Nuestra vida esta ligada desde hace mucho a Diego Maradona. Para bien y para mal. El nos dio las más grandes alegrías, aunque no las únicas.
Pero la novela de Maradona llena muchos espacios de nuestra vida.
Hemos estado con el en el triunfo del Mundial de Japón con la Selección juvenil.
Hemos estado juntos con Diego en la desilusión del 82, cuando nos vinimos con Menotti y Diego en primera roda.
Hemos compartido el enorme triunfo del mundial de México con Argentina Campeón del Mundo y las genialidades de Diego y también la “mano de Dios”.
Hemos seguido hasta último momento la inexplicable certera campaña de Argentina en el Mundial de Italia ´90, con Diego, Bilardo y Goycoechea cuando los italianos dijeron “Siamo Fuori”.
Ahí perdimos la final con Alemania y Diego lloraba sin consuelo.
Después vivimos con Diego la campaña extraordinaria de Argentina con Basile y el Diego que fue llevado al antidoping por la enfermera gordita cuado Diego le dedicaba el gol a la cámara de televisión.
Estábamos para campionar. Y eso que esa Selección -sin Diego- se había comido 5 goles de Colombia en Argentina, en el Monumental de Nuñez.
Después del antidoping nos cortaron las piernas a todos.
Hubo etapas oscuras en la otra parte de la novela: Aquella vez que lo detuvieron. Cuando lo acosaban los periodistas y le metió un shump a uno. Sus hijos de por ahí. Sus despedidas de Boca Juniors con Dalma y Yanina. Todos lloramos en la Boca y Diego hizo un mar.
Sus apariciones en la platea privilegiada de Boca, siempre alentado.
Sus dietas y sus gorduras.
Su época en Cuba.
Su vuelta con Chávez y Evo Morales en la Contra Cumbre de Mar del Plata.
Su ingreso al mundo de la televisión como un conductor estrella. Su reportaje a Fidel Castro a quien incluyo en su pierna como había tatuado al Che Guevara en su brazo.
Mucho después, su apoyo al Fútbol Para Todos del gobierno nacional y su toma de partido a favor de Cristina Fernández al instalarse la discusión por la Ley de Medios lo volvieron a poner visible en el campo nacional y popular donde siempre estuvo.
Su ingreso a la Selección fue algo que buscó, pidió y casi-diríamos-lucho por conseguir como un galardón que merecía, aunque lo hizo desde la demanda de la humildad.
Se comió 6 a 1 con Messi y todo en Bolivia.
El multimedios se regodeaba.
Como es un propagador de las bondades de lo que el Imperio llama Eje del Mal, partiendo de su adhesión a Hugo Chavez, Evo Morales, Fidel Castro y Rafael Correa, la Secretaría de Estado del gobierno del Imperio demanda por su cabeza y le pone precio.
El multimedios hace sus deberes.
Pero Argentina clasificó. Gano su primer partido con Nigeria, su segundo con Corea, su tercero con Grecia y se enfrento con México en octavos.
El Multimedio cambio su estrategia, infló a la selección, y puso todas sus herramientas para decir que podíamos esperar el oro y el moro y comenzó su Operativo Depresión.
Ya el gobierno venía de llenar plazas con 6-7-8 Facebook y Cinta Verde Facebook por la Ley de Medios, llenar Ferrocarril Oeste con Néstor Kirchner en un acto memorable, el Obelisco, la Plaza Lavalle y sus versiones locales en todo el país.
Luego la enorme y maravillosa adhesión al espíritu del Bicentenario propuesto por el gobierno peronista a la comunidad donde la clase media nacional y popular sumó a la clase media “yogurt” y dejó solita y mascullando a la clase media gorila.
¡Un éxito de Cristina, memorable!
Los tipos del Multimedio, mientras tanto tienen que hacer frente a la “apropiación” de los chicos de los Cumpas por parte de la noble, la Noble huye hacia EEUU, cuando tienen que dar muestras de ADN, las falsean, y los chicos también huyen para que no les tomen una muestra de sangre, Lidia Papaleo cuenta en el Directorio de Papel Prensa como la llevaban de su lugar de “desaparecida” al diario la Nación para negociar Papel Prensa con Bartolito Mitre y Magnetto, luego de sufrir tortura entre entrevista y entrevista (con lo cual se presupone una Asociación ilícita del Grupo con la Dictadura del Proceso; y Hernán Arbizu del JP Morgan los denuncia por evasión impositiva y blanqueo de dinero, junto a La Nación, etc; etc; en fin.
En ése marco, el multimedios pide a gritos una a favor y apuesta al fracaso de la selección de Maradona contra México y luego contra Alemania, porque si Argentina ganaba el Mundial, Clarín se tenía que hacer el hara kiri frente a la sensación térmica de la sociedad (le fue bien a Argentina y mal a Clarín con México y con Alemania nos llenaron la canasta de manera inapelable).
Muy bien. Perdimos con Messi y la selección de Maradona y sus decisiones.
No solo perdimos, nos comimos una goleada.
Son nuestros límites, aquí y ahora.
También perdimos con Bielsa, ahora super inflado, con Passarella, con Peckerman (tendríamos que hacer una revalorización de lo hecho por Peckerman, por Riquelme y Cambiasso en aquella derrota frente a Alemania).
Ganar o perder.
¿Ustedes creen que debíamos ser Campeones del Mundo? ¿Qué nos correspondía por portación de nombres?
No somos los mejores del mundo ¡Chocolate por la Noticia!
Pero somos quienes somos. Tenemos nuestra identidad.
Nuestra experiencia, nuestras glorias.
Tenemos nuestra forma de ser y desde ahí aportamos al mundo en el futbol, en el tenis, en la literatura, en el cine, en el boxeo, en la música, en la política, en los DDHH, en la economía, en los derechos sociales, etc.
Ahora nos la bancamos. Con Diego.
Seguimos en la Novela de Diego. Es nuestro ídolo, nuestro líder, nuestro hombre de carne y hueso, un amigo del alma. Lo queremos. Sentimos amor por el y su familia. Y lo bancamos.
Como dice el Negro Dolina: -Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán. Un equipo de hombres que se respetan y quieren es invencible. Y si no lo es, mas vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños ó los indeseables.
Esta novela no ha terminado y si esto fuera todo diría ¡Viva Perón Carajo!
Abur.
MG/
N&P: El Correo-e del autor es Martín García garciacmartin@gmail.com
NOTA DEL AUTOR: Me queda de este mundial, una publicidad que los muchachos le vendieron a Coca Cola que es fenomenal. La de Lesotho. Sobre todo esa escena donde el negro gordito nos muestra su billetera y nos indica a ambos lados que el tiene las fotos, el secreto de nuestra identidad y dice : ¡Dalma…Yanina! como una señal, un dato, una clave de lo que somos nosotros. ¡Me saco el sombrero! Ante la ironía y el amor de los creativos argentinos. Y me la llevo de recuerdo. Ahora mismo la veo de nuevo y me cago de risa. Eso es lo que somos. ¡Muy bueno! MARTIN GARCIA/NAC&POP
Comentario