Puede que sí, puede que no. Como se sabe, Macri es de los que se lo tragan. Pero si se abandona el espacio público en las zonas pobres de la ciudad, si no hay un plan permanente de construcción de viviendas populares, y si encima se hacen promesas demagógicas, lo más seguro es que se produzcan desmanes. Macri hizo todo eso que no es aconsejable hacer y provocó una batalla campal con muertos y heridos en el sur de la ciudad de Buenos Aires, una zona que no se encuentra entre las prioridades de su gestión. Entonces, en vez de los de Freddy Mercury se puso los bigotitos de Micky Vainilla, el cantante fascistoide de Capusotto y disparó un discurso fuertemente racista y xenófobo contra bolivianos, paraguayos y pobres en general.
El Parque Indoamericano es un espacio público abandonado por el Gobierno de la Ciudad. Algunos vecinos dicen que no es cierto, que habían instalado mobiliario urbano, pero que se robaron hasta las rejas. Otros vecinos dicen que el Gobierno de la Ciudad fue retirando los puestos de vigilancia que supo haber en la zona, tanto de la Federal, como de la Metropolitana. Y no puede decirse que sea un parque que no se usa porque los fines de semana está tan lleno como Palermo. Por el contrario, los mismos vecinos de la zona usan el parque como lugar de esparcimiento. Lo cierto es que el espacio es muy grande y más o menos la mitad está cuidado, pero en la otra mitad, donde empezaron los asentamientos, ni siquiera se hicieron trabajos para alisar el piso y está lleno de escombros. En verdad, lo que se tomó al principio fue el espacio público que Macri abandonó como terreno baldío.
Una ciudad que tiene villas miserias y no tiene plan de viviendas para urbanizar esas villas está acumulando la presión de un problema. La oposición afirma que el Gobierno de la Ciudad subejecutó el presupuesto para vivienda. Que sólo gastó el 18 por ciento de ese dinero. Desde el Gobierno de la Ciudad afirmaron que gastaron todo lo que les llegó desde el gobierno nacional. Aunque así fuera, los desequilibrios no se produjeron en Barrio Norte. Se trata también de prioridades de la gestión, entre las que no figuran las villas ni la vivienda. Y además, los planes de vivienda no dependen de una partida específica nacional, por lo que ese argumento suena a excusa.
En realidad Macri había descartado la idea de construir viviendas populares para transformar las villas en barrios. La propuesta que estaba diseñando el PRO era entregar los títulos de propiedad de los terrenos sobre los que se habían construido casitas en villas como Piletones, Villa 20, 1-11-14, 3, 6, 17, 19 y 21-14. Los diputados Enzo Pagani y Cristian Ritondo presentaron un proyecto en la Legislatura para reformar el Código de Planeamiento Urbano con el objetivo de que permita concretar esa idea. Algunos de los ministros porteños, sobre todo su jefe de Gabinete y probable candidato a sucederlo en la Jefatura de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, lo anunciaron con bombos y platillos y lo primero que provocaron fue que una banda atacara el obrador que tienen las Madres de Plaza de Mayo en Los Piletones, con 400 casas casi terminadas, generando una guerra de pobres contra pobres. Ese grupo fue rechazado por los mismos trabajadores del obrador. Pero sobre la base de esas promesas de inicio de campaña electoral, la gente de las villas se lanzó a ocupar el predio del Parque Indoamericano. La idea es que a quien acredite ocupar un terreno para vivienda personal, Macri le otorgará el título de propiedad para que después pueda venderlo.
La primera noche de ocupación hubo dos muertos por tiros. Macri pidió la intervención de la Federal, que desalojó el predio y luego lo entregó a la Policía Metropolitana que, insólitamente, se lo devolvió a los grupos que lo habían ocupado. Esta vez entraron muchos más. Y al segundo día había una guerra entre grupos de vecinos de Soldati y Lugano y grupos de ocupantes, que ya se habían asentado.
Macri se negó a negociar con los ocupantes que él mismo había alentado, se negó a enviar a la Policía Metropolitana por temor al costo político si se producía alguna víctima y se sentó a reclamarle al gobierno nacional para que le saque las papas del fuego.
