Por: Hasan Kocer
En esta entrevista, Hasan Koçer, copresidente de la Administración Autónoma del noreste sirio, presenta la Carta Magna que rige en esa región liberada del Estado Islámico por las fuerzas de autodefensa, pero cruzada por la guerra y los intentos de invasión militar de Turquía.
Entrevista de Leandro Albani
Cuando en el año 2012 todo el territorio sirio vivía masivas protestas contra el gobierno del presidente Bashar al Asad, una población olvidada y negada se levantó en armas. Los hombres y mujeres de Rojava (Kurdistán sirio) rápidamente exigieron una autonomía para su territorio histórico y se aprovecharon de la casi total ausencia del ejército sirio en la zona, ocupado en otras latitudes reprimiendo movilizaciones e iniciando combates encarnizados contra los incipientes grupos terroristas que surgían en el país, muchos de ellos vinculados a Al Qaeda.
Kurdistán es un extenso territorio en el corazón de Medio Oriente, habitado por alrededor de cuarenta millones de personas a las que, finalizada la Primera Guerra Mundial, se les negó un Estado propio. En ese entonces, Francia y Gran Bretaña iniciaron un reparto voraz de la región, al mismo tiempo que el Imperio Otomano caía a pedazos. La República de Turquía, fundada en 1923 por el líder nacionalista Mustafa Kemal (Atatürk), tomó el modelo estatal europeo para un territorio habitado por turcos, armenios, kurdos, asirios y otras nacionalidades. La todavía Europa imperial buscaba de forma desesperada desbaratar al Imperio Otomano para avanzar con el modelo de capitalismo moderno. Y el Estado nación creado en Turquía le permitía aplicar ese modelo. Para los pueblos no túrquicos, ese Estado se convirtió en un azote mortal. Los genocidios armenio y asirio continuaron con masacres y matanzas de todo tipo que apuntaron al pueblo kurdo. El nuevo Estado turco, que pendulaba entre la Unión Soviética (URSS), Europa y Estados Unidos, dejó algo en claro: en el territorio solo vivían turcos. Por eso, a los kurdos los empezaron a llamar «turcos de las montañas».
A partir de ese momento, el pueblo de Kurdistán quedó atrapado en cuatro Estado nación (Turquía, Irak, Irán y Siria) que aplicaron políticas de, represión persecución y asimilación similares. La prohibición de la lengua materna, la falta de derechos básicos, la pobreza planificada en las regiones de mayoría kurda, y la limpieza étnica o el desplazamiento forzado fueron (y todavía son) las políticas que enfrentaron los kurdos y las kurdas.
Pero volvamos a 2012: el pueblo kurdo de Siria se levantó en armas y declaró autónoma a la región que habitan hace siglos, fronteriza con Turquía. De forma urgente, rechazaron al gobierno central de Damasco y a una oposición nebulosa en la que se mezclaban dirigentes financiados por las monarquías del Golfo Pérsico, Turquía o Estados Unidos, y descartaron de plano aliarse con los grupos armados que ya se perfilaban como organizaciones terroristas.
La militancia de cuarenta años de hombres y mujeres dentro del Movimiento de Liberación de Kurdistán permitió que Rojava se liberara. De forma clandestina, padeciendo la cárcel o el destierro, y abandonados en el ámbito social y económico por el gobierno sirio, esos militantes tenían su génesis en la fundación, en 1978, del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y su líder, Abdullah Öcalan, encarcelado en la isla-prisión de Imrali, en Turquía, desde 1999. Öcalan, que vivió muchos años en Siria, dejó su legado en los y las kurdas del norte del país, pese a que apenas eran dos millones. Cuando el líder del PKK fue expulsado de Siria por presiones de Ankara, Rojava —a la que por supuesto nadie podía nombrar así— quedó desamparada pero, al mismo tiempo, con los sedimentos de la ideología del PKK.
En la década de 1990, el PKK anunció un viraje en su ideología, tomando en cuenta la caída de la URSS y luego de una praxis impulsada por Öcalan de crítica y autocrítica interna. Mientras esto sucedía, las guerrillas kurdas operaban en las montañas de Bakur y Bashur (Kurdistán turco e iraquí, respectivamente). Fundado bajo los preceptos del marxismo-leninismo, y teniendo como ejemplos a las revoluciones en Vietnam y Cuba, el PKK ahora presentaba su nuevo “paradigma”: el confederalismo democrático que, sin dejar de lado las enseñanzas clásicas de las revoluciones socialistas, anunciaba que la lucha por un Estado kurdo independiente estaba caduca. A eso se le sumó que Öcalan afirmó que sin la liberación de las mujeres era imposible la liberación de la sociedad. Desde entonces, el Movimiento de Liberación Kurdo —tanto en sus expresiones armadas como en las civiles— comenzó a demandar la creación de “autonomías democráticas” en los territorios originarios donde siempre habitaron.
