Por: Antonio Martínez Ron
Las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el cambio climático antropogénico están calentando actualmente el planeta a un ritmo mucho más acelerado que los eventos de calentamiento más rápidos del eón Fanerozoico, los últimos 540 millones de años de tiempo geológico. Es una de las conclusiones que se desprenden de un nuevo estudio publicado este jueves en la revista Science, en el que se ofrece la reconstrucción más completa hasta la fecha de la temperatura de la superficie terrestre durante los últimos 485 millones de años.
La nueva curva revela que la temperatura de la Tierra ha variado más de lo que se pensaba anteriormente durante este eón y confirma que estas variaciones están fuertemente correlacionadas con la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera. Y pone de manifiesto que, aunque ha hecho mucho más calor en determinados momentos del pasado de la Tierra, nunca se había experimentado un acelerón tan pronunciado como el que vivimos, en la escala de décadas.
Los autores del estudio, liderado por la institución Smithsonian y la Universidad de Arizona, han generado esta curva de temperatura utilizando un método llamado asimilación de datos, que les permitió combinar el registro geológico y de los modelos climáticos para crear una comprensión más coherente de los climas antiguos.
“Adaptados a un clima frío”
El análisis detallado de cómo ha fluctuado la temperatura de la Tierra a lo largo del tiempo proporciona un contexto crucial para comprender el cambio climático moderno, recalcan los autores. Lo que han visto es que a lo largo del Fanerozoico la temperatura media global de la superficie osciló entre 11 y 36ºC y que los períodos de calor extremo estuvieron vinculados, en la mayoría de los casos, a niveles elevados de dióxido de carbono en la atmósfera.
Este cuadro muestra la correlación entre los aumentos de temperatura (arriba) y CO2 (abajo) a lo largo de 500 millones de años Judd et al. Science, 2024
“Esta investigación ilustra claramente que el dióxido de carbono es el factor dominante en el control de las temperaturas globales a lo largo del tiempo geológico”, señala Jessica Tierney, paleoclimatóloga de la Universidad de Arizona y coautora del artículo. “Cuando el CO2 es bajo, la temperatura es fría; cuando el CO2 es alto, la temperatura es cálida”.
Estamos adaptados a un clima frío. Es peligroso hacer que volvamos rápidamente a un clima más cálido. Jessica Tierney — Paleoclimatóloga de la Universidad de Arizona y coautora del artículo
Los hallazgos también revelan que la temperatura media global actual de la Tierra, de 15 ºC , es más fría que la que ha tenido la Tierra durante gran parte del Fanerozoico. En otras palabras, estamos en una especie de pausa privilegiada en la historia del planeta que podríamos echar a perder con nuestro comportamiento. Porque las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el cambio climático antropogénico están calentando actualmente el planeta a un ritmo mucho más rápido que en los momentos más calurosos del Fanerozoico, un dato nada tranquilizador, dado que aquellos episodios de cambio climático rápido provocaron extinciones masivas.
“Los seres humanos y las especies con las que compartimos el planeta estamos adaptados a un clima frío”, afirma Tierney. “Es peligroso hacer que volvamos rápidamente a un clima más cálido”.
Un gigantesco rompecabezas
La naturaleza fragmentaria del registro fósil hace que la reconstrucción de las temperaturas del pasado no sea nada sencilla. Algunos especímenes, como las hojas de palma fosilizadas encontradas en Alaska, son piezas útiles que dan testimonio de un período en el pasado de la Tierra en el que las temperaturas globales eran mucho más cálidas que hoy. “Es como intentar visualizar la imagen de un rompecabezas de 1.000 piezas, cuando sólo tienes un puñado de ellas”, asegura Emily Judd , autora principal del nuevo artículo.
Hoja de palmera fósil (‘Sabalites sp.’) de 60 millones de años, descubierta en Petersburg Borough, Alaska Lucia RM Martino, James Di Loreto and Fred Cochard, Smithsonian.
Para crear una curva precisa, el equipo reconstruyó instantáneas climáticas del mundo en varios puntos a lo largo del Fanerozoico integrando datos relacionados con las antiguas temperaturas oceánicas de diferentes partes del planeta con simulaciones por computadora de climas pasados. También recopilaron más de 150.000 puntos de datos publicados de cinco archivos geoquímicos diferentes (o “proxies”) para la temperatura oceánica antigua que se conservan en conchas fosilizadas y otros tipos de materia orgánica antigua. Y sus colegas de la Universidad de Bristol generaron más de 850 simulaciones de modelos de cómo podría haber sido el clima de la Tierra en diferentes períodos del pasado distante basándose en la posición continental y la composición atmosférica.
El investigador Scott Wing sostiene una foto de un cocodrilo en un paisaje helado de Wyoming, donde estos reptiles vivieron hace 56 millones de años Ira Block
A continuación, los investigadores utilizaron la asimilación de datos para combinar estas dos líneas de evidencia y crear una curva más precisa de cómo ha variado la temperatura de la Tierra durante los últimos 485 millones de años. “Todos estamos de acuerdo en que esta no es la curva final”, afirmó Brian Huber, coautor del artículo. “Los investigadores seguirán descubriendo pistas adicionales sobre el pasado remoto, que ayudarán a revisar esta curva en el futuro”.
