La senadora santafesina Roxana Latorre aclara que es peronista y no kirchnerista. No se fue voluntariamente del bloque de dos legisladores que compartía con su jefe, Carlos Reutemann. El corredor la expulsó hace un año y Latorre quedó en solitario. No apoyó por entonces el proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Sin embargo, a la luz de lo que se conoce de Papel Prensa y de otras historias que salen a la luz, la senadora santafesina ve con buenos ojos el camino que hoy transita la comunicación. Me lo dijo días pasados en una entrevista radial. Y agregó que “no puede ser que Héctor Magnetto diga: mi trabajo es sacar y poner presidentes”. Es difícil conocer el vínculo que algunos dirigentes políticos pudieran tener -de modo directo o indirecto- con el gran hacedor. Lo cierto es que, como en el caso de Latorre, el día que no alinean su agenda y sus posiciones a las de Magnetto, la ira de Dios -como se hace llamar el CEO de Clarín- estalla en las páginas del diario y los zócalos de TN o las noticias de Radio Mitre. La senadora dijo que no apoyaría la movida del 82% móvil porque era una propuesta irresponsable. Bastó para que los medios del grupo la castigaran.
La frase que le adjudican a Magnetto es tan ingeniosa como pasada de moda. La reunión del martes pasado convertida en acontecimiento público es un gesto de impotencia y no el rugido del león jefe de la manada que advierte y atemoriza al resto de los congéneres sobre quién manda. Hasta ahora, justamente, la gran habilidad del CEO era operar en silencio y en las sombras. Magnetto jugó un papel muy activo en la salida anticipada de Raúl Alfonsín. Clarín castigó muy duro al radical que dejó el gobierno el 8 de julio de 1989, cinco meses antes de lo establecido por mandato constitucional. La asunción anticipada de Carlos Menem fue celebrada por Clarín y Magnetto en persona operó con el polifuncional Roberto Dromi, la entrega de Canal 13 por una cifra muy delgada. El romance con el riojano duró bastante pero empezó a tambalear cuando el multimedios, que venía cableando el país para dar televisión paga, quería a toda costa incorporar telefonía a su red. La negativa del menemismo a las pretensiones de Magnetto tenían nombre y apellido: Telecom y Telefónica.
Fue entonces que un equipo de sociólogos y analistas de discurso, bajo la brillante conducción de Eliseo Verón, tuvo a cargo la búsqueda de una fórmula que pudiera competir -o al menos dañar- la carrera de Menem por el segundo mandato. Cuentan que después de varias encuestas y estudios de opinión pública, los dos nombres que salían con chances eran Carlos Chacho Álvarez y José Octavio Bordón. Magnetto quiso saber quién de los dos era mejor para encabezar la fórmula y le dijeron que eso no surgía con claridad de las indagaciones. “Sería bueno que fueran a internas abiertas”, parece que sugirió el CEO. Por coincidencia divina o por habilidad operativa, en el verano de 1995, el llamado Frente Para un País Solidario celebró internas abiertas y la fórmula Bordón-Álvarez se presentó el 14 de mayo de ese año como sparring del riojano. Pocos meses después, el 28 de agosto, cuando se cumplían 50 años de la salida del primer diario Clarín, el gran ausente de la megafiesta del monopolio fue Menem. Empezaban las investigaciones sobre el contrabando de armas y la campaña lenta y persistente del monopolio contra el riojano.
Después de eso, Magnetto se ufanó de haber estado siempre en la decisión de quién sería el nuevo presidente. Incluso hasta con Néstor Kirchner, porque dicen que le dio la venia a su amigo Eduardo Duhalde para que -habiendo declinado Carlos Reutemann y José De la Sota- apostara al santacruceño. Luego llegó la candidatura de Cristina Fernández y empezaban a dividirse las aguas. Pocos reparan en la tapa de Clarín del 28 de octubre de 2007, cuando decía que “había clima de segunda vuelta”. Era el prólogo de las campañas para limar y controlar el enorme consenso logrado por el kirchnerismo que lo ponía a las puertas de contar con un poder político capaz de evitar los constantes consejos de Magnetto.
Ahora, a pocos días de celebrar los 65 años de la salida del primer ejemplar de Clarín, Magnetto puso de rodillas a varios referentes del peronismo opositor. Ahora, más que para influenciar en los próximos comicios, la foto sirve para tratar de mostrar fortaleza interna. El rugido del león puede servir para que otros leones jóvenes del grupo sepan que todavía es el tiempo del jefe de la manada. Es un beneficio demasiado módico para quien enfrentará citaciones judiciales por graves delitos, sobre todo por el papel que jugó con la apropiación de Papel Prensa.
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