La Garganta Poderosa, la revista que nació del movimiento argentino y latinoamericano La Poderosa, se ha convertido, además de en una herramienta con la que visibilizar la vida de las villas, en una fuente de ingresos para los vecinos de los barrios olvidados de Argentina.
El germen de La Poderosa es un equipo de fútbol de barrio y los debates que tenían para establecer las reglas del juego. En el equipo jugaban tanto mujeres como hombres, pero había quejas: las mujeres señalaban que nunca les pasaban la pelota. “Se tomó una decisión por consenso: el gol que marcara una mujer valdría doble. De alguna forma era discriminación, pero así conseguimos que les pasaran la pelota”, explica Levy. Eso fue hace más de diez años.
Ahora, según señala, los goles de mujeres ya no cuentan doble porque hay “muchas mujeres que juegan mucho mejor que muchos hombres”, y esa apuesta por el consenso fue lo que se convertiría en la base de La Poderosa. “Un poco de esa experiencia comunitaria nació una dinámica organizativa, comunitaria, que fundamentalmente estanca en un proceso asambleario semanal con el eje muy fuerte de la educación popular, a través del deporte, del arte y de la cultura, y del trabajo cooperativo”, comenta. El activista explica que La Poderosa se fue amplificando: “No se fue expandiendo, decimos nosotros, porque, en realidad, esa expansión es inherente a la patria grande que habitamos”, puntualiza Levy.
Hoy, solo en Argentina, hay 79 asambleas en todas las provincias que forman parte de La Poderosa, y ya hay experiencias comunitarias de La Poderosa en todos los demás países de América del Sur.Levy explica que en julio de confluirán en Porto Alegre (Brasil) en el que será el segundo Foro Internacional de La Poderosa y en el que habrá representantes de todos los países de América del Sur, delegados de base, feministas, docentes y referentes de derechos humanos, para marcar “estrategias comunes para problemáticas comunes”.
ECONOMÍA DESDE ABAJO FRENTE A MACRI Y EL FMI
“Es el trabajo de la educación popular, con distintos talleres de fútbol popular, de arte popular, apoyo a educación primaria y secundaria, en donde se usan los espacios de contención con los pibes y también las diferentes cooperativas que vamos formando”, explica Daniela Mérida, referente de su asamblea del barrio Fátima en Villa Soldati, en el sur de la capital, sobre cómo se traduce en la vida de estos barrios el trabajo de La Poderosa. El trabajo cooperativo es una de las líneas principales de trabajo de La Poderosa. “Cada asamblea, con sus diferentes necesidades, fue formando cooperativas para afrontar sus necesidades”, continúa .En su marco se han creado , desde las distintas asambleas de barrios que dan vida al movimiento, cooperativas gastronómicas y textiles, entre otras. “Se siguen creando en el marco de la economía popular a partir del único sindicato que crece, que es el de las personas sin trabajo: la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular”, señala Levy. Este sindicato argentino, que tomó forma jurídica en enero de 2016, es un “sindicato de nuevo tipo —define el activista vecinal—, un nuevo sujeto político en la historia de nuestro país que ahora tiene forma, color y poder en la calle, que ha sacado a 200.00 o 300.000 trabajadores de la economía popular a luchar por nuestros derechos, que ha conseguido conquistas como el salario social complementario [complemento salarial para trabajadores de la economía informal cuyo sueldo no llega al salario mínimo] en el marco de esa lucha y que hasta el día de hoy sigue batallando contras las políticas de ajuste y exclusión que intenta imponer este gobierno”.
“Se labura en ese sentido, en la cultura villera, reivindicándola, y en el cooperativismo, que es el trabajo de la economía popular, es el sustento y la autogestión”
Entre las cooperativas creadas hay pizzerías y roticerías, en las que trabajan gente de los barrios y que venden sus productos fuera de estos. También textiles, como La Cienfuegos. Cooperativas que hacen mermeladas, como las de las compañeras de Villa María, en Córdoba, que también meten el tema de género en su trabajo con la creación de Casas de la Mujer en distintos barrios. También el primer centro cultural del barrio Fátima, donde vive Daniela, se gestiona a través de una cooperativa nacida desde el propio movimiento. “Vienen vecinos de diferentes edades, también hay espacio de jubilados. Se labura en ese sentido, en la cultura villera, reivindicándola, y en el cooperativismo, que es el trabajo de la economía popular, es el sustento y la autogestión”.
‘LA GARGANTA PODEROSA’, DEL PUEBLO Y EXITOSO
La cooperativa de La Poderosa que más éxito ha tenido es su propio medio de comunicación. Un éxito doble, ya que ha permitido romper la invisibilidad y criminalización en los medios que sufrían las villas a la vez que se ha convertido en una fuente de ingresos para los barrios.
