Por: Emiliano Guido
Golpean como partido político y se defienden con la supuesta neutralidad oenegeísta. El gobierno boliviano reescribe por estas horas la famosa máxima alfonsinista sobre el histórico doble discurso del Grupo Clarín para advertir que las ONG son el nuevo ropaje institucional de los países centrales y las multinacionales extractivas para camuflar su activismo político. En concreto, el vicepresidente Álvaro García Linera acusó en los últimos días a cuatro asociaciones de tinte ecologista –las fundaciones Tierra, Milenio, Cedip y el Centro de Estudios Cedla– de hacer lobby a favor de los intereses de países extranjeros en Bolivia.
Según García Linera, las citadas ONG utilizan su doble status, financiamiento externo con anclaje en una estructura y narrativa no partidaria, para intentar torcer el rumbo de las políticas públicas de la revolución boliviana. “Si encontramos a un gobierno extranjero que financia actividad político-partidaria en Bolivia vía oenegés, por supuesto que vamos a tomar las medidas que correspondan a nivel diplomático”, aclaró el ex guerrillero indigenista ante la pregunta de un corresponsal extranjero.
Acto seguido, García Linera precisó que Milenio está vinculado al ex presidente Gonzalo Sánchez de Losada, eyectado del poder en el 2003 por una rebelión popular que se opuso a la privatización de los recursos públicos.
El actual contrapunto entre el gobierno boliviano y las oenegés vinculadas a los países del norte dista de ser una novedad. Unos años atrás, el presidente Evo Morales expulsó del país a la ONG danesa IBIS tras acusarla de “hacer injerencia política interna” en las confederaciones indigenistas. En ese momento, los pueblos originarios de la Amazonia debatían cómo responder a una iniciativa gubernamental que buscaba trazar una carretera asfáltica sobre una reserva forestal. El gobierno aducía que la obra iba a disminuir la histórica desconexión productiva y cultural entre el occidente y el oriente de Bolivia.
Sin embargo, determinadas organizaciones indígenas críticas del proyecto por su impacto ambiental lograron articular una gran marcha de protesta desde el interior hacia La Paz. Para Morales y García Linera, esa importante movilización tuvo la apoyatura discursiva y económica de IBIS. Teniendo en cuenta ese antecedente, el gobierno boliviano entiende que el actual ascendente protagonismo político de las fundaciones citadas en la agenda mediática obedece a un sutil e inédito intervencionismo ideado por los países ricos para hacer oír su voz en la periferia desde las oficinas aparentemente apolíticas de las ONG.
Duelo epistolar
El debate entre García Linera y el póquer de fundaciones ecologistas mencionadas tuvo un rebote inesperado cuando un grupo de intelectuales latinoamericanos y europeos –muchos de ellos vinculados a la organización del Foro Social Mundial o a medios alternativos– criticaron abiertamente la posición del gobierno boliviano por considerar que la amenaza de “expulsar oenegés” del país iba a contramano del deber ser de un proceso político popular y democrático.
“La disidencia o la crítica intelectual no se combate a fuerza de censura y amenazas y descalificaciones, sino con más apertura a la discusión política e intelectual; esto es, con más democracia”, proclamaron en una carta abierta, entre otros referentes de la cultura y la política, Leonardo Boff, referente de la teología de la liberación, Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente de Ecuador, Frank Gaudichau, editor del sitio periodístico Rebelión, los académicos Boaventura de Sousa Santos y Eduardo Gudynas, y la mexicana Raquel Gutiérrez, anterior pareja y compañera de prisión de García Linera cuando en los años noventa ambos fueron acusados de alzamiento armado.
En paralelo, el vicepresidente boliviano elaboró y comunicó a medios de comunicación amigos una interesante toma de posiciones titulada, en un gesto diplomático a los intelectuales molestos con la posición del gobierno, “Respuesta de García Linera a amigos preocupados”. “Entiendo que se preocupan respecto de la libertad de expresión, pero considero que lo hacen en vano. Valga, sin embargo, la oportunidad, porque siempre es grato saber que los amigos se acuerdan de uno. Y digo que su preocupación es vana, porque en mis declaraciones sobre las cuatro ONG, ni ahora ni en ninguna oportunidad anterior he planteado su cierre, expulsión o restricción alguna de su actividad”, aclara en los párrafos iniciales de su misiva.
En el tramo final de su carta abierta, el número dos del gobierno boliviano apunta a lo que él entiende como el nudo del conflicto: la novel estrategia de las corporaciones de camuflar sus intereses en el formato narrativo de las oenegés.
“El núcleo del neoliberalismo contemporáneo, que ha destruido derechos, recursos y asociatividad social en el mundo entero, no es la sustitución de la soberanía nacional por un tipo de mundialización desterritorializada del poder. Esa es la razón principal por la que decidimos expulsar al FMI de las oficinas privadas que tenía en el Banco Central, a la CIA, que tenía oficinas en el Palacio de Gobierno; a la USAID y al embajador de los Estados Unidos, que conspiraba junto a grupos separatistas de extrema derecha”, sentencia García Linera.
La geopolítica del Amazonas
El número dos del gobierno boliviano, el vicepresidente Álvaro García Linera, publicó unos años atrás un recomendable ensayo Geopolítica de la Amazonia- Poder Hacendal patrimonial y acumulación capitalista, para salir al cruce de las organizaciones ecologistas, muchas de buenos vínculos con las oenegés criticadas actualmente por el gobierno, que atacaban la construcción de una carretera estatal porque iba a lesionar un tramo de una importante reserva forestal.
En un significativo párrafo del mencionado texto, García Linera trazaba una línea argumentativa que hoy vuelve a ser explicitada por el Palacio Quemado para criticar la postura radicalmente ecologista de ciertos sectores: “Ya sea por medio de la dominación fuerte del despotismo hacendal que controla los procesos de intermediación y semi-industrialización de los productos amazónicos (madera, lagartos, castaña, goma) o por la dominación suave de las ONG, las naciones indígenas amazónicas están económicamente desposeídas del territorio y políticamente subordinadas a discursos y poderes externos. En síntesis, el poder en la Amazonía está en manos, por una parte, de una elite hacendal- empresarial, y por otra, de empresas y gobiernos extranjeros que negocian el cuidado de los bosques amazónicos a cambio de la reducción de impuestos y el control de la biodiversidad para su biotecnología”.
La caja viene de Washington
Hugo Moldiz, ex ministro de Gobierno boliviano, indicó en un reciente editorial que la influyente Fundación Nacional para la Democracia de Estados Unidos (NED, por sus siglas en inglés) financia económicamente a más de una docena de oenegés con asiento en distintas ciudades de Bolivia.
La NED, un programa del Departamento de Estado norteamericano que busca aceitar el vínculo con asociaciones civiles externas enfrentadas a los gobiernos populares de la región, ya tuvo un claro enfrentamiento con el gobierno de Evo Morales a inicios de su mandato cuando el ex dirigente cocalero acusó a sus agentes de hacer “política interna sucia” en el país.
El ex ministro diferenció a las ONG enfrentadas con el gobierno de otras asociaciones civiles que, en el pasado, prestaron su servicio a organizaciones populares.
“A diferencia del pasado, muchas ONG se han transformado de manera kafkiana radicalmente y a título de la defensa del medio ambiente, que es parte del discurso verde que hoy emplean para oponerse a los procesos de cambio, lo que han hecho es ponerse en la vereda de la oposición”, precisó Moldiz.
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