Después de pasar unos días totalmente conmocionado, empecé a pensar seriamente en lo que salió mal en las elecciones y en cómo derrotar al trumpismo. Y estoy aquí para decirte que las noticias no son del todo malas.

1. Culpa al establishment demócrata

La derrota del martes es lo que sucede cuando dejas atrás a los trabajadores durante décadas, desde el TLCAN de Bill Clinton, a la austeridad de Barack Obama, al pivote de Chuck Schumer hacia los profesionales de los suburbios, a ir a tierra arrasada contra el movimiento de Bernie Sanders en 2016 y 2020.

Incapaces de analizar seriamente los defectos del Partido Demócrata, muchos liberales elitistas ya están culpando a la gente corriente, afirmando que a la mayoría de los estadounidenses se les ha lavado irremediablemente el cerebro o tienen prejuicios incurables. Pero si esto fuera cierto, es difícil explicar por qué los estadounidenses eligieron a Barack Hussein Obama en 2008.

Los demócratas también afirman que el Partido debe volver al «centro» porque las políticas nacionales y los nombramientos relativamente progresistas de Biden no han dado resultados electorales. Pero tras décadas de abandono demócrata de los trabajadores, estas medidas han llegado demasiado tarde (si los senadores Joe Manchin y Kyrsten Sinema no hubieran bloqueado una ambiciosa agenda de Build Back Better capaz de aportar mejoras visibles en la vida de la mayoría de la gente, y si Biden hubiera sido capaz de encadenar frases coherentes de forma consistente, no es inconcebible que la trayectoria política reciente de Estados Unidos hubiera sido diferente).

Abrazar la candidatura de Biden a pesar de su demencia e impopularidad fue realmente suicida. Los expertos elogiaron a Nancy Pelosi y compañía por expulsar finalmente a Biden, pero es imperdonable que no lo hicieran un año antes y permitieran unas verdaderas primarias. La única oportunidad que tenían los demócratas de ganar en 2024 era presentando a alguien ajeno a la administración Biden, probablemente alguien como Gretchen Whitmer (y aunque Bernie era demasiado viejo esta vez, vale la pena recordar que supo ganarse exactamente a las personas con las que Harris lidió: trabajadores de todo el país, latinos y Joe Rogan bros).

2. Inflación

La inflación ha perjudicado seriamente a las administraciones en el poder en todo el mundo. Pero su derrota electoral no es una ley de hierro. A pesar de la inflación generalizada, México reeligió a su gobierno de izquierda porque cumplió con creces (y comunicó bien) con los trabajadores.

3. Sindicatos y sindicalismo

La triste realidad es que los altos cargos sindicales —con algunas excepciones notables— no supieron aprovechar una oportunidad excepcionalmente favorable para la sindicalización masiva creada por un mercado laboral tenso, un Consejo Nacional de Relaciones Laborales favorable a los trabajadores y una revitalización de las bases impulsada por jóvenes trabajadores radicalizados. Los dirigentes sindicales, reacios a cualquier riesgo, siguieron actuando como de costumbre y se quedaron con miles de millones de dólares que podrían haber utilizado para poner en marcha y apoyar iniciativas de sindicalización a gran escala.

Si la mayoría de los sindicatos hubiera invertido masivamente en nuevas iniciativas de organización después de 2020, esto podría haber cambiado significativamente el mapa político. No solo está el hecho de que los miembros de los sindicatos siguen votando más a los demócratas, sino que además las campañas y huelgas sindicales de alto perfil polarizan a todo el país en torno a la clase (en lugar de las guerras culturales) y exponen el falso populismo de los republicanos.

Experimentar la solidaridad y el poder colectivo de primera mano es el mejor antídoto contra la búsqueda de chivos expiatorios. No hay camino para derrotar a la extrema derecha que no pase por ampliar y transformar el movimiento obrero.

4. Organizarse

Organizar el lugar de trabajo será más difícil bajo Trump, pero está lejos de ser imposible. Debemos recordar que el repunte actual de la clase trabajadora comenzó con las huelgas de maestros de los esdtados rojos de 2018, que obtuvieron grandes triunfos contra los gobiernos estatales republicanos.

