Por: Jair de Souza
Pese a lo anterior, buena parte de sus autoridades políticas, deportivas y las del mundo del arte parecen estar avanzando en una dirección diametralmente opuesta a la de la mayoría de los ciudadanos de a pie.
Resulta intrigante observar que, aunque se encuentra enteramente fuera del espacio geográfico de Europa, el Estado de Israel es regularmente incluido entre las naciones que participan en diversas competiciones deportivas, así como en eventos artísticos, que teóricamente están programados y diseñados para los países europeos. .
¿Qué factores podrían justificar que un país situado en Oriente Medio, que no ocupa ni siquiera un kilómetro cuadrado de territorio europeo, pueda participar en torneos deportivos regionales como la Liga de Campeones y la Euroliga, o tenga garantizada la presencia de sus representantes en festivales musicales diseñados para la participación de artistas de ese continente, como, por ejemplo, en el caso del Festival de Eurovisión?
Existe un argumento que busca explicar esta aparente condescendencia de las autoridades europeas con relación a todo lo que involucra al Estado de Israel en razón del gran sufrimiento al que el pueblo judío fue sometido en Europa durante muchos siglos, que alcanzó su cenit durante el período del nazismo alemán. Por lo tanto, debido a la persistente y atroz persecución impuesta durante tanto tiempo a los integrantes de esta comunidad en los distintos países europeos donde vivían, los líderes políticos europeos se sentirían moralmente obligados a ofrecer alguna compensación por tantos males que les fueron causados en el pasado.
El hecho es que, incluso estando, como estoy, de acuerdo en que tal persecución realmente existió, la conclusión de que la misma podría servirles como un factor de presión moral sobre las clases dominantes de Europa no me convence en absoluto. En primer lugar, porque esas clases dominantes jamás han sido sensibles al dolor de ningún pueblo del mundo al que han impuesto los sufrimientos más severos. Y al respecto, lamento frustrar los propósitos de quienes colocan a los judíos como los campeones absolutos en este sentido. Las atrocidades cometidas contra los pueblos amerindios por esas mismas clases dominantes europeas superan con creces los horrores cometidos contra otros grupos europeos, incluso aquellos practicados durante el tenebroso período nazi. No es que el nazismo no haya sido una monstruosidad, pero no se puede considerar que simbolice la culminación de las atrocidades ya cometidas por los “civilizados” europeos contra otros pueblos desde principios del siglo XV, con el advento de la era del colonialismo.
¿Cuántas de nuestras civilizaciones aborígenes han sido exterminadas sin que haya quedado ni uno solo de sus miembros desde que aportaron por aquí los colonizadores europeos? Desafortunadamente, hubo innumerables casos en los que esto sucedió. Además, creo que no nos resultaría difícil encontrar varios otros casos similares al analizar la colonización de África y Asia. Por lo tanto, no podemos aceptar la idea de que quienes causaron tanto mal a tanta gente en tantos lugares, ahora, se muestren vulnerables a sentimientos de remordimiento por haber sometido a los judíos a fuerte sufrimiento.
Sabemos que la persecución a los judíos tuvo lugar en Europa y fue dirigida y llevada a cabo por las clases dominantes europeas. Entonces, ¿por qué tendría el pueblo palestino que asumir la responsabilidad por esas atrocidades? Lógicamente, es de veras una tremenda injusticia intentar compensar a alguien por el mal que le hicimos con la penalización de otra persona que nada tuvo que ver con el crimen que nosotros cometimos. En otras palabras, no podemos aceptar esta historia de expiar nuestros propios pecados con la sangre de inocentes.
Ante esto, no podemos creer que la justificación de los actuales líderes de Europa por su tolerancia hacia todas las agresiones que el Estado de Israel comete contra el pueblo palestino esté en realidad anclada en un supuesto sentimiento de culpa. Si realmente estuvieran sensibilizados por sus maldosas prácticas del pasado, podrían haber buscado formas de indemnizar a los judíos por el sufrimiento que les causaron y, para tal, ofrecerles condiciones para que pudieran seguir viviendo allí con total dignidad y respeto.
Por otro lado, no es nuevo ni exclusivo de los judíos eso de que un grupo de personas perseguidas en Europa se haya visto obligado a partir en busca de otras regiones para escapar de la persecución que enfrentaba en sus tierras de origen. La colonización de América del Norte es un buen ejemplo de ello. Como sabemos, los puritanos ingleses fueron el primer grupo significativo de colonos europeos en ese territorio que luego formaría lo que hoy es Estados Unidos. También sabemos que la principal motivación para que los puritanos abandonaran Inglaterra en busca de otros entornos en los que rehacer sus vidas fue la feroz represión que estaban sufriendo, la cual les imposibilitaba seguir viviendo en ese país.
Sin embargo, a pesar de haberse visto forzados a partir porque se sentían vulnerados en sus aspiraciones, en cuanto se trasladaron al continente americano, comenzaron a fungir como los principales defensores de los intereses de su metrópoli de origen en esa región.
En el caso de los líderes sionistas que abandonaron Europa para colonizar Palestina, el panorama ya se mostraba mucho más claro antes mismo de que se consumara el proceso. La confluencia de intereses que unían a los colonizadores sionistas con los centros de donde procedían no se produjo de forma involuntaria como en el ya mencionado caso de los puritanos en América del Norte. Los líderes sionistas que trabajaban para convencer a los miembros de las comunidades judías en Europa de que se mudaran a la región de Palestina lo hacían en plena armonía y comprensión con las elites gobernantes de los países europeos. Había muchos intereses comunes.
Para la burguesía judía, que apoyaba al movimiento sionista, la constitución del Estado de Israel bajo su dirección única significaría un instrumento de enorme valor en su búsqueda de espacio en las permanentes disputas interburguesas en el capitalismo. A su vez, las otras burguesías de los centros capitalistas occidentales podrían contar con un bastión, representado por el nuevo Estado sionista, justo en el corazón de una región de enorme importancia geoestratégica. Al plantar allí sus banderas, los sionistas también plantaron las bases para apoyar los intereses de las grandes potencias capitalistas occidentales, con cuyos intereses estaban umbilicalmente vinculados.
Volviendo ahora al inicio de nuestra reflexión, lo que lleva a las autoridades de los países capitalistas europeos a ser bastante condescendientes con los abusos practicados por el Estado de Israel contra el pueblo palestino y a tratarlo como si fuera uno de los suyos es la profunda identificación que existe entre el proyecto colonialista del Estado sionista y los intereses geopolíticos del imperialismo, a los cuales las clases dominantes de las dos partes están plenamente subordinadas. En otras palabras, ¡la condescendencia de la burguesía europea en este caso no tiene absolutamente nada que ver con sentimentalismo ni remordimiento!
Publicado originalmente en portugués en:
https://www.brasil247.com/blog/europa-e-estado-de-israel-irmanados-pelo-colonialismo
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