Echando un ojo a la mancheta o staff de la La Garganta Poderosa se lee el nombre, como redactor jefe, del periodista argentino Rodolfo Walsh, asesinado en 1977, durante la dictadura militar argentina. “Escribió la carta abierta a la Junta Militar y que se llevó en el cuerpo un pedazo de plomo por haber tenido la osadía de soñar un semanario villero [medio de comunicación fundado por Walsh en los 70 sobre el día a día en las villas argentinas]”, recuerda Levy. También aparecen como colaboradores los “30.000 compañeros detenidos desaparecidos”. “Aparecen porque nosotros somos una consecuencia de esa lucha histórica que no comenzó con nosotros ni tampoco con nosotros va a terminar, pero que nos obligó a pensarnos en nuestro tiempo”, continúa.
Por las portadas o ‘tapas’ han pasado Maradona, Messi, el Papa, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Eduardo Galeano, Pepe Mujica, Evo Morales, Lula o René de Calle 13. “Todo eso fue ni más ni menos que una estrategia para que pudieran también salir las tapas que nosotros queremos: la de nuestra vecina, la de nuestro vecino… Porque todas esas personas de la cultura popular, antes de ser personajes de mercado, son personas que entienden que la influencia social que tienen la necesitamos al servicio de esa invisibilidad, de ese silenciamiento que nosotros necesitamos romper”, explica Levy.El activista pone como ejemplo el tercer número de la revista, en la que apareció René, de Calle 13, en portada: “Para nosotros era un sueño porque el compañero de barrio que lo había entrevistado nunca se hubiera podido pagar una entrada para ir a verlo a un recital. Y no solo fue a verlo, sino que fue a su camerino, René echó a todos los periodistas del camerino, se quedó a solas con él y después, cuando entraban, les dijo: “Ustedes tienen que hacer como él [en referencia al periodista de La Garganta]”.
Pero, una semana antes de mandar la revista a imprenta, mataron a Pascual, un compañero de 21 años de la Villa 31 de Retiro. “Fue herido por una bala perdida, de esas que siempre se le pierden en los barrios pobres [a la policía], y como la ambulancia no entraba a buscarlo, su amigo cartonero, en la carretilla de cartonear, lo tuvo que llevar hasta el hospital. Llegó tarde y Pascual se murió”, continúa Levy.
A una semana de ir a imprenta, se encontraron con el debate sobre si mantener a René en portada, un personaje conocido con el que la revista llegaría a más gente, o que saliera Pascual, su compañero asesinado por la policía. “Llegamos a un consenso unánime, que incluía a la familia de Pascual, de que la tapa tenía que ser René, y gracias a eso estamos acá hablando de Pascual”, concluye.
La Garganta Poderosa sacó su primer número en enero de 2011 y, desde entonces, ha salido cada mes. Su creación fue literalmente desde abajo, desde las asambleas de cada barrio, que pusieron el dinero y eligieron a personas para que pusieran en marcha un medio de comunicación que estaba pensada para ser de y para el barrio.
“Nos organizamos para que cada asamblea pudiera dar una beca a comunicadores durante tres meses. Algunos comunicadores no había ni terminado educación secundaria, pero conocían la diversidad cultural del barrio y podían hablar desde las entrañas”, relata Levy. “Entendimos que era prioridad tan inmediata como sacar la mierda de las cloacas o tomar el Ministerio de Vivienda poder contar para afuera lo que estábamos viviendo, y para eso había que formar compañeros”, continúa.El barrio de Zabaleta, por ejemplo, recaudó dinero para becar a cuatro personas durante tres meses: octubre, noviembre y diciembre. Cobraban 500 pesos [94 euros a cambio de 2010] cada uno. “En ese momento alcanzaba para comer y hoy no alcanzaría ni para comer un día”, apunta Levy. De esta manera llegaron a diciembre con un equipo armado y con una revista terminada que en la portada tenía al número 10 del Boca Juniors, Juan Román Riquelme, —que “además era villero”, añade Levy— gritando en la portada. “En la contratapa sale diciendo ‘sshss’ —[dice llevándose un dedo a la boca]—, ahora hablamos nosotros”, continúa. En ese momento aún no sabían si la portada iba a ser siempre un grito, como al final ha sido. Ni siquiera si iba a haber un número dos de la revista.
Ahora les tocaba recaudar dinero para imprimir la revista. “Hicimos la vaquita para juntar la plata y entre todos los barrios juntamos un salario mínimo, 6.000 pesos”, continúa el activista. El coste de imprimir cada revista era de dos pesos, así que pudieron imprimir 3.000 ejemplares. 1.000 las distribuyeron gratis dentro del barrio y las otras 2.000 las vendieron los propios comunicadores de la revista en parques o universidades. Se vendieron todas.
“En el medio nos cagó a palos la policía bonaerense, nos metieron presos, nos sacaron las Madres de Plaza de Mayo. Todo eso en el número uno”, recuerda Levy. Pero el éxito fue total: vendieron 2.000 ejemplares a una media de 10 pesos, recaudando 20.000 pesos (3.760 euros a cambio de 2010). Con esos 20.000 pesos pudieron pagar las becas de todos los trabajadores de La Garganta y pagar una nueva impresión de 3.000 ejemplares.
