Por: Pablo Elorduy
El ciclo de más de 300 días de interinidad concluye con la investidura de Mariano Rajoy como presidente con los votos de Ciudadanos y la abstención del PSOE.
Dentro del cordón, mayoría de zapatos, corbatas, uniformes. Fuera del cordón zapatillas, capuchas y pancartas. Dentro del Congreso, Mariano Rajoy pasaba el trámite de su investidura. Se acabó el recreo. El régimen ya tiene su solución. Que no cambie nada. Que lo de fuera se quede tras el cordón todo el tiempo que sea posible.
Fuera han cambiado unas cuantas cosas. El escenario y la rabia es la misma. Neptuno. No nos representan. Lo llaman democracia y no lo es. En septiembre de 2012 con Rodea el Congreso comenzaba la fase airada del 15M. En las instituciones, sólo unos cuantos diputados reparaban en que aquel movimiento les interpelaba.
Eso también ha cambiado. Pablo Iglesias, líder del grupo Unidos Podemos, ha basado su discurso en otro país sin miedo que cambiará las tornas. Sin ataques al PSOE, apoyado en los miles que estaban fuera. En una entrevista con eldiario.es, Iglesias anunciaba que su discurso se dirigirá a lo que el estadístico Jaime Miquel llama “los gamonales”. Airados contra el Estado de cosas neoliberal. La calle grita que no.
No toda. Cuando comenzaba la sesión, miles de personas paseaban sus sábados por el parque del Retiro. Rajoy se basa en su propio plan, como se basa en la creencia de que una mayoría silenciosa avala su imposibilidad. También su imprevisibilidad. (Joan Baldoví dixit). El presidente no cede ni con aquellos que le han mantenido en la Moncloa. Es simple, si a Ciudadanos y PSOE no les gusta el Gobierno, elecciones. Más cerca de la irrelevancia.
Dentro, Antonio Hernando consumaba el harakiri socialista. En una temporada con abuso de días históricos, el de hoy lo es por dos motivos: hay Gobierno y el PSOE deja de ser la pata izquierda del régimen.
La insumisión a la disciplina de voto de 15 diputados coloca a la ejecutiva provisional en una situación grave, el gesto de Pedro Sánchez, unas horas antes, desplaza de nuevo el foco hacia el anterior candidato. El año horrible del PSOE sigue. Cada vez le importa a menos gente fuera.
Dentro, Gabriel Rufián y Oskar Matute castigaban los nervios del grupo socialista. Hernando aprovechaba el discurso de Rufián para levantar por primera vez en la semana a los suyos. Un aplauso sintomático y nervioso al que se sumaban también diputados populares y de Ciudadanos. Flaco favor al PSOE. Su efecto se pasaba poco después, a golpe de abstención.
Para los postres quedaba Rafael Hernando. El portavoz del PP se apoya en el pasado reciente del país, en las reformas de la legislatura del Decreto ley. Las mismas reformas que dieron lugar a las protestas más airados de los indignados. Las mismas personas que hoy han rodeado el Congreso. Fuera del cordón, el grito ha sido PSOE, PP, la misma mierda es. Dentro, los socialistas se afanarán en intentar demostrar lo contrario. De momento, han hecho presidente a Rajoy.
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