Por: Manuel Martorell
Las distintas ofensivas lanzadas últimamente contra el Estado Islámico en el norte de Siria y, de forma especial, la dirigida por la alianza kurda sobre la ciudad de Manbij (más de 100.000 habitantes) están confirmando que este grupo yihadista se encuentra en una situación de extrema debilidad. Un hecho que explicaría los últimos atentados contra Estados Unidos y Francia, ya que igualmente se ha confirmado la presencia de unidades especiales norteamericanas, francesas e incluso alemanas combatiendo junto a las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF).
La consecuencia práctica de estas ofensivas consiste en que la capital del autoproclamado Estado Islámico prácticamente queda aislada del único corredor que le quedaba con el exterior –frontera turca- y también de las zonas de Alepo donde todavía tiene una significativa presencia. Además y más que nunca, la capital del Califato –Raqqah- se ve seriamente amenazada con quedar cercada y aislada de Deir-er-Zoor, el otro gran núcleo urbano que le quedaría bajo su control en Siria.
El hecho de que, pese a ser anunciada con días de antelación, el Estado Islámico no haya podido impedir el avance de las SDF ya es un indicativo de la situación de debilidad en que se encuentra y de que, por lo tanto, está comenzando a desmantelarse su estructura estatal, principal reclamo que le ha permitido atraer la adhesión y simpatía de distintos movimientos yihadistas en todo el mundo.
Tal y como informan distintas fuentes locales suficientemente fiables –el Observatorio Sirio de Derechos Humanos y los testimonios de prisioneros-, la utilización en los combates de niños soldado, guardias municipales sin la suficiente preparación militar y los apremiantes llamamientos para que los habitantes de Manbij, Raqqah y Deir-er-Zoor se sumen a la defensa de estas ciudades para frenar a los “infieles” y “ateos” serían otra clara prueba de la progresiva descomposición del Califato liderado por Al Bagdadi.
La actual ofensiva en el norte de Siria se inició el 24 de mayo con la denominada operación ‘Norte de Raqqah’, después de que aviones de la coalición internacional lanzaran panfletos sobre la capital del Califato pidiendo a los civiles que evacuaran la ciudad. Desde tres puntos diferentes, las Fuerzas Democráticas Sirias, integradas por kurdos, árabes, cristianos y turcómanos bajo la dirección de las YPG (Unidades de Defensa Popular), avanzaron hacia Raqqah y la estratégica presa de Tabqa, con el objetivo de liberar toda la región situada al norte de la ciudad.
Una semana después, se inició la ofensiva contra Manbij tras cruzar el río Éufrates y envolver esta población por todas partes, cortando así todas las carreteras que la unen con la propia Raqqah, con la frontera turca de Jarabulus y con Alepo a través de la ciudad de Al Bab, que ahora igualmente se siente amenazada tanto por quienes avanzan desde Manbij como por quienes lo hacen desde la zona de Marea, donde los kurdos de Afrín también han realizado significativos avances entrando en combate por primera vez y de forma directa con el Estado Islámico.
La nueva ofensiva ha vuelto a provocar un nuevo enfrentamiento entre EEUU y Turquía, ambos aliados dentro de la OTAN, ya que el Gobierno de Ankara había señalado que el paso de las YPG a la ribera occidental del río Éufrates era una “línea roja” que Turquía no iba a permitir. El Gobierno de Erdogán teme que el avance de las YPG al oeste del Éufrates tenga como objetivo último establecer la conexión entre la región de Kobani y la de Afrín, con lo cual se consolidaría territorialmente una autonomía kurda a lo largo de la frontera turca, desde Irak prácticamente hasta el Mediterráneo.
El problema se ha agravado no solo porque las fuerzas lideradas por las YPG hayan rebasado esa “línea roja” sino que con ellos van miembros de las unidades especiales norteamericanas, francesas e incluso alemanas que, en ocasiones, lucen las insignias y símbolos de las YPG en sus uniformes, como se muestra en una fotografía de AFP ampliamente difundida por las redes y laprensa turca.
Para avitar este peligro, Turquía propuso que fueran los grupos islamistas con base en Azaz quienes expulsaran al Estado Islámico de la franja fronteriza. EEUU aceptó la propuesta turca pero dando un plazo de tiempo determinado que las milicias respaldadas por Ankara no han podido cumplir. Esta es la razón por la que, a mediados de mayo, EEUU, junto a Francia y Alemania, volvió a respaldar a las YPG como única forma para acabar con la presencia de los yihadistas en el norte de Siria.
Al parecer, EEUU ha prometido a Turquía que las YPG se retirarán a sus bases de Kobani una vez finalicen la ocupación de Manbij. Promesa difícil de cumplir ya que buena parte de los pueblos y aldeas “liberados” en esta ofensiva están precisamente habitadas por kurdos que no aceptarán otra milicia que la suya propia.
De hecho, el PYD ha ampliado su propuesta de establecer una región federal en el norte de Siria no solo incluyendo las ciudades de Azaz, Jarabulus, Al Bab y Manbij, sino también la propia urbe de Raqqah e incluso la franja habitada por turcómanos entre Afrín y el mar Mediterráneo.
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