“Para fuera fue una revolución comunicacional, dicen algunos medios. Para nosotros fue una revolución económica”
“Ahí vino el clic económico. Una de las asambleas dijo: ‘A ver, un momento. Este mes vamos a juntar 2.000 pesos de vuelta y ya no tenemos que pagar la beca de los comunicadores porque la revista se hace cargo. Entonces, ¿qué vamos a hacer con esos 2.000 pesos? Vamos a pedirle a la cooperativa de La Garganta que imprima 1.000 ejemplares más de los que tiene pensado, se los compramos al costo y los salimos a vender una cooperativa de distribución a 10 pesos afuera del barrio’. Multiplícalo por 50 asambleas”, relata Levy. La revista La Garganta se había convertido en una cooperativa, de la que vivía otra cooperativa de distribución, que aportaba riqueza a los barrios. “Para fuera fue una revolución comunicacional, dicen algunos medios. Para nosotros fue una revolución económica”.
NO ES REIVINDICAR LA PRECARIEDAD, ES REIVINDICAR LA SOLIDARIDAD
Levy explica que el objetivo cumplido con La Garganta es visibilizar una tradición de construir colectivamente, y a pesar de todo. “Es muy raro encontrar en los canales tradicionales de televisión un informe sobre cómo se paga un velatorio en nuestro barrio. A mi no me duele menos enterrar a un familias, y a ella [refiriéndose a Daniela] tampoco, pero pagar una sepultura digna tiene un coste mayor que un salario medio en nuestro barrio. La manera de resolverlo siempre fue comunitaria”, explica el activista. “Es un orgullo que nunca un vecino no pudiera enterrar dignamente a un familiar, cada vez que a alguien se le muere un familiar se hace una colecta y su grupo íntimo pasa puerta por puerta, y quien tiene 50 centavos pone 50 centavos, y quien tiene 50 pesos pone 5 pesos, porque ahí estás pagando tu propio funeral, el de tu mamá, el de tus hijos. Pero la televisión no informa sobre esto, muestra la mierda que flota, pero no las cloacas tapadas”, continúa.En el barrio en el que vive Levy no hay wifi, ni infraestructura para tener internet en casa. No pueden pedir comida a domicilio. “Si tengo que ir al kiosco a comprar un sándwich y la kioskera no tiene más sándwiches, yo no tendría alternativa para cenar si no fuera por la cultura villera que hace que esa kioskera me convide a un plato del guiso que acaba de cocinar en su casa”, afirma con orgullo.
Tampoco hay una infraestructura de alcantarillado que evite que se inunden las viviendas cuando llueve. “Hace una semana los barrios se inundaron y ahora han vuelto a inundarse otra vez. Mi casa se inundó y yo estoy en la obligación de estar acá para contarlo, teniendo a mi vieja diabética con la mierda flotando [en casa]. Estoy en la obligación porque, igual que ella, son un montón los vecinos que padecen lo mismo”, relata Daniela.
Ni siquiera entran las ambulancias, debido al miedo hacia estos barrios impulsado desde los medios de comunicación.
Levy explica que, en 2009, con el aval de todos los curas villeros presentaron en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que por entonces conducía Mauricio Macri —ahora presidente del gobierno argentino— una petición para que que capacitaran a conductores de ambulancias entre los vecinos de las villas. “No tuvimos una mala respuesta, tampoco tuvimos una buena respuesta. Nunca tuvimos una respuesta”, señala tras apuntar que otra organización, la Corriente Villera Independiente, sí ha podido, fruto también de la organización popular, acondicionar sus propias ambulancias.
VIOLENCIA POLICIAL: “QUE DEJEN DE MATARNOS”
La Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) cifra en uno cada 23 horas los muertos a manos de las fuerzas policiales en Argentina desde que Mauricio Macri asumió la presidencia en diciembre de 2015. Uno de ellos fue Kevin, un niño de nueve años, ahijado de Levy. Murió en un tiroteo que duró tres horas en el que resultaron heridas 105 personas por disparos de uzi —un arma de guerra—, según explica Levy, quien señala que el responsable del operativo policial no ha sido sancionado de ninguna manera.
Frente a la violencia policial en los barrios, los vecinos se han organizado creando un dispositivo de control a las fuerzas de seguridad. Ahora el proyecto se está traduciendo en un proyecto de ley que cuenta con el apoyo de todos los bloques opositores. “No se trata de una policía comunal, no le agrega ni una sola bala al conflicto. Es un comisión de vecinos que regula el accionar de las fuerzas de seguridad adentro del territorio, en comunicación directa con el Ministerio Público Fiscal, con la Procuradoría contra la Violencia Institucional y con los organismos de derechos humanos sin pasar por las comisarías y destacamentos policiales, que son los que administran el delito adentro de nuestro barrio”.El objetivo es que, además de convertirse en un canal de denuncia para los vecinos, sea también un canal de información para la justicia. “Cuando el fiscal recibe un caso, lo que recibe es la versión policial y el informe que redacta es el refrito de la versión policial. Aun cuando el fiscal infiriera que hay participación policial en el crimen, para investigarlo requiere el acompañamiento de la fuerza policial”, explica Levy. “Lo que nosotros estamos diciendo es que se cree una entidad jurídica que habilite a actores de la sociedad civil a cumplir ese rol”, concluye.
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