Por: Ferat Kocak
Entrevista por Revista Jacobin
En un contexto de creciente violencia y auge de la extrema derecha, Ferat Koçak, diputado de Die Linke, comparte su experiencia personal y política en la lucha contra el fascismo y la xenofobia en Alemania. En esta entrevista con Jacobin, reflexiona sobre el estado de la izquierda alemana, las lecciones de las experiencias políticas recientes en Europa y la necesidad de una postura clara en apoyo a Palestina.
En Alemania, el auge de la extrema derecha ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos años, manifestándose tanto en el ámbito parlamentario como en la violencia callejera. Movimientos neonazis y grupos vinculados a partidos como la Alternativa para Alemania (AfD) han incrementado su actividad, llegando incluso a perpetrar ataques contra activistas de izquierda.
Ferat Koçak, diputado de Die Linke en el parlamento de Berlín y de origen kurdo, ha sufrido en carne propia los embates de la ultraderecha. Tras un ataque neonazi contra la casa de sus padres en 2018, se convirtió en una de las voces más firmes en la lucha contra la extrema derecha y la violencia xenófoba en Alemania. En esta entrevista, Jacobin conversó con Koçak sobre el estado de la izquierda alemana, el avance de la ultraderecha y las estrategias para enfrentar esta amenaza.
Revista Jacobin
¿Cuál es la situación actual de la extrema derecha en Alemania?
Ferat Koçak
Bueno, para comenzar por algún lado… En 2018 sufrí un atentado incendiario con mi familia por parte de la derecha. Uno de los principales sospechosos fue un miembro del directorio del partido de derecha AfD. La otra persona involucrada era un muy buen amigo suyo, de extrema derecha y dispuesto a la violencia, pero también presidente de distrito por el partido antecesor, previo a la AfD. Soy militante antifascista desde los 16 años, pero recién me percibieron cuando ingresé a Die Linke y me presenté como candidato por la izquierda en Neukölln, un distrito de Berlín. El eje de mi campaña fue la lucha por desenmascarar a la AfD.
En 2017 tuvimos elecciones federales, en las que hice una campaña muy amplia, tratando de sacar a la calle a toda la gente de izquierda. El atentado se dio porque me persiguieron después de un evento hasta mi casa, y descubrieron dónde vivía. Dos semanas después de ese episodio tuvo lugar ese ataque incendiario. Lo grave es que tanto la Policía como la policía política interna sabían que me estaban espiando desde hacía meses. Lo sabían, pero no tomaron medidas. Luego se supo que hubo distintos nexos entre este grupo de derecha con la Policía, que incluyeron el encuentro de un funcionario de la Policía con un fiscal que debería haber renunciado porque demostró simpatía con uno de los principales sospechosos. Era tal la connivencia que tuvimos que luchar para que existiera un juicio.
Pero no nos conformaba simplemente el juicio por ese hecho particular, sino que también peleamos por que se abra una comisión de investigación para todas las omisiones que hubo en la atmósfera política. Porque yo soy solamente uno de los afectados: hubo toda una serie de atentados en el Kreuzberg, barrio del oeste de Berlín, y lo particular en esta serie de atentados en Berlín es que hay vínculos de grupos parlamentarios de derechas o del partido con nazis —nazis dispuestos a ejercer la violencia en las calles— y las autoridades. Por eso me alegra mucho que finalmente se haya abierto esa comisión de investigación, y que el juicio siga adelante después de siete años, aunque no creo que ninguna de las dos cosas vaya a solucionar el problema.
La situación se vuelve cada vez más difícil. Hace poco descubrimos que existen grupos de nazis dispuestos a la violencia que se encuentran para entrenarse en la lucha en campos de deporte públicos, financiados por el Estado, junto con la derecha internacional de Francia, Polonia y otros países. Hace tan solo algunas semanas hubo personas que se encontraron en la estación de ferrocarril para ir juntas a una movilización contra la derecha en un lugar en donde hay una mayoría de población de derecha. Al cabo de unos minutos llegó un grupo de nazis a pegarle a la gente, dejándola lesionada e incluso agrediendo a la Policía que quiso intervenir.
Ya no es una cuestión de márgenes: se están atreviendo a ingresar hasta el centro de Berlín para proceder con violencia contra los opositores políticos. Y el problema es que la Policía no cumple con su tarea, puesto que hasta el día de hoy, después del atentado, sigue investigando en cualquier dirección, cuando ya está muy claro para todo el mundo que los responsables son gente de derecha y nazis. Lo que llama la atención es que justamente en el momento en que más fuerte se hace la AfD, cuando más apoyo tiene, este tipo de ataques, contra migrantes y opositores políticos, se multiplican.
