Por: Alberto Pinzón Sánchez
Diario escrito, más curriculum del profesor, hacen atractivo cualquier análisis de coyuntura, más si es político; pero las grandes expectativas casi siempre son del tamaño de la desilusión. No se si el profesor Ríos sea cazador con licencia, pero el análisis en comento, ha sido todo un “escopetazo de perdigones”, que ha tocado la mayoría de asuntos conocidos en el “espectro” del conflicto interno colombiano, y de lo que se ha logrado saber sobre la “formación guerrillera” del ELN.
Con descuido he entresacado 10 puntos que me llaman la atención. Es probable que haya más:
1)La caracterización del gobierno “Progresista-Liberal Santista” de Petro.
2) Las “infames cifras de la infamia” que con displicencia debió develar la Comisión de la Verdad.
3) La “longevidad” del escenario violento, que no Historia de la infamia.
4) “El marco de la confrontación con innumerables formaciones de paramilitares, narcotráfico, terror del Estado, decenas de guerrillas, disidencia y reincidencias”.
5) El “punto de inflexión” del fracaso del Acuerdo Santos-Timochenko en el 2016, con su incumplimiento, la eliminación gota a gota de cientos reinsertados junto al desarme del jarrón chino de las Farc (que saltó hecho trizas sin que se pueda volver a reconstruir) al haberse democratizado la dirigencia de la guerrilla en diversos grupos que ya no se financian para atacar al Estado, sino para cuidar las bases sociales de su circuito económico, tornando el conflicto político en conflicto meramente socio-económico. Es destacable también que, “el proceso de paz que se buscó bajo la segunda presidencia de Juan Manuel Santos con la guerrilla del ELN, nunca llegó a buen puerto”.
6) “La ortodoxia ideológica y dogmatismo de la guerrilla del ELN.
7) “Los escenarios de la confrontación” en especial en la frontera colombo-venezolana, litoral pacífico y frontera colombo-ecuatoriana.
8) La sobrevaloración por el Poder Central de la correlación de fuerzas y de la afectación militar que había causado la “seguridad democrática de AUV y el paramilitarismo, que en menos de una década “de 5.500 (pasó) a 1.800 combatientes, y de más de un centenar de municipios bajo su control territorial, a menos de una treintena; que suponía llevaría a una negociación, pero, sucedió “todo lo contrario. Como se apuntaba, con Juan Manuel Santos y durante dos años de diálogo, en realidad nunca hubo convencimiento alguno de que el proceso avanzara por la senda del optimismo”.
9) La agenda de negociación, + el marco de confrontación, + la falta de cohesión de las formaciones armadas.
10) A lo cual se suman otros tres elementos: “Primero, está la propia impracticabilidad de la conocida como «paz total» por la que apuesta Gustavo Petro. En la actualidad hay una treintena de estructuras armadas que conviven, según datos de la propia Oficina del Alto Comisionado para la Paz, con más de 30.000 personas activas en las mismas. Con ninguna de ellas, aparte del ELN, ya sean disidencias de las FARC-EP u otras estructuras movilizadas hacia la violencia o herederas del paramilitarismo, ha habido avances sustanciales… Segundo, los escasos incentivos del actual ELN, con más recursos económicos, más combatientes y mayor presencia territorial que en 2018….Tercero, el escenario de polaridad partidista, azuzado por una guerra del conglomerado de medios contra el partido que gobierna, y la nula articulación de mayorías en el Congreso para avanzar en los elementos centrales de la agenda del Ejecutivo”.
Uno creería que una constelación así de compleja y dinámica, merecería un tratamiento un poco más cuidadoso. Por ejemplo, me atrevería a decir que, para alguien que escribe desde la izquierda y tiene un doctorado en Insurgencias donde se supone se ha estudiado el contrario, es decir, la contrainsurgencia, una figura afortunada sería la de un nudo de contradicciones, tanto internas como externas que exigen una prioridad en su sistematización, donde precisamente la contrainsurgencia, impuesta al Estado colombiano desde el Pentágono estadounidense desde 1947 y 1948, cuando se organizaron el TIAR y la OEA,juega un rol esencial o si se prefiere fundamental, pues ésta práctica o politica (como se quiera) actúa como cemento uniendo y organizando las contradicciones internas al conflicto colombiano, con las externas ubicadas en la comunidad global. Y me atrevería a agregar que, lo externo tiene un peso específico mayor, sobredeterminado lo interno. Veamos primero las externas y luego las internas:
UNO. Varios comentaristas y analistas colombianos del conflicto interno, han reaccionado a la ruptura del proceso de paz entre el gobierno de Petro y el ELN, haciendo mención a la preponderancia que han tomado los hombres fuertes del Santismo en el gobierno del Pacto Histórico con responsabilidades en la promesa gubernamental de la Paz Total: En concreto, el min interior Cristo, y el super agente de la casa El Tiempo Oti Patiño, que han corregido el rumbo errático del primer comisionado de paz puesto “al parecer” en el puesto, por una recomendación del hermano del presidente. Y, han colocado toda la promesa gubernamental de la Paz Total, bajo los intereses contrainsurgentes de JM Santos, presidente que, como se sabe, convirtió en mayo del 2018, al Estado de Colombia, en miembro del bloque militar superpoderoso de la OTAN, sin que el actual presidente progresista, haya dicho una sola palabra a favor o en contra de tal sujeción global, en sus emotivos discursos anti militaristas en las tribunas internacionales.
