Por: Manlio Dinucci
Geógrafo y politólogo. Últimas obras publicadas: Laboratorio di geografia, Zanichelli 2014 ; Diario di viaggio, Zanichelli 2017 ; L`arte della guerra/Annali della strategia Usa/Nato 1990-2016, Zambon 2016.
¿Está el vaso medio vacío o medio lleno? Mientras Thierry Meyssan destaca los éxitos del presidente estadounidense Donald Trump en las cumbres de la OTAN y del G7, Manlio Dinucci enumera sus fracasos. El sistema está concebido de forma tal –no en materia de estatutos sino según la visión de quien lo analiza– que se resiste a todo cambio y trata de ir obstinadamente hacia la guerra.
«Un orden internacional basado en las reglas, que promueva la paz entre las naciones, que ampare la soberanía, la integridad territorial y la independencia política de todos los Estados y garantice la protección de los derechos humanos.» Eso es lo que dicen desear los líderes del G7 que se reunieron en Taormina, precisamente junto a la base militar de Sigonella, en el Mediterráneo, que constituye el centro estratégico para las guerras y operaciones secretas de Estados Unidos y la OTAN, como la guerra que destruyó el Estado libio y la que hoy trata de hacer lo mismo en Siria, incrementando así el éxodo de migrantes, cuyos derechos humanos supuestamente preocupan al G7.
Las declaraciones del G7 reproducen las de la Cumbre de la OTAN realizada en Bruselas: el G7 se compone de 6 de los principales países de la OTAN más Japón, el principal aliado de la OTAN en Asia. No faltan las divergencias económicas y políticas, que se esconden bajo posiciones divergentes sobre el clima y los migrantes.
En la Cumbre de la OTAN, Donald Trump irritó a Angela Merkel y a otros dirigentes al recordar que «Estados Unidos gasta en la defensa más que todos los demás países de la OTAN juntos». Y solicitó de manera perentoria que todos los aliados respeten su compromiso, contraído en 2014 ante el presidente Barack Obama, de destinar al sector militar al menos un 2% de su PIB. Hasta el momento, además de Estados Unidos, sólo Grecia, Estonia, Gran Bretaña y Polonia han sobrepasado esa meta.
Italia, según calcula el SIPRI [1], dedica al sector militar un 1,55% de su PIB, o sea unos 70 millones de euros diarios. Si llegara al nivel que ha alcanzado Grecia –un 2,36%, ¡a pesar de la crisis económica!–, Italia gastaría en el sector militar más de 160 millones de euros cada día. Pero Trump insiste en que el 2% ya resulta insuficiente para los crecientes compromisos de la alianza atlántica. La Cumbre de la OTAN anunció que ese bloque militar entra en la «coalición global para vencer a Daesh», que al igual que la OTAN opera bajo las órdenes de Estados Unidos.
La OTAN aportará aviones de vigilancia radioeléctrica AWACS y fuerzas especiales para la realización de operaciones que, con la justificación de luchar contra Daesh –que en realidad entra en la estrategia de destrucción de Estados adoptada por Estados Unidos y la OTAN desde la desaparición de la URSS–, tratan de penetrar en Siria para desmembrar el territorio de ese país y cercar a Irán.
La Cumbre de la OTAN anunció igualmente un aumento de la presencia de tropas de la alianza atlántica en Afganistán, donde ya tiene 13 000 soldados.
En Europa, la OTAN prosigue su expansión hacia el este. Ya invitado a esta cumbre, Montenegro está llamado a convertirse en el miembro número 29 de la OTAN. A pesar de sus pequeñas dimensiones, Montenegro resulta muy importante debido a su posición geoestratégica y sus búnkeres, en los que la OTAN podrá desplegar enormes cantidades de armamento, incluyendo probablemente armas nucleares y cazabombarderos.
La OTAN, según afirmó en la cumbre su secretario general Jens Stoltenberg, «tiene que reaccionar» porque está frente a una «Rusia que utiliza la fuerza militar para modificar las fronteras en Europa con sus acciones agresivas contra Ucrania, anexando ilegalmente Crimea y continuando la desestabilización del este de Ucrania». Yendo incluso más lejos que el propio Trump, quien habló de forma general de «amenazas provenientes de Rusia en los fronteras orientales de la OTAN», la Cumbre acusó nuevamente a Rusia de querer cambiar las fronteras de Europa con un uso agresivo de la fuerza militar, acusación que actualiza la de los tiempos de la guerra fría desenterrando el escenario de los tanques rusos que invaden Europa.
La promesa electoral de Trump sobre la posibilidad de abrir una negociación con Moscú se estrella contra el muro, invisible pero sólido, de los círculos dominantes estadounidenses y europeos que, apostando por una nueva guerra fría, bloquean toda conversación con Moscú amenazando a Trump con destituirlo bajo la acusación de que se entiende con el enemigo.
La sombra de la derrotada Hillary Clinton viene a sentarse en las cumbres de la OTAN y del G7, persiguiendo a su vencedor Donald Trump.
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