Por. Alfredo Jalife-Rahme
Dos polémicos rotativos del establishment titulan sin tapujos la intención de Trump ya instalado como presidente 45 de EU.
Washington Post ( WP) titula “El presidente promete arrancar el poder de las élites de Washington, y colocar a EU primero, además de liquidar la “carnicería (sic) estadunidense”, en referencia al desempleo de la clase media desahuciada.
Más agobiado, New York Times ( NYT) titula “Trump renuncia a la clase política del país” y subtitula “El presidente enloda al establishment de impío y corrupto. ¿Y a poco no es verdad?
Paul Craig Roberts (PCR) –ex asistente secretario del Tesoro de Reagan, editor asociado del Wall Street Journal ( WSJ) y autor de tres importantes libros: “La amenaza de los conservadores al orden mundial”; “Cómo se perdió EU” y “El fracaso del capitalismo neoliberal”–arremete en su portal contra los dos portavoces del establishment WP y NYT, “desilusionados” con el discurso de Trump y su “fuerte ataque al rapaz e inmoral establishment gobernante.
Trump ha prometido gobernar con los ciudadanos abandonados por el establishment, con quienes conectará mediante sus letales tuits: ¡Mezcla insólita de plutocracia con oclocracia!
El mismo Obama, antes de despedirse, aconsejó “no subestimar (sic) a este tipo (sic)”, quien “conecta muy bien con sus seguidores” y representó el “candidato del cambio.
Obama legó tanto el caos global como un país fracturado donde se perfila una impensable “guerra de sexos” entre los supremacistas blancos machos WASP, devotos de Trump, y la marcha impactante de medio millón de mujeres en Washington, propulsadas por Hollywood, al unísono de otras 600 marchas hermanadas en el resto de EU y el mundo.
EU es un país dividido, según The Hill. Se queda corto: EU es un país severamente fracturado a todos los niveles.
Hasta al punto teológico se manifiesta la fractura tectónica de EU, en franca decadencia interna y global: uno de los predicadores de la misa previa al juramento de Trump fue Robert Jeffres, bautista sureño que ha condenado al Islam y al “mormonismo” (cuyos feligreses abundan en la CIA), quien exclamó que “Dios no está contra la construcción de muros.
Para PCR, el advenimiento de Trump constituye una “declaración de guerra”, mucho “más peligrosa para él que si hubiese declarado la guerra contra Rusia o China”. PCR comenta que “no existe duda de que Trump se ha vuelto un objeto de asesinato (sic)” cuando la “CIA no se va a rendir y largarse”.
Más allá de su conocido presupuesto legal de más de 50 mil millones de dólares al año, PCR, quien conoció las entrañas financieras del Minotauro estadunidense, alega que “la CIA es una organización global. Sus lucrativos negocios le proveen ingresos independientes del presupuesto de EU” y “es capaz de librar operaciones en forma independiente del presidente y aun de su propio director”, cuando “la CIA lleva alrededor de 70 años de atrincherarse sin haber desaparecido.
Se despliega una guerra subterránea entre el Pentágono y la CIA, mientras Trump ha abierto muchos frentes contra omnipotentes rivales: las dos dinastías liquidadas de los Bush y los Clinton, además de Obama; la CIA; Hollywood; los multimedia, específicamente CNN; el megaespeculador fomentador del caos global George Soros, etcétera.
Ya había advertido que “Peligra la vida de Trump”, como adujo después el parlamentario británico George Gallloway, quien alerta que la “CIA prepara el asesinato de Trump.
Antes de partir, el ex director de la CIA John Brennan advirtió a Trump “medir sus palabras”, y lo criticó por no entender la amenaza de Rusia a EU.
El nuevo líder de la minoría (el Partido Demócrata), el polémico Charles Schumer, íntimo de los Clinton y Soros, comentó que la “comunidad de espionaje” tenía “seis (sic) maneras” de cobrarse” sus facturas contra Trump.
La confrontación es intensa y profunda, con entonaciones de “guerra civil”, que no se atreve a pronunciar por su nombre.
En el desangelado Foro Económico Mundial (controlado por Soros), el saliente secretario de Estado, John Kerry, vaticinó que Trump duraría a lo sumo “uno o dos años, lo que sea.
Zero Hedge aduce que “ningún presidente desde John F. Kennedy se ha atrevido a enfrentar a la CIA”, que puede optar por “medidas de represalias”.
El establishment busca deslegitimar, al precio que fuere –como el sórdido libelo cocinado por el MI6 y triangulado por los enemigos de Trump en el Partido Demócrata y en el sector sorosiano del Partido Republicano con el superhalcón senador John McCain, y levantará la puja hasta conseguir defenestrar a Trump mediante el ominoso impeachment legislativo o, de plano, con su liquidación física como reclamó un fascista con máscara de “ideólogo cultural”, de la dupla desinformativa Televisa/Univisión.
El zar Vlady Putin alertó de un “golpe silencioso de Estado”, como sucedió en Ucrania en la plaza Maidan de Kiev, contra Trump que ha coaligado a tirios y troyanos del omnipotente establishment objeto del desprecio y la ira popular. No lo dice cualquiera, sino el mandamás ruso, quien goza de información privilegiada.
A juicio de Putin, toda la lasciva campaña rusófoba busca “deslegitimar” a Trump con los mismos métodos al “estilo Maidan” usados en 2014 en Ucrania, donde fue depuesto el presidente legítimamente electo Yanukovich, en un golpe presuntamente orquestado por el espionaje estadunidense y su Departamento de Estado.
Para Putin “las personas que fabrican falsas noticias contra Trump, que las confeccionan y las usan en una batalla política, son peores que las prostitutas (sic) porque no tienen ningún límite moral”.
Otro objetivo, según Putin, de la viciosa rusofobia, es atar las manos a Trump para que no puedan mejorar las relaciones entre EU y Rusia cuando el cambio de paradigma daña intereses fosilizados.
Si no sucede nada lamentable en los días que siguen, Putin se prepara a llamar a Trump.
La misma tarde de la “Marcha de las mujeres”, Trump, el presidente más atípico de la historia de EU, tenía programada una visita el cuartel de la CIA para enmendar equívocos irreparables.
Trump nominó a Mike Pompeo para dirigir a la indomable CIA.
El advenimiento de la era Trump constituye un cambio tectónico de paradigma con repercusiones regionales (México) y globales (China, Europa).
El conservador católico Pat Buchanan, prominente ex asesor de los ex presidentes Nixon, Ford y Reagan, sentencia que con Trump llega el advenimiento de un “nuevo mundo”, cuya marca es el “patriotismo económico y el etnonacionalismo (sic)”, que es “ascendente en todos lados”.
Para PB el verdadero peligro para EU viene del “sur” del planeta, donde abundan los migrantes jóvenes.
La “nueva era” es un enigma: ¿emprenderá su vuelo doméstico y geoestratégico o será abruptamente detenida por el establishment de EU todavía omnipotente e inimputable?
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