Por: Manlio Dinucci
Geógrafo y politólogo. Últimas obras publicadas:Laboratorio di geografia, Zanichelli 2014 ;Geocommunity Ed. Zanichelli 2013 ; Escalation. Anatomia della guerra infinita, Ed. DeriveApprodi 2005.
Si bien Estados Unidos ha comenzado a tratar de economizar sus medios militares bajo la presidencia de Barack Obama, no por ello ha cesado de actuar militarmente en todo el mundo. La potencia imperial sigue disponiendo de un amplio sistema, a la vez abierto y secreto, que le permite intervenir casi en cualquier lugar del mundo, sistema que pone en marcha cada vez que se le ofrece la menor ocasión.
¿Qué relación existe entre sociedades geográfica, histórica y culturalmente lejanas, desde Kosovo hasta Libia y Siria, desde Irak hasta Afganistán, desde Ucrania hasta Brasil y Venezuela? Lo único que tienen en común es el hecho de verse arrastradas por la estrategia global de Estados Unidos, ejemplificada en la «geografía» del Pentágono, que divide el mundo en «áreas de responsabilidad». Cada una de esas áreas está «en manos» de uno de los seis «mandos combatientes unificados» de Estados Unidos:
el Mando Norte (NorthCom) cubre Norteamérica,
el Mando Sur (SouthCom) cubre Sudamérica [1],
el Mando para Europa (EuCom) cubre la región que incluye la Unión Europea y Rusia,
el Mando para África (AfriCom) cubre el continente africano,
el Mando Central (CentCom) cubre el Medio Oriente y parte de Asia,
el Mando del Pacífico (PaCom) cubre la región Asia/Pacífico.
A los 6 mandos geográficos se agregan otros 3 que operan a escala mundial:
el Mando Estratégico (StratCom) a cargo de las fuerzas nucleares,
el Mando de Operaciones Especiales (SoCom),
el Mando de Transporte (TransCom).
Al frente del Mando Europeo [EuCom] se encuentra un general o un almirante nombrado por el presidente de Estados Unidos. Este alto jefe militar estadounidense asume automáticamente el cargo de Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa. La OTAN se ve así automáticamente incluida en la cadena de mando del Pentágono, lo cual implica que opera fundamentalmente en función de la estatregia de Estados Unidos. Esa estrategia consiste en la eliminación de todo Estado o movimiento político-social que constituya una amenaza para los intereses políticos, económicos y militares de Estados Unidos, país que, aunque sigue siendo aún la mayor potencia mundial, está perdiendo terreno ante la aparición de nuevos actores estatales y sociales.
Son numerosos los instrumentos de esta estrategia y van desde la guerra abierta –como los ataques de fuerzas aeronavales y terrestres contra Yugoslavia, Afganistán, Irak y Libia– hasta las operaciones secretas realizadas en esos países y en otros, últimamente en Siria y Ucrania. Para la realización de estas operaciones, el Pentágono dispone de las fuerzas especiales, alrededor de 70 000 especialistas que «cada día operan en más de 80 países a escala mundial». Y también tiene a su disposición un ejército secreto de mercenarios. En Afganistán, según documenta Foreign Policy [2], el número de mercenarios del Pentágono se eleva a 29 000, o sea 3 mercenarios por cada soldado estadounidense. En Irak hay unos 8 000… 2 mercenarios por cada soldado estadounidense.
A los mercenarios del Pentágono se agregan los de la tentacular comunidad de inteligencia, que incluye, además de la CIA, otras 15 agencias federales. Los mercenarios son doblemente útiles ya que pueden asesinar y torturar sin que tales actos se atribuyan a Estados Unidos. Y cuando resultan muertos en acción, sus nombres no aparecen en la lista de bajas. Además, el Pentágono y los servicios secretos disponen de grupos a los que arman y entrenan, como los grupos islamistas utilizados para atacar Libia y Siria desde adentro y los neonazis utilizados en el golpe de Estado de Ucrania.
Otra herramienta de esta misma estrategia son las «organizaciones no gubernamentales» [ONGs] que, disponiendo de enormes medios, son utilizadas por la CIA y el Departamento de Estado para montar acciones de desestabilización interna en nombre de la «defensa de los derechos ciudadanos». En ese marco se inscribe también la acción del grupo de Bilderberg [3] –que el magistrado Ferdinando Imposimato denuncia como «uno de los responsables de la estrategia de la tensión y de las masacres» en Italia [4]– y la de la Open Society del «inversionista y filántropo George Soros», artífice de las «revoluciones de colores» [5].
En la mira de la estrategia golpista de Washington están hoy Brasil, para torpedear al grupo BRICS, y Venezuela, para socavar la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Para desestabilizar Venezuela, indica el SouthCom en un documento recientemente revelado [6], hay que crear «un escenario de tensión que permita combinar acciones callejeras con el empleo dosificado de la violencia armada».
[1] El SouthCom, United States Southern Command, es más conocido en Latinoamérica bajo la denominación “Comando Sur”. Nota de laRed Voltaire.
[2] “Mercenaries Are the Silent Majority of Obama’s Military”, Micah Zenko, Foreign Policy, 18 de mayo de 2016.
[3] «Lo que usted no sabe sobre el Grupo de Bilderberg», por Thierry Meyssan, Komsomolskaya Pravda (Rusia) , Red Voltaire, 15 de abril de 2011.
[4] «Terrorismo: el juez italiano Imposimato acusa al Grupo de Bilderberg», Red Voltaire, 31 de enero de 2013.
[5] «George Soros, especulador y filántropo», Red Voltaire, 3 de febrero de 2004.
[6] «Operación Venezuela Freedom-2», Red Voltaire , 22 de mayo de 2016.
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