“No nos va a dar tiempo de adaptación”
José Javier Álvaro Blasco, investigador del IGEO-CSIC, cree que este es un gran trabajo, en el que los autores han recopilado una inmensa cantidad de información previa. “El análisis indica que las fluctuaciones de temperatura (y climáticas) del pasado han sido mucho más amplias y que se alcanzaron valores más extremos de los estimados hasta el momento”, explica a elDiario.es. “El problema es que las fluctuaciones climáticas del pasado se medían en centenares de miles a millones de años, y el calentamiento global actual se mide ya en décadas”.
Para mí, el resultado deja un mensaje principal: con la velocidad a la que sube la temperatura a los seres humanos no nos va a dar tiempo de adaptación. Ana Moreno — Paleoclimatóloga del CSIC en el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE)
Javier Martín Chivelet, del Instituto de Geociencias (CSIC-UCM), considera que se trata de un trabajo muy interesante que aporta diferencias significativas con reconstrucciones previas basadas únicamente en datos paleoclimáticos, lo que sin duda abrirán nuevos debates científicos. Sobre ella analogía con el cambio climático actual, recuerda que los cambios más rápidos no quedan reflejados en la nueva reconstrucción por un problema de resolución, lo que supone una importante limitación. “Esto produce el efecto muy aserrado y de aspecto periódico de la curva, que estoy convencido de que abrirá debates intensos”, asegura.
“Es importante recordar que el estudio no está hecho para comparar el pasado con la situación actual, porque no tiene nada que ver la escala, aunque se pueden extraer cosas, como la relación entre temperatura y CO2”, destaca Ana Moreno, paleoclimatóloga del CSIC en el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE). Los propios autores encuentran sorprendente esa relación en esta escala temporal entre temperatura y dióxido de carbono, apunta, porque hay muchos otros factores que pensaban que iban a tener importancia, como los cambios en la luminosidad del sol. “Para mí, el resultado deja un mensaje principal: con la velocidad a la que sube la temperatura a los seres humanos no nos va a dar tiempo de adaptación”, destaca.
“El planeta ha estado más caliente que ahora muchas veces, pero que la velocidad del calentamiento ahora es mucho más rápida que en otros momentos”, asegura Samuel Zamora, paleontólogo experto en invertebrados marinos del Instituto Geológico y Minera (IGME-CSIC). El hecho de que la curva de temperaturas que ofrece el nuevo estudio avance hacia temperaturas más frías no debe confundirnos, advierte, porque si acercáramos la lupa al tramo final —en la escala de décadas— veríamos el aumento abrupto. “Hay que fijarse en la velocidad de los cambios, que va a hacer muchas zonas inhabitables para nosotros”.
La nueva curva de temperaturas de 500 millones de años, que tiende hacia una temperatura menor (en el extremo derecho no se ve el ascenso actual, por la escala). Judd et al. Science, 2024
Isabel Cacho, catedrática de la Universidad de Barcelona (UB) y especialista en la reconstrucción de la variabilidad climática a partir de sedimentos marinos y espeleotemas de cuevas, considera que el resultado es muy valioso, porque es el primer trabajo serio y conciso que amplía la curva de temperaturas más allá de los últimos 65 millones de años, que es hasta donde llegábamos hasta ahora. “Ya sabíamos que el planeta había estado más veces cálido que frío, pero aquí nos permiten ponerle unidades”, asegura. Coincide en habrá quien tenga la tentación de usarlo para decir que, como el planeta ya vivió periodos más cálidos en el pasado, no debemos preocuparnos. “Pero, cuidado, la velocidad a la que se están produciendo estos cambios ahora compromete mucho la capacidad del adaptación de las especies que vivimos en este momento y en estas condiciones”.
Estamos viviendo el acelerón de temperatura más exagerado desde el Fanerozoico y, probablemente, de la historia de la Tierra. José Javier Álvaro Blasco — Investigador del IGEO-CSIC
“Vemos que sistemáticamente la Tierra ha estado en condiciones frías cuando el CO2 ha sido bajo y al revés”, indica Cacho. Eso no quiere decir que haya causalidad, advierte, pero el dióxido de carbono siempre ha sido un factor de retroalimentación. “Ha ido de la mano del planeta siempre, sabemos que si subimos se calienta y esto es indiscutible con el registro geológico”, asegura. “Y los niveles que tenemos ahora ya son superiores a cualquier valor que haya existido a lo largo de la historia del ser humano”, sentencia.
“Estamos viviendo el acelerón de temperatura más exagerado desde el Fanerozoico y, probablemente, de la historia de la Tierra”, concluye Álvaro Blasco. “No hay animal o vegetal que pueda adaptarse al ritmo actual de cambio medioambiental: nuestra genética no da para tanto”.
Comentario