Por: Mijaíl Leóntiev
“Debemos prepararnos para el peor escenario, y será un placer equivocarse” es el leitmotiv de prácticamente todos los grandes newsmakers. A su vez es evidente que el cartel de la OPEP, creado para defender a los productores de petróleo, se encuentra en una situación muy difícil como consecuencia de los juegos con el petróleo. Quizás los miembros del cartel comprendieron que mantener los precios del petróleo altos significa ayudar a sus competidores del petróleo de esquistos, o quizás decidieron que es mejor producir a bajo precio que no producir nada. Observando el pánico de los mercados, Mijaíl Leóntiev notó que los pronósticos más pesimistas son dados por sus jugadores más activos.
Los precios del petróleo se acercan a cero inconteniblemente ante la expectativa de la desaceleración de China, la inundación del petróleo iraní y, en general, por el salvaje incremento de la oferta sobre la demanda, como nos tratan de convencer. El crudo Brent cayó por debajo de los 30 dólares por barril y sigue bajando. A su vez el valor de la cesta petrolera de la OPEP se encuentra en 25 dólares, la mexicana Pemex vende el petróleo con pérdidas de un dólar por cada barril, el crudo canadiense llego a los 15 dólares. “Nuestro negocio está muriendo de raíz”, cita Wall Street Journal al propietario de una petrolera de Illinois. El diario menciona a los analíticos de Barclays, quienes esperan que este año se reduzcan los gastos del sector en 20% luego de que ellos ya se redujeron en un cuarto el año pasado.
La curva de caída de los precios del petróleo suavizada respecto a las oscilaciones corrientes representa, en esencia, una línea recta desde setiembre del año pasado, cuando los precios se derrumbaron de 50 dólares por barril a los actuales 29 dólares. ¿Pero qué suceso fatídico aconteció en el mercado mundial en setiembre? Ese mes Goldman Sachs redujo las expectativas del precio promedio del petróleo para el 2016 al asumir que caería hasta los 20 dólares por barril. Las “expectativas” de Goldman Sachs fueron apoyadas por Merrill Lynch, Bak of America y otros.
Así pues, los 20 dólares de Goldman Sachs no son un pronóstico. Son una guia. Nuestro Ministerio de Economía hace pronósticos, Goldman Sach hace el mercado.
El mércado del petróleo no es un mercado de materia prima. Los contratos entregables de petróleo real constituyen el 2% del mercado, el resto son papeles especulativos, futuros y otros derivados financieros. Los precios de los futuros no los determinan la relación de oferta y demanda, sino las “expectativas”. El mercado de futuros está completamente controlado por los mayores bancos estadounidenses. Y ése es el mercado de expectativas, para lo que se creo la verdadera “industria de las expectativas”, generada por las famosas agencias de rating, los expertos “independientes” y los medios de comunicación.
Como decía el héroe de la película El vendedor de aire: “Estoy seguro de que nunca seré un comerciante. Pero puedo decir que muy pronto el producto más vendido serán las coronas funerales. Dentro de muy poco el aire derribará el oro. El aire será la divisa de mayor demanda en la historia. ¿Entiende ahora hacia donde puja nuestro honorable jefe? Morgan, Rockefeller y todos los Fords juntos.”
Este milagroso mecanismo de manejo de las expectativas permite alimentar el mercado una vez tras otra con las mismas mantras podridas. Así, recordemos que la causa básica de la caída de los precios del petróleo fue la revolución del esquisto en Estados Unidos, que le permitió aumentar su producción al doble.
El total de plataformas de perforación activas en Estados Unidos se reduce constantemente, llegando al día de hoy a los 2/3 del máximo en 2014. Entre tanto hasta hace poco la producción se mantenía en un nivel estable, alrededor de 9,2 millones de barriles diarios.
Éste es el fenómeno del esquisto estadounidense, al que cualquier precio le es indiferente, es más no necesitan siquiera perforar. Como decía el clásico ruso Saltykov-Schedrín: “Da igual, parirán, gritaban ellos embriagados de orgullo.” Realmente, el juego de los bancos con los créditos, que permite a las compañías dedicadas al petróleo de esquistos tenerse a flote hasta lo último, mantiene la producción estadounidense. Y es que la caída de la producción estadounidense es capaz de romper todo el juego. Sin embargo, ningún juego de este tipo sería posible sin un genio.
Desde el inicio de la caída de los precios Arabia Saudita declaró que no piensa reducir la producción, lo que paralizó completamente la actividad de la OPEP en cuanto al control del mercado. Desde ese momento cada declaración de los representantes de la monarquía empujaba más abajo los precios. Por otro lado, Arabia Saudita concluyó el año con un déficit de su presupuesto de 100 000 millones de dólares, y la producción real se contrajo en el último medio año en 400 mil barriles al día. Esto es cerca del 4% de la producción saudita. “Satisfaceremos la demanda de los consumidores, no vamos más a limitar la producción”, declaró a inicios de enero el ministro de petróleo de Arabaia Saudita. El “genio”, claro está, puede hacer magia, pero no sobreestimemos su soberanía, pues para cada genio siempre habrá un Aladino.
“El precio del petróleo se estabilizará para finales de año y alcanzará los 50 dólares por barril”, declaró el jueves la directora del departamento de Frankfurt de Goldman Sachs. Como de costumbre ella relacionó la caída de los precios con la desaceleración del crecimiento de China y la disminución de la demanda.
Finalmente esto es delatarse. Si el “truco” está en la desaceleración de China, ¡¿de dónde sacaron que para finales de año de repente comenzará a crecer?! Cada juego especulativo puede ser exitoso si se detiene a tiempo. Parece que ya es hora.
No obstante, hasta la próxima.
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