RJ
En todo el mundo, estamos presenciando un crecimiento preocupante de la extrema derecha. ¿Cuáles crees que son las razones detrás de este auge en Europa y, en particular, en Alemania?
FJ
El fortalecimiento de la derecha, dicho en pocas palabras, es un reflejo de la crisis del sistema capitalista: aumenta cada vez más la pobreza, el desequilibrio social, y en Europa colapsa el sistema de salud y de educación. Todo esto, claro está, con la crisis climática de trasfondo. Por otro lado, tenemos la lucha por la autodeterminación de distintos grupos, como el feminismo o grupos raciales. Pues bien, la derecha utiliza esta situación para dividir a las personas y para plantear un escenario de unos contra otros, en el que si unos la pasan mal es porque los otros existen. Así, por medio de respuestas sencillas, tratan de involucrar o ganarse a las personas cuya situación precisamente está muy difícil, pero que también es difícil de comprender por qué.
En Alemania, estamos viviendo actualmente un fuerte intento de demonización del lenguaje inclusivo, que para muchas personas representa un cambio significativo. La derecha está aprovechando esta situación, utilizando la oposición a estas transformaciones como un medio para dividir a la sociedad. Pero ante todo, en Alemania así como en casi todo Europa, el racismo antimusulmán está muy extendido. Las migraciones generadas por la guerra en Siria y la situación en Afganistán generan mucho más espacio para los discursos racistas, para la difusión de todos los clichés del tipo «nos quitan los puestos de trabajo», «nos quitan las mujeres» y demás.
El problema básico, sin embargo, el fundamento de todo esto, responde a cuestiones de orden sistémico, para las cuales no tenemos respuesta desde la izquierda.
RJ
Queríamos abordar este punto: la crisis de 2008 desató un ciclo de profundo descontento social, pero quien ha logrado capitalizar ese malestar no ha sido la izquierda, sino la extrema derecha. ¿A qué crees que se debe esto?
FK
Es una buena pregunta. Habría que ver qué pasa en los distintos países. Yo puedo hablar de Alemania, y la izquierda alemana se formó a partir de distintos movimientos, es una alianza en sí misma. Yo pertenezco al ala izquierda, diría a la más radical, más crítica del sistema, pero en nuestro partido también tenemos gente que está con los socialdemócratas.
En Berlín hubo un referéndum para expropiar a las grandes empresas inmobiliarias… Son empresas que tienen más de 3000 viviendas en propiedad, y se planteaba recomprar esas viviendas. Pero la campaña tenía una exigencia socialista que decía «expropiar», una exigencia radical, que tenía la aprobación del 59% de la gente. Die Linke de Berlín fue el único de toda Alemania que llevó adelante esa propuesta. Pero en las elecciones solo logró el 12% de los votos. Entonces uno se pregunta, ¿dónde están los demás? ¿A dónde fue esa diferencia entre 12% y 59%?
El punto al que quiero llegar es que la izquierda pone demasiado empeño en llegar al centro, en ganarse al establishment alemán, en buscar lo mainstream, pero la gente, en realidad, está abierta a exigencias radicales y socialistas. En Alemania se hace cada vez más evidente que necesitamos una izquierda radical con sus propias exigencias. Pero, al contrario, lo que busca la izquierda que tenemos es acercarse cada vez más al centro. Y eso pasa en toda Europa: muchas estructuras de izquierda se aproximan progresivamente a los Verdes, a los socialdemócratas… Participar en el gobierno está bien si uno tiene el 30%, 40% del apoyo. Pero si uno es un pequeño socio, si no es más que un pequeño elemento de un gobierno que, en su núcleo, no hace otra cosa que comportarse de modo capitalista…
RJ
Me gustaría preguntarte sobre un tema que los concierne directamente y que también forma parte de un debate global: algunos sectores de la izquierda están tratando de disputar la base social de la extrema derecha al adoptar ciertos elementos de su discurso, especialmente en cuestiones culturales y de inmigración. ¿Cuál es tu opinión sobre esta estrategia?
FK
Yo hubiera querido que en Berlín, en Turingia y muchos otros estados federados donde ahora se está presionando en favor de rechazar a los migrantes, que la izquierda hubiese tenido una política más decidida contra la derecha, pero no fue así. Me parece que la izquierda podría desempeñar un rol muy importante. Pero la izquierda ya no es percibida como una alternativa a los partidos del establishment. Y el vacío político que se genera hace que toda la gente frustrada con el sistema actual se vuelque hacia otras opciones. Incluso fascistas.