Desatado el proceso político y social en Rojava, con los kurdos a la cabeza, en el norte de Siria se comenzó a respirar la libertad, una libertad forjada por un plan más o menos claro, donde el confederalismo democrático sería el modelo a seguir. Con contradicciones y errores, ese modelo continúa vigente, pese a atravesar los años de combate contra el Estado Islámico (ISIS) por parte de las fuerzas de autodefensa (primero con las YPG/YPJ y posteriormente a través de las Fuerzas Democráticas Sirias). Esa lucha que arrastró a ISIS a su derrota militar en marzo de 2019 se desarrolló mientras en Rojava se creaban nuevas instituciones para reemplazar al Estado. Escuelas, universidades, centros médicos y cooperativas agrícolas resisten hasta hoy con la premisa de incluir a todos los pueblos de la región (ya sean kurdos, árabes, armenios, asirios u otros), siempre respetando la diversidad religiosa (Islam, cristianismo o yazidísmo).
Para eso, la entonces Federación del Norte de Siria (máxima autoridad regional) impulsó un Contrato Social que funcionara como Carta Magna. En diciembre de 2023, el Contrato Social fue actualizado con el objetivo de atender las múltiples demandas de los pueblos de la zona, pero también teniendo en cuenta que el territorio liberado por las fuerzas de autodefensa incluye a la provincia de Raqqa y la mitad de Deir ez-Zor, habitadas por mayorías árabes. En la actualidad, la máxima autoridad es la Administración Autónoma Democrática del Norte y el Este de Siria (AADNES), que controla alrededor del 40 por ciento del territorio de Siria.
El nuevo Contrato Social se basó en el anterior y 150 representantes del noreste de Siria discutieron sus detalles. Luego, 30 personas elegidas lo redactaron y fue distribuido en la población para ser discutido. Con las nuevas propuestas surgidas en asambleas, comités, ámbitos laborales y espacios de autodefensa, el texto se actualizó y ahora rige la institucionalidad de la denominada Revolución de Rojava.
En diálogo con Jacobin América Latina, Hasan Koçer, copresidente adjunto del Consejo Ejecutivo de la AADNES, analizó y reflexionó sobre la nueva carta magna
LA
¿Por qué se decidió discutir y aprobar un nuevo Contrato Social?
HK
Como es sabido, ya había un Contrato Social cuando el territorio estaba dividido en los cantones de Cizire, Kobane y Afrin. Pero después de liberar otras regiones en poder del Daesh (Estado Islámico), vimos la importancia y la necesidad de hacer un Contrato más completo y amplio. ¿Por qué hemos creído que teníamos que elaborar uno nuevo? Porque otras regiones fueron liberadas, como Raqqa, Deir ez-Zor, Manbij, Tabqa, y eso implica la necesidad de desarrollar un sistema más amplio debido a que el primer sistema se basaba en los tres cantones mencionados. Después de liberar esas regiones, surgieron sus respectivas asambleas, comunas y estructuras. Y nos encontramos con la necesidad de desarrollar un sistema para todo el noreste de Siria.
LA
¿Cuál es la base política e ideológica del Contrato Social?
HK
El sistema básico del Contrato Social es el confederalismo democrático. Cada nación, cada pueblo, cada religión de la región puede expresarse y tomar su lugar dentro del sistema que se desarrolla. Que tengan su autonomía, como también que las mujeres tengan su autonomía, que cada religión y nación tengan su autonomía, para que cada persona dentro del sistema pueda tener su espacio. Ahora es necesario que un sistema más amplio sea construido, por eso decidimos discutir un nuevo Contrato Social. Toda la gente fue parte de esta discusión. Unas 150 personas prepararon el borrador del texto, y un grupo de 30 personas fue responsable de escribir y preparar el texto. Este grupo trabajó dos años: hubo discusiones, evaluaciones sobre qué defectos tuvimos en el Contrato anterior, qué cosas añadir y desarrollar. El Contrato Social permite el sistema del confederalismo democrático, en el que cada persona, cada estructura que quiera trabajar, cada medio independiente, de acuerdo a sus características, construye un sistema común para todos y todas. Nos hemos visto con la necesidad de esto, ya que en el Contrato Social anterior había cosas que considerábamos insuficientes, por eso hacía falta ampliarlas.
LA
¿Qué puntos ampliaron?