5. Palestina

La financiación del genocidio por parte de la administración Biden-Harris no fue el factor que hizo perder la elección nacional a los demócratas, pero fue una razón central por la que perdieron la excesivamente reñida carrera en Michigan. Para conseguir que un gran número de políticos apoyen un embargo de armas a Israel, será precisa mucha más organización hacia afuera, y no solo movilizar a los ya convencidos.

6. No desesperar

La elección de Trump es un gran golpe para la democracia y los trabajadores en Estados Unidos y en todo el mundo, especialmente los más marginados. Pero no debemos desesperar. Hay buenas razones para creer que esto podría parecerse más a la elección de George W. Bush en 2004 —que rápidamente provocó una reacción violenta que condujo a Obama— que a la elección de Ronald Reagan en 1980, que marcó el comienzo de una larga era de políticas conservadoras.

Desde una perspectiva histórica, Trump en realidad no ganó estas elecciones por mucho. Obtuvo aproximadamente el mismo número de votos que la última vez, mientras que Harris perdió porque recibió unos 14 millones de votos menos que Biden en 2020. Además, los votantes indecisos a los que Trump conquistó en su mayoría esperan que sea capaz de entregarles prosperidad, un escenario poco probable dadas las políticas pro multimillonarios de Trump sumadas a la volatilidad de un orden neoliberal mundial en colapso.

7. Una visión del mundo propia

En tiempos de crisis, la gente busca narrativas convincentes que den sentido a por qué todo se les vuelve cuesta arriba. La derecha hace un gran trabajo reclutando gente para su visión reaccionaria del mundo durante todo el año (no solo durante la temporada electoral), en particular a través de la propaganda concertada en los medios de comunicación y las redes sociales. Dado que el establishment demócrata no tiene ningún interés en impulsar la única contranarrativa convincente —culpar a los multimillonarios—, la izquierda necesita encontrar maneras de articular mejor y más ampliamente su propia visión del mundo de cara a las grandes mayorías.

8. Resquicios del bipartidismo

A pesar de que ambos candidatos eran bastante impopulares, y a pesar de los horrores respaldados por Biden en Gaza y Líbano, la completa marginalidad de los candidatos de terceros partidos en 2024 confirma que hay poco espacio para construir un tercer partido de izquierda bajo el régimen electoral actual. Pero la campaña senatorial de Dan Osborn en Nebraska sugiere que las campañas populistas independientes y económicas deberían intentarse de nuevo en regiones profundamente rojas y en otros escenarios en donde la cuestión de dividir votos no es relevante.

9. Dar la batalla en las primarias

Con mucho, el mayor error cometido por la izquierda este ciclo fue no presentar un candidato viable en las primarias presidenciales. Olvidamos la principal lección de Bernie en 2016 y 2020. Sin una tribuna de izquierda en la contienda política más importante de nuestro país, nos vimos confinados a ser o bien marginales críticos externos o bien socios menores acríticos de Biden-Harris. Esta abstención dejó más espacio para que el establishment demócrata restara importancia al populismo económico (y para que ignorara el sentimiento antibélico generalizado).

No podemos volver a cometer este error en 2028.

10. Contra la resignación

Es preocupante que muchos liberales reticentes parezcan resignados a Trump esta vez, pero es bueno que los socialistas democráticos sigan dispuestos a luchar y que estemos mejor organizados ahora que en 2016. Lo más urgente es que tenemos un papel clave que desempeñar para ayudar a iniciar protestas masivas que sean capaces de unir a todos los sectores que se oponen a los horrores de Trump.

El fracaso del Partido Demócrata es una gran oportunidad para reclutar a cientos de miles de personas para el movimiento socialista democrático. Pero hacerlo requiere que nos alejemos rápidamente de los debates internos y de la tendencia a preocuparnos demasiado por si somos lo suficientemente radicales. En su lugar, deberíamos centrarnos más en atraer, reclutar y conectar positivamente con nuestros compañeros de trabajo, vecinos y amigos. La campaña de Zohran Mamdani para la alcaldía de Nueva York es un gran punto de partida, y ojalá inspire más campañas electorales socialistas en todo el país.

Superaremos todo esto colectivamente, no como individuos aislados. La lucha continúa.