El objetivo de otorgar los títulos de propiedad es que de esa manera, sin siquiera efectuar los gastos millonarios que implicaría la construcción de nuevas viviendas, el mercado mismo se encargaría de erradicar las villas comprando los terrenos y las casitas baratas para realizar emprendimientos inmobiliarios de más envergadura. La concepción del proyecto, al que el PRO define como “el más progresista que se ha impulsado en la ciudad”, proviene más del sector de empresas inmobiliarias y constructoras que de los habitantes de las villas. Si la idea de los asesores de Macri fue convertir ese problema en un negocio que al mismo tiempo lo resolviera, y usarlo como un fuerte argumento de campaña electoral, lo que logró fue desatar una tempestad en el complejo entramado social de las villas porteñas, sobre todo en Los Piletones y en la Villa 20, que se habían mencionado como las primeras en beneficiarse de esas promesas. En los cálculos del PRO, en julio, cuando estaba previsto que comenzaran las entregas de los títulos, el país estaría sumergido en plena campaña presidencial, con un candidato macrista presuntamente ganador en el distrito porteño. Y allí estaba el candidato Macri, todavía jefe de Gobierno, repartiendo títulos de propiedad en las villas.
Era evidente que los anuncios que hicieron iban a provocar una estampida porque impactaban en dos cuestiones muy sensibles. En primer lugar la necesidad desesperante por una vivienda digna. Y en segundo lugar, los apetitos de los que hacen negocio con la pobreza, que negociaron parcelas y posibles favorecidos, lo cual lleva también a la violencia. Los anuncios a voz en cuello no previeron en ningún momento que se produciría el desastre. No hicieron nada para evitarlo. Lanzaron las promesas de la forma más general posible para pescar la ilusión de los pobres. Era una forma también de mostrar que desconocen esa realidad.
Una vez encendida la chispa, había que apagar el fuego. En vez de eso, Macri le echó nafta con un discurso muy violento contra los ocupas, lo cual lanzó a los otros vecinos de Soldati y Lugano con más fuerza contra los que estaban en el parque. Es posible que en el reclamo se mezclen necesidades legítimas con formas de punterismo e inclusive de corrupción. Los que reclaman pueden tener razón o no. Pero el discurso del jefe de Gobierno de la Ciudad en ningún caso podía ser para provocar más odio y justificar y empujar de alguna manera la reacción airada y violenta de los vecinos contrarios a la ocupación. Denunciar por los medios de comunicación a los ocupantes como invasores extranjeros, o como “el avance de los narcotraficantes y el avance de la delincuencia” fue irresponsable, estaba convocando a una masacre.
En ese clima de violencia donde Macri, en vez de ser el pacificador era el epicentro, enviar a la Policía Federal podría haber empeorado la confrontación. En todo caso, la autoridad política, o sea Macri, tenía que generar las condiciones para que esa intervención no se convirtiera en una masacre. El camino de la negociación, que es el camino de la política, era el único que podía evitar más violencia, pero fue el único que rechazó Macri, cuya opción se redujo a reclamar que el gobierno nacional interviniera para reprimir y hacerse cargo de un problema que él había creado en su distrito.
Macri dice que es la nueva política, pero en este conflicto mostró lo peor de lo viejo, con la demagogia, y lo peor de lo nuevo, por la falta de experiencia, paciencia y capacidad de negociación. En ningún momento aceptó que sus representantes negociaran con los que habían ocupado el parque. El discurso violento de Macri crispó a toda la ciudad, en los taxis y en las colas de los bancos, a varios les creció el enano fascista con un nacionalismo chabacano y ese desprecio patotero por los pobres.
11/12/10 Página|12
El racismo de Macri, a la Justicia
La Mesa Nacional por la Igualdad y la Red de Migrantes y Refugiados lo acusaron en términos penales de “ostensible incitación y aliento a la persecución”. Dura protesta de la embajada paraguaya en Buenos Aires.