HK
La creación de un comité que defiende los valores a administrar, para que los valores financieros estén protegidos. Esa estructura antes no existía. También se creó el Alto Comité Electoral. Otras cosas que se han acordado, debido a la necesidad, son los comités de Asambleas, porque cada sector, como salud, administraciones locales o económico tiene su propia asamblea. Algo interesante que se añadió son las Asamblea de Jóvenes y de Mujeres. Sobre esta línea, hemos evaluado mucho el Contrato Social y después lo llevamos a reuniones con la gente de donde hemos tomado sus evaluaciones y opiniones. Esas evaluaciones y las opiniones de las siete regiones en que está dividida la AADNES, las añadimos.
Existía la necesidad de un Contrato Social como este, debido a que las regiones se han ampliado. En las regiones que liberamos se construyó un sistema con prisa, se hicieron asambleas y se desarrolló un sistema que no en todas las partes era igual. Por eso, apostamos a crear un sistema común.
LA
¿Cómo fue la participación en las discusiones de los pueblos no kurdos de la región?
HK
Ese fue el elemento básico para el nuevo Contrato Social. Todas las otras naciones, religiones, todas las diversidades, tienen sitio para participar en este sistema democrático y confederal. Pueden mostrar su carácter, trabajar y participar con su propia lengua y su cultura, porque esa es la base característica del Contrato Social. Por eso, ahora las lenguas oficiales dentro de la AADNES son el árabe, el kurdo y el siríaco. Todas las naciones tienen un lugar dentro de este sistema, como los armenios, los chechenos, los circacianos, hasta los cristianos, yazidíes y musulmanes. Todas las diferentes religiones están contempladas en el Contrato Social y es importante que tengan su puesto dentro del sistema.
Nuestro sistema tiene como base la filosofía de la “nación democrática”, que es la unión de la diversidad. O sea, todos los colores dentro de la unión, que toda persona dentro de esa unión pueda defender sus particularidades, sus valores, su cultura, su historia, su lengua, donde el pueblo pueda convivir dentro de un sistema democrático, como es el confederalismo democrático. En base a esto fue elaborado el Contrato Social.
LA
¿Cómo se desarrolló la participación de las mujeres en las discusiones y cuáles fueron sus principales propuestas?
HK
La participación de las mujeres es el elemento clave de la Administración Autónoma. Si se conoce la voluntad de las mujeres y su existencia, si esto no es tomado como base, no podemos lograr una administración democrática. Si las mujeres no forman parte, si no pueden participar o no pueden decir lo que piensan y tampoco pueden organizarse, entonces no es un sistema democrático. Para el Contrato Social, la característica democrática principal es la participación de las mujeres. Si queremos construir un sistema democrático debe de ser así. ¿Por qué el sistema mundial no es democrático? Porque las mujeres no tienen su lugar en él. Las mujeres que integran el actual sistema que rige al mundo tienen mentalidad de hombre. Nosotros queremos que las mujeres, con sus características, su belleza, su esencia, su naturalidad, formen parte en el sistema que desarrolla el Contrato Social. Y con la Asamblea de Mujeres tienen su sitio. Incluso, estamos debatiendo sobre la posibilidad de realizar un Contrato Social especial para las mujeres.
No queremos que las mujeres participen superficialmente, queremos que sean parte con toda su esencia. A las mujeres no las vemos como algo físico sino como parte fundamental de la sociedad. En el sistema del hombre dominante, las mujeres no pueden expresar lo que piensan. Por eso, nuestro grado de democracia es relativo a las mujeres. Nuestro sistema es de copresidencias, siempre una mujer y un hombre, pero no entendido como una forma de repartir el poder, sino que conjuntamente construyan y desarrollen un sistema social. No vemos a las mujeres como personas «sin derechos», como los de la burguesía. Algunos dicen que la burguesía dio derechos a las mujeres: ahora pueden votar, pueden hacer esto o lo otro. Pero esto no son derechos, sino que son las bases naturales que deben ser respetadas. Las cualidades y esencia de las mujeres, su naturaleza femenina, deben tener su lugar en nuestro sistema. No que piensen como hombres. El sistema que rige en el mundo es este: si hay una ministra en Europa, todos dicen que le han dado el cargo a una mujer, pero no puede pensar como ella misma, sino que piensa con la mentalidad del hombre, ya que está inmersa en el sistema patriarcal y por eso deviene en una caricatura del hombre. Pero nuestro sistema no es así. Después de aprobar una Ley de la Mujer, tenemos que tener un Contrato Social de mujeres, porque la participación de ellas es esencial. Si hay algo que convierte al Contrato Social en democrático es la participación de las mujeres de forma activa.
LA
¿Cómo es aplicar una ley general de este tipo en medio de una situación de invasión permanente por parte del Estado turco?