Fue ese mismo año, julio 2018, (todavía gobierno de Santos) cuando se aprobó la ley 1.908 que con el pretexto de formalizar el sometimiento de los criminales a la justicia ordinaria, fortalecer la investigación y judialización de organizaciones criminales, se adoptan mediadas para su sujeción a la justicia y se dictan otras disposiciones ( ver https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=87301), se reforzó la contrainsurgencia, como tendencia institucional dominante dentro del Estado colombiano, al desconocer el DIH y los DDHH, y asimilar u homologar al sinnúmero de bandas criminales existentes en el país, con las formaciones guerrilleras que se reclaman políticas. Tal desnaturalización o corrupción contrainsurgente para deslegitimar el carácter internacional de la organización político-militar insurgente alzada en armas (no solo en contra el gobierno de Duque, Santos o de Uribe o Pastrana, sino de muchos otros gobiernos anteriores y, cuya pretensión politica de fondo es cambiar la Constitución neoliberal vigente), se inició dándoles un sinnúmero de nombres, que aumentaron la confusión, y así, los colombianos de a pie, víctimas del conflicto interno, empezaron a familiarizarse con sonoros sobrenombres militares como Bacrim (bandas criminales) GAOs (grupos armados organizados) GDOs (grupos delictivos organizados) GAORs (grupos organizados residuales) y, a no poder distinguir entre uno y otro, pues todos nombran lo mismo.
¿Cuándo han reconocido Cristo y Oti, el carácter político del ELN y de las otras insurgencias que todavía se reclaman como políticas? ¿Cuál es el papel del Santismo que, de quitarle el vapor promesero al presidente para convocar una Constituyente, ya va en liquidar la última promesa presidencial de lograr una Paz Total para Colombia? ¿Acaso el único que tiene derecho a hacer la paz es el premio nobel J M Santos? ¿No es acaso la orden de extradición de Iván Márquez a los EEUU lo que tiene paralizada el proceso de paz con la Segunda Marquetalia?
DOS. Cuando se escribe sobre los escenarios donde se desarrolla la confrontación con el ELN, especialmente en la frontera colombo venezolana, no se encuentra explicación al porqué no se ha introducido en el análisis, el peso que en Colombia han tenido los acontecimientos insurreccionales y contrainsurgentes desarrollados contra el sufrido pueblo venezolano; asediado por mil sanciones económicas y financieras impuestas desde el 2005, por el gobierno de los EEUU, el que aprovechando las elecciones presidenciales de este 28 de julio/24, logró conformar un peligroso grupo de agentes y servidores interiores contrainsurgentes como Machado y González Urrutia, quienes apoyados por gobernantes de países lacayos latinoamericanos, y utilizando la última tecnología cibernética de las redes sociales y el dinero fácil, armaron una gavilla de lúmpenes y desclasados paramilitares fluidos, que al estilo de los camisas pardas hitlerianas, durante varios días llenaron de muerte, terror y llamas, hospitales, escuelas, plazuelas y calles pacíficas de varias ciudades en la Venezuela incluidas las de la frontera con Colombia, repercutiendo en la parte colombiana.
TRES En lo interno, se habla superficialmente de “cohesión guerrillera” en clara alusión a las maniobras contrainsurgentes del comisionado Oti de paz (denunciadas en muchas oportunidades por la dirigencia del ELN) para meter una cuña entre la dirección Central y varios frentes en Chocó y, en el departamento de Nariño, donde al parecer ya se ha instalado una división. A lo que se debe agregar las intrigas del mismo agente de la casa EL Tiempo, que desconociendo el DIH, pretende dividir los liderazgos de la dirección nacional del ELN, entre dogmáticos ortodoxos y heterodoxos más flexibles.
Los otros elementos internos que inciden en el despliegue de fuerzas actual, si están más o menos bien referenciados en los puntos 9 y 10 del profesor Ríos, destacados arriba.
Así las cosas, me reafirmo en la décima tesis sobre el fascismo que presenté en el Primer Congreso contra el Fascismo desarrollado en Caracas, Venezuela, este 11 de septiembre (a 51 años del golpe fascista contra el presidente Allende) de que: Imperialismo, Fascismo y Contrainsurgencia, son conceptos diferentes cada uno, pero que en Nuestramérica y especialmente en Colombia, laboratorio y modelo para su implementación desde 1948, forman un Todo histórico social y político práctico. Al que se debe no sólo resistir, sino que es imperioso derrotar.
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