La situación que describimos revela un vacío en el discurso político actual, que podría beneficiarse de una perspectiva más social. Aunque ciertos sectores de la izquierda intentan construir un enfoque común sobre temas sociales e internacionales, sus posturas son contradictorias. En el ámbito social, presentan ideas socialdemócratas; en el contexto internacional, adoptan respuestas más de izquierda. Sin embargo, en términos de política económica, muestran posturas más cercanas a la derecha o al liberalismo. En resumen, su discurso es una mezcla de diversas ideologías, lo que dificulta considerarlos genuinamente socialistas. Y tuvimos la ruptura de Sahra Wagenknecht con Die Linke que representa posiciones más conservadoras en cuestiones como inmigración.
No obstante, de este escenario también se pueden extraer cosas positivas, porque estas discusiones hacen que la izquierda sepa dónde está parada, que se le presenten nuevas oportunidades de encontrarse y entender hacia qué dirección quiere orientar sus políticas. Es decir, si quiere conformar un partido más de tipo reformista, preocupado por gobernar, o si opta por construir un partido que busque diferenciarse del estado actual de cosas, que tenga una idea de un nuevo mundo y trate de llevar los movimientos sociales a las calles y construir a partir de ahí su organización.
RJ
Desde el exterior, observamos con preocupación el aparente debilitamiento constante de Die Linke. Por ello, me gustaría saber: ¿cuál es la situación actual del partido en términos de militancia y en el ámbito parlamentario?
FK
Es bastante diversa la situación… por un lado, existe una diferenciación muy clara entre Die Linke en el este y en Occidente. En Berlín se ve claramente, porque como tenemos estructuras más antiguas, hay una política menos orientada hacia el movimiento del lado de Occidente, y más del lado Este. En lo que era Berlín occidental tenemos un movimiento más nuevo, que se está reconstruyendo. Tenemos casi 400 mil personas, un alto porcentaje de inmigrantes, una comunidad palestina muy grande (la comunidad de palestinos más importante de Europa, de hecho). Y tenemos también mucha pobreza infantil así como muchísima presencia policial, mucha política securitaria basada en el profiling y ese tipo de cosas. La gentrificación también es una cuestión a tener en cuenta. La zona que concentra más inmigrantes antes era una zona económica para alquilar. Pero como está en el centro de Berlín, se ha vuelto de interés para las grandes inversiones inmobiliarias, lo que encarece muchísimo el alquiler.
Por eso nuestra estrategia parte desde el movimiento. Buscamos trabajar codo a codo, desde dentro y no desde fuera. Queremos ser parte del movimiento y apoyamos a la izquierda desde allí. Quizás pueda ser visto como una debilidad, porque hacia afuera no se ve una organización partidaria, pero hemos organizado protestas con un claro contenido político antiderechista y con muchísima energía absolutamente desde la izquierda. Después vinieron muchos otros, cada uno con sus banderas. Lo que nos distinguió entonces fue que nosotros éramos parte integrante del movimiento, del corazón del movimiento.
Buscamos construir un perfil claramente social y socialista. Antiguerra, antimilitarización —también eso nos hace reconocibles respecto de otros partidos—, con una clara identificación antifascista, desde una perspectiva antirracista. La política climática, por otro lado, nos diferencia del partido Verde, porque nuestro proyecto es anticapitalista: decimos que el capitalismo verde no es ninguna solución a la crisis climática. Una crisis climática que, por otra parte, no es palpable para mucha gente. Entonces nos hemos preguntado realmente cómo comunicar esta cuestión. Y procuramos hacerlo también desde una perspectiva social, desde cuestiones muy concretas. Un ejemplo es el transporte público, un proyecto muy muy claro sobre cómo combatir el cambio climático: tarifa cero para el transporte público.
En relación a las elecciones, estamos en un proceso de reestructuración. Recientemente, me presenté como candidato en Neukölln durante las elecciones regionales del mes pasado, y también fui la cara del movimiento de izquierda radical.
RJ
En la última década, hemos sido testigos de experiencias políticas significativas de izquierda en Europa, como Syriza en Grecia, Podemos en el Estado español y, más recientemente, el Nuevo Frente Popular en Francia. Sin embargo, los resultados obtenidos hasta ahora han sido relativamente modestos. ¿Cuál es tu perspectiva sobre estas experiencias? ¿Qué lecciones podemos extraer de ellas?
FK
Bueno, lo que yo aprendí es que si estás en el gobierno, administrás, y quizás un poco mejor que las estructuras conservadoras. Pero de lo que se trata, en última instancia, no es de administrar, sino de llegar a la raíz del problema. Y para eso, para lograr un cambio real, hay que ir a los movimientos sociales.