HK
La verdad es que desde el inicio de la revolución hasta ahora hay dificultades sin descanso: la guerra, los ataques del Daesh, del Estado turco y del régimen sirio. Todo movimiento que bajo estos ataques quiera construir un sistema democrático, en medio de este caos, no lo puede hacer fácilmente. Hace falta que seamos decisivos para que un sistema así pueda ser construido. Aunque estas sean las circunstancias que vivimos, queremos desarrollar una estabilidad en la región y solucionar los problemas políticos, pero los Estados que nos rodean están metidos en los ataques. Muchas de nuestras tierras han caído en manos del Estado turco: Afrin, Serekaniye, Gire Spi. Esas ciudades son nuestras, pero ahora son ocupadas por Turquía. Queremos que los pueblos que viven ahí entren en nuestro sistema democrático, pero los ataques del Estado invasor turco han producido muchas dificultades. Pero insistiremos en que el Contrato Social puede ser una solución para toda Siria.
LA
¿Cuál sería la propuesta de la AADNES para el resto de Siria?
HK
Nuestro objetivo básico para Siria es crear un sistema descentralizado, como el del Contrato Social. Su sistema es muy diverso y todo el mundo puede, por su propia voluntad, tener su espacio en medio de un sistema democrático que todavía se está desarrollando. Pero la guerra genera mucha presión. No quieren que llevemos a cabo este sistema, que realicemos elecciones, no quieren que hagamos un buen trabajo para la gente, por eso constantemente estamos bajo ataque. Pero la sociedad entiende por qué estos ataques son lanzados contra nosotros. A pesar de la situación de guerra, vamos a desarrollar nuestro sistema democrático. Insistiremos en la construcción del nuevo sistema democrático, prepararemos la defensa y lucharemos contra las dificultades.
LA
¿Por qué una iniciativa como el Contrato Social no es tenida en cuenta por organismos internacionales como la ONU o por los países implicados en la crisis siria?
HK
Sobre esta cuestión, estamos llevando adelante una lucha diplomática y un trabajo para que nuestro sistema sea aceptado. El sistema que rige en el mundo tiene la mentalidad de los Estados, y básicamente es una mentalidad nacionalista. Por eso, nuestro sistema democrático no es aceptado. Hay intereses políticos y económicos entre los Estados implicados, por esa razón no aceptan a la Administración Autónoma. Queremos desarrollar un sistema democrático que, por primera vez, es construido en la geografía de Medio Oriente. Porque los sistemas estatales de Medio Oriente son centralistas, hasta el punto en que no hay democracia, y para las organizaciones civiles y sociales son espacios muy estrechos. Es la primera vez que en una parte del territorio de Medio Oriente, como es Rojava y el noreste de Siria, progresa un sistema democrático. Pero los Estados a nuestro alrededor no lo aceptan y todos son miembros de Naciones Unidas. Por esta razón, un sistema democrático no es aceptado. Hemos luchado mucho para que reconozcan a la AADNES, pero hasta ahora dicen que políticamente no pueden, porque tienen miedo a Turquía. Nos dicen que si hacen lo que pedimos, sus relaciones con Turquía van a estropearse. Igual, seguimos con nuestra lucha legal, trabajando para que nuestro Contrato Social se asiente. Probaremos y demostraremos que nuestro sistema democrático funciona para que el mundo lo acepte.
LA
¿Cómo ven desde el noreste de Siria a los pueblos de América Latina?
HK
Todo lo que el pueblo kurdo vive hoy, la violencia y la represión que le imponen, también lo viven los pueblos de América Latina. La solidaridad entre los pueblos necesita fortaleza y desde América Latina buscamos la solidaridad con nuestra Administración Autónoma. Hace falta que nuestro proyecto democrático devenga en un modelo democrático para que todo Medio Oriente progrese y que también sea compartido por todo el mundo. La AADNES es la voluntad del pueblo, de las mujeres y de la juventud. Nos gustaría que los pueblos de América Latina den apoyo a la Administración Autónoma, como también sus organizaciones democráticas y civiles. Ese es nuestro mensaje, porque al final la lucha por la libertad es la misma. Sea cual sea la geografía, la lucha es la misma, son los mismos sentimientos. Frente a la esclavización y la opresión, siempre tenemos que luchar. Lo que necesitamos es una solidaridad fuerte hacia los pueblos del noreste de Siria frente a los ataques del Estado turco, que le tendió la mano al Daesh para que acabara con el pueblo kurdo y con otros pueblos. La solidaridad de los pueblos es lo más esencial para nosotros. Si los pueblos quieren libertad y democracia, nuestra mentalidad, nuestras ideas y nuestros corazones se transformarán en uno sólo.
Comentario