Por la tarde, cuando todavía no había sucedido el cuarto asesinato en el Parque Indoamericano, Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta fueron denunciados por “incitación al odio”, de acuerdo con el artículo 3 de la ley 23.592, que pena los actos discriminatorios. La demanda, que recayó en la Fiscalía de Instrucción Nº 6 de la Justicia porteña, se originó en “una ostensible incitación y aliento a la persecución y odio contra un grupo de personas a causa de su nacionalidad”. La presentación fue impulsada por la Mesa Nacional por la Igualdad y fue realizada por la Red de Migrantes y Refugiados en Argentina. Poco después, hubo una nueva protesta diplomática.
La embajada de Paraguay en Argentina denunció que las expresiones de Macri y parte de su gabinete “facilitan el rebrote de un clima xenofóbico contra la comunidad paraguaya y otras comunidades residentes en el vecino país”. En el mismo comunicado, la embajada expresó su dolor por “los lamentables sucesos” de Villa Soldati, “durante los cuales perdiera la vida el connacional Bernardo Salgueiro”, de 22 años. Poco después, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) repudió “la acción de las fuerzas de seguridad” y lamentó “las expresiones xenófobas acerca de la presencia de inmigrantes de países limítrofes en la ciudad de Buenos Aires y la estigmatización y discriminación de las que son objeto”. Algunas de estas declaraciones fueron “esgrimidas por funcionarios de la ciudad que vincularon la presencia de extranjeros con la delincuencia y el narcotráfico y critican las regulaciones migratorias vigentes, que son consideradas ejemplares en el mundo”.
La presentación judicial lleva las firmas de María Rachid, secretaria general de la Mesa por la Igualdad, y de representantes de seis comunidades de inmigrantes. “Después de las declaraciones –de la conferencia de prensa que Macri y parte de su gabinete dieron el jueves– fue como que todo el mundo se sintió habilitado a hacer o decir algo contra los inmigrantes. Sentí mucho miedo, es la primera vez. Ni siquiera cuando recién había llegado a Buenos Aires y tenía veinte y tantos años. En el colectivo, viajando, escuchaba de todo en contra de los inmigrantes, ‘esta basura, hay que sacarlos de acá’. Fue muy triste”, explicó a este diario la peruana Lourdes Rivadaneyra Palacios, coordinadora de la Red.
Con 43 años de edad y 19 en Argentina, Rivadaneyra agregó que “queremos que Macri y su gabinete paguen por lo que están haciendo, porque estigmatizan a toda una comunidad. Somos gente trabajadora que ayuda a que este país salga adelante. Hoy (por ayer) a la tarde, él decía que no va a poner ni un peso de la ciudad para los inmigrantes. Y parece que se olvida de que también nosotros, los inmigrantes, contribuimos: trabajamos, estudiamos y cada día contribuimos. Pero es que además él tiene problemas con la pobreza: para él, la pobreza no puede estar dentro de los límites de la Capital Federal”.
La demanda se origina, también, en el deseo de que no se destruya una convivencia que costó construir. “Uno va combatiendo la discriminación y va intentado tener una sociedad libre de discriminación. Pero cuesta. No hace mucho a una de nuestras paisanas la tiraron de un tren, en la provincia de Buenos Aires, diciéndole ‘boliviana negra de mierda’. Y con cosas como ésas hay que luchar. Pero Macri vuelve a repetir esa historia, como la que había comenzado una revista con una tapa que decía ‘La invasión silenciosa’. Y lo hace justo ahora, que se estaba yendo esa expresión”, señaló el boliviano Ulyana Peremyshyeva, cuyo nombre, explica, es “de origen aymara, porque soy de una de las 36 naciones del Estado plurinacional de Bolivia”. Con sus dichos, evaluó, el macrismo “va criminalizando la situación de los migrantes”.
“Lo que queremos –sintetizó la referente de la Asociación de Migrantes y Refugiados de Colombia en Argentina, Carolina Gómez– es que Macri se responsabilice por la ola de violencia que desató en contra de los inmigrantes en la ciudad de Buenos Aires. Hoy, como resultado lamentable, sus palabras dejaron la muerte de Juan Castañeta Quispe.”
11/12/10 Página|12
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