Para poner un ejemplo, hasta hace poco tiempo, ningún partido de Alemania abordaba realmente el tema del cambio climático más allá de una o dos oraciones en sus plataformas. Hace unos años surgió el movimiento Fridays for Future. Hizo que mucha gente joven saliera a las calles, pero además generó que todas las plataformas políticas tuviesen que abordar con más seriedad la cuestión del cambio climático y reemplazar aquel par de oraciones por párrafos enteros de diagnósticos y propuestas, más allá de cuánto se acuerde con ellas.
Si miramos a Francia, vemos que ganó la izquierda, pero que ahora tiene que buscar soluciones con los liberales. Desde mi punto de vista, esa circunstancia va a llevar de vuelta a un fortalecimiento de la derecha. No lo vería de manera tan positiva, sino más bien como los años 1920, con la posibilidad de tener una futura presidenta fascista. En Alemania este año tenemos las elecciones en las provincias, en tres provincias en las que el partido de extrema derecha AfD es más fuerte. Al mismo tiempo tenemos una política muy autoritaria por parte de una especie de coalición de centro que, en principio, lo que hace es implementar las posiciones de los nazis. En cierto sentido, la historia se repite.
RJ
Un tema que nos interesa particularmente es el debate sobre Palestina en Alemania. Desde fuera, resulta sorprendente el amplio respaldo que Israel recibe en el país, incluso dentro de la izquierda. ¿Cuál es tu opinión sobre este asunto? ¿Qué posibilidades tiene la izquierda pro-Palestina en Alemania?
FK
Es una pregunta muy importante. Estuve en Brasil y me preguntaron lo mismo. Yo crecí en una comunidad palestina muy grande, vengo del movimiento kurdo, donde también estuve activo políticamente con el tema de la represión y la ocupación. Es decir que crecí con ese conocimiento y lo observo desde esa perspectiva. Creo que soy el único diputado que describe lo que no está funcionando bien en Alemania respecto a este tema. Yo diría que es una cuestión de culpabilidad: Alemania tiene una responsabilidad histórica con el pueblo judío.
Alemania dice querer proteger la vida judía, pero en realidad no la está ayudando demasiado, porque lo que hace —por ejemplo, exportar armas— lleva a que la situación escale cada vez más. Israel dice actuar en autodefensa. Pero uno se pregunta dónde está el límite de la autodefensa, ¿no? Lo que está pasando en Gaza está yendo demasiado lejos. ¿Y qué hace Alemania? Prohíbe protestas contra Israel y las reprime fuertemente con la Policía, de manera que avanza también un poco sobre derechos fundamentales. Los mete a todos en la misma bolsa: si hay judíos de izquierda, son todos terroristas. Y el problema es que hay diversidad de vida judía en Alemania, hay sectores judíos que no apoyan lo que está sucediendo en Israel.
Yo, en tanto político, quiero debatir. Quiero hablar de crímenes de guerra, de racismo… trato de utilizar palabras disparadoras para abrir el debate, porque muchas veces ocurre que se cierran todas las puertas y la gente se niega directamente a escuchar y ya nadie habla del tema. Mueren niños y hay violaciones a los derechos humanos, e incluso cuando uno dice que condena el 7 de octubre y Hamás, dejan de escuchar. ¿Cuántas veces hay que criticar a Hamás o criticar el 7 de octubre para que también se pueda condenar al Gobierno israelí? Como izquierda encontramos un buen camino: exigimos el reconocimiento del Estado palestino.
También debemos pelear por que se detenga el suministro de armas. Hace poco presenté además una moción para que se reciban refugiados de la Franja de Gaza. Y luego, obviamente, exigir un alto el fuego inmediato. Todo eso debería haberse dado de entrada, no recién ahora. Pero en Alemania toda la información va en una sola dirección. Pese a ello, hemos logrado avances muy importantes, y se debe a que mucha gente no permitió que le taparan la boca, que la criminalicen. Van a las manifestaciones y son agredidas brutalmente por la Policía, pero no se han amedrentado y eso ha contribuido a dar una visibilidad tal al tema que ya no es posible obviar.
Entre la izquierda siempre hubo cierta tendencia ideológica «antialemana», que actúa sobre todo en base a las experiencias de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto y está incondicionalmente del lado de Israel. Hay muchos movimientos de izquierda que prefieren no decir nada de todo esto, porque los divide. También hay un pequeño grupo antimperialista que critica estas cosas y logra que todo el movimiento adquiera conciencia sobre lo que está pasando. Pero se escucha o se amplifica siempre a los primeros, porque ese pequeño grupo de izquierda reproduce lo que es la razón de Estado. Por eso hacia el extranjero solo llega eso. Nosotros hemos dado pasos muy grandes en dirección a los derechos humanos, pero lo que se difunde es lo otro. Lamento decirlo así, pero así es.
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