores, y tiene mayor preferencia por la idea corporativa de clase y comunidad organizada de la izquierda peronista sumado a la “opción preferencial por los excluidos”. Incluye militancias jóvenes y de base de tendencias peronistas, feministas, marxistas y del cristianismo. Propone una actualización de lo nacional popular tanto doctrinaria como programática. Le sobra diversidad, le falta síntesis doctrinaria.
Caracterizadas estas cuatro corrientes, es necesario aclarar que no son absolutas. Hay cruces, líneas compartidas, hay borders y militancias que cruzan fronteras. También, es necesario aclarar que, existe más de un sector dentro de cada corriente, que las mismas son dinámicas y están en constante cambio.
Hablamos de corrientes ideológicas y no de corrientes o espacios políticos, porque entrado en ese terreno justamente la cosa es más compleja y entrelazada de lo que muchas veces parece. Pero sabemos, que además de la crítica a lo existente, es necesario que ampliemos el espacio de la autocrítica y el debate. Bienvenidas las opiniones.
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