Fuente: Terc3ra
La pasada semana, dos tercios de los parlamentarios jordanos votaron en favor de un documento para expulsar al embajador israelí y llamar de vuelta al embajador jordano en la entidad sionista. El diputado Temir Bino, que supervisó la firma del documento, dijo que 78 de los 130 miembros del Parlamento jordano lo habían suscrito.
Esto se produjo pocos días después de que se produjeran grandes manifestaciones en Jordania para mostrar la solidaridad con Palestina y la condena por el asesinato de dos jordanos a manos de Ziv Moyal, un agente de seguridad israelí, en el recinto diplomático de la embajada de la entidad sionista el pasado 24 de Julio. El agente en cuestión, acompañado de diplomáticos y empleados de la embajada, abandonó Amman hacia los territorios palestinos ocupados y recibió una bienvenida de héroe del primer ministro, Benyamin Netanyahu, añadiendo así un insulto a la herida. La respuesta de los jordanos fue la de pedir en nuevas manifestaciones la derogación del tratado de paz con la entidad sionista firmado en 1994.
El diario Rai al Youm se hizo eco, en este sentido, de la indignación general en Ammán, que afecta a los intelectuales y a la población. Ella está causada en particular por el deterioro de las relaciones con el régimen israelí, un vecino “arrogante y despreciativo”.
Esta crisis tiene lugar en un contexto económico y social adverso para Jordania. La sociedad jordana sufre una inflación económica y el aumento de la corrupción. El país ya no se beneficia de la ayuda económica de Arabia Saudí, donde la situación económica experimenta también un deterioro, y el régimen jordano ha sufrido también un revés con las crecientes derrotas de los grupos terroristas que había venido apoyando en el sur de Siria.
El rey de Jordania interrumpió sus vacaciones tras el incidente de la embajada israelí y volvió al reino. Entre el desprecio de Israel y la cólera del pueblo, que exige la ruptura del tratado de paz con Israel, su gobierno se revela como impotente.
En el seno del gobierno jordano se elevan las voces contra las monarquías del Golfo Pérsico que han ignorado a Ammán y dejado el tema de la Mezquita de Al Aqsa en manos de Arabia Saudí, algunos de cuyos responsables mantuvieron entrevistas telefónicas directas con sus homólogos israelíes sobre varios temas, incluyendo el de la Mezquita de Al Aqsa, y dejaron así de lado a Jordania, anulando el papel que ésta venía desempeñando como interlocutora árabe de Israel en temas relativos a Palestina y a Al Quds.
El ataque del agente israelí contra dos jordanos y su salida del país han constituido otra afrenta más para Jordania y han puesto en cuestión las políticas interior y exterior del reino. Los expertos señalan ahora que sólo una actitud más firme en contra de Israel puede llevar a la restitución del papel que el país había venido desempeñando en el conflicto palestino-israelí.
En este sentido, hay que explicar la visita reciente del rey Abdulá II a Ramalá, en la Cisjordania palestina ocupada, la primera en cinco años. El rey Abdulá II quiere crear ahora un frente unido con la Autoridad Palestina que pueda reforzarle también políticamente en Jordania.
Comentario